22 de enero de 2008
- DOS LATITUDES -
Rusia y el Mercosur
Por Yuri Korchagin
Para LA NACION
Caricatura: Alfredo Sabat
Los pueblos de Rusia y América latina tienen mucho en común: no sólo los valores culturales europeos, el audaz espíritu de los exploradores de nuevas tierras, sino también la misión histórica que les ha tocado de unificar en un solo crisol de formación de Estados toda la diversidad de etnias y nacionalidades que poblaron en épocas remotas y no tan remotas inmensos territorios con riquezas sin parangón en el mundo.
Mientras los enviados del Estado ruso, extendido en espacios infinitos de Eurasia, se abrían paso a nuevas tierras y mares incógnitos rumbo a América por el Este, los nativos de España y de otros países europeos venían penetrando en el continente sudamericano por el Oeste.
El principio del tercer milenio ha marcado unos cambios radicales en el quehacer de nuestra civilización: las doctrinas de "seguridad nacional" impuestas por los antiguos centros de poder habían caído en el olvido. La bipolaridad, dejada en el pasado, abrió espacio a la variedad y a una mayor igualdad de derechos en la disputa histórica de diferentes modelos sociales.
Con toda la diversidad del mundo contemporáneo, una conclusión es indiscutible: en primer plano se ponen los aspectos sociales y el bienestar de toda la sociedad y no los intereses limitados de minorías elitistas en el poder. Algo similar se observa en las relaciones internacionales. La arquitectura cambiante de las relaciones internacionales promueve a nuevas posiciones a regiones y bloques político-económicos, que empiezan a desempeñar un papel determinante en la estructura internacional del siglo XXI. Un lugar significativo en este proceso pertenece al Mercosur. Es plenamente explicable, por ello, el interés que Rusia tiene por esta importante asociación internacional.
El proceso integracionista enmarcado en el Mercosur se basa en una comunidad histórica, cultural y lingüística, que desde los tiempos de Bolívar y San Martín ha esperado su hora estelar para materializarse en un real movimiento unificador.
Los objetivos fundamentales del Mercosur en esta vía magistral son similares a las tareas que Rusia se ha planteado. Ambos están orientados a garantizar un desarrollo sostenido que permitiría satisfacer los anhelos de sus pueblos en la justicia social y transformar sus tierras, que poseen las reservas naturales, únicas en cantidad y diversidad, así como recursos humanos calificados, en una realidad económica y social que corresponda en mayor grado a todas las riquezas disponibles.
El programa estratégico de acciones sociales que se está realizando en el marco del Mercosur y los proyectos nacionales que se llevan a cabo ahora por el gobierno de Rusia marcan el rumbo central de sus aspiraciones políticas y económicas: la orientación social y el logro de las condiciones más dignas de vida para sus pueblos.
La creación de nuevas asociaciones energéticas, infraestructura petrolera y gasífera, así como de instituciones financieras y crediticias son los vectores estratégicos de desarrollo, que apuntan a la independencia política, económica y social de esta región. A los mismos objetivos está orientada la nueva Rusia democrática, que se ha propuesto utilizar sus recursos naturales y financieros, prioritariamente, en interés del crecimiento del bienestar nacional.
Partidaria de fortalecer la demo- cracia en el ámbito internacional en general, Rusia se atiene a los mismos principios, construyendo sus relaciones con los estados sudamericanos.
Las relaciones entre Moscú y las capitales del Mercosur han ganado singular dinamismo en los últimos tres o cuatro años. En diciembre de 2003, el canciller ruso Igor Ivanov, por primera vez en la historia, participó en la Cumbre del Mercosur, donde se aprobó la Declaración Conjunta, estable- ciendo el mecanismo de diálogo político multilateral entre Rusia y esta institución.
En mayo de 2005, Eduardo Duhalde, entonces presidente de la comisión de representantes permanentes del Mercosur, visitó Moscú como invitado del gobierno de la Federación de Rusia. El formato de nuestras relaciones se amplió aún más gracias a la reunión rea- lizada entre el canciller ruso Serguei Lavrov y los ministros del Exterior del Mercosur (Estados miembros y asociados) durante la 62 Asamblea General de la ONU.
El año 2006 resultó especialmente fructífero para nuestras relaciones: en mayo se celebraron las primeras consultas oficiales entre Rusia y el Mercosur, con participación del vicecanciller ruso Serguei Kisliak y los directores políticos de los países participantes del Foro de Concertación Política; en diciembre -durante la visita del canciller ruso Serguei Lavrov a Brasil- fue firmado el Memorando de Entendimiento para el Establecimiento del Mecanismo de Diálogo Político y Cooperación entre los Estados Partes y Estados Asociados del Mercado Común del Sur y la Federación de Rusia con papel coordinador de la cancillería rusa y el Foro de Concertación Política del Mercosur.
Un hito trascendente en el desa- rrollo de las relaciones entre Rusia y el Mercosur ha sido el primer encuentro a nivel de los viceministros del Exterior, realizado en Montevideo en octubre de 2007, ocasión en que se ratificaron una vez más los principios de "multilateralismo" y "multipolaridad" en el desarrollo de los contactos bilaterales.
En la nueva geografía política del III milenio, los diez países del Mercosur constituyen uno de estos polos con los que Rusia mantiene un permanente diálogo político. En el orden del día está el establecimiento de las relaciones entre el Consejo de Federación y la Duma del Estado de Rusia con el parlamento del Mercosur, que recién ha iniciado sus actividades.
Por lo visto, la cooperación con Rusia, junto con otros polos de influencia política y económica, viene siendo no sólo un factor importante en la actividad extrarregional del Mercosur, sino también contribuye a consolidar el multilateralismo y la democratización de las relaciones internacionales. El diálogo entre Rusia y el Mercosur se ve facilitado por la continuidad de la política exterior y la estabilidad política de sus Estados miembros, así como por la posibilidad de trazar los planes políticos y económicos a mediano y largo plazo.
La agrupación nacida de la alianza económica entre la Argentina y Brasil (1979) y constituida en 1991, incorporando a Uruguay y Paraguay, con el ingreso de Venezuela e inclu- yendo a los miembros asociados: Bolivia, Chile, Colombia, Ecuador y Perú, en un período breve se ha convertido en el bloque más dinámico del hemisferio occidental: casi el 60% del territorio de América latina, cerca del 50% de la población (250 millones de habitantes) y un 75% del PBI (cerca de 1,5 billones de dólares y unos 2 billones con miembros asociados).
Considerando este potencial, se está preparando el Convenio de cooperación entre Mercosur y Rusia en la esfera de economía y desarrollo. En este marco, el sector energético, siendo "motor principal" de las dinámicamente crecientes economías de los países miembros del Mercosur, lleva ya más de varias décadas demos-trando un ejemplo de cooperación ruso-latinoamericana.
Varias importantes obras hidroenergéticas de esta región se han edificado con equipos y asistencia técnica del consorcio ruso Power Machines. Las grandes empresas rusas Gazprom, Lukoil, Zarubezhneft, líderes del sector energético mundial, y el gigante metalúrgico Rusal se abren camino al continente sudamericano. Se perfilan importantes proyectos de cooperación con las empresas rusas en la reconstrucción y la modernización de los ferrocarriles argentinos.
Ya se han establecido las líneas generales de cooperación en la lucha contra las amenazas a la seguridad internacional, tales como el narcotráfico, el terrorismo y la propagación de armas de exterminio en masa.
Desde Rusia vemos que la Argentina desempeña un papel de liderazgo en la consolidación del Mercosur y su actual desarrollo, no sólo a raíz del peso regional de su economía nacional, sino también, y en primer lugar, gracias a la vo- luntad política constructiva de sus dirigentes.
Es indiscutible el aporte que los argentinos han hecho para el enriquecimiento cultural de los pue- blos de América latina. No en vano la Argentina ha sido proclamada "residencia permanente cultural", y la casona Villa Ocampo declarada, por iniciativa de la Unesco, Centro Cultural del Mercosur.
Con la asunción de la Argentina en la presidencia provisional del Mercosur, se abren ante nuestros países los horizontes aún más prometedores de coope- ración. Sabiendo cuán enérgica y consecuente es la diplomacia argentina, estoy seguro de que el diálogo entre Rusia y el Mercosur durante la presidencia argentina será aún más intenso.
Separados por océanos y enormes espacios, nos sentimos cada vez más cercanos, merced al desarrollo dinámico de nuestras relaciones políticas, económicas, comerciales y culturales. La Rusia renacida y los Estados del Mercosur, que viven un ascenso social y económico, se encuentran en el umbral de unos cambios cruciales en la estructura de las relaciones internacionales y, con esfuerzos unidos, son capaces de hacer nuestro mundo más justo y seguro.
El autor es embajador de la Federación Rusa de la República Argentina
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