14 de septiembre de 2008

- JUICIO -













Juicio a la oposición: personalismo, fragmentación y debilidad

Los principales referentes del arco político opositor asumieron la incómoda tarea de ser jueces de sus propios errores. ¿Por qué ninguno logró todavía capitalizar los desaciertos del Gobierno y posicionarse como una alternativa con posibilidades?

Por Damián Nabot
Enfoques - La Nación


Elisa Carrió: "No nos vamos a juntar con quienes no queremos"
Los 20 puntos que durante el conflicto con el campo se le escurrieron de las manos al oficialismo en las mediciones de imagen pasaron delante de la oposición sin que ninguna fuerza o dirigente de sus filas los pudiera arañar para transformarse en la alternativa natural para un eventual cambio de gobierno en 2011.





La forma como se diluyó el capital perdido por el kirchnerismo no sólo mostró flaquezas en el oficialismo sino que desnudó las debilidades de la oposición argentina, que se muestra empantanada en un proceso de competencia interna y divisiones.

Los referentes de la oposición aceptaron una convocatoria de Enfoques para sentarse en el banquillo de los acusados y asumir la incómoda tarea de ser jueces de sus propios errores, emitir sentencia sobre las razones de su debilidad y explicar los motivos por los cuales la escena opositora argentina de repente se les escabulle y queda en poder de emergentes sorpresivos, ya sea el vicepresidente Julio Cobos o el ruralista Alfredo De Angeli.

Orden en la sala, entonces. El juicio está por comenzar.

Elisa Carrió, exponente central de la Coalición Cívica, carga con una responsabilidad especial a partir del segundo lugar logrado en las últimas elecciones presidenciales (23.04 por ciento de los votos) y es blanco de las críticas de quienes le atribuyen excesivo "personalismo" o dificultades en la construcción política, evidenciadas en las fracturas que sufrió su agrupación.

Sobre la coyuntura, Carrió responde que la escena opositora fue relegada porque se juzgó "inmoral capitalizar una causa nacional que pertenece al pueblo". "Jamás voy a usar una victoria del pueblo para un posicionamiento personal", se defendió, en referencia a la derrota oficialista en el conflicto agropecuario.

La titular de la Coalición rechaza la invitación a una autocrítica. "No la voy a hacer porque en siete años construimos la segunda fuerza sin recursos, sin robarle a nadie y en medio de la negación de los medios: no nos vamos a juntar con quienes no queremos", responde, como quien resiste presiones internas para matrimonios urgentes.





El espacio que lidera se encuentra sacudido por tirones de quienes quieren cerrar un acuerdo con la UCR, de otros que buscan una pata peronista como garantía de triunfo y finalmente de quienes creen que Carrió debería abandonar las aspiraciones presidenciales y ceder el lugar a otras figuras. "Nosotros queremos también sumar a la CTA y al ARI de Tierra del Fuego", agrega el senador socialista Rubén Giustiniani, en alusión a dos sectores que mantuvieron diferencias con dirigentes del entorno de Carrió en los últimos tiempos. En el macrismo creen que la fórmula para sumar fuerzas es integrar "nuevos actores que quieran comprometerse y muchos políticos jóvenes que fueron relegados por las estructuras tradicionales", según explica el diputado bonaerense Jorge Macri, primo de Mauricio y autoridad partidaria dedicada al ensanchamiento de PO. Pero reconocen que la construcción de un partido nacional es todavía una asignatura pendiente.

La fragmentación y las dificultades para amalgamar diferentes sectores en una fuerza homogénea, sólida y fuerte es la primera dificultad, por lo tanto, que la oposición acepta como un trauma recurrente. Es tiempo, entonces, de emitir una primera sentencia.

Veredicto I:

Fragmentación y partidos débiles


Para el demócrata progresista Alberto Natale, un veterano tejedor de concurrencias de las fuerzas que van desde el centro hacia la derecha, la anemia partidaria tiene una historia. "La política argentina del siglo XX fue dominada por corrientes movimientistas. El radicalismo primero y después el justicialismo no fueron partidos sino movimientos que aglutinaban a gente de pensamiento dispar tras una figura carismática -reconstruye Natale-. La consecuencia fue que en Argentina no hubiera partidos de pensamiento afín".

El tercer lugar de las últimas elecciones presidenciales lo alcanzó Roberto Lavagna, con el 16,91 por ciento de los votos. Meses después de los comicios, Lavagna y sus socios de la UCR discutían públicamente si seguían juntos. Ahora la UCR coquetea con el vicepresidente Julio Cobos.

El diputado Jorge Sarghini fue candidato a gobernador bonaerense de la coalición que encabezó Lavagna: "Hay una clara falta de liderazgo en el marco de una crisis profunda de los partidos -reconoce-. Hemos entregado la política a los encuestadores y a los expertos en marketing. Y esto se paga. Pero las consecuencias se ven tanto en la discusión dentro de la oposición como en la debilidad de la Concertación ficticia que armó el gobierno. La presidenta y el vicepresidente, quien la reemplaza si se va del país, no se hablan. Y a nosotros nos cabe la misma autocrítica: la falta de principios básicos se vio en la provincia de Buenos Aires, donde fuimos incapaces de ponernos de acuerdo y llevamos dos candidatos a gobernador. Esto demuestra el grado de fragilidad que tenía nuestra coalición". Efectivamente, Sarghini y Ricardo Alfonsín compitieron por el cargo de gobernador, ambos con Lavagna como candidato a presidente. Ninguno alcanzó el 10 por ciento de los votos. En aquella oportunidad, el tercero en discordia fue el empresario Francisco De Narváez, quien se enojó y se fue cuando Lavagna eligió a Sarghini como postulante. Se alió con Mauricio Macri y ahora el empresario suena como candidato a gobernador de Eduardo Duhalde, quien, por su parte, también parece impulsar a Felipe Solá del mismo modo en que antes entronó a Néstor Kirchner como candidato a presidente. La rueda gira interminable.

Veredicto II:

Falta de liderazgo

Efectivamente, ninguno de los consultados reconoce a un referente como líder indiscutido del vasto firmamento opositor. Sin embargo, los jefes parciales de cada sector aspiran a encabezar las futuras edificaciones electorales y se taponan mutuamente. Carrió cree que el segundo lugar de su fuerza la califica como jefa natural. Pero algunos de sus aliados consideran que su desempeño electoral del año pasado marcó su techo y es tiempo de compartir la silla. Mauricio Macri quiere afirmarse en la gestión comunal y preservarse como postulante para 2011. Sin embargo sus eventuales socios del PJ opositor lo acusan de carecer de un partido vigoroso y le piden recorrer la Argentina sin más demora. Los socialistas consideran que el crecimiento de Hermes Binner, primero como intendente y ahora como gobernador de Santa Fe, lo convierte en el candidato presidencial lógico. A Eduardo Duhalde o Alberto Rodríguez Saá ni siquiera se les pasa por la cabeza que su cuarto de hora ya pasó.

En la UCR afirman que son la única fuerza opositora con representación a nivel nacional, en especial a través de diferentes gobiernos municipales, y por lo tanto creen que una fórmula opositora debería contemplarlos. Sus socios le responden que cuando fueron solos a una competencia presidencial su desempeño electoral fue catastrófico.

"La oposición está llena de veleidades -sentencia Luiz Juez, el pintoresco jefe de la oposición cordobesa-. Se da más importancia a los personalismos que a las necesidades de la construcción y por eso la respuesta es ´si no encabezo no acompaño . Binner y Carrió, por ejemplo, son dos tipos que piensan más o menos parecido pero no se juntan. A Carrió le podés cuestionar sus posiciones extremadamente místicas pero nadie puede poner en duda su carácter ético; a Binner se le puede achacar cierta temerosidad a la hora de tomar decisiones contundentes y manejos impulsivos, pero no su conducta ética, su honestidad y sus valores. En el oficialismo para juntarse no tienen prejuicios, alcanza con que puedan hacer buenos negocios, no hace falta que comulguen valores. Por eso, por momentos, el kirchnerismo luce como más inteligente que la oposición, más astuto, incluso el peronismo opositor de Duhalde".

Veredicto III:

Dudas sobre la capacidad de gobierno

En los últimos sesenta años de la historia argentina, los únicos presidentes que lograron terminar sus mandatos fueron justicialistas: Juan Domingo Perón, Carlos Menem y Néstor Kirchner. El dato, sumado a los finales abruptos de las experiencias de poder del alfonsinismo y de la Alianza, carga sobre el cuello opositor el yugo de la desconfianza frente a sus condiciones para garantizar la gobernabilidad. Un eventual balance positivo de las gestiones de Macri en la Capital Federal, Binner en Santa Fe y Fabiana Ríos en la eternamente deficitaria Tierra del Fuego otorgaría a cualquiera de los tres una fortaleza adicional para enfrentar las prevenciones del electorado sobre sus condiciones de gobierno. Pero la asociación entre peronismo y gobernabilidad, incluso cuando presidentes justicialistas tampoco concluyeron sus mandatos como Eduardo Duhalde o Adolfo Rodríguez Saá, es una valla adicional para los desafíos de la oposición.

"Si confirmamos una buena gestión podremos demostrar capacidad de gobernar, pero también hay que transformar la realidad de la Ciudad porque no se trata sólo de cumplir un mandato -dice Jorge Macri-. No es tan simple como estar a favor o en contra del peronismo, pero nos parece imprescindible que un sector del peronismo se diferencie del kirchnerismo y que se salve de la debacle que implicaría un mal gobierno".

La complejidad que plantea ser gobierno en Argentina también obliga a los propios peronistas opositores a reconocer limitaciones. "Después de la crisis institucional de 2001, que todavía no fue superada, es posible que un solo partido no sea suficiente para gobernar. Se necesita una construcción política sólida que tenga como raíz acuerdos programáticos, de políticas de Estado", plantea el lavagnista Sarghini.

Juez ofrece, en cambio, una respuesta con encanto idealista: "Está instalado que no podés gestionar si no te subordinás al poder. Y es al revés: podés gestionar con mayor humildad, con una terrible cuota de austeridad, pero no podés gestionar sin convicción".





En el Partido Socialista, el análisis sobre la vinculación entre peronismo y gobernabilidad plantea prevenciones. "El fracaso de la Alianza dejó la percepción de que los únicos que pueden gobernar el país son los peronistas. Eso es serio. Pero lo peor que puede pasar ahora es que la alternativa nacional se dé dentro de la puja interna del PJ -dice Giustiniani-. Por eso hay que construir una alternativa, que tendrá una cantidad de bases peronistas que puedan ver una fuerza progresista en serio, pero no en la lógica de la interna justicialista, que es otra cuestión". El recelo del senador socialista anticipa una última sentencia en el juicio a la oposición.

Veredicto IV:

Juntos, no amontonados


Un proverbio persa afirma que la paciencia es un árbol de raíces amargas pero frutos dulces. El problema es que las urgencias electorales siempre van a contrapelo del estoicismo que exige esperar que la cosecha madure.

"En el Partido Socialista no queremos repetir experiencias que no funcionaron. No estamos de acuerdo en unir todo detrás de un amplio arco no kirchnerista. Por eso nuestra construcción tiene una limitación: no puede ser inmediata -reconoce Giustiniani-. Muchas veces no hemos respondido con la celeridad necesaria, pero se enmarca en lo anterior. A veces la sociedad dice que se unan todos, pero es un mensaje fácil, nosotros creemos que la respuesta es unirnos donde hay coincidencias programáticas".

Hay que pisar la pelota. Eso dice el senador Gerardo Morales, titular de la UCR: "No hay que ponerse locos. Hay que pisar la pelota. No estamos urgidos a armar un gran frente electoral. En 2009 va a ganar la oposición. Y en 2011 va a haber tres grandes fuerzas: el kirchnerismo y sus satélites, el peronismo disidente y Macri, y después el Radicalismo, la Coalición y el Socialismo. Hay que ir despacio. Sin ansiedades ni oportunismos. El Radicalismo necesita un dirigente con el consenso de Julio Cobos. Es cierto que no nos sobran. Y necesitamos que quienes se fueron vuelvan. Pero también necesitamos perdurar en el tiempo como organización. Y no se perdura con personas, sino recuperando el vínculo con la gente y garantizando cambios en nuestra estructura interna que modernice el partido y rompa con las viejas burocracias". Aunque no los nombra, Morales alude al alfonsinismo bonaerense encabezado por Federico Storani y Leopoldo Moreau que de buenas a primeras se convirtió en el principal promotor del regreso de Cobos para resurgir detrás de sus espaldas. "En la UCR algunos creen que se van a salvar porque encontraron a Cobos -dice Juez-. Y lo peor que les puede pasar es que Moreau se convierta en el vocero de Cobos y busquen reconstruirse sin autocrítica, sin reflexionar sobre la situación que dejaron".

La historia de la oposición se muestra plagada de ensayos electorales fallidos, que sólo alcanzan para garantizar unos puestos en el Congreso. Un amor de verano rara vez se proyecta en un matrimonio feliz.

Carrió también fija límites para un frente. "No voy a volver a los partidos de donde me fui por los corruptos", responde. Y se ríe de los ensayos del peronismo opositor con Duhalde a la cabeza. "Son sexagenarios con excitación adolescente bailando en la cubierta de un barco", ilustra en tónica literaria.

Entre la insuficiencia de la soledad y los riesgos de las uniones, la oposición deberá encontrar el punto justo para que la suma no termine por restar. Margarita Stolbizer, quien abandonó la UCR y se alió a Carrió en la provincia de Buenos Aires, rechazó una invitación telefónica de allegados a Cobos para volver. "No voy a inclinarme por falsas opciones que después se desmoronan, porque surgen del partido de gobierno y no de la oposición. El año pasado muchos me decían que teníamos que apoyar a Lavagna. Y terminó siendo una gran estafa. Tres meses después de la elección dijo que nunca había sido opositor. No se puede construir desde el amontonamiento".





Como los fumadores para quienes es más sencillo reconocer los perjuicios del cigarrillo antes que abandonarlo, los dirigentes de la oposición muestran precisión al identificar las causas de sus desventuras pero impotencia en el momento de sortear los obstáculos que los llevan a tropezar con piedras conocidas. Siempre, se sabe, es más fácil ver la paja en el ojo ajeno. A su vez, las críticas hacia sus vecinos tiene un límite: nunca se sabe con quién se deberá convivir mañana. Al menos, como proclaman las terapias populares, la primera condición para resolver el problema es reconocerlo.

No hay comentarios.: