31 de julio de 2008

- TIRAR NOS... -




Psicología del tirano


Por Marcos Aguinis
Para LA NACION



Abordé este asunto en el programa Hora clave y recibí tantos pedidos para que lo escribiera, que cedo al reclamo. No dije nada original, porque ya lo había desarrollado en uno de mis libros. En él me baso de nuevo ahora.

Sostuve que existe un "romance secreto" con los tiranos, a quienes se llama, según las épocas, caudillos, dictadores, "mano dura", personalidad carismática o jefe autoritario. Por ejemplo, los caudillos, dueños de vidas y haciendas, eran adorados por su valentía, su crueldad, su viveza, su obstinación y hasta su generosidad caprichosa. Gobernaban como un rey, pero no como cualquier rey, sino como un tirano, según el clásico modelo que nos viene de la antigua Grecia.

Ricardo Moscone, mientras realizaba una prolija investigación para componer su exhaustiva biografía sobre Sócrates, revisó las frecuentes condenas a la tiranía que realizaban los autores de aquel tiempo. Advirtió que Sófocles quizás haya intitulado su tragedia inmortal con el nombre Edipo , a secas. Dijo que tal vez haya preferido Edipo tirano . No Edipo rey , porque la palabra "rey" sólo es pronunciada una vez, hacia el final. La palabra "tirano" es repetida siete veces.

Freud se inspiró en esa tragedia para identificar el conflicto nuclear de la neurosis, debido al incesto que Edipo comete con su madre y por haber asesinado a su padre. En la Europa victoriana, cuando el psicoanálisis realizaba sus primeros avances, era decisivo poner el acento en estos puntos. Pero quedaban en la sombra otros, de gran riqueza. El complejo de Edipo, centrado en esos dos aspectos, adquirió un enorme desarrollo teórico; no así, en cambio, otro elemento básico: la tiranía, que esa obra expone de un modo magistral.

El desarrollo del argumento se adelanta a la técnica de las novelas policiales, porque desde el comienzo presenta un enigma por resolver: la causa de la peste que asolaba a Tebas. La peste no eran ratas o piojos o culebras venenosas. La peste innominada, en realidad, eran la tiranía y sus manejos. Edipo es un tirano que reúne en su personalidad y conducta todas las lacras. Desconoce la jerarquía y dignidad del prójimo debido a su narcisismo. Tiene tanto odio que enajena antiguos vínculos y hasta lazos de sangre. No ama ni le alcanza lo mucho que ya tiene. Lo asaltan accesos de furia. Grita fuerte e insulta, grosero. Su cabeza está nublada por una incesante paranoia, que no le da reposo. Es incapaz de escuchar los buenos consejos cuando se oponen a sus deseos o puntos de vista y considera enemigos detestables a quienes los formulan. No soporta ninguna derrota. No admite errores. Su superyó es destructivo, por lo cual es impotente para comprender al otro que, si no se doblega, lo acusa de enemigo. Le hierve el anhelo de venganza contra quienes considera un obstáculo para sus ambiciones, aunque antes lo hayan servido como súbditos obedientes.

La obra también revela que una tiranía puede instalarse por decisión popular. Edipo es elegido por los ciudadanos de Tebas. En este aspecto, no podemos sino redoblar nuestra admiración por Sófocles, que hace 2500 años nos advertía que los tiranos pueden acceder al poder con aplausos y felicidad comunitaria. Hitler fue elegido. Chávez fue elegido. Eso no garantiza que una vez en el trono, mantengan la ley y merezcan ser alabados como demócratas. No alcanza la elección: es determinante cómo se procede después. Si después corrompen las instituciones, persiguen a los que piensan diferente, generan confrontaciones para justificar los desquites y realizan una apropiación indebida del patrimonio ajeno, la presunta democracia pasa a ser una tiranía.

El retumbante coro de la tragedia Edipo tirano exige conservar las leyes. Porque son las leyes lo primero que profana el tirano, esa singular peste de la sociedad. Después el coro señala que la intemperancia engendra a los tiranos y que, si llegan muy arriba, se despeñan, con dolorosas consecuencias para todos.

En Grecia, el vocablo tyrannos se aplicaba a dioses y hombres. Se refería al poder absoluto y arbitrario que no respetaba la ley, cuyas normas debían flotar por encima de ellos mismos. Es un tyrannos quien adopta medidas despóticas que incluyen la fuerza: castiga, destituye, descalifica, persigue, destierra y hasta mata. El tyrannos es violento. Es rencoroso. Prefiere permanecer ensimismado, encerrado, sólo accesible a los aduladores, para sostener su mundo ilusorio, autista. Ignora la piedad y el perdón, que considera signos de peligrosa debilidad o derrota. Jamás se pone en el lugar del prójimo, al que, en general, desprecia cuando no le sirve. Considera que merece que todo le pertenezca. Por eso se dedica a confiscar los bienes ajenos. Y no lo frena el pudor al mentir, en especial cuando asegura que ayuda a los pobres y débiles. Pero los pobres siguen siendo pobres, para constituir su ejército ciego, ignorante, que lo apoya para continuar atornillado en el poder. Dice que gobierna para todos, pero es mentira, porque margina sin clemencia a quienes no bajan la cabeza ante él ni doblan la rodilla. Le fallan las percepciones debido a la omnipotencia de su mente inmadura. Su soberbia requiere una reiterada convalidación por parte de los aduladores, que deben servirle halagos como si fuesen el pan de cada día. Es un negador tenaz de la realidad, a la que le impide que llegue a su retina. Por eso, Edipo termina arrancándose los ojos: ojos que se negaron a ver.

Es notable que, cuando ya había perdido su cetro y, pese a semejante debacle quería seguir mandando, su sucesor, el tirano Creonte, le reprochó: "No quieras mandar en todo, Edipo, cuando incluso aquello en que triunfaste no te ha dado provecho en la vida".

Según Plutarco, uno de los famosos sabios de Grecia, llamado Bías de Priene, cuando fue interrogado sobre los animales salvajes, contestó de esta forma: "De los animales salvajes, el más feroz es el tirano, y de los animales domésticos, el más peligroso es el adulador". Podemos agregar que ambos se complementan y nutren bebiéndose la misma sangre.

En la Argentina hemos disfrutado puestas escénicas inolvidables de la tragedia de Sófocles. El psicoanálisis ha cepillado hasta la raíz, ida y vuelta, el complejo de Edipo. No obstante, el tirano que los griegos clásicos nos aconsejaban mantener lejos, como un mal endémico, sigue vigente en el querer secreto de la sociedad. Por eso los elegimos, por eso no les ponemos límites o incluso negamos que tengan rasgos ominosos. No denunciamos con fuerza sus defectos, sus vicios y abusos, sino que tendemos a racionalizarlos, a menudo por miedo o intereses egoístas. Franjas importantes -por motivos espurios, a veces; por obnubilación emotiva, otras- tienden a seguir confiando en que cumplirán sus promesas de brindarnos un país mejor y superarán el retroceso que padecemos en casi todos los órdenes. Dicen que son ellos quienes combatirán el dragón que nos chupa la riqueza, nos hace trampas, nos devasta. Sus promesas son altisonantes y aseguran reivindicaciones, ecuanimidad, progreso; aseguran ser lo mejor de la historia. Pero el progreso se reduce a engordar sus propios bolsillos y los del círculo de amigos incondicionales (que tienen la etiqueta de ese animal doméstico y dañino llamado adulador).

Los tiranos, una vez encaramados, sobre el paño verde de la ruleta nacional, barren como un crupier todas las fichas al alcance de su rastrillo. Se ocupan, desde el alba de su gestión, en destruir los controles y los frenos que puedan bloquear sus propósitos. Algunos son más prudentes y disimulados; otros se envalentonan hasta la náusea. No consideran que la corrupción sea inmoral si lleva agua a su molino.

La corrupción, en sus manos, es una herramienta adicional para mantener puesta una soga en el cuello de los cómplices: así no hablan ni se sublevan. El tirano puede ser todo lo maligno que se quiera, pero no es tonto.

Sus efectos deletéreos no se limitan a la gestión, sino a la degenerada ejemplaridad que inyectan en sus familiares, seguidores y el resto de los habitantes. Eduardo Fidanza me recordó un pasaje del libro Masa y poder , de Elías Canetti, donde titila este caso impresionante: "Cuando en la corte de Uganda reía el rey, reían todos; cuando estornudaba, estornudaban todos; cuando tenía un enfriamiento, todos aseguraban tenerlo; si se cortaba el pelo, todos se hacían cortar el pelo". Pero esa ejemplaridad producía consecuencias graves, porque implicaba coacción: "Que él estornude significa: ¡estornudad! Que se caiga del caballo: ¡caed!" Todo apuntaba a reforzar su dominio. Sus gestos y expresiones debían ser celebrados con aplausos y también se debía alentar su repetición. "Pocos logran sustraerse de la obligación que emana de mil manos aplaudiendo", enfatiza Canetti.

El premio Nobel va más lejos aún, cuando indica que el ámbito donde sucede lo que ha descrito se llama corte. Por eso "hacer la corte" y "adular" son sinónimos. La corte está infectada de subordinación y servilismo. "Cortesano" es una persona obsequiosa con su superior, un vasallo. ¡Cómo abundan!

Y aquí cierro el artículo. Cualquier semejanza con nuestra realidad nacional no es pura coincidencia, sino que queda a criterio del lector.

30 de julio de 2008

- TELECUBISMO -



Cubismo para todos


Una interesante muestra



Fundación Telefónica presenta en el Museo Nacional de Bellas Artes "El Cubismo y sus entornos en las colecciones de Telefónica", una exposición que reúne 41 obras, realizadas entre 1933 y 1941, por destacados artistas europeos y latinoamericanos que fueron influenciados por el movimiento pictórico cubista.





Esta colección se inicia en los años 80, cuando Telefónica realizó su primera incursión en el coleccionismo corporativo adquiriendo un importante número de obras de Juan Gris a las que luego se sumaron piezas de otros destacados artistas europeos y latinoamericanos entre los que encontramos a Albert Gleizes, Jean Metzinger, Louis Marcoussis, André Lhote, Auguste Herbin, Georges Valmier, Natalia Gontcharova, Alexandra Exter, Emilio Pettoruti, Alejandro Xul Solar, Joaquín Torres-García y Rafael Barradas.





La muestra se presenta por primera vez en Buenos Aires en un recorrido itinerante por varios países de Latinoamérica –llega desde Chile y luego de la Argentina se expondrá en San Pablo, Brasil; y Lima, Perú con el objetivo de proponer una nueva relectura de la modernidad, en diálogo con las obras del patrimonio del Museo Nacional de Bellas Artes.

Con esta exposición se celebra el centenario del movimiento cubista, un movimiento de vanguardia que incluyó una destacadísima participación de artistas españoles y latinoamericanos.





El cubismo es un movimiento fundamental en las concepciones y realizaciones del arte moderno en la época de las vanguardias históricas. Extenso en el tiempo, múltiple en sus lugares y ámbitos de realización, amplio en sus registros de lenguaje y generador de otras poéticas y tendencias de amplia repercusión, este carácter se refleja ampliamente en la colección.

Las obras se presentan al público de Buenos Aires de una manera original articuladas en tres núcleos o espacios. En el primero de ellos, Juan Gris - Encuentros - Homenajes, se exhiben once obras del artista a través de las cuales se puede percibir su evolución y la coincidencia de sus aportaciones con ciertas propuestas de dos grandes creadores argentinos: Emilio Pettoruti y Horacio Coppola.

En Cubismo & Cubismos se muestran aspectos fundamentales de la escuela cubista originaria y se enfatizan ciertos aspectos como la síntesis de este movimiento con el futurismo, la creatividad de género en el contexto cubista y las divergencias en torno a la identidad del cubismo en los años de la Primera GuerraMundial.





Finalmente, en Geografías de lo moderno, a través de géneros como el paisaje, el bodegón y la figura humana, se exhiben peculiaridades y variables estilísticas ligadas al cubismo.

Con la curaduría de Eugenio Carmona, la exposición de entrada libre y gratuita se podrá visitar hasta el 14 de septiembre.

29 de julio de 2008

- JEFATURA -





Figura y función




Por Alberto Castells
Para LA NACION
Ilustración: Alfredo Sabat



Las perspectivas que ofrece la Jefatura de Gabinete como órgano de gobierno no son para nada halagüeñas. Es más: esa poderosa institución del sistema parlamentario europeo, trasegada al atípico régimen "hiperpresidencial" argentino, se encontraría hoy en peligro de extinción. El hecho se impone y justifica el comentario.

A partir de la reforma constitucional de 1994, cobró fuerza normativa la nueva figura del jefe de Gabinete de Ministros, surgida de la negociación del Pacto de Olivos, celebrado entre el entonces presidente Carlos Saúl Menem y su antecesor el ex presidente Raúl Alfonsín. El designio constitucional declarado proponía atenuar la concentración del poder presidencial, asignándole al jefe de Gabinete responsabilidades políticas y administrativas a compartir con el máximo agente de autoridad.

Si bien la figura del jefe de Gabinete queda marcada por la "inseguridad adolescente" de su corta vida, la práctica política del siglo XX nos revela que el nuevo órgano de poder tiene raíces profundas y connotaciones estructurales.

Bastaría un recorrido por las distintas presidencias seculares para advertir que, en última instancia, el jefe de Gabinete es el reflejo de quien venía operando en la historia como un superministro, cuya función distintiva quedaba asociada a las necesidades y vicisitudes de la máxima autoridad presidencial. Vulgarizando el concepto, podría afirmarse que las distintas presidencias del siglo XX instalaron "hombres fuertes"-con pies de barro- apenas diferentes de la proteica figura que nos ocupa.

¿La nueva alquimia atenúa la concentrada autoridad presidencial o sólo blanquea una hegemonía recurrente? Digamos de entrada que la reforma constitucional de 1994 incorporó la Jefatura de Gabinete, asignándole facultades compartidas que ni en el fondo ni en la forma alteraron en lo más mínimo la proyección histórica de la concentrada autoridad presidencial.

Según el artículo 100 de la Constitución, al jefe de Gabinete le corresponde "ejercer la administración general del país". ¿En qué medida y bajo qué forma se ha cumplido esa suerte de autonomía de rango constitucional?

Cuando la institución daba sus primeros pasos bajo la presidencia de Carlos Saúl Menem, analistas reconocidos criticaban la selección in pectore, aludiendo a la intimidad del lugar en que el presidente guardaba el nombre de quien sería designado jefe de Gabinete, sin consulta previa y por medio de una decisión personal. Críticos sagaces observaban que ese estilo autocrático se basaba en las necesidades del poder:"El presidente avanza con su«mascarón de proa» en las cuestiones que él mismo finalmente está llamado a decidir".

Al paso de las primeras pruebas, políticos opositores advertían que la Jefatura de Gabinete se deslizaba por un declive pronunciado que sólo beneficiaba al supremo jefe ejecutivo. Convertida en una extensión de la secretaría privada presidencial, el poderoso ente ejecutivo pasaba por encima de los frenos y contrapesos constitucionales. Con esta confusión de roles profetizaban ellos que el cargo iba a desaparecer de la conciencia colectiva para terminar siendo inexistente.

Juristas reconocidos planteaban la incoherencia institucional que anidaba en el origen de la Jefatura de Gabinete. Por un lado, respondía al modelo clásico de los sistemas parlamentarios europeos; por el otro, quedaba atada al régimen hiperpresidencialista del gobierno unipersonal, razón por la cual los especialistas consideraban que nada había cambiado más allá del rango jerarquizado atribuido al nuevo "delegado presidencial".

El artículo 101 de la Constitución impone al jefe de Gabinete el deber de concurrir una vez por mes, alternativamente, a cada una de las cámaras para informar sobre la marcha del gobierno. ¿Cómo se cumplió en la práctica la obligación constitucional? Tres jefes de Gabinete alcanzaron protagonismo por los caprichosos incidentes de la saga.

Sectores oficialistas consideraban a Eduardo Bauzá el flamante jefe de Gabinete que había jerarquizado el cargo, haciendo ni más ni menos que lo ordenado por el superior jerárquico desde la cúspide del poder. Sectores adversarios lo percibían como el "monje negro", que nunca se apartaba del perfil de rol moldeado por la amistad y la confianza entre dos seres. Durante el desempeño de sus funciones, Bauzá cumplió apenas con discreción la obligación de informar al Congreso sobre la acción de gobierno, concurriendo al recinto, en forma alternativa, tan sólo cinco veces en toda su gestión.

Cuando Jorge Rodríguez lo sucedió en el cargo, los observadores políticos pusieron en la mira el perfil "acuerdista y dialoguista" de quien moderaba la expectativa ambiente, mientras se tomaba tiempo para el aprendizaje del oficio. ¿Cómo convertir al jefe de Gabinete en una suerte de primer ministro?, preguntaban algunos con sarcasmo al advertir cómo iba languideciendo la potencialidad del cargo. Sus cuarenta asistencias al Congreso revelaban un prolijo cumplimiento del mandato constitucional, al tiempo que marcaban la diferencia de nivel con su antecesor de peso.

Situado en el centro del huracán provocado por el conflicto con el campo, Alberto Fernández debió moverse confuso y despistado ante la aplastante influencia de sus amos. La sorpresiva renuncia del otrora poderoso jefe de Gabinete acaba de cerrar un ciclo histórico del matrimonio en el poder.

Según la información de las oficinas competentes, en 2005 había transcurrido casi un año sin que el jefe de Gabinete asumiera la obligación constitucional de informar al Congreso; reincidencia que ocurrió cuando, a principios de este año, hizo su primera presentación ante el Senado, tras otro año y medio de extraña ausencia.

La contradicción conceptual que anida en la existencia misma de la Jefatura de Gabinete ha determinado que, en los hechos, la figura del titular del alto cargo se haya diluido y que su papel haya perdido el vigor y dramatismo que en su origen intentó darle una razón de ser. La dificultad práctica de cumplir con las consignas constitucionales es la evidencia más concreta de la fragilidad de esta bastardeada institución.

Acaba de asumir un nuevo jefe de Gabinete de Ministros con la consigna inconfesada de contribuir a recomponer la maltrecha autoridad presidencial. Pero nada garantiza que podrá remontar la cuesta. "Sin un presente diáfano le espera un porvenir oscuro."

El autor es investigador principal del Conicet; profesor de Derecho Constitucional.

28 de julio de 2008

- MODIGLIANI -




Amedeo Modigliani


Uno de los grandes en una época de grandes


Amedeo Clemente Modigliani
, nace en Livorno, Italia, un 12 de julio de 1884. Fue un pintor y escultor perteneciente a la denominada Escuela de París.

Modigliani es el arquetipo del artista bohemio: una vida marcada por una mezcla de drogas, alcohol, mujeres, pobreza y enfermedad. Sólo alcanzó la fama después de muerto. Inclusive hoy su obra es una de las más discutidas, ya que algunos críticos la consideran monótona y sobrevalorada, y afirman que su gran popularidad se debe sólo a su vida novelesca.





A los 14 años, Amedeo comenzó a tomar clases de pintura con Guglielmo Micheli, un discípulo de Fattori, uno de los pintores del movimiento florentino. Poco después de comenzar sus estudios de pintura, Amedeo sufre un ataque de fiebre tifoidea y dos años más tarde una tuberculosis.

En 1902, Amedeo se inscribe en la escuela libre del desnudo, Scuola libera di Nudo en Florencia y al año siguiente en el Instituto de las Artes de Venecia, ciudad en la que se mueve por los bajos fondos.





En 1906 se traslada a París, que es por la época el centro de la vanguardia. En el Bateau-Lavoir, un falansterio para proletarios de Montmartre, conoce a Max Jacob, Van Dongen, Picasso, Guillaume Apollinaire, Diego Rivera, Vicente Huidobro y otros personajes célebres. Influido en principio por Toulouse-Lautrec, Amedeo encuentra inspiración en Paul Cézanne, el cubismo y la época azul de Picasso.

En 1909, pasa un breve periodo de tiempo en Livorno, enfermo y estropeado por su modo de vivir. Regresa a París y alquila un estudio en Montparnasse. Se considera a sí mismo más escultor que pintor, y siguió sobre esa vía cuando Paul Guillaume, un marchante joven y ambicioso le presentara a Constantin Brâncuşi.





Descubre el arte del africano y camboyano en el Musée de l'Homme de París. Sus estatuas se reconocen por los ojos almendrados, las bocas pequeñas, las narices torcidas y los cuellos alargados. Se presentó una serie en el Salón de Otoño de 1912, pero tuvo que dejar de esculpir porque el polvo le causaba problemas de salud.
Retrató a los habituales de Montparnasse, como Soutine, Diego Rivera, Juan Gris, Max Jacob, Blaise Cendrars y Jean Cocteau.





Conocido como "Modì" por sus amigos, Amedeo emana magnetismo hacia las mujeres. Tiene numerosos romances hasta que entra en su vida Beatrice Hastings con la que mantendrá una relación de unos dos años. Ésta le sirve de modelo en varios retratos, como "Madame Pompadour". Cuando está bajo los efectos del alcohol, es triste y violento, como muestra el dibujo de Maria Vassilieff. Sobrio, es tímido y encantador, le gusta citar a Dante Alighieri y recitar poemas del libro del conde de Lautréamont Los cantos de Maldoror ("Les Chants de Maldoror") libro del que siempre tiene cerca un ejemplar.





En 1916, conoce al poeta y marchante de arte polaco Léopold Zborowski y a su mujer Anna. Modigliani lo retrata en varias ocasiones, cobrándole sólo diez francos por retrato.

El siguiente verano, el escultor ruso Chana Orloffa le presenta a Jeanne Hébuterne, una hermosa estudiante de 18 años que había posado para Foujita. Cuando la familia burguesa de Jeanne se entera de esta relación con el que era considerado un depravado, le corta su asignación económica.





El 3 de diciembre de 1917 se celebra su primera exposición, pero horas después la autoridad la cierra por indecencia. Debido a sus problemas de salud, tiene que trasladarse a Niza con Hébuterne, que da a luz en 1919 a una hija a la que llamará Jeanne. Por sugerencia del marchante Guillaume, realiza una serie de desnudos (ahora sus obras más cotizadas) con la pretensión de venderlos a los millonarios que veranean en la Costa Azul. No tienen buena acogida.

En mayo de 1919, vuelve a París, a la calle de la Grande Chaumière. Su salud se deteriora con rapidez ya que seguía con sus vicios.. Muere de meningitis tuberculosa el 24 de enero de 1920. Unos días antes había pedido el permiso del gobierno francés para contraer matrimonio con Jeanne.





Los más importantes artistas de Monmartre y Montparnasse siguen los funerales. Jeanne Hébuterne, llevada a casa de sus padres, se suicida tirándose desde la ventana de un quinto piso, dos días después de la muerte de Modigliani.

27 de julio de 2008

- LIGHT -




SER LIGHT


Diccionario del pensamiento light

En sintonía con los tiempos que corren, también las ideas vienen descremadas por temor al colesterol.
Vocabulario de emergencia para utilizar sin riesgos y mantener la inteligencia a dieta.


Como sucede con la leche, el yogur y el queso, existe también un pensamiento descremado. Es increíble la coincidencia entre el mundo de los lácteos y el de la inteligencia. Así como existen productos que indican en su etiqueta “0% de materia grasa”, existen pensamientos que merecerían que su etiqueta indicara “0% de materia gris”. Pero las coincidencias no terminan aquí. Así como el yogur descremado mantiene a raya el colesterol, es aliado de la buena silueta y hace que quienes lo consumen corran en cámara lenta, livianos, hermosos y sonrientes, el pensamiento light tiene consecuencias similares: liberados del peso del cerebro es un placer correr publicitariamente por los campos en flor de la realidad.

1. Divertido. Palabra comodín del hablante tilingo.
“¿Hacés una fiesta de disfraces? ¡Qué divertido!” o también “¿Tus padres son sobrevivientes de Auschwitz? ¡Qué divertido!”. Con el prefijo “re” lo divertido resulta aún más divertido: “El cumpleaños de Fulanita estuvo re-divertido” o “Fui a un velatorio re-divertido”. Los contextos diferentes en que se utiliza la misma palabra no constituyen una contradicción porque el adjetivo no califica un hecho, sino que es un indicador de la actitud del hablante. Se trata de una contraseña que significa: “Pero mirá qué actitud positiva tengo, cómo neutralizo cualquier bajón. Para mí la vida, igual que París para Hemingway, es una fiesta”.

2. Tinelli. Sustantivo propio sinónimo de éxito.
Entre las frases hechas que aluden a personajes históricos (Victoria a lo Pirro, Incendio a lo Nerón, etc.) figura ahora “Éxito a lo Tinelli”. Y en realidad este self made man del subdesarrollo tiene cierto parentesco con ambos personajes históricos. Como las victorias de Pirro, las suyas tienen un costo muy alto: para lograrlas es preciso sacrificar cualquier atisbo ético, masacrar los escrúpulos y utilizar los sueños ajenos para engrosar la cuenta bancaria. Con Nerón, las similitudes son más que evidentes: Tinelli incendia la pantalla con el baile del caño y su imperio mediático puede ser comparado en el imperio romano. Y así como todos los caminos conducen a Roma, todos los programas televisivos conducen al programa de Tinelli, una referencia obligada.





3. Discriminar. Vieja palabra con nuevo uso.
Verbo reciclado que queda muy bien utilizado en reuniones y en almuerzos televisivos antepuesto a la partícula “no”. De esta manera, la palabra adquiere la forma de un mandato bíblico: “No discriminarás”. Su mayor ventaja es que esta suerte de declaración de principios no exige una conducta acorde. La inefable Mirtha “Chiquita” Legrand, ahora considerada una sagaz entrevistadora por obra y gracia de la tilinguería mediática, demuestra su amplitud mental invitando a su programa incluso a gente gorda, fea, gay y judía, tras lo cual, con tono de orgullo declara: “Yo soy rubia no sólo por fuera, sino también por dentro”. Hay dos cosas que su espíritu democrático no tolera: la discriminación racial y los negros.

4. Grasa. Adjetivo que cobró nuevo auge televisivo.
Es increíble la devastación que ha ocasionado la muerte de las ideologías. La lucha de clases quedó desactivada hasta tal punto que ahora no es más que una batalla de chicas siliconadas en el programa de Tinelli. Allí se enfrentan las “grasas” y las “finas” (como las masas de crema) una clasificación tan instituida que no cabe ante ella ninguna rebeldía. Según los biólogos, en el lugar más arcaico del cerebro quedan resabios de aquella vieja lucha tribal que enfrentaba a opulentos y desposeídos y que llegó a su fin en la posmodernidad.

5. Divino/a. Adjetivo de usos múltiples.
“Es un divino” o “Es una divina”. Dícese de las personas tiernas y/o simpáticas y/o queribles y/o generosas... y siguen los usos. Su espectro semántico es tan amplio que no se sabe bien qué quiere decir, aunque indudablemente se trata de algo positivo. En televisión, en plural y en contraste con el vocablo “populares”, se usa como versión teen de la lucha de clases. Aclaración para optimistas históricos: las que ganan la adhesión de los adolescentes son las divinas y no las populares. Cualquier parecido con la realidad no es mera coincidencia.

6. Campo. Hoy, sinónimo de unidad monolítica.
Para Miguelito, el amigo de Mafalda, es “una cosa verde que queda lejos”. Para Atahualpa Yupanqui, un lugar que confirma que “las penas son de nosotros, las vaquitas son ajenas”. Para Inodoro Pereyra, “simiente patria, benteveo vernáculo perpendicular sobre la impenitente planicie de la pampa”. Hoy, conflicto mediante, el campo es un lugar divino donde un gordito al que el ratón Pérez le devolvió el diente que le faltaba puede convertirse en un sex symbol y donde todos, desde los peones hasta Luciano Miguens, se mueven al compás de “Bailando en la Sociedad Rural”, el hit de Alfredo Casero.

7. Gorila. Hoy, en el index de palabras desterradas.
En 1953, John Ford dirigió “Mogambo” una película interpretada por Clark Gable, Ava Gardner y Grace Kelly. Transcurría en el corazón de África y ante cada ruido sus protagonistas decían “deben ser los gorilas”. El cómico Aldo Camarotta utilizó irónicamente la expresión para referirse a los rumores de golpe de Estado que caracterizaron al período peronista y la instituyó como sinónimo de antiperonismo. Más tarde, por extensión, se llamó “gorila” a toda persona contraria a las reivindicaciones populares que fueron distintivas del gobierno de Perón. Hoy está considerada totalmente obsoleta por el pensamiento light. La razón de que se considere caduca es un misterio.No se sabe si porque no hay más gorilas, están ocultos en la niebla o no hay más reivindicaciones populares.





8. Intelectual. Palabra considerada despectiva.
El escritor Ricardo Piglia contó en una estrevista que durante su adolescencia para lograr conquistar a la chica que le gustaba, seguramente fanática de Albert Camus, se compró “El extranjero”, lo leyó en una noche y le ajó las páginas para que pareciera que lo tenía desde hacía mucho tiempo. Ser un intelectual era considerado tan positivo que podía ser un punto a favor en el campo de las preferencias femeninas. Salir con un libro bajo el brazo " vestía" tanto como una prende de buena marca. Hoy, en que están de moda los jugadores de fútbol y los de polo, los intelectuales son vistos unos tipos que hablan “difícil” y que carecen de talento para ganar plata.

9. Politizado. Adjetivo de sentido peyorativo.
“Estas muy politizada, demasiado” le dijo durante uno de sus tradicionales almuerzos la “Chiqui” Legrand a Cecilia Rossetto, cuyo marido despareció durante la dictadura militar. De esta forma instituía una medida de politización aceptable que es la cuota admitida por el pensamiento light. Nada de andar revolviendo el pasado que es tan poco glamoroso. La politización es una rémora de los ’70 y no combina bien con las rosas rococó rosadas.

10. Brutal. Adjetivo que adquirió sentido positivo.
Susana Giménez lo dice siempre como sinónimo de “genial”, “maravilloso”, “fantástico”. Para utilizarlo con el mismo desparpajo con que lo hace la diva es preciso aplicarlo en las situaciones más diversas, siempre con sentido positivo. Su empleo es mucho más eficiente si uno se atreve a soltar cuanto disparate se le ocurre en la seguridad de ser inimputable. “¿Quedaste cuadripléjico? ¡Qué brutal!”. “Brutal, sos ladrón”, "Brutal, qué vida aventurera, sos narcotraficante". Que lo negativo se transforme en positivo es una tendencia general del vocabulario light que debe tenerse en cuenta a la hora de utilizar correctamente palabras descremandas. Por eso, a no olvidarlo: el dolor, la pobreza y la desdicha son “grasas”.

Por Mónica López Ocón, Editora de Cultura e Internacionales de Revista NOTICIAS | Ilustración: Arcimboldus Suburbium Vitae (fragmento), de Eduardo Torassa. Gentileza Ediciones Olmo.

- VITREAUX -




Vitral ó Vitreaux


¿Qué es un vitral?


ANTIGUA TECNICA TRANSLUCIDA



Un vitral es un conjunto de cristales de colores que forman diseños, figuras o imágenes que son cortados en fragmentos según el dibujo, y ensamblados por varillas de plomo soldadas dentro de un bastidor. El vitral es un medio artístico encontrado generalmente en la forma de ventanas o paneles individuales compuestos de cristales de colores. Es el único medio que se observa a través de luz refractada y no luz reflejada. La variedad y calidad de la luz que pasa por los paneles translúcidos depende de la hora del día y la estación del año.





Las vidrieras ya eran usadas en los templos de la época románica pero llegan a su apogeo en la arquitectura gótica y van generalizandose desde el siglo XIII. Presentan en este siglo, como en el anterior, la forma de mosaico en el fondo, con varios compartimentos o medallones de figuras en serie de arriba abajo, representándose en cada uno algún asunto religioso, histórico o simbólico, pero sin llevar más de un color cada fragmento de vidrio (salvo el esmalte de color gris o negruzco que se añade para trazar algunos perfiles y contornos de figuras).





En el siglo XIV, dichos compartimentos se hacen de mayor tamaño, lo mismo que las figuras, las cuales se van situando aisladas dentro de su ojiva y debajo de un doselete y se tiende a imitar con ellas algo mejor el natural, añadiéndoles el claroscuro de esmalte gris y a veces el color amarillo mediante el amarillo de plata.

En el siglo XV y principios del XVI, las imágenes son todavía mayores y están como encerradas en templetes góticos, erizados de torrecillas y además de los colores gris y amarillo, añadidos por el esmaltado del vidrio, se introduce a veces el color encarnado, también por el mismo procedimiento y se usan vidrios dobles (incoloro uno y coloreado el otro) para modificar el color del fragmento respectivo.





En el siglo XVI, se elaboran vidrieras de una pieza con vidrio incoloro, pintándolas con esmalte gris (grisallas) y a mediados del mismo siglo se inventa el modo de esmaltar de diferentes colores un trozo cualquiera de vidrio, lo que dio por resultado el disponer de vidrieras como si fueran lienzos o tablas de pintura economizando así muchos accesorios de plomo para armar las piezas. Esta clase de vidrieras mucho menos transparentes y brillantes que las de la época anterior, pertenece ya al estilo renacentista y se distingue, además de lo dicho, por la soltura y libertad con que apareecen las figuras desligadas de templetes y combinadas con escudos heráldicos, etc.





Entrado ya el siglo XVII, van sustituyéndose por mosaicos geométricos de vidrios de colores las hermosas vidrieras precedentes, desapareciendo así el verdadero arte que tanto brilló en la Edad Media.

Escasas pueden contarse las vidrieras historiadas de los siglos XVII y XVIII. En el XIX, se imitan las obras de los anteriores con variados gustos, desde el románico del siglo XII al del renacimiento del XVI.
Se consideran como las mejores del mundo las vidrieras de la catedral de Chartres, seguidas de las de París, Estrasburgo, Colonia, etc. del siglo XIII.





El arte de las vidrieras se desarrolló en las iglesias de la Isla de Francia ya durante el románico: en el coro gótico de la catedral de Le Mans con sus vitrales del siglo XII que contienen representaciones de las artes y oficios, y la vidriera románica de la Ascensión del siglo XI (la más antigua de Europa en un edificio religioso), en las catedrales de Sens o de Sant Pedro de Poitiers, con su vidriera de la Crucifixión y en la Basílica de Saint-Denis en París con sus vidrieras del La infancia de Jesús, El árbol de Jesse, etc. ,




Vidrio, plomo, luz e imaginación: la fórmula de un arte que llega a nuestros días.

26 de julio de 2008



Un matrimonio desdichado


Por Tomás Eloy Martínez
Para LA NACION
Noticias de Opinión



La imagen tiene poco menos de un siglo, pero los más oscuros pliegues de la condición humana siguen allí tan vivos como cuando los captó un fotógrafo anónimo, la madrugada del 4 de noviembre de 1910. La solitaria figura de una mujer madura, encaramada en puntas de pie sobre un cajón de madera, domina la escena. Es Sofia Andreievna, la esposa de León Tolstoi, quien trata de vislumbrar -espiando por la ventana de una cabaña perdida en la estepa rusa- el cuerpo agonizante de quien fue su marido durante cuarenta y ocho años y a cuya cama no puede acercarse por exigencia de los médicos, de los hijos y del propio Tolstoi.

El escritor había huido de su casa de Yásnaia Poliana una semana antes, abrumado por los incesantes requerimientos de Sofia (cuyo apodo era Sonia) para que le entregara los manuscritos sin publicar y los diarios íntimos en los que hablaba de ella. Desde hacía ya muchos años su matrimonio naufragaba en querellas cada vez más ásperas. La esposa no toleraba que Vasili Cherkov -un intrigante al que Tolstoi consideraba su mejor discípulo- se inmiscuyera en las peleas conyugales y de algún modo las estimulara. El escritor, a su vez, se negaba a mantenerlo apartado. Marido y mujer veían aquellas trifulcas como "una lucha a muerte" y en verdad lo eran. Se amaban, pero la vida en común los estaba destrozando.

Cuando Tolstoi se fugó de la casa familiar sin avisarle a nadie -salvo a su hija Sasha, a quien le pidió que lo acompañara- estaba enfermo de neumonía. Su temperatura oscilaba entre los 39°6 y los 40°. El pulso era irregular y la respiración, tan débil que Sasha, inquieta, le acercaba cada tanto un espejo a los labios para verificar que seguía vivo. Sentía ardores de estómago y ataques de hipo que no le daban tregua. Padre e hija atravesaron los campos helados en un trineo hasta la estación de tren, donde -para despistar- compraron pasajes a pequeños apeaderos de la línea del Sur. Tolstoi pretendía pasar inadvertido, pero no tenía idea de su inmensa fama. Cayó derrumbado en un vagón de segunda clase y le pidió a Sasha que le comprara los periódicos. Con horror descubrió que la historia de su fuga era el tema principal de las portadas. Nubes de reporteros seguían el rumbo del tren y los fotógrafos estaban al acecho en las estaciones.

Muy pronto, todos los pasajeros se enteraron de que Tolstoi viajaba con ellos y acudieron en masa a verlo. Sasha les rogó que se fueran para que su padre pudiera descansar. Apenas circulaba el aire en los vagones llenos de humo. El gobierno del zar Nicolás II había despachado también a varios policías de civil para que averiguaran las verdaderas intenciones de un pacifista venerado por los campesinos, al que la iglesia ortodoxa acababa de excomulgar negándole los sacramentos y el entierro religioso. A Tolstoi sólo le importaba que lo dejaran en paz.

Era ya entonces un gigante lleno de gloria y no habría otro que desatara entusiasmos tan tumultuosos. Ningún escritor, antes o después, conoció como él esos extremos de admiración. Cuando viajaba a Moscú y a San Petersburgo, las calles por las que pasaba estaban alfombradas de flores. Todos los extranjeros de renombre que llegaban a Rusia consideraban incompleta la peregrinación si Tolstoi no los recibía. Gandhi le escribió llamándolo "nuestro titán" y se declaró "humilde deudor de sus prédicas y doctrinas sobre la no violencia".

Todos los grandes creadores de la época, desde Thomas Hardy hasta George Bernard Shaw le hacían llegar cartas de admiración. Aunque Tolstoi fue siempre el candidato obvio para ganar el Premio Nobel, se apresuró a rechazarlo antes de que se lo dieran porque "no sabría -les escribió a los miembros de la Academia Sueca- cómo disponer de todo ese dinero, sobre todo cuando mis convicciones me indican que el dinero sólo produce mal".

Cuanto más vasta era su fama pública, mayor era también el infortunio de su intimidad. Se había casado en 1862, a los 34 años. Sofia Andreievna acababa de cumplir 18. Los dos tenían temperamentos de hierro y se creían capaces de imponer al otro sus deseos y códigos de vida. La misma noche de bodas el escritor cometió un error mayúsculo, que desviaría para siempre el cauce de su dicha: le dio a leer a Sonia sus diarios de juventud, en los que contaba con lujo de detalles sus borracheras y lujurias de oficial joven. Creía sinceramente que, al poner al descubierto las flaquezas de su alma, ella podría comprender con quién se había casado y perdonar las heridas futuras. Lo que logró fue abrir las compuertas de un torrente de celos y resentimientos que ya no se detendría. Dos semanas más tarde, Sonia empezó a escribir su propio diario. Se levantaba en medio de la noche para espiar lo que el marido había escrito e imprudentemente dejaba al alcance de su curiosidad el inventario de los agravios que le adjudicaba. Entonces empezaban las reyertas cada vez más crueles, las acusaciones de infidelidad y desamor. Y sin embargo, los dos se amaban con un ímpetu que no apagaron los años maduros ni la desastrosa convivencia.

Para Tolstoi, la escritura de los diarios fue el más constante de sus vicios. Sólo se permitió abandonarlos cuando trabajó en Guerra y paz y Anna Karenina , sus dos novelas mayores. También Sonia anotaba con puntualidad las cuitas de cada día. Por los diarios, ambos se enteraron de los enamoramientos y ridículos conatos de traición que los aquejaron en las fronteras de la vejez. El escritor había pasado ya los 70 años cuando la esposa tuvo noticias tardías de sus coqueteos con una campesina llamada Axinia, cuyo cuerpo dorado y piernas robustas representaban todo lo que Tolstoi deseaba. En los diarios de él han quedado vislumbres de las terribles maldiciones que se cruzaron. Sonia le dice: "No hay ningún bien en ti. Eres malvado, asqueroso. Yo sólo voy a amar a personas buenas y decentes, no a ti. Tú eres asqueroso, repelente".

Nadie ha contado mejor esa tragedia que William Shirer, el gran periodista que fue testigo del ascenso de Hitler en la Alemania de Weimar y lo narró en un libro clásico, The Rise and Fall of the Third Reich . Su obra más personal, sin embargo, es la historia de las borrascas conyugales que atormentaron a los Tolstoi. Lo publicó en 1993, un año antes de morir, con un título expresivo: Love and Hatred. The Stormy Marriage of Leo and Sonya Tolstoy ("Amor y odio. El tormentoso matrimonio de Sonia y León Tolstoi"). De allí ha salido casi toda la copiosa bibliografía sobre el fin de la pareja, incluyendo la noticia del amor crepuscular que Sonia parece haber sentido por el pianista Serguei Tanéiev cuando ella tenía ya 57 años.

Nada estremece tanto, sin embargo, como el relato de la muerte del gran hombre, que yacía solitario en la choza del jefe de la estación de Astápovo, perdido en la blancura de la estepa, mientras su fin inminente acongojaba a millares de lectores y discípulos en los cuatro rincones del mundo. Expiró a las 6.5 de la mañana del domingo 7 de noviembre de 1910. A Sonia no se le permitió entrar sino minutos más tarde, cuando ya todo había pasado. A la intemperie, bajo los hilos de nieve que no cesaban de caer, los campesinos cantaban un antiguo himno funerario, Memoria eterna . La esposa lo sobrevivió nueve años, suplicando en su diario que el mundo la recordara con indulgencia.

24 de julio de 2008

- PUGLIESE -




Osvaldo Pugliese


MAESTRO DE TANGO


A 13 AÑOS DE SU DESAPARICION




Osvaldo Pedro Pugliese fue pianista, director y compositor dedicado al tango.

Nació el 2 de diciembre de 1905 en el barrio porteño de Villa Crespo, en el seno de una familia de músicos, aunque no tan talentosos como él.





Estudió con grandes maestros como Vicente Scaramuzza y Pedro Rubione, con los cuales se convirtió en un virtuoso del piano.

A los quince años ya integraba un trío junto al bandoneonista Domingo Faillac y el violinista Alfredo Ferrito, con los que debutó ante el público en un bar de barrio (en Argentina denominados genéricamente: cafés) llamado Café de la Chancha, nombre que le otorgaran los parroquianos en alusión a la poca higiene de su dueño y del lugar.





Tiempo después junto a la primera mujer bandoneonista del país: Francisca Bernardo, más conocida como "Paquita, La Flor de Villa Crespo", tocaba piano en su orquesta típica.

Más tarde formó parte del cuarteto de Enrique Pollet (1924), y luego de la orquesta de otro famoso de su tiempo, Roberto Firpo. Ya en 1926, era el pianista de la orquesta del gran bandoneonista Pedro Maffia, continuado con su ascenso en el mundo del tango y tomando cada día más y más prestigio.





Pero el sueño de Osvaldo Pugliese era tener su propia orquesta. Fue así que se desvinculó de la de Pedro Maffia, en 1929, junto con el violinista Elvino Vardaro para formar su propio conjunto. Ambos tocaron por primera vez en el café Nacional con gran repercusión, lo que los empujó a hacer una gira por todo el país.

Pero Pugliese nunca abandonó su sueño y fue así que en 1936 creó un sexteto. Este fue el punto de partida de su orquesta. La misma fue presentada en el café El Nacional el 11 de agosto de 1939, orquesta que lo acompañaría durante 55 años. En todo ese tiempo, Don Osvaldo compuso más de 150 temas, algunos muy famosos como Recuerdos, La Beba, Negracha, Malandraca y su himno La yumba. Además grabó más de 600 temas de otros autores.





Recibió innumerables distinciones. El gobierno de Cuba le otorgó la medalla Alejo Carpentier, la más importante distinción cultural de la isla; el gobierno francés lo nombró Commandeur de L'Ordre des Arts et Letters (1988). En tanto su ciudad, la Ciudad de Buenos Aires, en 1986 lo declara Ciudadano Ilustre. Y en 1989, SADAIC (Sociedad Argentina de Autores y Compositores de Música) y la Asociación de Coleccionistas de Tango, descubrió una placa en la Avenida Corrientes (al 960) en conmemoración de los 50 años del maestro frente a su orquesta. En 1990, recibió el título de Académico Honorario de la Academia Nacional del Tango.





Tal era la talla artística de este hombre que en 1985 logra lo que nadie hasta entonces: el 26 de diciembre de ese año, para festejar su cumpleaños número 80, su orquesta tocaría en el conocidísimo Teatro Colón de la Ciudad de Buenos Aires, lugar reservado casi exclusivamente para la música y lírica clásicas. Obviamente el teatro estaba repleto de público viendo al maestro interpretar obras de sus, por entonces, 46 años ininterrumpidos de actividad.





Finalmente, el 25 de julio de 1995 y después de una breve enfermedad, falleció a los 89 años de edad en la Ciudad de Buenos Aires, su ciudad.

22 de julio de 2008

- HIJOS -




Los hijos del



pensamiento débil



Por Sergio Sinay
Para LA NACION
Ilustración: Alfredo Sabat



Si los adolescentes que colocaron un preservativo en la cabeza de su profesora y luego intentaron prenderle fuego al pelo en verdad no lo hicieron, y lo que se ve en Internet es, según la propia víctima, "un trucaje", esos muchachotes tienen un futuro asegurado como especialistas en efectos especiales. Si, gracias a una disposición de las autoridades "educativas" mendocinas ya no habrá aplazos para los alumnos de esa provincia, así los pobres estudiantes no se sienten presionados, ¿por qué no darles por cumplidos sus cursos lectivos en cuanto inician la escolaridad, cerrar las escuelas e irse todos, funcionarios, maestros y alumnos, a hacer otra cosa? Si los alumnos del Colegio Nacional de Buenos Aires se creen con capacidad y derecho de cogobernar la institución (capacidad y derecho de la cual muchos padres parecen estar convencidos), sin haber completado ni su aprendizaje ni su maduración como personas, ¿por qué no designar a algunos de ellos como ministros en el tan deficiente y necesitado gabinete nacional?

Hace pocos días, me tocó compartir un panel, ante un nutrido auditorio de padres, con el ministro de Educación del gobierno de la ciudad de Buenos Aires, Mariano Narodowski, y le oí decir que la urgencia de estos tiempos, en el hogar y en la escuela, es restaurar la asimetría entre padres e hijos, docentes y alumnos, adultos y jóvenes. Frente a la inquietante y cotidiana deserción de esa necesaria, nutricia y orientadora asimetría por parte de padres, funcionarios educativos y adultos con responsabilidades políticas y sociales, tales palabras son casi subversivas.

En efecto, subvierten un "orden" en el cual se les ha cedido a los niños, a los adolescentes y al concepto de "juventud" en general un poder extendido y, con ese poder, se los ha dejado a la deriva, sin referencias, sin contención, sin orientaciones éticas. La "falta de tiempo", la presunta "ingobernabilidad" de los chicos y jóvenes, la caprichosa creencia de que ellos "son más inteligentes de lo que éramos nosotros", la resignación a que "hoy el mundo es así", figuran entre las muchas excusas que cubren lo que es lisa y llanamente el abandono de una responsabilidad adquirida por propia decisión.

Nadie está obligado a ser padre ni a ser funcionario. Por lo tanto, si eligió serlo (y hay muchas maneras de elegir, incluso algunas que no lo parecen), el deber moral esencial consiste en marcar límites que ayuden a crecer y a madurar, en transmitir valores con la presencia y la conducta (no por medio del discurso pomposo y vacío), en sostener convicciones con las acciones, en disponer de tiempo, en abandonar el clientelismo político y la demagogia paterno-materna con la que se quiere, en vano, ser "ídolo" de los chicos, los mismos chicos a los que, en la práctica, se deja huérfanos aunque se los mande a los mejores colegios, se les compren los celulares más caros y se les levanten los aplazos y sanciones. A veces se confunde amar a los hijos con sacárselos de encima, y educar con reclutar. Una sanción es siempre parte de un contrato. Indica que tales actos tendrán tales consecuencias y, al cumplirse, trasciende el "castigo". En realidad, enseña que responsabilidad es responder por los efectos de nuestros actos.

En la era del "pensamiento débil", como el filósofo italiano Gianni Vattimo denominó al pensamiento de la posmodernidad (incierto, relativista, sin afirmaciones, ambiguo, difuso, fragmentario, hecho de medias verdades, carente de compromiso), decir "sanción" suena a proponer el autoritarismo. El concepto de "derechos humanos", malversado y manipulado desde el poder, es rápidamente invocado como escudo protector. Algunos padres y funcionarios dicen que en un país que ha conocido la violencia y el autoritarismo, ellos no serán autoritarios con sus hijos o con los alumnos sobre los que deben legislar y cuya enseñanza deben administrar.

Ese argumento es la victoria final del verdadero autoritarismo. Con ello se abdica de la responsabilidad. Al educar, criar y enseñar con la mirada puesta en "lo que me hicieron", me saco la responsabilidad de lo que hago hoy, aquí. No soy responsable; transfiero culpas al pasado. Quizás es lo que hagan mañana los chicos de hoy. Tienen de quien aprenderlo. Esos padres y autoridades son prisioneros del "autoritarismo" que creen rechazar, porque aquél (así sea por la negativa) determina sus conductas, está vivo y presente en ellos, es decir, en la sociedad. Sólo con autoridad lograrán dejarlo atrás.

En este diario, Mario Bunge decía hace poco, con certeza, que urge una declaración de deberes y derechos humanos. Tiene razón. Un término sólo adquiere significado en presencia del otro. Como todo lo que es esencial a la existencia, se trata de opuestos complementarios y necesarios (no de opuestos enemigos, como temen las mentes estrechas cuando asoman la polaridad y la diversidad). Lo mismo dijo en su momento Simone Weill, la gran pensadora humanista (admirada por Albert Camus) que convirtió sus ideas y su compromiso en acción en la Francia ocupada, antes de morir de tuberculosis en 1943, en Ashford, Inglaterra. Weill sostenía no sólo que derechos y deberes van juntos, sino que los deberes anteceden a los derechos. Sin duda, nada más alejado del pensamiento débil.

Cuando los padres desertan de sus funciones y reclaman junto a sus hijos, apañándolos ante el "autoritarismo" de las reglas de convivencia y educación, desmerecen un derecho esencial de los chicos: el de conocer con qué limites crecer y formarse, el derecho a ser guiados por personas con más experiencia y autoridad que ellos, el derecho a que se les transmitan valores por medio del cumplimento activo de esos valores, el derecho a conocer en profundidad la noción de responsabilidad, el derecho a conocer el principio de causa y efecto.

Si no se les respeta ese derecho, ¿qué sociedad conformarán en su adultez? Días atrás fui depositario de la amarga confesión de un director de escuela pronto a jubilarse tras 40 años de docencia. Desalentado por la ausencia de los padres, por banales reclamos a la escuela de progenitores que se excusan de ejercer sus funciones, decía: "Lo único que me alivia de mi retiro es que ya no tendré que lidiar con los hijos de quienes hoy son alumnos. Viendo lo que sus padres hacen con ellos, cómo miran para otro lado, no quiero pensar en ese futuro". Cuando un docente, tras cuarenta años, no quiere pensar en el futuro porque ve el material con el que se construirá, algo demasiado grave ocurre.

En una notable entrevista radial que le hizo Mario Mactas, la profesora Nélida Baigorria (una de las voces más lúcidas y autorizadas del país en materia educativa) recordó algo que ella misma había vaticinado hace más de una década. Dijo, por entonces, que nos acercábamos a una nueva y sutil forma de fascismo. "Allá y entonces se decía que el Duce tenía toda la razón y se le temía", señaló. "Hoy y aquí se dice que los chicos tienen toda la razón." Y cuando no se les teme, se los adula. El pensamiento débil puede empollar fascismo y autoritarismos.

Las sociedades no nacen de repollos ni son improntas de un instante. Se forjan en el tiempo, a fuego lento, con la responsabilidad (asumida o no) de sus integrantes. La sociedad del futuro la forjan los padres, los funcionarios educativos, los adultos de hoy. De esto, sí, los chicos están absueltos. Pero no de sus deberes.

Los últimos libros del autor son La sociedad de los hijos huérfanos y Elogio de la responsabilidad

21 de julio de 2008

- ROJAS -




RICARDO ROJAS


UN IMPORTANTE LEGADO LITERARIO




Ricardo Rojas fue un importante escritor argentino. Nació en San miguel del Tucumán el 16 de setiembre de 1882 y murió en Buenos Aires el 29 de julio de 1957.

Fue poeta, escritor y ensayista. Profesor universitario, decano de la Facultad de Filosofía y Letras y Rector de la Universidad de Buenos Aires.





A su empeño se debe la creación de la cátedra de "Literatura Argentina " en 1912 en la Facultad de Filosofía y Letras.

Rojas fue un idealista. Polígrafo y se le recuerda como un excelente profesor. Folclorista, crítico, dramaturgo ensayista, dejó una profunda huella en sus alumnos universitarios.

Cultivó el teatro. "Ollantay" es, según los estudios, su mejor obra en este género. Como crítico y ensayista produjo una obra intensa .





Escribió "Historia de la Literatura Argentina", en cuatro tomos, considerada como una obra fundamental, pues organiza y califica la literatura de un país (la escribió entre 1.917 y 1.922). La Facultad de Filosofía y Letra le honró el título de Doctor Honoris Causa.

Escribió los siguientes libros: "El Santo de la Espada", " El Profeta de las Pampas", " El País de la Selva", "La Victoria del Hombre", " El Retablo Español ", "La Salamanca" , "El Albatros", "Ollantay", " Archipiélago", "Eurinda", " Blasón del Plata " y " La Argentinidad”





Ricardo Rojas se destacó como escritor explorando el pasado cultural y tratando de interpretar la realidad Argentina.

20 de julio de 2008

- OLIGARQUIA -




¿Existe hoy la oligarquía?

Retrato actualizado del "enemigo perfecto"


Palabra maldita para los movimientos populares, vuelve a estar en el tapete, reinstalada por el Gobierno a raíz de la pelea con el campo. Qué es hoy la oligarquía y por qué mantiene su poder simbólico

Por Francisco Seminario
Enfoques - La Nación
Arte de tapa: Silvina Nicastro



La oligarquía ganadera. La oligarquía golpista. La oligarquía gorila, enemiga del pueblo peronista. La oligarquía terrateniente, blanca y clasista. La oligarquía maldita y vendepatria, protagonista de piquetes de la abundancia, de cacerolazos, de incendios de pastizales y de intentos desestabilizadores... En las últimas semanas y meses pareció que una página de la historia de la Argentina decimonónica se había colado sin eufemismos en el almanaque furioso de la Argentina K.

"Lo único que me mueve es el odio contra la puta oligarquía", dijo Luis D´Elía en diálogo radial con Fernando Peña, algún tiempo atrás, ya en pleno conflicto con el campo. El mismo Néstor Kirchner primero instó a los diputados a no retroceder "cuando aparecen los grupos económicos de la oligarquía". Y luego, dicen, tras la media sanción a las retenciones en la cámara de Diputados, habría festejado en Olivos, convencido, al grito de "¡Le ganamos a la oligarquía!" Sus propias fuerzas se dividirían luego en el Senado.

La reiteración del término no es casual. Remite a esa piedra filosofal del peronismo que es la distribución de la riqueza con justicia social. Pero, ¿se puede hablar de oligarquía en la Argentina actual? ¿Hay sectores dominantes embarcados en una batalla contra el Gobierno peronista y popular? Un chiste que en las últimas semanas hizo circular por correo electrónico un funcionario de la Casa Rosada pinta al prototipo de "patrón de estancia" como un ricachón desalmado, que desde Europa le da instrucciones al capataz de su estancia y a los gritos reclama "un Mussolini, un Hitler o un Videla" para terminar con "este gobierno de zurdos montoneros".

El chiste, si se lo desnuda de la caricatura social y política, refleja en alguna medida un dato económico clave de la Argentina poscrisis: que el sector agroindustrial es uno de los que más se benefició con el actual modelo productivo y uno de los que más crecieron en los últimos cinco años. El valor de la tierra se multiplicó en dólares y lo mismo el precio de la soja. Hoy, tener 200 o 300 hectáreas en una zona productiva equivale a ser dueño de una pequeña fortuna. Todo esto parece irrefutable. Pero aun así, ¿es allí donde se debe buscar a la oligarquía vernácula, si tal cosa existe en la Argentina actual? En el país de las crisis recurrentes, los negocios y negociados con el Estado, las privatizaciones del uno a uno y los subsidios del tres a uno, ¿existen todavía los estancieros de la vaca atada?

Sociólogos, economistas, historiadores y dirigentes consultados para esta nota coincidieron, en líneas generales, en que si bien "es innegable la existencia de grupos económicos dominantes, capaces por su peso o su cercanía al poder de influir en las decisiones del Gobierno", como observó el diputado y economista de la CTA Claudio Lozano, hay cierto anacronismo en el uso del término oligarquía. Sobre todo para aludir a un sector agrícola hoy diverso y profesionalizado, en el que según el historiador de la economía Roberto Cortés Conde "se mezclan chacareros y productores medianos que son hijos o nietos de inmigrantes con familias tradicionales, pero que no tienen hoy el peso económico que tenían en el pasado".

Así y todo, en línea con Lozano, el economista y doctor en ciencias sociales Marcelo Lascano no descartó la existencia de grupos o sectores a los que el término les sea de alguna manera aplicable: "Si tomamos la palabra oligarquía como referencia a los más pudientes -señaló-, puede haber en la actualidad una oligarquía en el sector financiero y puede haberla también en el medio agrícola-ganadero, pero más que nada en los pools de siembra, que son los recién llegados al negocio".

También el diputado de la CTA apuntó contra estos grupos que, dijo, "capturan la renta sin ser propietarios de la tierra, lo mismo que los dueños de puertos y los fabricantes de agroquímicos". Y otro tanto hizo el sociólogo Torcuato Di Tella: "El concepto de oligarquía ya no se aplica a la realidad, pero si admitimos que la palabra tiene un significado más bien laxo podríamos llamar así a estos grupos reducidos, dinámicos y capitalistas que son los pools de siembra, que aprovechan la veta financiera, y también a algunos grandes propietarios", señaló.

¿Qué significa esto? En términos estadísticos, que entre los más ricos de la Argentina, ubicados en lo más alto del 5% de la población con mayor poder económico -acaso lo más parecido a lo que podría considerarse una oligarquía versión siglo XXI-, hay, sin duda, algunos propietarios de inmensas extensiones, los grandes jugadores del campo: el grupo Cresud, controlado por la familia Elsztain, tiene 400.000 hectáreas propias; Adecoagro, de George Soros, 200.000; el Grupo Bemberg, 143.000; el Grupo Werthein, 100.000, y al empresario Gustavo Grobocopatel se lo conoce como el "rey de la soja" porque, aunque muchas no son suyas, explota 150.000 hectáreas, según la Revista de Estudios Agrarios, de la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA.





Pero Lozano amplió esta lista a los principales grupos financieros, comerciales e industriales del país, algunos de ellos muy nuevos, que se beneficiaron enormemente con el esquema de dólar caro, espectacular explosión del consumo y millonarios subsidios de los últimos años. "Grandes empresas, como Techint, o las petroleras, con RepsolYPF a la cabeza, por ejemplo, tienen, por su posición económica dominante, el poder para condicionar precios, inversiones y decisiones de políticas públicas", dijo. Son los sectores que Di Tella reunió en la combinación "oligarquía financiera, el gran empresariado nacional y los grupos internacionales".

Pero vale aquí una observación de Cortés Conde, para quien un rasgo característico de la Argentina es que en el país periódicamente surgen nuevos y poderosos grupos económicos, a menudo de la mano del gobierno de turno. Según la época se habló, con obvio eufemismo, de la patria contratista, la patria financiera, la patria privatizadora o la patria devaluadora. "En el país, los grandes grupos cambian con mucha rapidez, y aunque no constituyen una oligarquía estrictamente hablando, adquieren mucho poder. Lo hemos visto en el pasado y lo vemos también ahora".

Asoma entonces lo que parece una contradicción entre la realidad y el discurso oficial de los últimos meses. El economista Leonardo Gasparini la resuelve así: "Entre aquellos a quienes desde el Gobierno se señala como oligarcas hay arrendatarios de campos o propietarios de pequeñas extensiones que hoy están bien económicamente, pero que ciertamente no pertenecen al 5% más rico de la población", dijo el director del Cedlas, el Centro de Estudios Distributivos, Laborales y Sociales, de la Universidad Nacional de La Plata.

Los unos y los otros
En otras palabras, o bien hay un error de apreciación por parte del Gobierno, o el término es utilizado como "chicana" política, por las resonancias históricas que sin duda tiene. En el juego de opuestos irreconciliables que plantea el Gobierno no es raro que recupere vigencia la vieja antinomia peronistas v. antiperonistas, concebidos estos últimos como defensores de intereses contrarios a los de una mayoría popular.

Pero este tipo de discurso, que fue sumamente efectivo según Cortés Conde cuando Juan Perón lo utilizó para denunciar a una Argentina clasista, que no le hacía un lugar a las masas de migrantes del interior a la ciudad, no siempre encuentra el eco esperado. "Parece un error del Gobierno resucitar ahora términos que resultan anacrónicos", señaló el economista, para quien la masividad del acto del campo, el martes pasado, es en sí misma una refutación del discurso oficial.

También Di Tella consideró inconveniente el uso del término: "No me parece útil hablar de oligarquía, aunque es más una expresión de barricada y en ese sentido no me preocupa tanto", dijo el ex secretario de Cultura del kirchnerismo.

Es decir, desde esta perspectiva, sería parte de un mensaje para el consumo exclusivo de la tribuna K. Y de hecho, según el experto en opinión pública Manuel Mora y Araujo, "hoy, toda la información que tenemos indica que la idea de oligarquía no prende en la sociedad sino que logra la adhesión de una pequeña minoría ideológica, que además no es la misma que el Gobierno moviliza a la Plaza de Mayo". ¿Por qué no prende? "Porque muchos pueden tener fantasías de concentración del poder en el país, pero este no parece ser el caso, al menos en el sector agrícola", dijo. Y agregó: "¿Quiénes son los oligarcas del campo si se tiene en cuenta que hay medio millón de dueños de tierras? Eso no es una oligarquía. Y si además tienen apoyo en la población, tampoco se aplica el término."

Vamos al diccionario: según la Real Academia Española, oligarquía es tanto "el gobierno de pocos" como una "forma de gobierno en la cual el poder es ejercido por un grupo de personas que se aúnan para mantener o aumentar sus privilegios", o un "grupo reducido de personas que tiene poder e influencia en un determinado sector social, económico y político".

En la Argentina, sin embargo, el significado trasciende estas definiciones para volverse palabra maldita: despierta imágenes, más propias de fines del siglo XIX y principios del XX, de una clase alta de riqueza casi infinita y cultura francesa, prácticamente identificada con el Estado. Porque la política y las decisiones de gobierno muchas veces se discutían en una intimidad casi familiar. A ella pertenecía un grupo más o menos reducido y aristocrático de poderosos ganaderos -las familias patricias, dueñas de la tierra- reunidos en la Sociedad Rural Argentina o el Jockey Club, supuestamente insensibles a las penurias del entorno y dispuestos a todo -al fraude o al golpe, según la época- con tal de mantener sus privilegios y de seguir dirigiendo los destinos del país.

¿Qué vigencia tiene hoy esta imagen? Muy poca o ninguna, opinó el sociólogo Juan José Sebreli, autor, entre otros libros, de una obra en que abordó la cuestión: La saga de los Anchorena . "Se trata de un mito argentino que explota el peronismo, fundamentalmente", señaló.

En un recorrido histórico del término oligarquía, explicó Sebreli, éste se convirtió en una palabra fetiche de los nacionalistas en los años 30. "El primero en utilizarla fue un periodista, José Luis Torres, un fascista, para referirse a un grupo específico: los terratenientes de la pampa húmeda, vinculados al mercado británico y representados políticamente por los conservadores". Su apogeo, con algunas crisis, se extendió desde la década de 1880 hasta la II Guerra Mundial, "a partir de la alianza con Gran Bretaña y el alza de los precios agropecuarios".

Pero en la posguerra las condiciones cambiaron: desapareció Inglaterra como socia comercial y se invirtió la relación de los precios en el mercado mundial: se encarecieron los bienes industriales y perdieron valor los agropecuarios. Según Sebreli, el poder económico de la oligarquía entonces cayó, a la vez que se fragmentaba la tenencia de la tierra por las sucesiones y las ventas. "Incluso había ya un anacronismo evidente cuando Perón comenzó a utilizar el término para designar a sus adversarios, no sólo ganaderos: el peronismo cayó en el 55 y no se volvió al pasado, al período anterior", observó.

En esta misma línea, Marcelo Lascano señaló que en el país "siempre se utilizó la expresión oligarquía para degradar al adversario político, para demonizarlo y para exacerbar la división". A esta misma lógica parece apelar el gobierno de los Kirchner, que se autodefine nacional y popular y rescata esta terminología propia del primer peronismo -ahora en clave setentista-, cuando otra vez vuelve a invertirse la relación de precios en el mercado mundial. Sólo que el campo argentino no es el mismo.

19 de julio de 2008

- FONTANARROSA -




Roberto Fontanarrosa


PADRE DE INODORO PETEYRA,

MENDIETA Y BOOGIE EL ACEITOSO




Roberto Alfredo Fontanarrosa nació en la ciudad de Rosario, un 26 de noviembre de 1944. Su carrera comenzó como dibujante humorístico, destacándose rápidamente por su calidad y por la rapidez y seguridad con que ejecutaba sus dibujos.

Estas cualidades hicieron que su producción gráfica fuera copiosa. Entre sus personajes más conocidos están el matón Boogie El Aceitoso, el gaucho Inodoro Pereyra (con su perro Mendieta). Su fama trascendió las fronteras de Argentina. Por ejemplo: Boogie El Aceitoso empezó a publicarse en un diario de Colombia, pero fue publicado muchos años por el semanario mexicano Proceso.





Se le conocía su gusto por el fútbol, deporte al cual le dedicó varias de sus obras. El cuento 19 de diciembre de 1971 es un clásico de la literatura futbolística argentina. Como buen «futbolero» siempre mostró su simpatía por el equipo al que seguía desde pequeño, Rosario Central.

En los años setenta y ochenta, se lo podía encontrar tomándose un café en sus ratos libres en el bar El Cairo (esquina de calles Santa Fe y Sarmiento), sentado a la metafórica «mesa de los galanes», escenario de muchos de sus mejores cuentos. Desde los años noventa, la mesa se mudó al bar La Sede hasta la reapertura de El Cairo.





Fue expositor en el III Congreso de la Lengua Española que se desarrolló en su Rosario natal, el 20 de noviembre de 2004. En el mismo dio la charla titulada «Sobre las malas palabras». Su intervención fue desopilante y memorable.

En 2003 se le diagnosticó esclerosis lateral amiotrófica, por lo que desde 2006 utilizó frecuentemente una silla de ruedas. El 18 de enero de 2007 anunció que dejaría de dibujar sus historietas, debido a que había perdido el completo control de su mano derecha a causa de la enfermedad. Sin embargo aclaró que continuaría escribiendo guiones para sus personajes. Desde entonces, Crist se encargó de ilustrar sus chistes sueltos, mientras que Oscar Salas hacía lo mismo con sus historietas de Inodoro Pereyra.





Falleció el 19 de julio de 2007, a la edad de 62 años, víctima de un paro cardiorrespiratorio una hora después de ingresar en un hospital con un cuadro de insuficiencia respiratoria aguda.

Su entierro al día siguiente de su muerte fue acompañado por cientos de ciudadanos comunes, escritores, actores y autoridades de la política nacional. La marcha hizo una parada por espacio de unos minutos en cercanías al Estadio Gigante de Arroyito (estadio de Rosario Central; club del cual Fontanarrosa era un reconocido hincha), y luego continuó hacia el norte, hacia el cementerio Parque de la Eternidad en la vecina localidad de Granadero Baigorria, donde fue enterrado.





Nuestro recuerdo al negro, que nos ha hecho reír tanto y una sola vez nos hizo llorar...

16 de julio de 2008

- DI VISIONES -









También se vota una visión de país


Por Adrián Ventura
La Nación



El Senado, en la votación que realice hoy, definirá si aprueba una ley por unos pocos votos o si, por el contrario, está dispuesto a construir una nueva visión de país, sobre bases institucionales firmes.

En el aspecto legal, es clave el artículo 81 de la Constitución nacional:

l Si, como todo lo indica, la Cámara alta, con el voto de los senadores oficialistas, aprueba el proyecto que giró Diputados, quedará sancionada la nueva ley. En este caso, los productores sólo tendrán un camino para impugnar la nueva ley: ir a la Justicia y demostrar que les provoca un daño económico cercano a la expropiación de sus explotaciones. La partida no será sencilla, pero si la promueven miles de demandas, podrían crear un clima parecido al que vivió la Justicia durante el "corralito".

l Si los senadores oficialistas no llegan a reunir los votos para aprobar el proyecto que votó Diputados, pero el Senado no vota otro alternativo, aquél quedará desechado totalmente. Entonces, no podría volver a tratarse durante 2008 y seguirá vigente la resolución 125. Esto tampoco le conviene al campo.

l La oposición se esperanza con el tercer escenario: que los senadores peronistas no reúnan los votos para aprobar el proyecto de Diputados y los no kirchneristas (peronistas disidentes y oposición) aprueben un proyecto de minoría. Según el artículo 81, debe entenderse que el proyecto de minoría votado en el Senado no implica desechar totalmente el votado en Diputados, sino que lo modifica o enmienda.

El constitucionalista Alberto García Lema, que en la reforma constitucional de 1994 redactó esa citada norma, explica: "Si el Senado vota un proyecto propio, no queda desechado el aprobado por Diputados, porque si así fuera habría que admitir que el Senado pasa de ser cámara revisora a cámara de origen de una nueva iniciativa. Y no es así".

"Si ocurriese esa hipótesis, debe entenderse que el Senado habría modificado el proyecto de Diputados. Entonces, si los senadores votaron las enmiendas con mayoría absoluta de los presentes, Diputados podrá insistir en su proyecto original votándolo, nuevamente, con mayoría absoluta de los presentes. Lo que no puede hacer es volverlo a modificar".

En cualquier caso, ni la burda comparación que ayer hizo el ex presidente Néstor Kirchner entre las movilizaciones del campo y los grupos de tareas del 76 ni una votación ajustada como la que se prevé para hoy solucionarán los problemas.

El Senado habrá vencido, aprobando por mayoría un ley, pero no interpretará el interés general: el bienestar general no se satisface con redistribuciones autoritarias de la riqueza, sino con el respeto de los derechos de todos.

15 de julio de 2008

- SRA. FOTOGRAFIA -




Anne Marie Heinrich


Paradigma de la fotografía argentina


Glamour porteño




En su pequeño estudio atrapó como nadie la década de oro porteña mientras transformaba el oficio de la fotografía en arte. Su vida y obra son un homenaje imperecedero a la inmigración argentina.





A los 93 años falleció el 1o de Octubre de 2005, Annemarie Heinrich, emblema de la fotografía argentina del siglo XX y una figura central en la historia cultural del país. Especialista en retratos, captó con su cámara a las grandes estrellas del cine argentino, en el apogeo de la década de oro del 40, para las tapas de revistas como El Hogar, Sintonía, Alta Sociedad, y Radiolandia.

También retrató con su mirada única a diversas figuras culturales como Eva Duarte, Jorge Luis Borges, la cantante Marlene Dietrich y Pablo Neruda, entre tantísimos otros.





Dolidos, sus hijos Alicia y Ricardo Sanguinetti —también fotógrafos— se expresaron a través de un escueto pero sensible comunicado. "Con la llegada de la primavera, ella decidió partir. Aún así, es capaz de habitarnos con sus imágenes, aquellas que fueron surgiendo como resultado de una estricta conjunción de vida, ética y arte, base de su concepción estética, dónde el compromiso asumido fue lo humano en toda su dimensión".





Heinrich nació en Alemania el 9 de enero de 1912. Su padre Walter, violinista profesional, decidió trasladar su familia a Argentina tras lesionarse en la Primera Guerra Mundial. Llegaron en 1926, primero a Entre Ríos donde su tío Karel, fotógrafo de campo, la inició en lo que sería su profesión. Al mudarse con su familia a Buenos Aires, Heinrich comenzó un aprendizaje en un estudio fotográfico en Belgrano y, de forma autodidacta, en su hogar en Villa Ballester donde tenía armado un cuarto oscuro.





Según el investigador Juan Travnik, "Annemarie tuvo una sutil capacidad de observación para lograr extraer de cada retrato una mirada profunda o chispeante, un gesto único, mágico".
La carrera de Heinrich se desarrolló en forma paralela al crecimiento de la industria del cine y la popularización de la radio. Travnik, curador de una retrospectiva de Heinrich, cree que su pasión por la danza, la escenografía y las artes plásticas fueron la base de su mirada fotográfica.





Marcos López—el foto-artista argentino con mayor proyección internacional— habló de la profunda influencia que tuvo Heinrich en su obra. "Cuando llegué de Santa Fe a principios de los años ochenta, la visité en su estudio de la avenida Callao. Fue una de las primeras en apoyarme por mi trabajo. Yo respetaba profundamente su oficio: sus copias eran admirables, la manera en que ponía la luz, cómo se ponía a la orden del retratado. Hoy que es tan común eso de ser fotógrafo-artista, la carrera de Annemarie es todo un ejemplo".

Heinrich consideraba el arte del retrato como una colaboración entre el fotógrafo y el modelo. En un ensayo publicado en Clarín en 1993 escribió, "Un buen retrato es algo más que una foto carné. Una cara debe expresar todo lo que un ser humano tiene dentro de sí, y eso lleva tiempo".





Pero Heinrich, además, fue una técnica excepcional, experta e innovadora en iluminación y en retoques al negativo. En un momento confesó: "Seguramente no voy a ir al cielo porque durante la mayor parte de mi carrera se utilizaba mucho el retoque y no llevé la cuenta del número de mujeres gordas que retraté como flacas".


Las imágenes creadas por Heinrich son parte de la memoria colectiva argentina. En 1939 hizo las primeras fotografías de la entonces desconocida Eva Duarte, en ese momento una actriz de veinte años. Recordando esa sesión Heinrich dijo, "La primera vez que la retraté fue para la revista Sintonía. Me pidieron que le hiciera 'buenas fotos y un poco sexy, si es posible' algo que no pude hacer porque Eva no era sexy. "Era una piba del interior, muy modesta y simple"





Resumiendo su carrera artística y su visión del arte de la fotografía dijo:
“La belleza se aprende mirando. Trabajé toda mi vida mirando un cuerpo, la luz, un reflejo”

No murió la Heinrich, entonces, dejó de mirar.