13 de febrero de 2009

- TECNO -




El aspecto ético de la tecnología


Una computadora no es buena ni mala en tanto que uno no defina qué uso le dará y, sobre todo, si contribuye al conocimiento


Noticias de Opinión
Editorial - La Nación



El desarrollo tecnológico es uno de los componentes que definen lo más significativo de nuestro tiempo y es por eso revelador del poderío de las empresas y los países que lo producen. La tecnología supone el soporte de los conocimientos científicos que la fundamentan, el empleo de sofisticados recursos materiales y especiales habilidades al servicio de la organización del trabajo y la producción, que buscan ofrecer bienes útiles dotados de la mayor eficacia. La tecnología se guía por criterios económicos y, en principio, ocupa un espacio éticamente neutro.

Cuando se observa el proceso de su evolución se advierte que la demanda incentivada por la competencia, que mueve a elaborar más y mejores productos, ha generado un asombroso dinamismo en la multiplicación de las tecnologías, que, a la vez, se han ido expandiendo más allá de la producción de bienes y la oferta de servicios, y han llevado su participación a otros dominios de la cultura, como ha ocurrido en la actividad educativa y sanitaria o en el campo de la información y la comunicación.

Tan acelerado y vertiginoso en su ritmo, este proceso no se ha visto acompañado de una reflexión crítica sobre las consecuencias previsibles en los órdenes biológico, humano y social para evitar graves perjuicios. Esto ha pasado en el campo ambiental, sometido a un grave deterioro a causa de los efectos disfuncionales del uso de las tecnologías, lo que se ha evidenciado, por ejemplo, en la elevación de la temperatura ambiental o en la contaminación descontrolada de los campos por acción de insecticidas, como pasó con el DDT.

Es importante advertir que los frutos de la tecnología, como de otras creaciones o acciones humanas, provocan situaciones ambivalentes, pues tanto se registran efectos positivos como negativos. Esto ocurre con el empleo de las computadoras por los chicos: los progresos que logran en su uso son opuestos al aprendizaje de la redacción y al correcto manejo del idioma, con el riesgo de que su adhesión al ordenador reduzca su contacto e interacción social.

Hay algo más por considerar: las acciones humanas siempre crean un compromiso moral. Las tecnologías no son en sí mismas ni buenas ni malas, pero su empleo puede estar al servicio de fines primarios o accesorios que merezcan una calificación ética negativa. Esto pasa concretamente cuando la información bajada de Internet provee de material pornográfico o de cualquier otra especie que es de particular interés entre los adolescentes.

De ahí que las obligaciones morales no estén al margen del empleo de las computadoras. El deber de velar por ese compromiso concierne a los mayores, ya sean fabricantes, padres, educadores, comerciantes y adultos que regulan su uso. Niños y adolescentes tienen que avanzar en su dominio con mesura y conciencia de los beneficios que reditúa la gran herramienta que está en sus manos, pero también con conocimiento de sus límites y de las derivaciones perturbadoras que puede provocar.

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