29 de junio de 2008

- ALTIPLANO -




Las alhajas de la Quebrada


Por Pepe Eliaschev

Diario Perfil



¿Qué Argentina? La escena que relataré transcurre en un lugar casi imposible de descifrar desde la confusa crispación de la Capital Federal.


Son las 9 de la noche y por las angostas e imperfectas calles de Tilcara circula un viento rotundo y gélido. Al pie de los montes, la pequeña ciudad de la Quebrada de Humahuaca se recoge con esa prolija modestia que la define. Los sitios para comer son escasos en este corazón de la temporada baja, pero en el Progreso puede uno buscar y conseguir refugio nutriente y esplendida comida. Antes de trasponer la puerta, sobre la cual han grabado en la fachada superior el año de 1917, en que fue construida esa casa de una sola planta, es posible divisar el oscuro y a la vez brillante cielo nocturno de los arrabales de la Puna.

El Progreso ofrece reparo a no más de treinta comensales, pero nos dicen que al menos veinte de los cubiertos están ya reservados. Al estudiar la carta, ornada de platos hechos a base de carne de llama, quinoa, humitas y tamales, advertimos que una pareja relativamente joven ya ha comenzado a cenar. El varón come y consulta su blackberry, leyendo mensajes y revisando su correo. Ella, rubia y guapa, también come con buen apetito. De rato en rato, él comparte con ella algún mensaje y cuando suena el teléfono ambos lo intercambian, contándole a una tercera parte las delicias de lo que están saboreando.

Mientras nosotros damos cuenta de un necesario Cabernet Sauvignon que nos pertreche de calor en la noche del altiplano, la escena de la pareja blackberrizada es un poco exótica, sobre todo cuando ingresan al local los músicos de Quita Pesares, un quinteto tilcareño que lentamente arma sus instrumentos. Charangos, sikus y percusión se van ubicando y los primeros acordes suenan, angustiados, irresistibles, transmisores de una antigua tristeza.

A medida que los músicos van haciendo lo suyo, ingresa al Progreso una patrulla de extranjeros. Son los de los veinte cubiertos reservados, adolescentes norteamericanos provenientes de California que recorren América latina procurando que se les pegue algo de español.

La pareja blackberrizada y los veinte chicos californianos habitan ese espacio como parte de un escenario cambiante en el que se hablan lenguajes diversos y se viven eras similarmente fracturadas. Los músicos saben que casi nadie los escucha y cuando nos acercamos a ellos para disfrutar de cerca su trabajo, que es un recorrido talentoso por los ritmos de la cultura andina, desde Venezuela a Chile, incluyendo Ecuador, Bolivia, Perú y Argentina, nos confiesan que tocan casi para ellos, de modo que agradecen que nos amuchemos a ellos, ya con la segunda botella de Cabernet en consumo.
Todo sucede en un rincón distinguido y poco pretencioso, mientras un fuego pequeño arde en la salamandra del restaurante y los dueños del local, que cocinan y sirven la comida, tramitan todo con insuperable gracia.

Con sus 2.700 metros de altura sobre el nivel del mar, Tilcara es una de las alhajas de la Quebrada, un sitio donde todavía se respiran aires pretéritos y se vive a velocidades decentes. Los lugareños son mesurados y respetuosos, aunque a menudo se percibe en la siesta inexorable un aire de época perimida, solo salpimentado por el uso de los celulares. El paisaje todo enseña y disciplina al porteño gritón y vanidoso: esos argentinos de Jujuy no son demasiado diferentes de los bolivianos y peruanos proverbialmente estereotipados.

¿Qué Argentina? El turismo receptivo funciona vorazmente en varios paraísos argentinos. En Purmamarca tomamos el té junto a dos bellas muchachas que hablaban francés; hay californianos en Tilcara; en la desesperantemente encantadora iglesita de Uquía, la de los ángeles arcabuceros, había turistas brasileños; y en el maravilloso convento del Marqués de Yavi, escuché hablar en alemán.
¿Qué Argentina? La pareja blackberrizada era local y para ellos era compatible enviar mensajes de texto mientras comían carne de llama y los Quita Pesares entonaban una melodía de Ricardo Vilca.

Aires de extrañeza, resaltados por esa monumental sencillez de adobe y piedras que diagrama la vida semibucólica de estos andurriales del fenecido imperio inca.
Me los imagino en estas tierras a Cristina y sus “stiletto heels” y a su marido con unos trajes cruzados y mocasines que pretenden remitir a esos años setenta que él adora. Me los imagino por estas calles nobles y apacibles a los D’Elía, a los Kunkel, a los Moreno, sus modos, sus desplantes, su dureza vertical.
¿Qué Argentina? ¿La de los puesteros que venden coloridas y respetables frazadas en los puestos de la plaza de Tilcara o la de los dueños de esos hostales de ensueño que embellecen la majestuosa armonía de Purmamarca?

Las montañas son marrones y verdes y rosadas y azules a medida que el día se consume bajo ese azul de pureza insultante, demostrativo de que otra vida es posible. Al pie de ellas, capas y culturas divergentes coexisten sin furia.
Los nómades digitales que hablan con ultramar desde esas calles polvorientas en temporada seca, empuñan sus celulares a metros de un mercado municipal en el que se pueden comprar deliciosas y muy sanadoras hojas de coca elegida, con las que coquearemos con fruición o con las que beberemos reparadores tés.

Varias galaxias nadan en esta superficie y no parecen chocar. Son almas convergentes en sus discrepancias culturales profundas, pero comunes entre ellas porque cuestionan la ira desaforada y la ilegalidad galopante que prevalecen en el omnímodo control central del país.

En una de esas esquinas tilcareñas, sobre la puerta de un local impersonal se informa que en su interior fueron velados los restos del general Juan Galo Lavalle. El unitario Lavalle mató al federal Dorrego, pero sin embargo nunca se hizo tanto como ahora para gobernar a la Argentina como en esta era de inexpugnable unitarismo.

- LAS MUJERES SABIAS -




Moliere en Buenos Aires


En la Sala Martín Coronado del Teatro General San Martín, Complejo Taeatral de Buenos Aires, se presenta desde no hace muchos días “Las Mujeres Sabias”, una versión moderna y desacartonada de la obra de Molière.

Una excelente puesta con exquisita grandilocuencia, despliegue de vestuario, sonido, escenografita y luminotecnia, utilizando toda la logística de la Martín Coronado.




Realmente nos encontramos frente a una “joyita” teatral, que en muy pocos teatros se podría realizar con semejante despliegue de maquinaria, talento y tecnología.

No podemos olvidar la actuación, la música en vivo y una sorprendente interpretación de canto en el final.

Con dirección de Willy Lnadín y actuación de Graciela Araujo, Rita Terranova, Tony Lestingi, Luis Campos y elenco, esta obra se presenta como una versión moderna de una obra en la que Molière se burla de la afectación, el engreimiento y la estupidez de insípidos poetas y falsos eruditos.





Músicos: César Tello, Soledad Grigeria, Damián Ramírez y Florencia Stabilini. Coreografía: Miguel Ángel Elías. Vestuario: Nidia Ponce.

Gracias por la puesta y la osadía!!

Ricardo A. Carrasquet

27 de junio de 2008

- ALFONSINA -




Alfonsina Storni

LA POETISA ARGENTINA



Alfonsina Storni, poetisa contemporánea argentina, nació un 29 de mayo de 1892, en la ciudad de Laggagia, Suiza, y emigró con sus padres a la Argentina cuando era una niña. Durante su infancia vivió en la provincia de San Juan, trabajando desde temprana edad para ayudar a sus padres. Se graduó como maestra, ejerciendo el magisterio al mismo tiempo que se dedicaba al periodismo, usando el pseudónimo de Tao-Lao.





Sus colaboraciones fueron publicadas en el diario La Nación de Buenos Aires, diversas revistas y algunos diarios americanos. Su obra poética nace de su gran sensibilidad anímica y abarca desde el postmodernismo hasta una posición singular dentro de las corrientes vanguardistas de la época.

Nunca dio en sus poemas la sensación de naturaleza, ni tibieza de hogar, pero evocó mejor su ciudad, el tráfico de las calles, la monotonía de los altos edificios, los trenes, los parques urbanos. No obstante, la nota más persistente en ella es el amor, entendido casi siempre como una especie de furor, contrastante sentimiento romántico con notas irónicas, la dualidad entre el ser y el no ser.





Todos sus sentimientos los confiesa sin veladuras en siete libros. Los cuatro primeros: "La inquietud del rosal" (1916), "El dulce daño" 1918), "Irremediablemente" (1919) y "Languidez" (1920), son íntimos y personales, mientras que los otros tres: "Ocre" (1925), "Mundo de siete pozos" (1936) y "Mascarilla y trébol" (1938), constituyen obras más reposadas y cerebrales, llenas de simbolismos y abstracciones.

Algunas de sus obras inéditas fueron publicadas en Buenos Aires, en el año 1960; tal es el caso de "Cinco Cartas y una golondrina" y "Poemas olvidados". Aquejada de una enfermedad, entonces incurable, se suicidó, arrojándose al mar en la ciudad de Mar del Plata, República Argentina, en 1938. Pocos días antes de su muerte escribió "Voy a dormir", poema que revela sus claros deseos de suicidio.





Alfonsina Storni escribió en 1919: La mujer podrá no desear participar en la lucha política, pero desde el momento que piensa y discute en voz alta las ventajas o errores del feminismo, es ya feminista, pues feminismo es el ejercicio del pensamiento de la mujer, en cualquier campo de la actividad.

Se quita la vida en Mar del Plata, un 25 de octubre de 1938.


26 de junio de 2008

- CHINA -




China, ese objeto del deseo

Por Susana Reinoso
Opinión - La Nación




Cuando mañana, el jefe de gobierno porteño, Mauricio Macri, se embarque hacia China, llevará en su maleta dos interesantes propuestas culturales, algo que las autoridades y los empresarios chinos tienen en alta estima. En el coloso asiático, el camino que abre la cultura es indisoluble, aunque en el mundo puro y duro de los negocios las cosas marchan a ritmo diferente. Con el impulso del ministro de Cultura, Hernán Lombardi, embarcado en la ofensiva estratégica de instalar cultural y turísticamente a Buenos Aires por todo lo alto en el mercado de las ferias internacionales, Macri propondrá a sus anfitriones la creación de la Cátedra Abierta de Tango en la monumental Universidad de Pekín y la apertura de una oficina turístico-cultural permanente del gobierno porteño en la capital china, como las que los principales países europeos empezaron a abrir en Pekín en los últimos años, para promocionar las ventajas comparativas de su cultura y su geografía. El promedio de chinos que cada año deja su país con fines turísticos supera con creces los 40 millones. Cuanto mayor es su crecimiento económico, más destinos turísticos extranjeros eligen. De allí que la Unión Europea simplificara hace cuatro años los trámites de "visado" para los turistas chinos.





En el restaurante El Obelisco, cuyo dueño es el multimillonario empresario chino Liu Zan, tan enamorado de Buenos Aires que hasta hizo construir una réplica del porteño símbolo de la avenida 9 de julio en los jardines exteriores de su negocio gastronómico y mandó a su hija a estudiar español a esta capital, Macri recibirá las repercusiones que esta semana cosechó la avant première del documental argentino-chino Viaje chino al fin del mundo . El productor ejecutivo, Alvaro Fontana, que viajó para el estreno, aún ayer no reaccionaba. En el Espacio Incaa, abierto en el restaurante El Obelisco, a instancias del ex presidente del Instituto de Cine (Incaa) Jorge Alvarez, más de 200 personas vieron el documental realizado por el argentino Víctor Ramos, que aborda el viaje interminable de los inmigrantes chinos que se radicaron en la Argentina, cuyas familias viven en la China profunda, la que cada día ve emigrar a miles de habitantes del campo a las ciudades, cuyo crecimiento es deslumbrante.

Paralelamente al Festival Internacional de Cine de Shanghai, que la semana última ganó Mukha , ópera prima del ruso Vladimir Kott, los productores argentinos estrenaron también en el corazón financiero de China el documental Postales chinas . Desde Pekín, Fontana comparte con LA NACION la favorable recepción de ambas producciones culturales, a cuya cita no faltaron ni los medios ni las autoridades diplomáticas argentinas ni los anfitriones oficiales, encabezados por el vicepresidente chino y el alcalde de Pekín.





Tanto las propuestas culturales de Macri como los documentales referidos son apenas pequeños guijarros en un camino vasto que la Argentina aún no ha empezado a construir con China. Pruebas al canto: Alvarez firmó en 2007 convenios de cooperación cultural que apuntaban a sentar las bases de una futura ciudad del cine -con capitales chinos y locales- en cercanías de La Plata, similar a la que existe en la ciudad china de Hengdian. La salida de Alvarez hibernó los convenios firmados.

25 de junio de 2008

- GINASTERA -




Alberto Ginastera


A 25 años de su muerte


Un renovador y creador musical




Nació en Buenos Aires, Argentina, el 11 de abril de 1916.
Su primer trabajo importante fue el ballet Penambí, que lo hizo conocido en toda Argentina.

De 1945 a 1948 abandona su país debido a su pésima relación con Perón. Va para Estados Unidos, donde estudia con Copland y Tanglewood.





Cerca de 1956 expande su estilo musical más allá de los límites de la su territorio. Es la época de excelentes trabajos.
En 1969 sale nuevamente de Argentina y va a vivir en Ginebra, Suíza.
Su música es esencialmente tradicionalista. Una ecléctica síntesis de técnicas de varias escuelas musicales está evidente en su composición más famosa, la ópera Bomarzo.

Quedó famoso como compositor de fuerte sentimiento nacionalista, a pesar de haber influencias de la música internacional que se producía en Europa después de la Segunda Guerra Mundial.





Su obra puede ser dividida en 3 períodos: nacionalismo objetivo, nacionalismo subjetivo y neo-expresionismo.

Sus primeros trabajos pertenecen al primer período. Él caracterizó ese período como una etapa de "nacionalismo objetivo" en el cual las características de la música folklórica se reproducían abiertamente. Usa el folklore argentino y es influenciado por Stravinsky, Bartok y Falla. Son de este período: Danzas Argentinas op. 2 para piano, Estancia (ballet), las Cinco Canciones Populares Argentinas, Las horas de una estancia y Pampeana nº 1. El estreno de la suite orquestal de su ballet Estancia, consolidó su posición dentro de Argentina.





A partir de 1948 comienza a usar técnicas de composición más avanzadas. Es el período de nacionalismo subjetivo, sin posiciones revolucionarias. Abandona los elementos populares tradicionales a pesar de continuar a usarlos simbólicamente. Jamás abandona las tradiciones argentinas. Son de esta fase Pampeana n. 3 para orquesta, y Sonata para piano n. 1. Durante ese segundo período, que comienza con la Sonata para piano, Ginastera adoptó la técnica dodecafónica.

Su concepción a respecto de la técnica siempre fue libre y totalmente personal y su música tuvo siempre características inconfundiblemente nacionalistas. El Cuarteto de cuerda nº 2 tiene la misma calidad rítmica que aparecía en sus primeras obras y, a pesar del uso de técnicas dodecafónicas, ese cuarteto es esencialmente tonal. En este período las características étnicas, a pesar de presentes con una forma sublimada, se aplican de una manera menos consciente.





El período neo-expresionista, comienza aproximadamente en 1958. Está marcado por una busca continua de los procedimientos técnicos más avanzados y una disminución de la importancia que hasta poco otorgara a las características nacionales explícitas. No hay más folklore pero continúa habiendo elementos argentinos, como él mismo dijo.

Además de una aproximación cada vez mayor a la forma dodecafónica, respondió a algunas de las nuevas corrientes que surgieron después de la Segunda Guerra Mundial integrando ciertos aspectos de la composición aleatoria y microtonal dentro de su propia orientación estilística general.





Las obras más importantes de este período fueron las óperas Don Rodrigo, Bomarzo y Beatrix Cenci, que tuvieron gran éxito y lo situaron como el compositor latinoamericano más importante de su tiempo. De este último período tenemos aún dos Conciertos para piano, un Concierto para violín, el Popul Vuh para orquesta, el Concierto n. 2 para cello y orquesta y la Cantata para América Mágica.

Murió en Ginebra, Suíza, un día como hoy, 25 de junio pero de 1983.

24 de junio de 2008

- AL "A" -




PASAJE ROVERANO

El único edificio de la ciudad con acceso directo al subte

Avenida de Mayo 560 - data de 1878



Eliot Ness no hubiera desentonado como habitué del restaurante Ley Seca. Claro que tendría que haber cambiado Chicago por estas latitudes, más precisamente por el pasaje Roverano, en la Avenida de Mayo 560, barrio de Montserrat. La curiosa denominación de la casa de comidas identifica a uno de los locales tradicionales del pasaje, que conecta la avenida con la calle Hipólito Yrigoyen. La planta baja es una galería. Menudean en ella los negocios de confección de tarjetas personales y sellos, y cerrajerías.

Al restaurante le disputa nombradía en el lugar la centenaria peluquería Romano. Su antigüedad la testimonian sus maderas originales y su mobiliario. Y una fomentera, cuyo admirable aspecto se impone apenas se ingresa. Es un elemento decorativo ahora, pero en épocas pasadas en ella se calentaban los paños para los fomentos faciales que se les colocaban a los recién rasurados. ¿Frecuentadores? "Por la ubicación, siempre hemos tenido muchos legisladores", dice Juan Romano. "Cuando era jefe de gobierno, venía Aníbal Ibarra. Hoy, nuestro cliente más destacado -añade, con indisimulado orgullo- es monseñor Jorge Bergoglio. Pide turno y se cruza."

La casa y el pasaje, de estilo neoclásico, los hicieron construir los hermanos Angel y Pascual Roverano en 1878 -antes de la apertura de la avenida-, es decir que está en su 130° aniversario. Desde 1966, la entonces municipalidad le otorgó el grado de "protección integral". El inmueble del Roverano (uno de los tres pasajes que tiene la Avenida de Mayo, junto con los de los palacios Barolo y Urquiza Anchorena) es el único que tiene acceso directo a una estación de subte con sus ascensores.

La edificación primitiva constaba de planta baja y primer piso. En aquélla se instalaron numerosas oficinas de abogados, por la vecindad con los tribunales, que por ese entonces funcionaban en el Cabildo (comparte medianera con el Roverano), mientras que el piso superior se destinó a alquiler de viviendas. Para la construcción de todo el inmueble se utilizó material importado de Europa, como puede observarse en sus vidrieras curvas y en sus ocho columnas de mármol ónix.

Como se dijo, una singularidad que no posee ningún otro sitio de la ciudad derivó de la autorización oficial dada a los propietarios, en 1915, para efectuar una comunicación entre el edificio y la estación Perú del subte A, que aún se conserva: desde cualquiera de los dos ascensores que hay en cada piso (ocho, actualmente) y desde la planta baja se accede a la estación. El encargado del Roverano, Mario Villalba, destaca la utilidad de esto en los días de lluvia. "Quienes tienen oficina o gente que está de paso, que quiere tomar el subte, simplemente bajan y así evitan mojarse. Se suman muchos turistas que en el Obelisco hacen la combinación para dirigirse a distintos lugares", comenta.

La apertura del bulevar, en 1894, que tuvo un toque inicialmente francés, pero que luego fue un "clásico" de la colectividad española, le creó al Roverano un "problemita": la traza concebida por el arquitecto e ingeniero Juan Buschiazzo lo privó de su fachada, hasta que en 1912 el arquitecto Eugenio Gantner inició su remodelación, concluida en 1918. Además de sumarle seis plantas, le agregó tres subsuelos.

En su largo historial, el edificio concebido casi a finales del siglo XIX -que fue la primera casa privada de la avenida- alberga hechos curiosos: según una versión, hacia 1920 un grupo de anarquistas alquiló una dependencia para sus reuniones en uno de los subsuelos, pero fueron desalojados a los dos meses por no pagar la renta, lo que podría catalogarse como una previsible postura de raíz ideológica. En 1970, en una de sus oficinas se concretó el encuentro de Ricardo Balbín con el delegado de Perón, Jorge Daniel Paladino, para lanzar la alianza bautizada La Hora del Pueblo.

Hay que destacar de modo especial las esporádicas apariciones en el edificio, en la década del 30, de Antoine de Saint-Exupéry. El autor de El Principito trabajaba para la Compañía Aérea Nacional, que tenía sede en el segundo piso, y pasaba a buscar las sacas de correo para hacer de cartero aéreo, en su monoplano, entre la Capital y la Patagonia.

Por Willy G. Bouillon
De la Redacción de LA NACION

23 de junio de 2008

- NUESTRA LOLA -




Lola Mora


PRECURSORA ESCULTURA



Dolores Mora de la Vega, Lola Mora
, la primera escultora argentina.

Nacida en Tucumán, según consta en su acta de bautismo, Lola Mora era hija de don Romualdo Alejandro Mora, argentino, y de doña Regina de la Vega, nacida en Santa Cruz de la Sierra, Bolivia, quienes tuvieron siete hijos: Paula, Regina, Romualdo, José, Dolores (Lola), Alejandro y Angélica.





En abril de 1867, para resguardarla de los riesgos de una sublevación del destacamento de la Guardia Nacional, don Romualdo Mora, jefe político de La Calendaria, envía a su familia a otra finca de su propiedad situada en la Villa Vieja de Trancas, provincia de Tucumán. Allí, Lola Mora pasó su infancia y estudió en el Colegio del Huerto de Tucumán donde brilló en las clases de arte.





Su gran talento la llevó a Buenos Aires y más tarde a Roma, Italia, donde llegó becada por el gobierno argentino. La calidad de sus obras le dio fama en toda Europa. Y al presentarse a un concurso para un grupo escultórico en homenaje a la reina Victoria de Inglaterra, que habría de emplazarse en Australia, su proyecto se impuso con toda claridad. Pero cuando llegó el momento de iniciar la construcción, se le exigió abandonar la ciudadanía argentina y adoptar la australiana, ya que se trataba de un homenaje del pueblo de Australia a su soberana. Lola no lo aceptó, y prefirió resignar el premio y la realización.





En la Argentina hay varias esculturas suyas entre las que se destaca "La Fuente de las Nereidas" ubicada en la Costanera Sur de Buenos Aires tras haber sido emplazada en pleno centro, en medio de una polémica que motivó su traslado. Lola Mora ganó mucho dinero pero todo lo perdió cuando regresó al país intentando diversas empresas, entre ellas una minera.





Después de su última aventura empresaria y completamente empobrecida, se trasladó a la ciudad de Salta donde perdió la razón y enfermó para morir el 7 de junio de 1936 en Buenos Aires a los 69 años.

En noviembre de 1997, ante el pedido de reconocimiento a nivel nacional presentado por la diputada y profesora Fanny Ceballos de Marín ante el Congreso de la Nación, el alto cuerpo dispuso la institución del 17 de noviembre, día del nacimiento de Lola Mora, como "Día Nacional del Escultor".

22 de junio de 2008

- FRACTURA -











Polariza y reinarás:

el antagonismo como estrategia


Cien días de conflicto, tensión política y malestar social pusieron a la sociedad argentina otra vez frente al espejo de sus peores demonios. Golpistas, oligarcas, intolerantes, patoteros, gorilas, pueblo, antipueblo, ricos y pobres, negros y blancos. ¿Hasta qué punto se puede tensar la cuerda de la polarización retórica sin caer en una profecía autocumplida?



Por Hilda Sábato
Enfoques - La Nación



De un lado el pueblo, del otro la antipatria. Esta es la fórmula que usó el ex presidente de la República, actual presidente del PJ y número uno del entorno de la Presidenta en ejercicio, Néstor Kirchner, para sintetizar el conflicto político en que está inmersa la Argentina desde hace más de cien días. No fue una fórmula aislada, sino que se articula con otras parecidas acuñadas por diversas figuras del gobierno y del partido gobernante en una retórica fundada en dicotomías y desplazamientos. El país aparece así dividido en dos: se está a favor o en contra del gobierno, lo que equivale a ser popular o antipopular, democrático o golpista, peronista o gorila.

Esta manera dicotómica de interpretar el conflicto político en términos de un polo que representaría al pueblo (la patria, la nación, la causa) enfrentado a otro que encarnaría al enemigo antipopular (la antipatria, la sinarquía, el régimen) y, por lo tanto, antinacional, fue característica de la vida política argentina de buena parte del siglo XX. Tanto el yrigoyenismo como el primer peronismo funcionaron sobre esas bases, pero también lo hicieron, con otras metáforas, las dictaduras militares. Esas imágenes fueron efectivas en la conformación de identidades políticas y tuvieron consecuencias en las formas en que se desenvolvieron los conflictos, con frecuencia reducidos a una confrontación amigo-enemigo que solo parecía poder resolverse a través de la violencia. Mucho se ha dicho y se ha escrito críticamente en los últimos treinta y cinco años sobre esta "tradición" política, en el marco de la valorización de la democracia y el pluralismo y de los esfuerzos que siguieron a la caída de la dictadura militar por construir una vida política sobre nuevas bases. Y no creo equivocarme si afirmo que en ese plano se lograron avances significativos. Fueron tres décadas y media muy duras para la mayoría de los argentinos, durante las cuales el desmantelamiento del estado, la destrucción del aparato productivo, la crisis económica y, sobre todo, la exclusión social, todos procesos iniciados durante la dictadura, no solo no lograron revertirse sino que se agudizaron. Sin embargo, y a pesar del desprestigio en que por momentos cayó la actividad política en general y sus cultores en particular, hubo un afianzamiento de valores y prácticas asociadas con la democracia, el pluralismo, el reconocimiento de la legitimidad de la diversidad y de las diferencias, y la aceptación del conflicto como inherente a la vida democrática. Si bien no sería difícil encontrar ejemplos que desmientan este diagnóstico quizá optimista, en general hay coincidencia en que estamos en ese camino.

Intransigencia

Por eso el discurso del gobierno "atrasa", es decir, retoma una manera de entender el conflicto, y también de procesarlo, que una buena parte de la sociedad argentina buscaba dejar atrás. En esa parte se incluían hasta hace muy poco la propia Presidenta y el ex presidente, así como otras figuras del gobierno y del PJ, quienes ganaron las elecciones con un discurso bastante diferente al que ahora despliegan. Y si bien algunos motivos de aquella retórica habían asomado ya en ocasiones anteriores, nunca lo hicieron con la contundencia y la intransigencia actuales.

Se podría argumentar que, en este caso, la representación dicotómica reflejaba la realidad de una manera más ajustada que la que hubieran permitido otras formas de caracterizar el problema. Es difícil, sin embargo, sostener ese argumento. En efecto, en una primera etapa, la disputa fue claramente sectorial: se dio entre un gobierno que, de acuerdo con sus facultades, tomó una medida que afectaba directamente a un sector -los que producen algunos bienes agropecuarios para la exportación, en especial soja- y las organizaciones corporativas de ese sector que salieron a protestar. Lo hicieron, además, según los mecanismos tradicionales de manifestación corporativa a los que agregaron los métodos más recientes de intervención, los piquetes y cortes de ruta, acciones que si bien han merecido críticas diversas han sido toleradas y hasta alentadas desde el gobierno en ocasiones anteriores. Por lo tanto, la protesta era acotada, refería a un problema específico y reunía a organizaciones que agrupan a sectores sociales muy diversos, con inclinaciones políticas también heterogéneas y, por lo tanto, no fácilmente ubicables en una representación polar del espectro político nacional. Es difícil reconocer en este conjunto a una oligarquía, y mucho más lo es asociarlo con el golpismo, por más que en su seno haya grupos que más de una vez alentaron y acompañaron a los gobiernos militares. Lo es más aún el identificarlo como opositor al "modelo económico" oficial en la medida en que, desde 2003 hasta hoy, el sector fue un pilar de ese modelo a la vez que un beneficiario directo de su implementación. Desde el primer momento, sin embargo, el gobierno optó por representarlo unitariamente como un antagonista esencial: los que protestaban eran la oligarquía, que siempre fue golpista, y que se levantaba ahora contra el gobierno popular en una acción antidemocrática. De allí en más, el deslizamiento era inevitable: cualquiera que no apoyara al gobierno en esta confrontación se colocaba en el polo opuesto. La dicotomía quedó, así, instalada desde el discurso oficial.

No me interesa aquí especular acerca de las razones por las cuales quienes nos gobiernan eligieron esa forma de entender el conflicto y de actuar en consecuencia, sino reflexionar sobre los efectos que éste ya ha tenido y seguramente seguirá teniendo en nuestra vida política. Las palabras pesan y, si bien es cierto que la eficacia de la retórica para generar representaciones colectivas no está garantizada, su incidencia en la vida política puede ser decisiva. En este caso, no podemos saber todavía cuánto del discurso polarizador ha calado en la sociedad argentina, pero es cierto que éste y las prácticas consiguientes han contribuido al menos a transformar una protesta sectorial en un conflicto político que involucra a todos y que todavía no se resuelve.

Así, el camino elegido no solo contribuyó a cohesionar a un conjunto de organizaciones que, como dijimos, es social, política y económicamente heterogéneo y reconoce rivalidades históricas, sino a despertar la militancia de sus bases, que esta vez han ido más allá que las dirigencias en la voluntad de defensa de sus intereses a través de la protesta. También ha favorecido la reacción de quienes, sin estar alineados con el campo y sus demandas, encontraron que el discurso oficial los dejaba afuera o, peor aún, los englobaba en el polo negativo de su definición política. Y que decidieron protestar para pedir cambios en la dirección que el gobierno imprimió a su accionar en relación al conflicto y sus derivados. Esta reacción de una parte de la sociedad argentina (no fácilmente encasillable en términos sociales, ideológicos ni políticos) fue asimilada rápidamente por el discurso oficial al accionar de las fuerzas antidemocráticas y, desde el poder, se montó una demostración alternativa en la Plaza de Mayo en nombre de la defensa del gobierno y de la democracia. Pero ¿estaba la democracia en peligro? ¿estaba el gobierno nacional en jaque?

La construcción de una imagen de la Argentina fragmentada en dos partes con aspiraciones nacionales antagónicas no parece responder a una realidad previa ni reflejar lo que buena parte de los argentinos queremos para nuestro país. Pero su puesta en circulación con la fuerza que da el poder político (resultado del apoyo electoral mayoritario) inevitablemente produce identificaciones y realineamientos. En este caso, además, la dicotomía viene cargada con contenidos históricos todavía presentes para una porción no menor de los argentinos, contenidos que, si bien no parecían tener mucho que ver con el país actual, pueden despertar reflejos, simpatías y rencores que realimenten la polarización. Y si sobre esa divisoria política se pretende imprimir un sesgo social, como en algún momento parecieron sugerirlo varios voceros del gobierno y del PJ, asimilando el pueblo peronista a las clases populares y la antipatria a los sectores medios y altos, la combinación puede tener resultados impredecibles en términos de la posibilidad de construcción de una nación relativamente integrada. Si hoy el mayor problema argentino sigue siendo la exclusión social, no es por medio del enfrentamiento retórico entre pueblo y antipatria que ese problema va a encontrar solución sino a través de políticas públicas activas que ni éste ni otros gobiernos en democracia han sabido o querido adoptar de manera sistemática.

Mientras tanto, en el juego discursivo en que hoy estamos envueltos, seguramente habrá quienes busquen reactivar viejas antinomias para encender pasiones, crear incertidumbre y generar efectos desestabilizadores destinados a favorecer sus intereses por medios que no son los que ofrece la vida institucional. La polarización retórica podría convertirse entonces en una profecía autocumplida. ¿Estaremos todavía a tiempo de salir de esta trampa?

21 de junio de 2008

- RUBENS -




MAESTRO RUBENS



Un clásico entre los clásicos





Peter Paul Rubens, nace en Siegen, actual Alemania, 29 de junio de 1577.

Pintor flamenco, uno de los más destacados de la escuela flamenca del siglo XVII, y considerado como el representante más genuino y completo del estilo barroco.
Su influencia fue enorme en la pintura europea, tanto por su amplísima producción como por la difusión de sus diseños mediante grabados.





Fue la gran figura del Barroco en la Europa del Norte. Las fuentes lo recuerdan como un gran humanista, un idealista clarividente, hombre reservado y honesto que despreció la actitud arrogante de los poderosos. Tuvo más influencia que Rembrandt a pesar de que a su pintura grandilocuente le falta algo de sinceridad.

En razón de las creencias religiosas de su padre, un abogado calvinista, pasó su primera infancia en la actual Alemania: Siegen y Colonia. En 1587, la muerte de su progenitor le permitió desplazarse a Amberes, donde estudió pintura con tres artistas poco conocidos; uno de ellos, Otto Vaenius, le indujo a realizar el tradicional viaje a Italia, que resultó decisivo para la formación del artista.





A lo largo de ocho años (1600-1608), recorrió los principales centros artísticos italianos y copió obras maestras para la colección de su mentor, el duque de Mantua. Durante el período italiano produjo sus primeras obras (La exaltación de la cruz, El bautismo de Cristo), muy influidas todavía por la pintura italiana y alejadas de su estilo de madurez. Lo más relevante de esta época es seguramente la serie de retratos aristocráticos que pintó en Génova.

Viajó a España en 1603, adonde fue enviado por el duque de Mantua para llevarle unos presentes a Felipe III y donde realizó algunas obras (Retrato ecueste del duque de Lerma). En 1608 regresó a Amberes debido a una grave enfermedad de su madre y se estableció definitivamente en esta ciudad, que sólo abandonó más adelante para la ejecución de encargos concretos. Abrió en Amberes una casa-taller en la que, con la colaboración de numerosos ayudantes especializados, ejecutó gran número de obras en respuesta a la multitud de encargos que recibía.





En las realizaciones de los años 1601-1614 (Adoración de los Magos, Anunciación, El descendimiento de la cruz), la personalidad artística de Rubens aparece ya definitivamente formada: grandiosidad y sentido dramático, dinamismo intenso, pasión por el dibujo. Paulatinamente, los intereses del artista se amplían y añade el género mitológico al religioso, así como el paisaje y el género costumbrista.

Mitológicas son, de hecho, algunas de sus obras más conocidas, como Las tres Gracias, el Rapto de las hijas de Leucipo o Diana y las ninfas, en las que resulta evidente la inclinación del artista hacia las musculaturas poderosas, las carnes sonrosadas y exuberantes y las tonalidades claras y alegres.

Rubens fue un caso extraordinario en la historia de la pintura, ya que en él se aunaban una inventiva casi ilimitada, el refinamiento del color, una deslumbrante capacidad de trabajo y, no en menor grado, habilidades comerciales y de trato personal. Su sofisticada educación y don de gentes le abrieron las puertas de todas las cortes europeas, lo que le permitió acaparar encargos. Organizó en Amberes un amplio taller, donde con la ayuda de discípulos produjo centenares de pinturas de todos los temas y formatos.

Allí falleció, un 30 de mayo de 1640.





Rubens fue un artista ambicioso, que no se asustaba ante ningún proyecto por grande que fuese (en palabras suyas), pero al mismo tiempo fue de trato accesible y muy atento con sus colegas. Llevó una vida tranquila, si bien llena de lujos, y se aficionó al coleccionismo. En Amberes subsiste la Rubenshuis, la Casa de Rubens, que recientemente exhibió una selección (forzosamente reducida) de los tesoros artísticos que reunió, luego dispersos por museos de todo el mundo.

Gracias a los encargos que le hizo Felipe IV, el Museo del Prado posee la colección más grande del mundo de obras de Rubens, con cerca de 80 pinturas catalogadas. Destacan en España otros ejemplos del artista en el Museo Thyssen-Bornemisza, Academia de San Fernando, MNAC de Barcelona, Palacio de Liria de Madrid...





Entre sus obras destacan:

Descendimiento de Cristo (de carácter religioso, realizado entre 1611 y 1612; Amberes)
Retrato ecuestre del duque de Lerma (retrato, 1603, Museo del Prado)
Las tres Gracias (mitológico, 1638, Museo del Prado)
Serie dedicada a la reina de Francia María de Médicis, en la que se encuentra El desembarco de María de Médicis en el puerto de Marsella (1622-1625, París, Museo del Louvre).
Autorretrato con su esposa Isabel Brant o Autorretrato con Isabella Brandt en el jardín del amor (hacia 1609-1610) (Múnich, Alte Pinakothek)
Los cuatro filósofos (Autorretrato con el hermano del artista, Justus Lipsius y Johannes Wouverius (hacia 1611) (Galería Palatina del Palacio Pitti, Florencia)
Caridad romana (pintura) (1612)
La caza del hipopótamo (1615-1616) (Múnich, Alte Pinakothek)
El rapto de las hijas de Leucipo (Hacia 1618) (Munich, Alte Pinakothek)
Paisaje con Filemón y Baucis (hacia 1619) (Museo de Historia del Arte, Viena)





Enrique IV de Francia recibiendo de Júpiter y Juno el retrato de María de Medicis (1621-1624) (Museo del Louvre)
El jardín del amor (1630-1638) (Museo del Prado)
Danza de aldeanos (1635) (Museo del Prado)
Juicio de Paris (1638) (Museo del Prado)
La Adoración de los Magos
También es autor de los bocetos y cartones de tapices empleados en el monasterio de Nuestra Señora de la Consolación, también conocido como Descalzas Reales (Madrid).



20 de junio de 2008

- ¿SERA ASÍ? -




La agonía del peronismo


Por Abel Posse
Para LA NACION



Agonía es palabra ambivalente, puede ser lucha de muerte o lucha para nueva vida. En los Kirchner muere un peronismo autoritario, que creyó que la democracia primaria es incompatible con el orden republicano.

El tema económico del campo fue la punta del iceberg. Ahora aparece la masa congelada y sumergida de un pueblo alzado contra una política tramposa, de mero poder, de malversación, de verticalismo no para la organización, sino para la sumisión.

La increíble tozudez del ciudadano Kirchner y la ausencia de voluntad de poder renovador en la Presidenta son la base de la convulsión política que vivimos.

Lo que se puede percibir de los mayores dirigentes del peronismo es que parecen haber aprendido la trágica lección de 1975, cuando no supieron reconducir el gobierno constitucional desviado y manejado entonces por López Rega.

Para (ya) numerosos dirigentes del peronismo, hay algunas convicciones prometedoras:

Es imposible silenciar un fracaso apañado por el "peronismo de poder", manejado desde la caja central, a sola firma y sostenido por el sospechoso centro de manejo económico (el grupo que impidió la "solución Lavagna", tal vez vislumbrada por Kirchner en enero, al sospechar, quizá, lo que se produjo ahora).

La Presidenta está todavía a tiempo para un viraje esencial, si decide entrar en diálogo con el país, que ya está en estado de asamblea. Habrá que desarticular el trasnochado clasismo y el ruinoso espíritu de confrontación. Será imprescindible la reorganización republicana del Estado y del Gobierno, devolviendo al Poder Legislativo y al Judicial la autonomía constitucional hoy hipotecada. El envío del tema de las retenciones a debate parlamentario es un paso positivo de respeto del orden institucional, pero si se ejecuta con la lealtad de un debate y no esperando la aprobación de mera forma, que equivaldría a una última afrenta a la voluntad republicana.

El peronismo tiene una deuda de republicanidad impaga desde 1946, y la crisis actual del kirchnerismo es el punto límite para pasar de partido de autócratas a partido moderno, de razón y decisión democrática. Desde 1946, el partido fue una correa de transmisión de la voluntad y la doctrina de su fundador. Los sucesivos gobiernos de su matriz oscilaron a izquierda o a derecha, según las circunstancias. La doctrina se transformó en vago sentimiento y las decisiones en oportunismo y "pragmatismo".

Después de la experiencia de 1976, los peronistas piensan que ya no es posible aceptar la pasividad cómplice, "verticalista", que tuvieron sus dirigentes ante la dupla Isabel-López Rega.

El peronismo demostró, a través de los años, un indudable poder de gobernabilidad y un lamentable poder para tornar ingobernables los gobiernos de otros.

Hoy las nuevas propuestas políticas, como las de Elisa Carrió o Mauricio Macri, corresponden a figuras que se afirmaron más personalmente que por sus organizaciones partidarias, todavía endebles, y todavía el peronismo, pese al flagrante fracaso actual, sigue siendo la única estructura con gobernabilidad nacional, al menos para superar la gravísima crisis.

Si la Presidenta comprende que recibió un regalo envenenado (imprevisión energética, mentira oficial del Indec, carencia de credibilidad internacional, inflación desestabilizante, inseguridad, corrupción descarada, violencia galopante y un incremento de la pobreza y la delincuencia desacorde con el crecimiento bruto que hubo, etc.) y tiene coraje de ser , el país se ahorraría el trauma de una sucesión conflictiva. Todas las cartas de acción están intactas para relanzar el país . Pero nadie imagina tres años y medio más por este camino de disolución institucional y de decisiones antieconómicas absurdas, en el momento de la mayor posibilidad histórica para capitalizarnos con el petróleo verde y rubio de nuestros cereales. (Tal vez una de las preocupaciones de Néstor Kirchner en sus noches patagónicas sea el asedio de esta pregunta: ¿y si a ella se le ocurre ser?)

En todas las reuniones de dirigentes peronistas exiliados del poder se recoge una preocupación unánime por salvar este último papelón de un partido que está en la disyuntiva de intervenir urgentemente en la crisis nacional actual o de tener que enfrentar el riesgo de desaparecer por su arrepublicanidad. Esto significaría salvar la circunstancia para salvarse. Aprovechar la única carta posible, que es la reorganización constitucional de la República, y enfrentar la crisis económica desde la posibilidad de poder relanzar nuestro entusiasmo productivo y exportador con la urgencia de un país autodañado, absurdamente frenado, como un pur sang amarrado a un carro de cartoneros.

Una salida anormal, traumática, costaría mucho. Si lográramos superar la esquizofrenia, en tres meses el país recobraría entusiasmo y confianza. Para eso el peronismo en el poder debería abandonar su sombrío búnker y enfrentar todos los temas que vienen trabando nuestra realidad. Pasar del conflicto patológico o perverso al diálogo. Empezando con todos los sectores del peronismo, los gobernadores y una mesa amplia de convergencia republicana, cuyo ámbito debería ser el Congreso, hoy en estado cataléptico.

Un crash del peronismo como el de 1976 tendría un enorme costo, al no existir una oposición consolidada que pueda aceptar el camino económico trazado sin el traumatismo, que ahora sería insoportable, de cambios de ideologías que alteraran demasiado en profundo nuestras estructuras, tan enfermas. El peronismo hoy es un ente gaseoso, invertebrado, sin perfiles definidos, y sin embargo sería el único instrumento para pasar del borde del caos a una modesta estabilidad que nos permitiera retomar el paso del éxito y de la reconquista de los espacios económicos que estamos perdiendo por ese demonio interior que acosa a los argentinos: la misteriosa y recurrente "nostalgia por la derrota" de la que hablaba Víctor Massuh.

El voluble peronismo posterior a Perón tiene una secreta fuerza, y es la de tener una masa electoral persistente, fiel a la nostalgia de un socialcristianismo que creó la mitología de la posibilidad de la justicia social y de erigirse en un partido cercano al dolor humano. El sentimiento popular persiste. Los dirigentes fallan y la doctrina envejece a la espera de una sintonización con la actualidad mundial.

El peronismo creó la reforma social más profunda, entre 1946 y 1955, y, curiosamente, la transformación liberal más aperturista, en los años 90. Es una máquina de poder y de clientelismo.

Hoy, para sobrevivir, tiene que comprender que sin orden republicano no sobrevive la democracia, por más que se obtenga la mayoría electoral. El gobierno todavía nonato de Cristina Kirchner es la prueba.

Son muchos ya los dirigentes y adherentes que sienten que el peronismo o supera la incapacidad de los Kirchner o desaparece por ridícula obsolescencia. Los micros y el choripán, los cien pesos de propina para la desganada muchedumbre falsificada son una grotesca caricatura de un fervor perdido e irrecuperable por este camino sin salida.

El autor es escritor y diplomático.

19 de junio de 2008

- ALBERDI -




Juan Bautista Alberdi


ANIVERSARIO DE SU FALLECIMIENTO



Político, jurisconsulto y escritor argentino. Nació en Tucumán, un 29 de agosto de 1810. Residió desde muy joven en Buenos Aires, ciudad en la que desarrolló una importante actividad política, cultural y social. Participó en la fundación del Salón literario y la Asociación de Mayo junto a Esteban Echeverría. Fundó el periódico La Moda y compuso algunas piezas musicales.





Decidido opositor al gobierno de Juan Manuel de Rosas, debió expatriarse y pasó casi toda su vida en el exilio. Hacia 1840 concluyó sus estudios de Derecho en Montevideo. Más tarde viajó por Europa y Sudamérica. Finalmente se estableció en Valparaíso (Chile), donde se dedicó a su profesión de abogado con gran éxito, pero sin abandonar la literatura y el periodismo. Ejerció una gran influencia en las instituciones políticas argentinas.

En 1852 escribió Bases para la organización política de la Confederación Argentina, tratado completo de Derecho público americano, prácticamente un «borrador» de la Constitución Nacional Argentina de 1853. Adherido a la Confederación y enfrentado a la política de Buenos Aires, en 1855 fue nombrado consejero del gobierno del general Justo José de Urquiza y representante plenipotenciario de la Confederación Argentina en la legaciones de París, Madrid y Londres.




Fue, junto a Domingo F. Sarmiento -con quien polemizó duramente en la Cartas Quillotanas-, uno de los intelectuales más importantes e influyentes de Argentina y América Latina durante el siglo XIX. Muchas de sus ideas y propuestas se plasmaron en el régimen político que se consolidó en los 80. La derrota de Urquiza ante Bartolomé Mitre en la batalla de Pavón (1861) le obligó a prolongar su exilio, permaneciendo en Francia. Regresó al país por un breve periodo de tiempo pero volvió a Francia, donde murió un día como hoy, 19 de junio, pero de 1884.





Posiblemente haya sido el portador una de las mentalidades más lúcidas del pensamiento argentino, autor de las "Bases y puntos de partida para la organización política de la Confederación Argentina”.

18 de junio de 2008

- BASTER KEATON -




EL COMICO MAS SERIO

DE TODOS LOS TIEMPOS


MISTER KEATON




Joseph Francis "Buster" Keaton nace en Piqua, Kansas, 4 de octubre de 1895.

Fue un famoso actor y director estadounidense de cine mudo cómico. Se caracterizó principalmente por su humor físico mientras mantenía un rostro inexpresivo en todo momento, lo cual le ganó su apodo, "Cara de palo". Al igual que sus contemporáneos, Keaton provino del vaudeville. Su padrino fue Harry Houdini, quien lo bautizó "Buster" (el destructor) tras verlo caer de una escalera sin una sola herida a la edad de tres años.





Nació el mismo año en que fue inventado el cine. Keaton fue criado en el mundo del vaudeville, actuando junto a sus padres (presentados como "Los Tres Keatons") desde la edad de tres años. Sus padres pertenecían a la Mohawk Medicine Company, igual que Houdini, y casualmente se encontraban en Kansas cuando Buster nació.

Su padre había sido periodista en el Oeste, y junto a Myra, su mujer, realizaba un número acrobático. El espectáculo debía de ser bastante impresionante, ya que Keaton hijo era lanzado desde un lado a otro del escenario y pisoteado. El sketch se llamaba El estropajo humano y sus padres fueron interrogados por las autoridades en varias ocasiones para comprobar que Buster no salía dañado.





Al momento que su carrera en el teatro comenzaba a florecer, Keaton comenzó a interesarse por la, entonces naciente, industria del cine. Decidió probar su suerte en el mundo de las películas y se unió a la unidad de cineastas de Fatty Arbuckle. El talento natural de Keaton para la comedia física llamó la atención de Arbuckle, quien pronto lo puso a coprotagonizar sus películas.

Buster rechazó una oferta del Winter Garden Theatre, que le ofrecía 250 dólares a la semana, por trabajar en películas por 40 dólares cada una. Keaton y Arbuckle se hicieron entonces amigos inseparables. Su primera película fue Fatty asesino (The Butcher Boy, 1917), y a partir de ahí, Keaton se empezaría a interesar cada vez más por los aspectos técnicos del cine. Según él mismo, para averiguar cómo funcionaba una cámara de cine, la destrozó en mil pedazos, y comenzó a interesarse por tipos de película, objetivos, proyección y otros aspectos de la cinematografía.





Tras cinco películas más con Fatty, se trasladaron con todo el equipo a California, y fue allí donde conoció a una de las famosas hermanas Talmadge, Natalia, con quien se casaría poco tiempo después. Volvió a casarse otras dos veces, con Mae Scribbens en el año 1933 y con Eleanor Harris en 1940.

Buster Keaton en el EjércitoEn el año 1918, fue llamado a filas para la Primera Guerra Mundial, y estuvo siete meses en Francia haciendo espectáculos para las tropas. Allí, fue cuando, debido a una infección en los oídos, se quedó prácticamente sordo para el resto de su vida.





Cuando volvió a Estados Unidos, Fatty estaba preparando su primer largometraje y Joseph Schenck le ofreció su productora para realizar sus propias películas como protagonista. Paradójicamente, en aquella época fue cuando Fatty dejó prácticamente de hacer cine entre otras cosas por el escándalo que se produjo, en el año 1921, cuando fue acusado de la violación y muerte de la actriz Virginia Rappe.

Entre los años 1921 y 1923, Keaton rodó un largometraje, Pasión y boda de Pamplinas (The Saphead), y 19 cortos. Cuando cambió de productor, rodó, entre los años 1923 y 1928 otros 10 largometrajes. Durante esta época, tuvo absoluto control de todas sus películas, aunque pidiera las cosas más extrañas para rodarlas, como una antigua locomotora o un transatlántico, aunque él personalmente no tuvo ni una acción de la productora que permitía hacer todas estas películas. Después, no volvería a controlar el aspecto creativo de sus propias películas.





Buster Keaton comenzó a protagonizar una serie de comedias que lo catapultaron a la fama, incluyendo Una semana, La mudanza, La casa eléctrica y El gran espectáculo. Alcanzó la cima de su creatividad durante los años 1920. Su éxito inicial lo hizo uno de los comediantes más famosos del mundo. Su popularidad fue opacada solamente por el arrollador éxito de Harold Lloyd y Charlie Chaplin, aunque mantuvo una relación cordial con ambos al igual que con algunos de los actores más famosos de la época, como Douglas Fairbanks o Rodolfo Valentino.

Fue en esta época cuando modeló su personaje, un joven tragicómico, que se enfrenta a las desgracias con una absoluta inexpresividad, que hizo que le bautizaran como "cara de palo". Para darle expresión a su personaje, utilizaba las acrobacias, para las que no usaba ningún doble ni especialista. Todas las proezas que realizó en El maquinista de la general, o en El héroe de río, son suyas. En El rostro pálido, llegó a saltar desde una altura de 24 metros, y en la película El moderno Sherlock Holmes, se rompió el cuello en una escena de riesgo.





Sus películas más famosas y populares de esta primera época, son las consideradas como las mejores de toda su carrera, e incluyen Las tres edades (1923), La ley de la hospitalidad (1923), El navegante (1924), El héroe del río (1928), El maquinista de la General (1927), El moderno Sherlock Holmes (1924) o Las siete ocasiones (1925)

En una ocasión, le dijeron a Keaton que ésta película reflejaba mejor la Guerra de Secesión norteamericana que Lo que el viento se llevó, a lo que él respondió que "mientras unos recurren a las novelas para encontrar argumentos, otros recurren a la Historia". Estaba basada en un hecho "real" autobiográfico del novelista William Pittenger, que trataba sobre el secuestro de un tren Confederado por parte de soldados de la Unión.

Lo que hizo Keaton fue cambiar el punto de vista, ya que el protagonista es un soldado sureño, es decir, los "malos" para el gran público de Hollywood. A lo largo de toda la película, no da la sensación de ser un vehículo para los gags, como pasa en muchos películas de la época, sino que todo está perfectamente ensamblado. Fue rodada en los bosques de Oregón, y al poner en marcha las locomotoras con leña, provocaron un incendio forestal durante el rodaje.





Fue todo un hito en efectos especiales la escena en que la locomotora cae desde un puente por un barranco. La película resulta una reivindicación de lo que es capaz de hacer un hombre solo, pequeño, y en apariencia débil, por recuperar las dos cosas que más desea en este mundo, su locomotora, y la mujer a la que ama. El maquinista de la General considerada hoy día como una obra maestra, pero en el momento de su estreno fue un fracaso comercial.

Buster en el moderno Sherlock Holmes, intentando introducirse en una pantalla de cineLa unidad de producción de Keaton fue adquirida por MGM en 1928, una decisión de negocios que Keaton lamentaría por siempre. Le obligaron a realizar una serie de películas junto a Jimmy Durante, que tuvieron éxito, pero que él despreciaba por considerarlas de muy baja calidad. Tras ser forzado a entrar en el sistema de estudio, al cual nunca se adaptó, Keaton cayó en el alcoholismo. Su carrera se derrumbó en unos pocos años y pasó gran parte de la década de 1930 oculto, trabajando como escritor de gags para varias películas de MGM, particularmente aquellas de los Hermanos Marx -incluyendo Una noche en la ópera (1935) y Una tarde en el circo (1939) y varias películas de Red Skelton.





Las películas El crepúsculo de los Dioses (1950), de Billy Wilder, con un pequeñísimo papel en el que hacía de antigua gloria del cine, y Candilejas, (1952), de Chaplin, hicieron que el gran público volviera a fijarse otra vez en él. Posteriormente, se dedicó a hacer anuncios de televisión, espectáculos en directo, que hizo que la gente se interesara en las antiguas películas, en su mayoría obras maestras, que fueron prácticamente ignoradas cuando se estrenaron.

Su última aparición en público, fue, en el año 1965, en el Festival de Venecia, cuando presentó la que sería su última película, Film, de Alan Schneider. En esta ocasión, por primera vez en su vida, protagonizó un drama. Fue ovacionado por el público. Cinco meses después, a los 70 años, fallecía en su casa de Los Ángeles, Woodland Hills, California, el 1 de febrero de 1966.

Otra presentación memorable en una película es cuando comparte roles con Cantinflas en la película "La vuelta al mundo en 80 días", en donde hace el papel del jefe del tren (en claro homenaje a su recordada película)

17 de junio de 2008

- ARTE EUROPEO -




El Museo de Bellas Artes español,

celebra sus 100 años

con la exposición

'De Goya a Gauguin'


Vascos y franceses


La muestra acoge obras de artistas nacionales e internacionales como Goya, Gauguin, Sorolla o Zuloaga. Destaca la presencia de autores vascos y catalanes, por su especial interés hacia las experiencias plásticas modernas en París y en Bruselas. De Goya a Gauguin, que ya se presentó el año pasado en Salamanca, Valencia y Sevilla, con más de 94.000 visitantes, se puede visitar desde hoy hasta el 28 de septiembre. En la imagen, Lavanderas en Arlés, de Paul Guaguin.

Retratos y paisajes





En la exposición están presentes obras del neoclasicismo de José de Madrazo y del romanticismo de Leonardo Alenza y Eugenio Lucas o del costumbrismo andaluz. El paisaje romántico de Jenaro Pérez Villaamil es una de las obras maestras de la muestra, que ofrece, además, el contrapunto realista de los óleos de Carlos de Haes, entre otros, orientados ya hacia el paisajismo impresionista. En la imagen, Retrato del poeta Moratín, de Francisco de Goya y Lucientes.

El paso por París





Con las piezas de Adolfo Guiard, amigo y discípulo de Degas en París, y Anselmo Guinea, se aprecia el paso del realismo y el costumbrismo academicista hasta el impresionismo. Guiard, al viajar a París, pudo conocer directamente las novedades impresionistas e incorporarlas a la pintura local. La aldeanita del clavel rojo, una de las obras maestras de Guiard, constituye una de las piezas más emblemáticas del museo. También destacan Mujer sentada con un niño en brazos y Lavanderas en Arlés, de Paul Gauguin, que responde al cromatismo luminoso. En la imagen, Plaza en Segovia, de Darío de Regoyos.

Realismo, puntillismo...


Con De Goya a Gauguin, el Museo presume de sus obras del realismo de Joaquín Sorolla, el luminismo de Santiago Rusiñol y Joaquim Mir, y el particular puntillismo de Darío de Regoyos. Además, la exposición presenta las tendencias de la escultura de la época con la influencia que los artistas vascos recibían de París, de la mano del escultor Francisco Durrio. En la imagen, Retrato del conde de Villamarciel, de Ignacio Zuloaga.

Hacia el siglo XX





Cerca de 300 recorren el siglo XIX, marcado, por una parte, por la transición entre las preocupaciones estéticas románticas y las primeras manifestaciones del arte moderno, y, por otra, por la convivencia entre manifestaciones artísticas tan variadas como el cuadro de gabinete, el paisaje realista, el retrato, la pintura costumbrista y la pintura de historia. En la imagen, El beso de la reliquia, de Joaquín Sorolla.