31 de octubre de 2008

- INGENIEROS -




José Ingenieros


UN CONSTRUCTOR DE LA VIDA



A 83 AÑOS DE SU MUERTE


José Ingenieros nace un 24 de abril de 1877, en Palermo (Italia)
Su nombre original fue Giuseppe Ingegneri, fue médico, psiquiatra, psicólogo, farmacéutico, escritor, docente, filósofo y sociólogo ítalo-argentino. Su libro "Evolución de las ideas argentinas" marcó rumbos en el entendimiento del desarrollo histórico de Argentina como nación. Se destacó por su influencia entre los estudiantes que protagonizaron la Reforma Universitaria de 1918.





En 1892, ya habiendo finalizado sus estudios secundarios, fundó el periódico La Reforma y un año después, 1893, ingresó como alumno a la Facultad de Medicina de Buenos Aires, de la que se recibió en 1897 de farmacéutico y en 1900 de médico con su tesis Simulación en la lucha por la vida.

En 1903 la Academia Nacional de Medicina lo premió por Simulación de la locura (secuela de su tesis editada en libro). Fue nombrado Jefe de la Clínica de Enfermedades Nerviosas de la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires y en 1904 ganó la suplencia de la Cátedra de Psicología Experimental en la Facultad de Filosofía y Letras.





Se conviertió en un destacado miembro de la Cátedra de Neurología a cargo de José María Ramos Mejía y en el Servicio de Observación de Alienados de la Policía de la Capital, del cual llegó a ser su director.
Entre 1902-1913 dirigió los archivos de Psiquiatría y Criminología y se hizo cargo del Instituto de Criminología de la Penitenciaría Nacional de Buenos Aires, alternando su trabajo con conferencias en universidades europeas.

En 1908 ganó la Cátedra de Psicología Experimental en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires. Ese año fundó la Sociedad de Psicología.
En 1909 fue elegido Presidente de la Sociedad Médica Argentina y nombrado Delegado Argentino del Congreso Científico Internacional de Buenos Aires. Completó sus estudios científicos en las universidades de París, Ginebra, Lausana y Heidelberg.





Sus ensayos sociológicos, El Hombre Mediocre y ensayos críticos y políticos, como Al margen de la ciencia, Hacia una moral sin dogmas, Las Fuerzas Morales, Evolución de las ideas argentinas y Los tiempos nuevos tuvieron un gran impacto en la enseñanza a nivel universitario en Argentina y obtuvieron una gran adhesión moral entre la juventud latinoamericana.

Además de dirigir su periódico bimestral, "Seminario de Filosofía", mezcló su pasión por la ciencia con una ética social acentuada. En sus múltiples actividades demostró una capacidad y penetración notorias, siendo considerado un intelectual de peso en su tiempo.





Durante la Reforma Universitaria iniciada en 1918 fue elegido Vicedecano de la Facultad de Filosofía y Letras, con amplio apoyo del movimiento estudiantil.
En 1914 José Ingenieros se casa con Eva Rutenberg en Lausana, Suiza; aunque el noviazgo se había iniciado en Buenos Aires. Del matrimonio nacieron cuatro hijos, Delia, Amalia, Julio y Cecilia. Su mujer Eva Rutenberg lo sobrevivió por 30 años, en tanto que su hija menor Cecilia falleció en 1995 y la mayor Delia en 1996.
En 1919 renunció a todos los cargos docentes y comenzó hacia 1920 su etapa de lucha política, participando de manera activa en favor del grupo progresista "Claridad", de tendencia comunista.





En 1922 propuso la formación de la "Unión Latinoamericana", un organismo de lucha contra el imperialismo que difundió continentalmente las ideas antiimperialistas.
En 1925, a pocos meses de su muerte, creó el mensuario "Renovación" en contra del imperialismo, firmando con los pseudónimos de Julio Barreda Lynch y de Raúl H. Cisneros.

Al paso del tiempo discrepó con las posturas del socialismo de Estado y empezó a colaborar con periódicos anarquistas, llegando a ser abiertamente un simpatizante del anarquismo, varias de sus obras literarias reflejan este acercamiento. Esto se debió en parte a la influencia de criminólogo italiano Pietro Gori.





Murió relativamente joven, el 31 de octubre de 1925, a los 48 años.
Ingenieros fue un representante destacado del pensamiento positivista, sobre todo en sus primeros años. También fue uno de los fundadores del socialismo en Argentina, aunque no participó orgánicamente en la actividad partidaria.

A partir de la década del 20 comenzó a profundizar una linea de pensamiento más relacionada con los aspectos morales y políticos, aspectos ambos que Ingenieros veía íntimamente relacionados, inspirando a la juventud latinoamericana que realizó la Reforma Universitaria desde 1918 y los nombró Maestro de la Juventud de América Latina.






• La simulación en la lucha por la vida
• Simulación de la locura
• La psicopatología en el arte
• Histeria y sugestión
• Crónicas de viaje
• El lenguaje musical
• Criminología
• Sociología Argentina
• Principios de psicología
• El hombre mediocre (libro)
• Hacia una moral sin dogmas
• La locura en la Argentina
• La evolución de las ideas argentinas (5 tomos)
• Proposiciones relativas al porvenir de la filosofía
• Las doctrinas de Ameghino
• Los tiempos nuevos
• Emilio Boutroux y la filosofía francesa
• La cultura filosófica en España
• Las fuerzas morales
• Tratado del amor

30 de octubre de 2008

- ¿FINAL? -




El fin de los tiempos fáciles


Por Carlos Conrado Helbling
Para LA NACION




El acuerdo de Bretton Woods, que establecía paridades fijas entre las monedas, colapsó en 1971. Ello provocó fuertes alzas en las materias primas. Por encima de todo, impactaron fuertemente los desmesurados aumentos en el crudo en 1973 y 1978.

El mundo vivió en esos años una época de pánico. No era para menos. La inflación en los Estados Unidos sufrió, en 1973 y 1974, un aumento del 40%, una suba no desdeñable. Fue durante esos años que el destacado economista francés, especialista en productividad, Jean Fourastié escribió, con este mismo título, un artículo premonitorio en un diario francés y que dio mucho que hablar: prenunciaba "el fin de los tiempos fáciles".

Fourastié, de haber vivido, hubiera presenciado, nada menos que en tres semanas de 1987 el desmoronamiento del Dow Jones en un? 46%. Luego, en otras tres semanas de 1997, como consecuencia de las crisis asiáticas, el desplome del Dow Jones en un 11%.

La última caída, de un 35%, se produjo a lo largo de los diez meses del corriente año. Hay que admitir que el mundo globalizado y fuertemente intercomunicado de hoy sufre males no conocidos en tiempos anteriores: una insaciable voracidad por el poder y un desmedido afán de dinero que, por desgracia, resultará difícil de morigerar. Lejos, bien lejos, ha quedado en el tiempo la austeridad preconizada por los antiguos griegos, que leíamos con tanta fruición en nuestros años mozos.

La explosiva expansión digital a través de los medios de comunicación ha llevado hoy a decenas de millones de personas a opinar y proponer soluciones un tanto lights en temas como el financiero internacional. Dejando de lado esas opiniones, aclaremos que hoy los principales países disponen de sofisticados instrumentos, desconocidos en 1930, de contralor gubernamental, como los bancos centrales y los estímulos fiscales que, tarde o temprano, sabrán actuar sobre la actual crisis (según el economista argentino Juan Carlos de Pablo, soy el único sobreviviente en nuestro país que llegó a tratar a sir Otto Niemeyer, director, en ese entonces, del Banco de Inglaterra, uno de nuestros consejeros en la creación de nuestro Banco Central, en 1935).

El señor Ben Bernanke, actual presidente de la Reserva Federal de los Estados Unidos, es, según se afirma, un académico que ha analizado a fondo la crisis del 30, y lo celebro. Si bien no la he estudiado tanto como él, sí poseo la ventaja de haberla vivido en carne y hueso. Me dejó algunos recuerdos inolvidables: el boleto obrero porteño de 5 centavos en los tranvías antes de las 7 de la mañana; la compra del periódico, también a mitad de precio ?otra vez 5 centavos? después del mediodía. Quedará en la memoria de más de uno cómo se limpiaba el plato con el pan para no dejar nada sobrante.

La estrategia internacional de los actuales gobiernos ya está trazada: inyectar dólares y euros en las instituciones financieras en cantidades ilimitadas, mientras sea necesario. Hasta el momento en que éstas vuelvan a brindar a empresarios y a particulares los créditos indispensables para que la economía y los mercados puedan funcionar y se desenvuelvan normalmente.

¿Cuánto tardará este proceso? Hasta que, basado en un factor no técnico, el del credere, la confianza vuelva a inducir a todos a depositar sus haberes con tranquilidad en las instituciones bancarias. Hasta que las instituciones y sus controladores vuelvan a despertar la necesaria credibilidad, basada en la idoneidad, la transparencia, la honestidad intelectual? y de la otra. ¡Así de sencillo? y de complicado a la vez!

¿Cuál será el costo de este operativo? Mayor inflación, recesión y desocupación.

La respuesta no deja lugar a dudas: padecemos una mayor inflación en el mundo, agregada a la ya existente, y que en nuestro país corroe desde hace más de medio siglo todo esfuerzo honesto. Y, en paralelo, una inevitable recesión. Esta, lamentablemente, se verá acompañada, allá y aquí, por una mayor desocupación. Deberá estar complementada por una asistencia social efectiva, honesta y abarcativa, inteligente en su implementación; eso sí, desprovista de grandes discursos.

Será la hora de las transformaciones concretas. Hacer lo imposible a favor de los millones de hambrientos y descalzos de nuestra patria, desprovistos de educación, analfabetos muchos de ellos, y, por encima de todo sin conocer ni haber vivido la cultura del trabajo.

Todo esto en el país del trigo y de la pampa húmeda, donde brota toda semilla caída. ¡Increíble!

Ya que de la Argentina se trata, veamos cuáles son los instrumentos que pueden llevar a morigerar la crisis que se avecina.

El camino que deberíamos emprender los argentinos sin demasiada demora se asemeja a lo que podríamos denominar una economía de guerra. Y ello deberá traducirse de inmediato en un fuerte aumento de la producción. Sólo un fuerte aumento de la producción resolverá nuestros problemas y nos brindará una mayor ubicación internacional. Encontrar los estímulos para aumentarla no resultará tan difícil si existe en la administración de turno, y en la población, la voluntad de lograrlo: bajarán la desocupación y la necesidad de asistir a los más desprotegidos. La producción nos brindará divisas, pondrá a todo un pueblo de pie.

Aumentar la producción nacional es una obligación impostergable. Hay que eliminar los obstáculos que sufre. Se hubiera podido, por ejemplo, aumentar en un 50%, de un año al otro, la producción agropecuaria, incentivándola con una sustancial reducción en las retenciones. Para las arcas fiscales, en función de una mayor producción, los ingresos no hubieran disminuido.

Recuerdo el pedido de Winston Churchill en plena guerra mundial, cuando formuló un llamado urgiendo a todos a aumentar la producción agrícola, si fuera necesario "sembrando en los lugares menos imaginados: al borde de los caminos, en los jardines, en las macetas?" Y lo logró. El aumento de la producción nacional de la industria, la producción agropecuaria, los servicios, constituyen los pilares que elevarán a niveles superiores a nuestra nación. No hay otras alquimias.

Buena parte de nuestros abuelos y bisabuelos, en su mayoría europeos, vinieron a nuestra patria para "hacer la América". No todos lo lograron. Los que lo hicieron trabajaron muy duramente de lunes a sábado y, si era necesario, buena parte del domingo. Así se fue construyendo una gran nación, acompañada por una educación rigurosa, que llegó, en su tiempo, a ser la envidia de muchos países. Tuvimos teléfonos antes de que se instalaran en París, ferrocarriles, subterráneos, caminos asfaltados, aguas corrientes.

La distribución de la riqueza no fue pareja para todos. De la misma manera, en función de la época, tampoco lo fue en los países europeos. Por algo muchos inmigrantes habían abandonado sus países, muchos de ellos con una historia cultural de siglos, pero desprovistos, en esos tiempos, de jubilaciones, vacaciones y otros beneficios.

De haber nosotros perseverado en nuestro esfuerzo y en nuestro duro trabajar, contaríamos hoy seguramente con un Ejecutivo eficiente, un Legislativo virtuoso y un Judicial dedicado a administrar una justicia rápida y eficiente y un país provisto de seguridad.

Si nuestros antepasados trabajaron con tanto ahínco para construirlo, con tanto esfuerzo y dedicación, un futuro: ¿por qué nosotros, los que poblamos nuestro vasto territorio, en muchos lugares casi desértico, no podemos hoy trabajar con el mismo ahínco, con gran esfuerzo, con una dedicación sin horas?

¿Qué nos pasa? ¿Nos cuesta tanto mantener el mismo respeto por las instituciones, la misma educación en nuestros hogares, en definitiva ?grabado en letras de relieve? las mismas ambiciones para volar alto? ¡Esta es la gran pregunta!

Corresponderá, asimismo, eliminar de cuajo la inflación, terriblemente nefasta, gastando menos. Así de sencillo. Las inversiones provendrán del regreso de las cuantiosísimas inversiones de todo tipo de los argentinos radicadas en el exterior, convencidos todos de que la intención, después de tantos decenios, será construir un país en expansión, creíble, confiable, dentro del marco de una de las naciones más bellas del mundo.

Más allá de las administraciones públicas de turno, la pregunta es si la voluntad de lograr un país responsable, serio, confiable, realmente anida o no, hoy, en cada uno de los argentinos. Tendremos el país en el cual vivimos y con el cual nos conformamos, si no estamos dispuestos a trabajar por una nación mucho más productiva, laboriosa, sin permanentes discusiones internas entre facciones que a nada conducen.

Muchos de nosotros nos sentimos heridos y agobiados. Queremos hacer una nación cuya identidad sea la pasión por la verdad y el compromiso por el bien común.

29 de octubre de 2008

- BRADBURY -




Ray Bradbury


UN CRONISTA DE MARTE


REFERENTE DE LA CIENCIA FICCION




Ray Douglas Bradbury nació el 22 de agosto de 1920 en USA.

Escritor de misterio del género fantástico, terror y ciencia ficción, principalmente conocido por su obra Crónicas Marcianas, un libro escrito en 1950 que es descrito como una colección de historias cortas, además de ser una novela, y en 1953 publica la distópica novela Fahrenheit 451.






Su familia se mudó varias veces desde su lugar de nacimiento hasta establecerse finalmente en Los Ángeles en 1934. Bradbury fue un ávido lector en su juventud además de un escritor aficionado. No pudo asistir a la universidad por razones económicas. Para ganarse la vida, comenzó a vender periódicos. Posteriormente propuso formarse de manera autodidacta a través de libros, comenzando a realizar sus primeros cuentos con una máquina de escribir. Sus trabajos iníciales los vendió a revistas, a comienzos de los 40.





Se considera a sí mismo "un narrador de cuentos con propósitos morales". Sus obras a menudo producen en el lector una angustia metafísica, desconcertante, dado que reflejan la convicción de Bradbury de que el destino de la humanidad es "recorrer espacios infinitos y padecer sufrimientos agobiadores para concluir vencido, contemplando el fin de la eternidad."





Un clima poético y un cierto romanticismo son otros rasgos persistentes en la obra de Ray Bradbury, si bien sus temas están inspirados en la vida diaria de las personas. Por sus peculiares características y temáticas su obra puede considerarse como exponente del realismo épico, aunque nunca la haya definido de éste modo.
Si bien a Bradbury se le conoce como escritor de ficción científica, él mismo ha declarado que no es escritor de ciencia ficción sino de fantasía y que la única novela de ciencia ficción que ha escrito es Fahrenheit 451.





Entre sus obras figuran:

• Crónicas marcianas (1950)
• El hombre ilustrado (1951)
• Las doradas manzanas del sol (1953)
• El país de octubre (1955)
• Remedio para melancólicos (1960)
• Las maquinarias de la alegría (1964)
• I Sing the Body Electric (1969)
• Cuentos de dinosaurios (1983)





• El convector Toynbee (1988)
• La bruja de abril y otros cuentos (1994)
• Más rápido que el ojo (1996)
• A Ciegas (1997)
• De la ceniza volverás (2001)
• Algo más en el equipaje (2003)
• El signo del gato (2005)
• Fahrenheit 451 (1953)
• El vino del estío (1957)





• La feria de las tinieblas (1962)
• El árbol de las brujas (1972)
• La muerte es un asunto solitario (1985)
• Cementerio para lunáticos (1990)
• El Sonido del Trueno (1990)
• Sombras verdes, ballena blanca (1992)
• El verano de la despedida (2006)

28 de octubre de 2008

- PIQUETEROS -












Rostros de la impunidad

Lamentable realidad nacional


Por más que los piquetes y las protestas violentas se hayan vuelto parte del paisaje cotidiano, la sociedad no debe acostumbrarse a este tipo de violencia que entraña una amenaza. Se trata de la presencia de manifestantes, con palos en sus manos, que han cubierto sus rostros y cabezas para no ser identificados por las fuerzas policiales y de seguridad porque saben que en cualquier momento podrían pasar de la simple protesta al delito liso y llano.

En este caso, no son combatientes talibanes ni guerrilleros palestinos, y el escenario no son las montañas afganas ni Medio Oriente, sino la estación ferroviaria del partido bonaerense de Avellaneda. Los personajes, claro está, son militantes de la agrupación Quebracho, reunidos allí dos semanas atrás para reclamar por la libertad de seis campesinos paraguayos acusados de participar en el secuestro y asesinato de Cecilia Cubas, hija del ex presidente de Paraguay Raúl Cubas Grau, en 2004. Quebracho se caracteriza por sus extraños orígenes, las sospechas sobre sus presuntos vínculos con organismos de inteligencia y su predilección por la violencia. Y por lo que más salta a la vista y hiere y choca en esta imagen: los rostros cubiertos para evitar ser identificados.

27 de octubre de 2008

- MINIMALISMO -





El minimalismo

Menos siempre es más




El minimalismo es una tendencia cuyo origen está en la música, pero que influyó fuertemente al interiorismo y a la arquitectura. Surge en EE.UU. durante la década de los años 60 del siglo XX, pero su explosión vendría en los 70, reaccionando contra la catarata cromática del pop art, e invitando a un estilo más reposado en el que prevalecen los espacios amplios y los tonos suaves. Wollheim fue el primero que utilizó el término, sin embargo, es la frase 'menos es más', popularmente atribuida a Mies van der Rohe, la que aparece como lema de esta corriente.





La reducción de las formas a lo elemental, así como la predilección por emocionar a través de la mínima expresión, fueron los principales criterios que eligieron los primeros minimalistas de la pintura y la escultura. Dentro de la arquitectura, el orden, la sobriedad y el alto influjo del racionalismo precedente, marcan la edificación en su conjunto. En la decoración, priman las líneas rectas, la ausencia de ornamentos y florituras, los muebles sencillos y funcionales, la disposición ordenada y los acabados finos.





Para personas sobrias

El minimalismo dentro de los hogares centra su atención en los diseños donde prevalece la pureza, dando una gran importancia a la amplitud de los espacios. Recordemos que hay que tratar de conseguir efectos satisfactorios con el menor número de componentes. En este sentido, esta corriente entendida como estética es la favorita de personas con un gran sentido del orden que no soporten la acumulación de objetos innecesarios que perturben su visión.





El uso del color es muy importante, ya que el estilo en su versión más dogmática requiere de una monocromía absoluta en suelos, techos y paredes, complementándose con los muebles. Es decir, el contraste lo aportan algunos detalles ornamentales de los que, en ningún caso, hay que abusar. En una decoración influida por el minimalismo el contraste blanco-negro es el rey absoluto. No hay que olvidar que el blanco es un color con una amplia gama de variaciones tonales capaces de multiplicar sobremanera la luminosidad.





La coordinación textil es otro de los grandes fines que debemos perseguir. Cortinas, cojines y tapizados en general han de obedecer al equilibrio. De esta forma, los estampados quedan desterrados en los ambientes más esenciales, rindiéndose a la austeridad de los lisos. Las atmósferas de cada una de las habitaciones, desligadas de lo superfluo, inauguran una renovada frescura y nos invitan a la relajación. Hay que recordar que minimalismo no es sinónimo de insustancial y que el gran éxito del mismo está precisamente en sugerir significados sin caer en lo anodino.





Relajación a través de la decoración

El diseño contemporáneo ha adoptado los esquemas minimalistas y los ha aplicado con tesón a las colecciones actuales. La mayoría de las ferias centradas en la decoración del hogar presentan muebles y composiciones en los que han calado profundamente los conceptos de precisión y modularidad. Aquellos que opten por llevar esta estética a sus hogares ganarán en comodidad, ya que el prescindir de barroquismos y un número incontable de objetos decorativos hace más fácil la limpieza, al tiempo que eliminamos la sensación de agobio.





Si te gustan las características que cumple el mobiliario de corte minimalista, pero no quieres renunciar a introducir algunos elementos que definen tu personalidad, estás en tu perfecto derecho, puesto que tu hogar debe hablar de tí por encima de todo. Puedes aportar al blanco y al negro colores rompedores como el rojo o el pistacho a través de alfombras o cojines. Igualmente, bordados dorados o piezas brillantes le darán más alegría a un salón. Por otro lado, puedes equilibrar el pavimiento de madera con una pintura más vivaz en las paredes. Asimismo, el empleo de plantas o muebles de corte oriental son perfectos para acercarse a ambientes más eclécticos.

26 de octubre de 2008

- 25 AÑOS -














La democracia que supimos construir

25 años | 1983 - 2008

Pese a todas las crisis, las decepciones y las dificultades, el 85 por ciento de los argentinos elige a la democracia como la mejor forma de gobierno. Veinticinco años parece ser tiempo suficiente como para que la pregunta sobre si estamos mejor ahora sirva para disparar una revisión crítica

Por Pablo Mendelevich
Fotos: Victor Bugge

Enfoques - La Nación

Pese a las frustraciones, aún hoy el 85% de la población la considera la mejor forma de gobierno

La democracia fue, en su génesis, una ilusión mayúscula: "Con la democracia se come, se cura, se educa", decía Alfonsín en las vísperas de ese robusto 52 por ciento que le permitió clausurar la rutina de los golpes de Estado, inaugurar la serie constitucional más larga desde el voto popular y derrotar al peronismo por primera vez en su historia. Entonces el rezo laico del Preámbulo -así cerraba Alfonsín sus discursos de campaña- excitaba multitudes.

Como en muchas sobremesas se atribuía el subdesarrollo argentino a la infatigable alternancia de votos y botas, durante largo tiempo se creyó que la estabilidad constitucional, el día que la hubiera, sería un elixir. No se había podido zurcir con los períodos civiles anteriores a 1983 precisamente una democracia modelo. El caos del tercer gobierno peronista acentuado con la orfandad que le causó al oficialismo la muerte de su líder facilitó la sexta dictadura, cuyo legado inigualable de desastres en los terrenos más diversos, desde el económico y el del combate a la guerrilla hasta el bélico, contribuiría a consagrar esa irrupción militar en el poder como la última. Ultima en los dos sentidos yuxtapuestos del adjetivo: como cierre de la serie golpista y -aunque sea imposible sentenciarlo ad infinitum- como opción irrepetible.





Han pasado veinticinco años de democracia continuada. Tiempo suficiente como para que la pregunta de si estamos mejor, por lo menos, no suene a nostalgia encubierta de autoritarismo sino que sirva para disparar una revisión crítica. Algo que también ocupó por estos días a buena parte de los más prestigiosos politólogos de la región, que se reunieron en Montevideo para participar del Segundo Congreso Uruguayo de Ciencia Política, donde se reflexiónó, justamente, sobre hacia dónde va la democracia en América Latina. Guillermo O´Donnell, recién llegado de la otra orilla, pone el balance en perspectiva: "Si se considera de dónde venimos, estamos mejor -no hay nada peor que los años del llamado Proceso- y, comparado a la vez con las ilusiones iniciales hay un grado importante de desencanto. Ese desencanto, aunque sea justificado, no debería significar que se puede pensar en volver al pasado". Para hablar de lo que falló, O´Donnell pone el acento en el Estado: "Hay tradiciones políticas que vienen de muy atrás, de personalización del poder, tradiciones clientelísticas, la corrupción que ha penetrado profundamente no sólo al Estado sino a la sociedad, corrientes que vienen de antes, que se agudizaron durante el Proceso y que siguen vigentes. Pero no hay democracia sin un Estado eficaz, al servicio de la ciudadanía. El Estado que recibió el primer gobierno de la democracia estaba arrasado como nunca y ese Estado no ha podido ser reconstruido".

Sueños y promesas

La democracia soñada quizá incluía entre sus promesas -aparte del Estado de Derecho y las libertades individuales- mayor equidad en la distribución de la riqueza, partidos políticos fuertes, políticas de Estado consolidadas, cierto grado de alternancia, una justicia independiente y expeditiva, un Congreso más o menos poderoso, y representación política con satisfacción ciudadana garantizada: nada que hoy abunde. Bueno, los partidos sí abundan, hay 710 (37 nacionales), pero eso se debe antes a las facilidades que se dan para crearlos que al éxito de las prestaciones. Vigor no tienen -creer o reventar- desde que en 1994 se los incorporó a la Constitución y se los calificó oficialmente de fundamentales. Está a la vista que la atomización, el transfuguismo, las promociones regenteadas a dedo por caudillos, las picardías electorales del tipo listas espejo, los personalismos dirigenciales procreados in vitro en sets de televisión y el fracaso de todos los mecanismos probados de democracia interna, contribuyeron a la anemia de los partidos políticos tanto como a desalentar la participación a través de ellos.

Las demandas sociales descubrieron las ventajas del trámite urgente, el del corte de calles y rutas, nacido en la marginalidad entre los que no podían hacerse escuchar y expandida más tarde a reclamos temáticos e ideológicos de amplio espectro, a estas alturas policlasistas. ¿Nos corrimos hacia una democracia directa, en la que la ocupación del espacio público supera la influencia de los partidos políticos? Dice Marcelo Cavarozzi, doctor en Ciencia Política de la Universidad de Berkeley, que acaba de llegar también del congreso de Montevideo y autor, entre otros libros, de Autoritarismo y democracia : "La política en la calle, que yo diferenciaría de los mecanismos a los que técnicamente alude la democracia directa -es decir, los plebiscitos, las revocatorias de mandatos, las iniciativas legislativas que provienen de la ciudadanía- es una característica de la política argentina que viene desde muy lejos. Pero desde la crisis de fines de los 80 ha sido reforzada por el distanciamiento sistemático de la población en relación con los partidos después de que se esfumara el espejismo partidista del período 1982-1988, cuya acta de defunción fue el triunfo de Menem sobre Cafiero en la interna peronista de 1988".

Quizá nada sea tan fundamental para evaluarla como la perspectiva ciudadana. Afortunadamente, los peatones tienen una valoración no muy diferente de la que expresa el mundo académico. Según la encuesta Voice of the People realizada por Gallup el año pasado entre 1010 argentinos, el 85 por ciento considera a la democracia como la mejor forma de gobierno. A nivel mundial, a Gallup el promedio le dio para ese ítem algo menos de devoción (un 79%, que en el total de América latina sólo sube a 80%). Tres de cada cuatro consultados argentinos, incluso, se manifestaron satisfechos con el sistema. Pero a la vez hubo un 48 por ciento que opinó, aunque suene paradójico, que la Argentina no está gobernada de acuerdo con la voluntad de la gente. Otro 45 dijo que sí. De modo que, según esto, la percepción popular parece un homenaje a la conocida frase de Churchill: el sistema falla, pero no hay nada mejor.

O´Donnell desarrolló la idea de democracia delegativa, una concepción del ejercicio del poder supermayoritaria, cesarista, según la cual quien gana una elección tiene derecho a gobernar como le parece, con organismos y sistemas de control débiles. Para el autor de El Estado Burocrático Autoritario , la democracia delegativa, de la que hay fuertes componentes en la Argentina de estos veinticinco años, "es profundamente antirrepresentativa y agresivamente antiinstitucional". Varios politólogos entienden que en la Argentina corren distinta suerte la ciudadanía política, la social y la civil. Está claro que el hecho de que se haya votado cuando menos cada dos años desde 1983 no significa que no se hubiera retrocedido en el alcance y distribución de importantes derechos. La desocupación, la pobreza y la indigencia tenían menos volumen cuando arrancó la democracia, más allá de que hayan descendido en los últimos años de las cumbres a las que habían trepado después de la crisis.

Reglas y transgresiones

Opina la politicóloga María Matilde Ollier, profesora e investigadora de la Universidad Nacional de San Martín, que uno de los mayores defectos de la democracia argentina atañe a las reglas. "Las reglas formales son muy inestables y quienes más precisan de ellas son los pobres."

Podría agregarse que, desde el vamos, tampoco las reglas institucionales son aquí sagradas, como lo confirma la falta de orden en las sucesiones presidenciales, cruza de inestabilidad política y emergencia económica. De los seis presidentes que hubo en estos 25 años (excluida la presidenta en curso, quien fue elegida hasta diciembre de 2011) sólo uno -el primer Menem- completó el mandato estipulado en la Constitución vigente en la época (seis años). Los demás cayeron antes o tuvieron mandatos estirados, mandatos anormales: por una cosa o por otra no le embocaron a lo que disponía la letra constitucional. Alfonsín duró cinco años y medio en vez de seis; el segundo Menem y Kirchner, con patriótica vocación de emparchadores, se concedieron mandatos extraordinarios de cuatro años y medio cada uno en vez de cuatro; De la Rúa no alcanzó a cobrar el segundo aguinaldo como presidente, y Duhalde, designado por el Congreso para llegar a diciembre de 2003 y regularizar la serie alterada, prefirió irse seis meses antes, lo que volvió a demorar la normalización (por eso un Kirchner asumió en otoño y otro al final de la primavera). Menos sirvió lo votado por el pueblo para resolver vacancias. Los vicepresidentes nunca están cuando hacen falta, en las crisis presidenciales, pero tienden a descollar como rivales o enemigos -jamás sucesores- de su compañero de fórmula (Duhalde, Alvarez, Cobos).

Mientras las reglas vigentes no se cumplen en plenitud, es muy común que se proponga cambiarlas: Hay que ir hacia un sistema parlamentario , repiten políticos de variada extracción. Casi nadie explica por qué la reforma constitucional de 1994 no consiguió mejorar el sistema federal (nunca se creó el régimen de coparticipación que se había ordenado). Se consolidó, a su vez, el poder de lo que Cavarozzi denomina el cuasi distrito que contiene el 25 por ciento del electorado, el Gran Buenos Aires, cuyos intendentes, en su mayoría peronistas, se convirtieron en electores casi imprescindibles de cualquier presidente. Tampoco consiguió la nueva Constitución frenar el progresivo deterioro del sistema de representación, que estallaría en 2001 bajo el clamor de "que se vayan todos".

La generación de nuevos dirigentes, al cabo, fue escasa. Aparte de los que podrían ser vistos como intermedios (Carrió, Binner, Solá, Stolbizer, Cobos, los Kirchner), coexisten políticos veteranos (Alfonsín, Duhalde, Menem, Cafiero) con algunos emergentes del siglo XXI (Macri, Massa, Capitanich, Urtubey, Fabiana Ríos, Michetti, Esteban Bullrich), mientras desaparecieron del Congreso los líderes, las figuras, los grandes oradores.

La democracia 1983-2008, contemporánea, en fin, de la globalización que rebajó el poder de los gobiernos, subió el de las grandes corporaciones y potenció a los medios de comunicación, no pudo crear mecanismos eficaces contra la corrupción ni finiquitó en 25 años el procesamiento del trauma nacional de los años setenta. En cambio, repuso el Estado de Derecho, revalorizó las libertades públicas y plantó un marco plagado de desafíos. En un país que había llegado a instaurar la eliminación del oponente como política de Estado, consiguió -lo que no es poco- el procesamiento pacífico de los conflictos.

25 de octubre de 2008

- ALFONSINA -





Alfonsina Storni




A 70 AÑOS DE SU MUERTE







Alfonsina Storni escritora argentina nacida en Suiza el 29 de mayo de 1892, en la región de habla italiana. Vivió en Rosario, estudió Magisterio en la Escuela Normal y fue profesora de arte dramático, hizo alguna incursión en el teatro, pero lo más conocido de su obra son sus libros de poemas.





Comenzó su carrera literaria en 1916 con La inquietud del rosal, que recoge las sugestiones intimistas y sentimentales de un post-romanticismo, y publicó El dulce daño (1918), Irremediablemente (1919) y Languidez (1920).

Después realizó viajes a Europa, en 1930 y 1934, que influenciaron en su obra, se sumó a este cambio, su azarosa vida amorosa y su lucha por el papel de la mujer en la sociedad de la época, además de manejar el tema de la sinceridad erótica. Publicó en esta etapa Mundo de siete pozos (1934) y Mascarilla y trébol (1938). Escribe con menos cánones, y con expresión libre y desprejuiciada.





Se suicidó un día como hoy, 24 de octubre, pero del año 1938 en Mar del Plata, sintiendo la impotencia ante el dolor producido por el cáncer. La noche anterior a que se internara en el mar desde la playa La Perla, escribió un poema, que envió al diario argentino La nación, y que fue publicado con su necrológica: “Voy a dormir”, y que se cree estaba dirigida a su hijo.









En 1936 se suicida Horacio Quiroga y ella le dedicó un poema de versos conmovedores y que presagian su propio final:

Morir como tú, Horacio, en tus cabales,
Y así como en tus cuentos, no está mal;
Un rayo a tiempo y se acabó la feria…
Allá dirán.
Más pudre el miedo, Horacio, que la muerte
Que a las espaldas va.
Bebiste bien, que luego sonreías…
Allá dirán.



23 de octubre de 2008

- CRISIS -





La crisis y las ideas






Por Juan J. Llach
Caricatura: Huadi
Opinión - LA NACION


"Para nosotros, el capitalismo es el paraíso", nos dijo hace un año un anciano saliendo de un modesto autoservicio de Moscú, maravillado por la abundancia y la posibilidad de elegir. ¿Seguirá pensando lo mismo? Nunca lo sabré, pero puede conjeturarse que su respuesta variará al compás de la intensidad y duración de la crisis y lo propio ocurrirá con el inevitable movimiento pendular de las ideas. Aunque con rasgos comunes a la de 1929, hay facetas inéditas de esta crisis que dificultan el pronóstico. Vale, sin embargo, escrutar las secuelas que ya destellan en los paradigmas y modelos hasta hoy dominantes.

Surge con marcados perfiles la larga rivalidad entre el mercado y el Estado, o los gobiernos. Una visión imparcial encuentra falencias en uno y en otro. Entre las gubernamentales, se destacan las deficiencias de regulación del sistema financiero, tanto en EE. UU. como en Europa, que permitieron el llamado "arbitraje regulatorio" y toleraron así que los bancos de inversión abrieran "sucursales" y se endeudaran de tal modo que una caída del 1% del valor de sus activos generaba una pérdida del 35% o más del patrimonio neto. Estos excesos llegaron al 60% en las entidades promovidas por el gobierno norteamericano, Freddie Mac y Fannie Mae. Una encuesta del portal de The Economist mostró que un 67% de los participantes no consideraba un error regular fuertemente el sistema financiero después de la crisis. Ojalá no se vaya el bebé con el agua turbia.

Otra cuestión de la que poco se habla es que hubo políticas muy activas para poner la vivienda al alcance de los más pobres. Objetivo muy loable, pero apoyado en el barro de las hipotecas subprime , transformadas en bonos. La segunda, notoria falla de gobierno, fue la política monetaria de la Reserva Federal de EE.UU. Al mantener tasas de interés bajísimas cuando ya crecía mucho la economía del país, incitó a endeudarse sin cesar, en buena medida para consumir, y a desarrollar ingenierías financieras insostenibles. Ahora, aunque tardíamente, los gobiernos de EE.UU. y Europa están logrando eficacia en algunas de sus políticas para contener la crisis, sobre todo con inyecciones de capital a los bancos y de liquidez a todo el sistema. No es algo menor, porque esta será, muy probablemente, la línea divisoria entre esta crisis y la de 1930.

¿Qué decir del papel del mercado? Sobresalen los comportamientos de varios bancos, sobre todo los de inversión. El error de sus accionistas, que en algunos casos perdieron buena parte de su riqueza, tuvo consecuencias fatales. Hay, sin embargo, un giro. Los directivos bancarios que cobraron jugosas sumas y se retiraron a tiempo actuaron racionalmente como individuos, pero muy negativamente para el bienestar social. El sistema de bonus aparece hoy justamente cuestionado, porque es un fuerte incentivo a asumir riesgos aun a costa de la quiebra de la empresa a la que se sirve. Tal choque entre la racionalidad individual y el bienestar social desafía seriamente algunas ideas sobre la función social de los mercados.

Otro reto actual es la posible trampa de liquidez, es decir, la respuesta insuficiente o nula a los estímulos monetarios. Todavía es prematuro abrir juicio, pero no tuvo el efecto esperado la baja de 0.5 puntos en las tasas de interés, a pesar de ser coordinada por Europa y Estados Unidos. Ahora todo indica que será necesario avanzar también con políticas de apoyo a la demanda agregada de cuño keynesiano, como ya lo ha hecho Australia, y como lo piden legisladores demócratas con Obama a la cabeza, secundados por voces tan opuestas como las de Ben Bernanke y Paul Krugman.

Con o sin ellas, la prueba quizá decisiva de la vitalidad del mercado será si puede mostrar la resiliencia suficiente, en el marco de las nuevas políticas públicas, para evitar una larga recesión deflacionaria, como la de Japón desde los noventa. Pero el mayor logro del mercado durante el último cuarto de siglo ha sido el pilar, en combinación con muy distintas formas de Estado, de uno de los dos períodos de mayor desarrollo económico de la historia de la humanidad, junto con el de posguerra, y también, a pesar de lo que se dice en contrario, el que más personas logró sacar de la pobreza. No le fue posible, en cambio, satisfacer la deuda de la equidad, ya que la distribución del ingreso tendió a empeorar en casi todas partes.

Una discusión vinculada con la anterior es la que surge al observar que hasta el momento, y podría decirse insólitamente, ningún país emergente se ha caído. No hay que cantar victoria, porque varios de ellos están en aprietos. En Europa Oriental, al menos Hungría, Ucrania y Letonia, y en Asia, sobre todo Paquistán. Corea debió hacer su propio salvataje. Muchos países de América latina se defienden por ahora con devaluaciones competitivas, un camino útil en la circunstancia y que la Argentina no puede recorrer a la par por la insensatez de haber reintroducido la inflación.

La razón de esta resistencia no es otra que las buenas políticas aplicadas, al menos, desde la crisis de Asia en 1997: baja inflación, superávit gemelos, sobre todo el fiscal, atracción de inversiones. Es para celebrar que la heterodoxia moderna reclame para sí estos méritos, pero no puede dejar de mencionarse que tales eran los mandamientos de la ortodoxia tradicional, que, también es cierto, sufrió muchas deserciones de miembros seducidos en demasía por una apresurada o exagerada apertura al mercado internacional de capitales.

Esta capacidad de resistir de los países emergentes no es sino un paso en la dirección de su creciente importancia económica mundial, especialmente en los casos de China, India, Brasil, Rusia. Esta será una de las secuelas claras y positivas de esta tremenda crisis, y va siendo hora de que esto tenga mayor reconocimiento a nivel político. No se puede sino compartir el digno lamento del presidente Lula, cuando subraya que, a pesar de haber hecho todas las políticas correctas, hasta llegar al grado de inversión, se encuentra ahora con una crisis debida a que muchos países desarrollados no se comportaron igual, a pesar de sus recomendaciones. Es de esperar que todo esto sea tenido en cuenta si se concreta la iniciativa de Sarkozy, apoyada por la Unión Europea y aceptada por Bush, de realizar una cumbre económica mundial en noviembre. Se trata de un paso más que necesario para recrear un orden económico internacional realmente multilateral, más justo y equitativo, sin proteccionismos, con realineamientos monetarios y capacidad de prevenir este tipo de crisis y atemperar, con eficacia y ya mismo, sus efectos. Esto debería plasmarse en instituciones mucho menos burocráticas, más ágiles que las actuales.

El debate Estado-gobierno-mercado recién empieza. Hasta ahora no se han visto nacionalizaciones, sino aportes transitorios de capital y un mayor papel del Estado, que apunta, ante todo, a erradicar el pánico y recrear la confianza. En comparación, la primera respuesta política importante que la Argentina da a la crisis global "la reforma previsional" tendrá el efecto exactamente opuesto. Es crucial para el futuro de nuestro país que los poderes del Gobierno tengan en cuenta los graves riesgos que se corren.

El autor es economista y sociólogo, profesor del IAE (Universidad Austral).

- RAOTA -




Pedro Luis Raota


RETRATOS SOCIALES


IMÁGENES DEL ALMA




Raota es probablemente el fotógrafo argentino más galardonado en concursos y salones fotográficos. En algunas publicaciones se indica que a lo largo de sus 52 años de vida consiguió nada más y nada menos que más de 3.000 medallas de oro. Pedro Luis Raota falleció en 1986 y podemos decir que su fotografía mostraba, a veces, el lado dramático de la vida, pero siempre tratando los temas con ironía y humor. En algunos foros se le llegó a acusar de "preparar" demasiado las escenas, pero el siempre respondía: "Un fotógrafo piensa una imagen y si no existe la crea al igual que un director de cine".





Fotógrafo argentino nacido en la provincia de El Chaco el 26 de abril de 1934.
Sus padres, granjeros, no esperaban otra cosa de él que una continuidad en el trabajo de la tierra. Cuando aún era muy joven ya sus ambiciones iban más allá de la agricultura por lo que salió de su pueblo natal a descubrir el mundo. Se mudanza a la ciudad de Santa Fe de la Veracruz que fue la primera parada en su largo viaje. En ese lugar adquiere las primeras nociones de fotografía y su destino queda echado cuando decide vender su bicicleta para adquirir una cámara fotográfica. Y es así como comienza a ganarse la vida: haciendo fotos de carnet.





En 1966 gana el Primer Premio en un concurso fotográfico organizado por Mundo Hispánico, una revista de Madrid (España), cuyo tema era Vida y Costumbres del Gaucho de la Argentina. Este fue el primer premio importante fuera del país a pesar de que ya había estado enviando sus fotos sin demasiada suerte, a diversos Salones Internacionales.





En 1967, al mismo tiempo que el Festival Cinematográfico de Cannes, se realiza una exposición fotográfica bajo el título Fotografías Insólitas. De entre 2500 participantes de todo el mundo gana el segundo premio.
Es desde 1968 donde comienzan a multiplicarse los galardones y trofeos:
Trofeo Cóndor de la Federación Argentina de la Fotografía, en Buenos Aires.
Monza (Italia) en la Primera Bienal de la Fotografía, donde obtiene el Primer Premio con su obra Drama.

Ese mismo año recibe premios en Mondovi (Italia), Johannesburgo, (Sud África), Londres, Turín, Reims.
Algunos más en concursos nacionales y en concursos de fotografía comercial.
En 1968 gana el SIP Mergenthaler de la Sociedad de Prensa Internacional, el cual gana por segunda vez consecutiva al año siguiente.





En 1969 recibe el más importante premio de su carrera: Premio al Mejor reportero Gráfico del Mundo, otorgado en la Haya (Holanda), lo que le da la oportunidad de viajar a Europa para recibirlo.
En 1969 gana primeros premios en Australia, Austria, Inglaterra, Francia, Italia y España.
En 1970 gana el premio Gaviota de Oro en el Certamen Mundial de la Fotografía en Lisboa (Portugal).

Es invitado como huésped de honor en Sud África, Francia, Holanda, Venezuela y España. En Bélgica se lo considera como unos de los 10 mejores fotógrafos del mundo.
En el Salón Internacional de la Fotografía de Hong Kong gana el Primer Premio por 3º años consecutivos: 1971, 1972, 1973.
También por tres años consecutivos gana el Primer Premio en Salón Mundial de la Fotografía en Singapur: 1971, 1972, 1973,1971.

Primer Premio Salón Internacional de Arte Fotográfico de Londres (Inglaterra).
En 1972 gana el Trofeo Charles Pompidou en París (Francia).
También el Trofeo Charles Kingsley en el Certamen Mundial de la Fotografía en New York (USA.), el cual gana nuevamente en 1976.

En 1974 gana un muy importante Premio al obtener el PRAVDA-74 en Moscú (U.R.S.S.). Este premio de Periodismo Fotográfico le significó un interesantísimo viaje por la Unión Soviética, donde pudo conocer un mundo diferente de aquél donde había comenzado su existencia.

En este país durante 45 días recogió importantísimo material que luego acrecentó en una serie de viajes en los años siguientes, permitiéndole recorrer Rumania, Hungría, Checoslovaquia, Libia, Israel, Marruecos, Estados Unidos.
Logra reunir fotografías de 28 países diferentes. Una recopilación de estas fotos fue luego mostrada al público de Buenos Aires en una exposición llevada a cabo en el Museo de Arte Moderno y luego recorrió el país en una muestra itinerante.
A fines de 1974 obtiene, entre otros, el Primer Premio en el Salón Internacional de Bangkok (Tailandia).





En 1975, el Primer Premio en los Salones de Southampton (Inglaterra) y en Wilmington (U.S.A.). País éste último donde conquista la Medalla de Oro en el Salón Internacional de Periodismo Fotográfico.
En Europa donde conquista el premio más importante del año al lograr la Bienal Mundial de EUROPA-75.





En 1976 gana primeros premios en Maitland (Australia), Rochester (USA.), París, San Francisco y el Primer Premio en el Kleuren, Festival de Morstel (Bélgica).
El acontecimiento de real importancia del año es cuando sus obras son requeridas para ser incluidas en el Museo de Arte Moderno de New York y en el Lonwieu Museum de Texas (USA)





En 1977 gana por tercera vez consecutiva en Hong Kong y también el Primer Premio en el Salón Internacional de Fotografía Periodística de Washington (USA.).
Ese año sale a la luz su primer libro bajo el título PEDRO LUIS RAOTA, donde recopila las más importantes fotografías logradas desde sus primeros tiempos. Este libro es editado en 5 idiomas.

En 1978 gana en Newcastle (Australia) y en Reims (Francia), donde expone como invitado de honor y la Biblioteca Nacional de París incluye una colección de 60 obras en su galería permanente.





En 1979 ganan en Argentina el Primer Premio en el Salón Internacional de Rosario y el de Buenos Aires e integra como Jurado Internacional la terna que decide los premios de Edimburgo (Escocia). Ese año también aparece su primer Portafolio denominado Imágenes Típicas Argentinas, que incluye una serie de imágenes características de su país.





En 1980, una colección de sus obras recorre Italia en sucesivas exposiciones ocurriendo lo mismo en Bélgica, mientras que en Australia una colección de 65 obras recorre diversas Universidades de ese país en una muestra itinerante.
Gana además el Primer Premio en los Salones de Andorra y Alicante (España). En Kuala Lumpur (Malasia) en el mismo Salón gana los tres primeros premios en la categoría color, monocromo y diapositivas.





El máximo halago lo constituyó el hecho de que sus obras sean incluidas en el Hall of Fame por el Permanent Collection Commitee de la Photographic Society of America.
Atrapado por el deseo de afincarse en su tierra, en 1981 comenza a funcionar en Buenos Aires el Instituto Superior de Arte Fotográfico, dirigido por él y secundado por un selecto cuerpo de profesores. Este centro de capacitación funcionó hasta 1986.

Se entusiasma por la fotografía color y edita un Portafolio sobre Gauchos con 12 temas que desperta el interés de los coleccionistas. Además, para alegría de sus constantes seguidores.





Con el correr de los años Pedro Luis Raota desarrolló un estilo muy propio y personal. Sus fotografías, con fuertes acentos de luz resaltando sobre un fondo oscuro, han llegado a ser prácticamente, su marca registrada. Cualquier observador que tenga contacto diario con material fotográfico, y aún los no expertos en la materia, pueden reconocer al primer golpe de vista la grafía de este maestro.
Fotos que no necesitan comentarios adicionales. Su fuerza de expresión desafía cualquier intento de manifestación verbal. Y quienes las han visto, las califican como genuinas obras de arte.

21 de octubre de 2008

- OTRA PASTORAL




Pastoral americana


Por Mori Ponsowy
Para LA NACION



Siempre me gustó bailar y siempre me gustó escribir. Me recuerdo con once años poniendo un disco de los Archies en la enorme radiola que teníamos en casa. Mientras Ron Dante cantaba "Sugar, you are my candy girl, and you?ve got me wanting you"; yo, descalza y de minifalda, bailaba de un lado a otro imaginando que estaba en una fiesta con chicos que se peleaban por sacarme a bailar. La escena se repetía todas las tardes cuando volvía del colegio. Con la escritura tenía delirios parecidos. Todavía conservo algunos de los cuentos que empecé a escribir por entonces. También tengo el diario íntimo en el que con enormes letras anaranjadas anoté: "¡Voy a ganar el Premio Nobel!".

La vida resultó distinta. Hoy me doy cuenta de que nada me había preparado para que el mundo no fuera como había imaginado. Ni el orden que había en casa ni las monjas del colegio ni la previsibilidad institucional de los países democráticos en los que transcurrió mi infancia me mostraron evidencias de que el futuro vendría repleto a veces de alegría, sí, pero también de desorden, violencia y anarquía. Tal como yo lo veía entonces, todo parecía bastante fácil: "Sólo tenías que cumplir tenaz e incesantemente con tus deberes para que el orden se convirtiera en una condición natural y la vida cotidiana, en una historia sencilla, [...] profundamente sosegada, en la que las oscilaciones serían predecibles; las luchas, refrenables; las sorpresas, satisfactorias".

La cita es de Philip Roth, y es algo que piensa su personaje Seymour Levov ?el Sueco? hacia el final de Pastoral americana. Con una hija que se hace terrorista, una esposa que sólo atina a olvidar el dolor de la peor manera, y una nación a la que ama profundamente pero a la que ya no logra comprender, la novela de Roth es una obra descomunal que gira alrededor del tema de la inocencia perdida: la inocencia del Sueco, cuya juventud colmada de logros no lo preparó para lo inesperado; la del escritor que pensaba que podía llegar a conocer los motivos que guían las vidas de las personas, y, finalmente, la de una nación fundada en ideales intachables que constata con horror cómo el caos nace en su propio seno, nutrido, tal vez, por esos mismos ideales.

Hay novelas que nos llegan en la vida como llegan los grandes amores. Nos acercamos a ellas sin saber qué nos espera, y pronto estamos zambullidos en una relación que no deja tiempo para otros afectos, que nos atrapa completamente y de la que no queremos escapar. Cuando terminé de leer Pastoral americana, cerré el libro, me quedé conmocionada un momento y, minutos después, empecé a leerlo de nuevo. Como con un gran amor, acababa de dejarlo, pero ya quería sumergirme otra vez en él. Ninguna otra novela me ha marcado como esa. Más aún: a pesar de que fue publicada en 1997, creo que pocos libros tienen tanta vigencia a la hora de comprender los cambios y enfrentamientos que sacuden hoy no sólo a Estados Unidos, sino a Occidente.

La pérdida de la inocencia. La imposibilidad de controlarlo todo. La irrupción de lo inesperado. El derrumbe de los sueños. ¿Quién no ha sentido el dolor que nace al darnos de bruces contra la realidad? ¡Cuánto más agudo y desconcertante ha de ser ese dolor cuando no se trata de los sueños de una niña que desea bailar y escribir, sino los de toda una nación! Pastoral americana empieza en 1945 y termina casi 30 años después, en plena efervescencia del escándalo de Watergate, con Norteamérica fascinada ante las imágenes de Linda Lovelace en Garganta profunda. En el medio, ha ocurrido Vietnam. La descripción que hace Roth del optimismo de aquella época me hizo pensar en mis abuelos, esos humildes ucranianos que llegaron a la Argentina a principios del siglo pasado, convencidos de que, si ellos trabajaban duro, sus hijos tendrían un futuro mejor, luminoso, promisorio.

"Recordemos la energía [?]. Los juicios por los crímenes de guerra estaban limpiando la tierra de sus demonios de una vez y para siempre [...]. El racionamiento llegaba a su fin, terminaban los controles de precios [...]. Empezamos la secundaria seis meses después de la rendición incondicional de los japoneses, durante el momento más grande de embriaguez colectiva en la historia norteamericana. A nuestro alrededor, nada carecía de vida. Los norteamericanos tenían que empezar de nuevo, en masa, todos juntos. Y por si eso no bastaba como inspiración, también estaba el barrio, la decisión de una comunidad de que nosotros, los niños, escaparíamos de la pobreza, de la ignorancia, de la enfermedad, del agravio social y la intimidación; escaparíamos, sobre todo, de la insignificancia. ¡No aspiren a poco! ¡Hagan algo con sus vidas!"

¡Cuánto ha cambiado el mundo en tan pocas décadas y de qué maneras tan contradictorias! Por una parte, nadie puede negar el optimismo que despiertan algunos avances: muchas enfermedades que hasta hace poco eran mortales hoy pueden ser tratadas o curadas; las mujeres hemos conquistado derechos que no tuvimos durante siglos; Internet está democratizando no sólo el acceso a la información, sino la misma producción de noticias; la democracia se ha extendido a regiones donde era desconocida. Por otra parte, ¿cuánta gente tiene la certeza de que sus hijos tendrán un futuro mejor que este presente, la seguridad de que ?como dice Roth? escaparán de la pobreza, la ignorancia y la enfermedad? Hoy ya no basta con trabajar duro para confiar en un porvenir promisorio.

No se trata únicamente del reciente colapso en Wall Street. El sueño americano viene desdibujándose desde hace décadas. Con las tan reiteradas como disímiles crisis económicas, los jóvenes se preguntan si algún día podrán alcanzar el nivel de vida de sus padres y los padres cómo aliviar el futuro de sus hijos. No es sólo la economía: la violencia crece en las calles y las escuelas; los conflictos raciales no desaparecen; la brecha entre ricos y pobres es cada vez mayor; la situación de emergencia de los recursos naturales arroja sombras apocalípticas sobre el planeta. El optimismo de mediados del siglo XX ha sido reemplazado por la incertidumbre.

La idea del "sueño americano" empezó con la los primeros colonizadores que llegaron a Norteamérica buscando una tierra donde vivir según sus convicciones. A diferencia de otras naciones, Estados Unidos no define su identidad sobre la base de la sangre, la religión, el idioma o la historia, sino sobre un conjunto de ideales expresados inicialmente en la declaración de la independencia y luego, en la Constitución. Esos ideales han variado a lo largo de los siglos, pero siguen conservando la misma esencia: la convicción de que cada individuo puede alcanzar el éxito por medio del trabajo y el esfuerzo sostenido. La idea que mejor ejemplifica el sueño americano es la de la casa propia. Y es precisamente esa idea la que se convirtió recientemente en pesadilla, cuando millones de personas encontraron que sus deudas hipotecarias eran más grandes que el valor de sus viviendas.

También en América latina, especialmente en la Argentina, hubo una época de grandes sueños. "Fare l?America" decían los inmigrantes italianos que llegaron a nuestras tierras en el siglo pasado. Para ellos, "hacer la América" significaba lograr aquí lo que en la Europa devastada por la guerra parecía imposible.

Seymour Levov soñó desde adolescente con tener una casa con jardín. Imaginaba un gran roble del que colgaba un columpio. En otoño, regresaría de su trabajo por las tardes y vería a su hija hamacándose bajo las hojas doradas. "A pesar de que recién empezaba el secundario, imaginaba una hija suya que corría a besarlo; podía verla arrojándose en sus brazos; podía verse llevándola sobre los hombros hacia adentro de esa casa, directamente a la cocina donde, de pie junto al horno, preparando la cena con el delantal puesto, estaría la adorable madre de la niña..." Años después, Seymour se casa y tiene una hijita: Merry. Sólo que Merry no es tan perfecta ni tan dúctil como sus padres. Le contesta mal a sus maestras. No tiene amigas. Es tartamuda y no hay terapia ni psicólogo que logren aliviar su mal. Y a los dieciséis años, a modo de protesta contra la Guerra de Vietnam, pone su primera bomba.

Una gran novela es mucho más que una buena historia. Es muchas a la vez; es ideas en conflicto. Pastoral americana narra la historia de Seymour Levov, de sus padres inmigrantes y de Merry, pero sobre todo narra la caída del sueño americano. Una caída en la que también podemos ver retratado el dolor causado por el fin de nuestros propios sueños argentinos: tampoco nuestra nación es lo que soñaron nuestros antepasados y nosotros, sus descendientes, aún no terminamos de lamentarlo.

"¿Qué otra cosa en el mundo es menos reprochable que la vida de los Levov?", se pregunta Roth en las últimas dos líneas de la novela. "¿Cuál es el error en sus vidas?" La misma pregunta que venimos haciéndonos desde hace décadas en la Argentina, y que respondemos siempre con un índice acusador señalando al verdugo de moda. Si las respuestas a los grandes problemas fueran tan fáciles, la literatura sería innecesaria. Creo en la capacidad del arte para señalar caminos posibles, aunque esos caminos no sean como los que imaginamos de niños ni tan elementales como los que frecuentemente se nos quiere vender cual panaceas mesiánicas.

¿Cuál fue el error del Sueco? Quizá la respuesta de Roth sea el libro mismo. Nada es menos reprochable que un sueño. Y nada más utópico que la literatura pastoral, esa que ya en Grecia retrataba una comunidad ideal en relación armónica con la naturaleza. Sin embargo, la adultez consiste en despertar, en zambullirse en esta complejidad que es la vida, sabiendo que no hay garantías y que las fórmulas suelen fallar en proporción directa con su dogmatismo. El fin de un sueño no es la muerte; es el inicio de una vigilia más sabia.

A veces, todavía hoy, cuando estoy sola en casa de noche, apago las luces y me pongo a bailar. Disfruto del movimiento de mi cuerpo. Estoy viva. No hay colas de chicos en la puerta y sé que el amor que tengo ahora puede terminar en el momento menos pensado. Me prefiero así: adulta, cauta; sabiendo que no hay caminos sencillos; que lo inesperado también puede suceder.

19 de octubre de 2008

- ONELLI -




Clemente Onelli


ITALO ARGENTINO PATAGONICO



A 84 AÑOS DE SU MUERTE




Nació en la ciudad de Roma, Italia el 22 de agosto de 1864.

En 1889 llega a la Argentina, con tan sólo 24 años de edad, luego de finalizar en la Universidad de Roma sus estudios en Ciencias Naturales. Al llegar se contacta con Francisco Moreno, por entonces director del Museo de La Plata, donde ingresa como ayudante.





A los tres meses de haber arribado explora la Patagonia. Secunda al perito Moreno y busca fósiles y esqueletos indígenas. Aprende la lengua araucana, tehuelche y castellana. Conoce la historia geológica de la región, recorre y hace una descripción del lago San Martín, descubierto por Moreno en 1879. Se interesa por la navegación entre fiordos en los lagos del sur, percibiendo el casquete de hielo que encierra el Lago Argentino por el oeste. Navega en el Azopardo por los canales rodeados de montañas con el perito Moreno.





Cree haber descubierto un lavadero de oro en el sur y por ello intenta conseguir un préstamo para buscar oro en la región pero no lo logró.

Trabaja en la cuestión de límites con Chile junto a Francisco Moreno. En 1897 fue nombrado como secretario general de la Comisión Argentina.





Se desempeña en cátedras de ciencias naturales y como periodista, escritor y conferencista. Escribe por ejemplo un manual de minerología, “Nociones de Geología” y “trepando a los Andes”.

En 1904 es nombrado por Roca director del Jardín Zoológico, logrando un importante desarrollo del mismo.

En 1922 organiza una expedición al sur porque se le comunica sobre la aparición en Esquel de un reptil gigantesco de la edad mesozoica, habiendo hallado sólo un enorme tronco de alerce flotando en el lago Puelo. Pero este viaje ayuda a promocionar la región y ocasiona una notable repercusión pública.





Muere en Buenos Aires el 20 de octubre de 1924.