25 de noviembre de 2008

- NOCHE DE LOS MUSEOS -





La cultura también vive de noche




El éxito de la propuesta de recorrer los museos por la noche ratificó el apego que por la cultura tiene nuestra ciudad


Casi medio millón de personas circulando por nuestra ciudad, desde el anochecer hasta las 2 de la madrugada, con el exclusivo objeto de visitar museos y presenciar espectáculos culturales, denota un interés nada frecuente, aquí o en cualquier otra parte. Aquella respetable cantidad subraya el éxito de la iniciativa auspiciada por el Ministerio de Cultura del gobierno local, demuestra, una vez más, que Buenos Aires es una plaza cultural de gran importancia y reclama que los acontecimientos de esta índole sean reiterados con periodicidad mayor que la anual.

La denominada Noche de los Museos -bautismo que, de por sí, azuzó el nunca desmentido espíritu noctámbulo de los porteños- se desarrolló en 120 sedes, repartidas en once circuitos entrelazados mediante colectivos y minibuses gratuitos. Hubo, pues, una diversidad de lugares para visitar, desde la formalidad, por ejemplo, del Museo Nacional de Arte Decorativo, la Manzana de las Luces, la Legislatura de la ciudad o el Centro Cultural Recoleta, hasta los más descontracturados del Museo de la Pasión Boquense (Club Boca Juniors) o el aspecto pretérito de la estación Polvorín, donde guarda sus reciclados vehículos la Asociación de Amigos del Tranvía. Como se puede apreciar, para todos los gustos.

La ciudad se abrió con creces a la seductora invitación: concurrieron 40.000 personas más que el año último. Una concurrencia que no sólo llamó la atención de muchos turistas que también aceptaron de bueno grado aquella oferta, sino que asombró, asimismo, a las propias autoridades organizadoras.

Esa masiva demanda, integrada por mujeres y hombres de todas las edades y los más diversos niveles sociales, está desmintiendo cierto concepto tozudamente arraigado: lo popular no rima con lo culto. Suposición que alienta, muchísimas veces, producciones de tono menor limítrofes con lo chabacano.

Cuando la propuesta es prometedora, siempre tiene eco multitudinario. Sin ir más lejos, una semana más tarde, alrededor de 30.000 personas se congregaron en la avenida 9 de Julio para escuchar las dos horas de concierto ofrecidas por la Orquesta Sinfónica de Berlín.

Asimismo, quedó en claro que los museos no tienen por qué ser entes estáticos que yacen adormilados a la espera de visitantes. Las propuestas de esta clase les inyectan vitalidad y los convierten en focos de atracción que captan concurrentes incluso en horarios poco habituales para estos tiempos de inseguridad manifiesta.

Bienvenida, entonces, esta iniciativa de nuestras autoridades locales. Facilitar el acceso a las manifestaciones de la cultura es una tarea que enaltece a quienes las inspiran y las ponen en práctica. En este caso en particular, la respuesta positiva de una asistencia equivalente a alrededor de una sexta parte de la población estable de la ciudad de Buenos Aires debe servir de estímulo y aliento para insistir en iniciativas de parecida índole. Invertir para llevarlas a la práctica será uno de los mejores usos posibles que pueda darse a los recursos aportados por los contribuyentes, tantas otras veces malgastados en finalidades pasatistas o meramente subalternas.

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