3 de enero de 2009
- SER FELIZ -
La ciencia también explica cómo ser feliz
El altruismo y dormir más están entre las principales causas
Noticias de Ciencia
Monica Salomone
Diario El País España
Si es usted un escéptico que no cree en fórmulas mágicas para la felicidad, si la crisis lo deja sin dinero para regalos, pero con tiempo para dedicar a otros, si entre sus objetivos para 2009 está el conseguir un ansiado bien material... lo que sigue podría interesarle.
Resulta que la búsqueda de la felicidad, del sentimiento de satisfacción personal, ya no es cosa de gurús que dan consejos, sino que ha entrado de lleno en el ámbito de las ciencias. Y algunos de sus hallazgos son sorprendentes.
Muestran, por ejemplo, que hay más felicidad en el altruismo que en el hedonismo, y en dormir más cada día que en comprarse un coche nuevo.
También se sabe que cada uno de nosotros tiene una felicidad basal, dependiente de los propios genes pero no por ello marcada a fuego: es posible manipularla... siempre que se descubran los comandos correctos.
Lo bonito del asunto es que entre quienes diseccionan la felicidad para buscar sus ingredientes hay economistas, sociólogos o psicólogos que publican sus trabajos en las revistas científicas de mayor impacto internacional. Sí, hay una búsqueda científica de la felicidad.
Desde 2006 hasta ahora, la felicidad ha protagonizado más de 27.300 artículos científicos. Ahora hay un Journal of Happiness Studies (Revista de estudios sobre la felicidad) incluido en el sistema de citas científicas, y una World Database of Happiness, o base de datos mundial, que recopila información al respecto.
La ola ha contagiado, además de a las editoriales -véase la proliferación de obras alusivas, como Emociones positivas , del psicólogo Enrique G. Fernández Abascal-, a áreas colindantes, como la economía.
Proyecto Happiness
La Unión Europea acaba de financiar el proyecto Happiness, una investigación que durará tres años y analizará cómo influyen las condiciones ambientales -desde el clima y la polución hasta la disponibilidad de servicios educativos o de salud- en el bienestar subjetivo, uno de los sinónimos técnicos de felicidad de los europeos.
La directora del proyecto, Susana Ferreira, del University College en Dublín, espera que los resultados sean útiles para la toma de decisiones "de la clase política y para el público en general". Ferreira y el resto de los investigadores son economistas. Pero no son los únicos en este campo. En economía es importante saber por qué la gente toma las decisiones que toma, y esa pregunta ha guiado a Daniel Kahneman, premio Nobel de Economía de 2002, hasta la felicidad.
Lo ha guiado, en concreto, a la siguiente cuestión crucial: si la felicidad es el motor del comportamiento humano, habrá que saber cómo medirla. "Las declaraciones directas de bienestar subjetivo podrían ser útiles a la hora de medir las preferencias del consumidor... si esto pudiera hacerse de modo creíble", escribía Kahneman en 2006. Y en el mismo párrafo señalaba cómo en economía se da el mismo boom pro felicidad que en psicología: entre 2001 y 2005 se publicaron más de 100 trabajos sobre economía y felicidad, comparados con sólo cuatro entre 1991 y 1995.
Así pues, ¿cómo se mide la felicidad? Una primera respuesta parece obvia: preguntando a los principales interesados. Las prestigiosas encuestas del European Social Survey (ESS), que se hacen desde 2001, incluyen la pregunta: "¿Cómo es usted de feliz?". Hay otras encuestas similares: el Eurobarómetro y sus equivalentes en otros continentes, o el World Values Survey (WVS), con datos de más de 50 países desde principios de los ochenta.
Los resultados de estas encuestas pintan grosso modo el siguiente panorama. En los países ricos se es más feliz que en los pobres. Bien. Pero superado un nivel mínimo de riqueza, dinero y felicidad se desacoplan: aunque la capacidad adquisitiva se multiplique, el sentimiento de bienestar apenas varía.
La paradoja ya la señaló en los años setenta el economista Richard Easterlin, y se corrobora a lo largo de los años. Fernández Abascal lo ha expresado así: "Mis hijos tienen todas las videoconsolas y no son más felices de lo que era mi padre, que jugaba con una cuerda y una caja de cartón en la calle: tenían menos medios, pero los niveles de felicidad eran parecidos".
Las encuestas del WVS también muestran que el nivel de felicidad se mantiene más o menos estable a lo largo de los años, así como las diferencias entre países. En los países nórdicos y en América latina se declaran más felices que en Asia. Sin embargo, tras los últimos datos, del pasado julio, Ron Inglehart, el responsable del WVS, llamó la atención sobre el hecho de que desde 1981 la felicidad parece haber aumentado en 45 de los 52 países estudiados.
Inglehart y otros autores lo atribuyen a la mejor calidad de vida en países que empiezan a salir de la pobreza y a la extensión de la democracia, supuestamente asociada a más libertad personal. Pero, en cualquier caso, la foto que proporcionan las grandes encuestas es para muchos demasiado borrosa, así que tratan de afinar con investigaciones más precisas, a menor escala. Algunas dan resultados sobre edad y sexo.
En general, hay coincidencia en que son más felices los jóvenes y los jubilados. Un reciente estudio del Instituto Nacional de Estadística francés (Insee), con encuestas realizadas después de 1975, revela que, tras un bache en torno a los cuarenta años, la felicidad "remonta y alcanza su apogeo durante los sesenta", independientemente del estado civil o el nivel de renta.
Y el pasado julio investigadores estadounidenses -Easterlin, entre ellos- analizaron décadas de datos antes de concluir que de jóvenes las mujeres se declaran más felices, pero hacia los 48 años las cosas cambian y son ellos quienes se sienten más satisfechos con sus vidas.
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