8 de noviembre de 2008

- CABA POLICE -





La futura policía porteña


La Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires, por 48 votos a favor contra 13 que rechazaron el proyecto, sancionó la ley de creación de su policía. Esto es el primer peldaño de una empinada escalera que sólo llegará a su término en un futuro no tan inmediato -se estima que a fines del año próximo- cuando los efectivos del flamante cuerpo estén listos para comenzar a patrullar las calles de la ciudad para disuadir, prevenir y reprimir la comisión de delitos en el ámbito local.

Entre 600 y 1000 efectivos de ambos sexos habrán de integrar, según se estimó, el segmento inicial de esta nueva fuerza de seguridad que, para algunos de sus más acerbos críticos, no sería otra cosa que "una medida efectista", cuyo aporte sería magro o nulo llegado el momento de contribuir a hacerle frente a la desenfrenada oleada delictiva . En realidad y como ya fue dicho en esta columna editorial, se trata del único recurso factible al alcance del gobierno local para darle una respuesta al clamoroso requerimiento de protección emanado de todos los niveles de una sociedad que se siente indefensa ante el acoso de la delincuencia.

La oportunidad es propicia para recordar que casi desde la instauración misma del régimen constitucional que dispuso la autonomía porteña con facultades de legislación y jurisdicción, todas las administraciones locales reclamaron la posibilidad de un acuerdo con el gobierno nacional a fin de que éste traspasase a la ciudad los servicios estrictamente metropolitanos de la Policía Federal. Y que esa legítima demanda nunca fue escuchada con sincera y desinteresada atención, es de suponer, porque se optó por darle preponderancia a subalternos intereses políticos partidarios. Al gobierno porteño no le quedaba, pues, otro camino que no fuese el que acaba de emprender.

Ese tránsito no será fácil, porque obviamente no es sencillo crear de la nada una policía eficiente, alentando la sana intención de que lo más pronto que se pueda haga su presentación en las calles porteñas. No sólo habrá que equipar y entrenar de acuerdo con los más actualizados criterios a la nueva corporación policial, sino retribuirla en forma tal que sus efectivos sólo deban ocuparse de las tareas que les atañen sin estar pendientes de misiones "adicionales" para poder redondear salarios dignos o, peor, se dejen tentar por la corrupción. Además, visto que la Policía Federal también seguirá a cargo de la seguridad metropolitana, será menester delimitar con absoluta precisión y honesta rigurosidad las competencias de una y otra fuerzas, a fin de cortar de raíz la probabilidad de superposiciones, recelos y roces que a nada habrían de conducir y que sólo beneficiarían a la delincuencia y al crimen organizado

Igualmente, habría que estimar como muy positivo el hecho de que la nueva policía tuviese como fundamento doctrinario la convicción insoslayable de que está compuesta por personas en quienes la sociedad confía plenamente, por lo cual los equipa, arma y retribuye con el exclusivo propósito de que se ocupen de velar por el cumplimiento de las leyes y de la seguridad pública en todos sus aspectos.

Toda iniciativa que propenda a mejorar la convivencia social, a darle tranquilidad a quienes la han perdido a manos de la prepotencia delictiva y a afianzar la inexcusable vigencia del Estado de Derecho, es merecedora de un amplio crédito inicial y merecería el respaldo de un proyecto de seguridad integral, elaborado y puesto en práctica a título de política de Estado. No hay por qué negárselo, entonces, a esta policía en ciernes, cuya presencia y actividad configuran uno de los anhelos más fervientes de la mayor parte de quienes, ya fuere en forma estable o temporal, aquí residen, trabajan y transitan.
caba

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