30 de agosto de 2008

- ESPAÑA -




El problema no es el informe




Por Silvia Pisani
Opinión - La Nación
Corresponsal en España



Son horas ruidosas en el vínculo entre el gobierno argentino y el español. Vínculo que es, por cierto, el más importante que tiene nuestro país en Europa. Son, también, horas extrañas porque lo que se advierte son esfuerzos contrapuestos. Como dos locomotoras en sentido contrario.

Mientras en Buenos Aires se pone altavoz al enojo de la Presidenta con un informe crítico del Banco de España, aquí el empeño es exactamente el contrario: se le niega toda trascendencia al asunto, reducido al plano de anécdota. O, en todo caso, de hipersensibilidad. O de hiperreacción.

Quien frecuente la sede del gobierno español, o su Ministerio de Relaciones Exteriores, o cualquier instituto de estudios estratégicos, escuchará lo mismo. Que el enojo de la Presidenta no es determinante en la formalidad de la relación bilateral. En todo caso, podría decirse que no la ayuda.

Sí escuchará, en cambio, que los problemas que vienen perturbando ese vínculo son otros. Y que parecen contradictorios con el deseo declarado de trabajar para que ese lazo sea más fuerte, más ambicioso.

Tan clara es aquí la idea de que la "miga" va por otro lado que hubo quien apeló al absurdo para imaginar lo que ocurriría en el supuesto ?difícil de concebir, pero nunca se sabe? de que Buenos Aires quisiera llevar el informe de la ira a la relación entre gobiernos.

En el ejercicio de simulación, no hacen falta más que un minuto y una veintena de palabras para terminar con el expediente. Una escena podría ser: "¡Qué pena, Cristina! Entiendo tu enojo. El problema es que el banco es independiente. Nada puedo hacer, pero no sabes cómo te entiendo: a nosotros nos critica bastante seguido. Oye, por cierto, ¿cómo están Néstor y los críos?"

Y punto final.

Eso con la comodidad del trato de "tú" y de "vos" que la Presidenta dispensa a varios miembros del gobierno socialista de José Luis Rodríguez Zapatero, incluido el propio Rodríguez Zapatero.

El informe del banco, aquí, no es la materia principal. Sí, en cambio, hizo que se alzara alguna ceja el esfuerzo puesto en la réplica. Esa operación incluyó a la presidenta argentina, a su jefe de Gabinete y a un ministro. Y también inspiró la producción de un audio en el que la jefa del Estado ?en una curiosa parodia de entrevista? explicitaba su punto de vista.

Y si eso llamó la atención fue, también, porque en España hay varios informes de contenido similar al que generó todo ese despliegue?

Otra cosa es la agenda. Quienes trabajan en la agenda bilateral batallan, desde hace años, contra los mismos ruidos. YPF-Repsol, Gas, Prisa, Aguas de Barcelona. Y Aerolíneas Argentinas, que hace dos décadas que va y que viene.

Pero, más que eso, lo que hace ruido son las promesas incumplidas de encontrar un mecanismo que quite, por fin, su condición de escollo para un vínculo bilateral que debe hacer fuerza contra la urgencia del respingo cada vez que quiere estirar el cuello. Son los mismos escollos contra los que se tropieza desde hace años. Saben a lo mismo.

Incluso cuando la relación se aborda con un gobierno socialista que, si bien respalda a las empresas españolas, no les extiende un certificado de inmunidad.

"Apoyamos a las empresas que actúan con responsabilidad", suele ser el discurso de Zapatero. Y son más que palabras: su administración ha sufrido críticas internas por mostrarse comprensivo ante gobiernos de la región que protestaron contra inversores que "no hicieron las cosas bien".

Los problemas en la relación bilateral son otros y más complejos que el informe de dos oscuros economistas. Pero aun con ser otros y ser más complejos, ni ellos ni esta última tormenta dentro de un vaso de agua atentan, aquí, contra el, tantas veces anunciado, viaje de Cristina Fernández de Kirchner a España.

Se lo escucha en todo estamento español: que la Presidenta puede venir cuando quiera. Que, aquí, recibir a los gobernantes de la Argentina no es nunca inconveniente.

Sobre todo, para esta España que crece en el Primer Mundo, pero que reconoce como principal particularidad y fuerza de su diplomacia el lazo con América latina. Una condición única que da intensidad a Madrid en el mapa mundial, mapa en el que se integra cada vez más.

En los seis primeros meses del año, el gobierno español recibió a una veintena de jefes de Estado. Cuatro de ellos, de países de América latina: Felipe Calderón, de México; Alan García, de Perú; Alvaro Uribe, de Colombia, y Hugo Chávez, de Venezuela.

Si con este último fue capaz de sortear un entredicho con el rey Juan Carlos, ¿cómo no será capaz de superarlo con dos economistas de planta que aún no pueden creer lo que está pasando?, dicen aquí.

"España siempre espera con los brazos abiertos", aseguró, semanas atrás, la secretaria de Estado para Iberoamérica, Trinidad Jiménez. En diálogo con LA NACION, la funcionaria aseguró que ni siquiera en junio último, cuando el gobierno de nuestro país sinceró su intención de estatizar Aerolíneas Argentinas, se le cruzó a Madrid la idea de reconsiderar una visita de Cristina Kirchner.

"En aquella ocasión, la visita fue cancelada desde Buenos Aires y por problemas de agenda de Buenos Aires, no por tensiones con España", subrayó la funcionaria.

En Madrid, el enojo de Cristina quedó en anécdota. El problema no es el informe sino la Argentina de la que habla.

Aunque la Presidenta haya desacreditado al banco central español hasta asimilarlo con un " broker de mercado", eso no alcanza para cambiar la percepción que aquí se tiene de nuestro país. Más bien la refuerza.

Lo que sí hay aquí ?se palpa, se advierte? es respeto por lo que fue, por lo que es. Y una enorme ilusión por lo que podría ser.

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