1 de julio de 2008

- KLUGE -




Kluge: el padre del nuevo cine alemán


Por Fernando López
La Nación



"Contar un cuento: ésa es la propuesta del cine narrativo, pero yo me pregunto si la historia de un país no es más que un conjunto enorme de cuentos, donde unos coinciden, difieren o se entrecruzan con los otros.

Mostrarle a la gente esa amalgama de historias, sin que necesariamente se identifique con alguna, ha sido uno de los propósitos de mis películas." El nombre de Alexander Kluge, a quien pertenecen las palabras, no es muy familiar para el espectador ni sus films tan conocidos como los de Fassbinder, Wenders, Schloendorff o Herzog; sin embargo, se lo llama "el padre del nuevo cine alemán" y con toda justicia, pues no sólo fue quien prácticamente inauguró la exploración del pasado nazi en un cine que prefería ignorarlo, sino que tuvo intervención decisiva en el Manifiesto de Oberhausen, ese punto de partida del movimiento renovador.

Toda la obra de Kluge, incluidos sus primeros cortos -como Brutalidad en piedra (1961), montaje poético que hallaba en las ruinas arquitectónicas del período nazi un testimonio de las atrocidades cometidas-, podrá verse desde hoy en un ciclo de la Cinemateca en la sala Lugones, en la que se incluye la muestra que el propio cineasta, teórico, crítico social y escritor preparó para ser exhibida en Venecia 2007, cuando tanto él como la Mostra celebraban 75 años.





Con su concepción de que el cine se hace de muchas maneras y no sólo desde detrás de una cámara, su actividad -hiperactividad, podría decirse, por cuanto también ha desarrollado una fecunda carrera literaria-, ha comprendido la reflexión teórica y, por supuesto, la realización de films para cine y TV. Pero también atendió a otros aspectos, desde la creación de una asociación de productores y de una distribuidora, hasta la militancia a favor de un régimen estatal de subsidios o de un acuerdo con la televisión pública, lo que hizo posible buena parte de la obra de sus colegas hoy consagrados. Son sólo algunos de los motivos por los cuales se lo considera la figura más influyente del cine de su país.

Formado en derecho, historia y música en Marburgo y Francfort, y discípulo de Theodor Adorno, a sugerencia de éste inició sus investigaciones sobre cine. Adorno le presentó en 1958 a Fritz Lang, con quien comenzó a trabajar como meritorio en el rodaje de La tumba hindú . Dice la leyenda que Kluge juzgó la experiencia tan aburrida que comenzó a escribir pequeñas historias en la cafetería del estudio.

Estas historias después le servirían de inspiración para sus primeras experiencias como cineasta, la más famosa de las cuales, antes mencionada, fue presentada precisamente en el Festival de Oberhausen que cambiaría la historia. Y aunque la obra de Kluge es impensable separada de sus contribuciones teóricas, bien vale la pena anotar algunos títulos que forman parte del ciclo - Anita G ( Adiós al ayer en la versión local, 1966); Los artistas bajo la carpa del circo (1968); Trabajo ocasional de una esclava (1973), o Ferdinando el Duro (1976), todos los cuales buscan la interacción con el espectador, especialmente a través de un montaje que yuxtapone fotografías, material de archivo, ilustraciones, pinturas, dibujos y todo tipo de material en un aparente caos al que sólo el observador deberá conferirle sentido. En esa complejidad, que fue radicalizando con los años, reside su mayor atractivo.

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