19 de marzo de 2008

- COMMODITIES -




Operación Confisquemos al Campo,

pero su final aún es incierto




Con objetivos fiscalistas, el Gobierno Nacional decidió quedarse con casi la mitad de los ingresos por exportación de los productores agrícolas. El conflicto se encuentra escalando peligrosamente, en un contexto inflacionario. El autor afirma: "No falta mucho para que la Argentina se convierta en el único país del planeta donde cultivar commodities agrícolas implique una pérdida económica."


Por SEVERO I. TURRO
(edición i)




Los Derechos de Exportación al sector agropecuario, vulgarmente conocidos como “retenciones”, fueron aplicados por distintos gobiernos, a lo largo de los últimos 60 años, a fin de equilibrar las cuentas del fisco. Es harto conocido que el campo carece de capacidad de lobby. Por ende, siempre fue bastante simple, desde el punto de vista político, achacarle el peculiar rol de “pato de la boda”. Bajo un sinfín de excusas, el sector agropecuario fue esquilmado.

Verbigracia, los “excedentes” deben servir para financiar la “incipiente” industria nacional; al fin de cuentas, “le estamos sacando plata a los oligarcas”; “la situación económica requiere que el campo dé una ayudita”; “los gringos están ganando demasiada plata: que colaboren”; “las retenciones implican una forma justa de redistribuir riqueza”, etc,etc,etc. En síntesis, diversos gobiernos, sin distinción de colores políticos, a través del tiempo, encontraron la “excusa” para meterle la mano en el bolsillo a los productores.

Por estas horas, las víctimas protestan más que de costumbre, porque al matrimonio gobernante “se le ha ido la mano”. Sobrevivir a más de 40% de retenciones, 33% de impuesto a las ganancias sin posibilidad de ajustar los activos por inflación, impuestos inmobiliarios altísimos (excepto Córdoba), ingresos brutos, tasas municipales presuntamente destinadas a “arreglar” los caminos y, para completar el panorama, costos espiralizados en el transporte por el “efecto Moyano”, resulta tan dificultoso, que se requiere el espíritu de Indiana Jones, para no “capotar” en el intento. “Too much”, parafraseando a los adolescentes.

Las actuales retenciones fueron puestas en vigencia por la administración Duhalde. La brutal salida del esquema de convertibilidad, producto de la depresión de los años 2000 y 2001, llevó la cotización del dólar a tres veces su valor previo. Dado que el pase de los precios internos, en un primer momento, fue lento (poco más de 60% de inflación en los primeros 12 meses), al campo le quedó un excedente en pesos, producto de la devaluación. Puesto que se requería dinero urgente para poder financiar el “Plan Jefes y Jefas”, se exhumaron los derechos de exportación. Valga aclarar, el campo aceptó, casi sin chistar, el impuestazo, demostrando una solidaridad no vista en otros sectores.

Pero, hete ahí, que en los últimos meses del gobierno de Duhalde, los precios internacionales de las commodities agrícolas comenzaron a crecer a un ritmo jamás visto en la historia moderna. El empuje del campo arrastró al resto de la economía. Que no solamente dejó de caer, sino que empezó a crecer a “tasas asiáticas”. Lo cual llevó a que en un lapso corto de tiempo, la desocupación disminuyó y los “Planes Jefes y Jefas” virtualmente desaparecieron, excepto aquellos vinculados al feroz clientelismo político, centralmente en el conurbano bonaerense.

En el ínterin, Kirchner logró que el Congreso Nacional le otorgara “superpoderes” para manejar sin control alguno, los fondos producidos por las retenciones. Dado que las retenciones no son coparticipables, el matrimonio morganático se aseguró una “Caja”, tan grande, que permitió “disciplinar” tanto a gobernadores, como intendentes. Pero, siempre hay un pero, el gasto fiscal creció muy por encima, tanto del crecimiento económico, como de la recaudación fiscal. Dado que el precio de las commodities agrícolas continuó creciendo, a los Kirchner no se les ocurrió mejor idea que apropiarse de la mayor parte de la renta. En definitiva, lo que más ha originado el enojo actual de los chacareros, es el “invento” de retenciones móviles. Esquema perverso destinado estrictamente a apropiarse de toda renta del campo que el gobierno considere conveniente.

Léase, mientras más crezcan los precios de las commodities agrícolas, más se incrementan los derechos de exportación. La novel “tablita” indica que a partir de determinados valores, las retenciones, en el margen, pueden llegar al 95%. Si esto no significa una confiscación, habría que rectificar el significado del término. Redondeando, las retenciones, hoy, no se destinan más a su razón original (planes sociales). Lisa y llanamente, sostienen el superavit fiscal y el dispendio del gobierno. Sin ellas, el fisco nuevamente estaría en rojo. Y si las commodities logran mejores precios, el gobierno podrá de disponer, “a piacere”, de sumas inconmensurables. Obvio, sin control alguno.

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