23 de marzo de 2008
- NEOPOLITICK -
Los nuevos gerentes K: política sin banderas
Son un grupo de funcionarios de segunda y tercera línea que ya despertó debate en el interior del Gobierno. Si la generación de los Kirchner "militaba", ellos "operan". Si los que hoy son sus jefes creían en el contacto con las "masas", ellos privilegian el contacto online y la manipulación mediática. Sus críticos los describen como gente más interesada en los cargos y los contactos que en un proyecto ideológico. Quiénes son estos jóvenes K y por qué despiertan recelo entre quienes aún ven en la política una herramienta de cambio social
Por Laura Di Marco
La Nación - Enfoques
Son políticos sub 40 del mundo K. Funcionarios jóvenes, que trabajan básicamente bajo el mando del jefe de Gabinete, Alberto Fernández, y del secretario de Medios, Enrique "Pepe" Albistur. Que estén vinculados con el área de Medios no es fruto del orden casual de las cosas. Por el contrario, una de las características de los protagonistas de esta historia es que adoran los medios -sus detractores dicen que, más bien, son "adictos" a ellos- y hasta hablan con periodistas a quienes sus desconfiados jefes setentistas les hicieron la cruz y llaman "la prensa opositora".
Más aún: podríamos decir que, en la subcultura que expresan estos jóvenes, medios y política son prácticamente sinónimos. Algunos son ex sushis, radicales, que simplemente se quedaron en sus oficinas y ahora trabajan, sin mayores conflictos, para el kirchnerismo; pero también los hay peronistas reciclados, que vienen de las filas de Adolfo Rodríguez Saá, o ex belicistas, que prefirieron quedarse a acompañar el portazo del ex ministro de Justicia, Gustavo Beliz, hoy en el ostracismo político, en Washington, después de haber denunciado el manejo irregular de los fondos de la SIDE.
Si los Kirchner y sus amigos "militaban", sus jóvenes dirigentes K "operan". Si sus líderes creían en el contacto con las "masas", ellos privilegian el contacto online . Siempre conectados, con dos o tres celulares al mismo tiempo "operan" para diversos candidatos del tablero oficial estudiando, sobre todo, su comunicación. La batalla que se libra en los medios es, para ellos, la madre de todas las batallas. Privilegian la creación de sellos partidarios, nombres marketineros como lo fue el de los "Jóvenes K", cuyo merchandising fue ideado por tres conspicuos representantes de esta subcultura política: Nicolás Trotta, que trabaja bajo la órbita de Alberto Fernández; Cristian Notz, hoy asesor informal en el área de pymes de Economía, y el ex sushi Gustavo Russo. Este último, justamente, actual director de Comunicaciones de la Secretaría de Medios y hombre de confianza de Albistur, aparece en todos los relatos como el ícono de este perfil de nuevos jóvenes funcionarios, más parecidos a gerentes del poder que a cuadros políticos de un proyecto.
La descripción que los observadores más críticos hacen de ellos incluye aspectos naïfs y otros no tanto: los describen como funcionarios de segunda y tercera línea del Gobierno, demasiado interesados por la influencia, las cargos y las conexiones que da la cercanía con el poder. "Son como adolescentes tardíos, que se compran lo último en tecnología, mueren por los jueguitos de la PC y se divierten en las oficinas de la Rosada con cadenas de mails, chistes de sexo o comentando la última de sus salidas nocturnas", coinciden en describir muchos de estos observadores en especial ex setentistas y dirigentes que se sumaron al proyecto K desde otras fuerzas partidarias- que todavía creen en la política y la construcción de partidos. En parte por su forma de vivir, pero sobre todo por el modo de concebir el trabajo político, se podría decir que estos jóvenes funcionarios K, no parecen muy distintos de los gerentes treintañeros de cualquier multinacional. Pero -eso sí- con discurso nacional y popular.
¿La política como producto versus la política como herramienta de cambio? ¿Existe tal debate, ese choque de miradas opuestas, en el seno del kirchnerismo?
Existe. Pero, según cuentan, es subterráneo y latente.
La ministra de Salud, Graciela Ocaña, lo pone en palabras: "El debate existe, pero es mucho más profundo, y ocurre en todos los espacios políticos, sobre todo en los dos grandes partidos nacionales. Esta distorsión empezó en los ochenta. Tanto [José Luis] Manzano como El Coti Nosiglia han sido modelos nefastos para nuestros jóvenes, que algunos copiaron -no digo todos, porque hay muchos que creen en la política- replicando esta categoría de ´operadores ; es allí cuando la política empieza a asociarse con los negocios, una concepción que, en los setenta, resultaba inimaginable".
Icono de la militancia setentista, el ex líder de la JP y hoy diputado nacional Juan Carlos Dante Gullo, también cree que esta confrontación es más amplia y profunda: "Hay una discusión abierta desde hace veinte años por la llegada del neoliberalismo. Pero, claro, tengamos en cuenta que, en el kirchnerismo, el pulso lo marca Cristina. Cuando uno tiene claro el qué, también tiene claro el cómo. Pero, efectivamente, hay compañeritos que suponen que se puede hacer cualquier cosa apelando a cualquier cómo. Y esto no es así".
Precisamente, es Gullo quien está abocado, desde la agrupación La Cámpora, a apadrinar una nueva camada de jóvenes K. Néstor Kirchner cree que su proyecto necesita alimento joven, que hoy no tiene. Cuadros políticos y no "operadores", que "salgan a bancar" el modelo en marcha, según dice Gullo. Quienes lo frecuentan aseguran que el ex presidente mira encuestas que le dan una muy buena imagen entre los jóvenes y creen que ese capital no está aprovechado. Será entonces Máximo Kirchner, su hijo mayor que hasta ahora se dedicaba a administrar las 41 propiedades de sus padres, quien estará al frente de esta escuela para jóvenes dirigentes.
Nuevos chicos K
El ex sushi Gustavo Fernández Russo, personaje destacado de esta subcultura light, es director general de Comunicaciones, y así suele explicar su paso del mundo sushi al mundo K: "Cuando se fue [Fernando] de la Rúa, y todos salieron corriendo, yo simplemente me quedé sentado, y aquí estoy".
Russo, que en tiempos de la Alianza, estuvo vinculado a Lautaro García Batallán, con quien produjo la visita de Shakira a la Argentina, es uno de los hombres de mayor confianza del polémico secretario de Medios, Enrique Albistur, quien ha transitado una frontera controvertida entre su cargo público y sus negocios privados, dependientes del Estado: su empresa privada explota comercialmente, además, la cartelería pública de Buenos Aires y La Plata, a la vez que distribuye la publicidad oficial, cuyo presupuesto está estimado en 220 millones de pesos para este año.
Justamente, Russo, que tiene vinculaciones con diversas productoras que se alimentan de publicidad oficial, aparece en el libro de la periodista María O Donnell, Propaganda K , replicando el modelo Albistur. Esto es, mezclando de un modo poco transparente amistad, política y negocios.
El funcionario aparece en una alianza comercial poco clara con los ex sushis Rafael Veljanovich -que llegó a presidir la FUBA, en 1996- y Luciano Olivera, jefe de programación de Canal 7, en tiempos de la Alianza. Russo, Olivera y Veljanovich fueron criados en la militancia universitaria de Franja Morada. O Donnell vincula a Olivera y Veljanovich con la productora Zona Comunicación, coproduciendo programas en Canal 7 y repartiéndose la publicidad oficial, que evidentemente Russo tiene muy a mano. A este trío, suma, en alianza estratégica, a Nara Farragut, hoy ex pareja de Albistur, que gracias a su relación con estos funcionarios obtuvo jugosas ganancias para su propia productora y, en un año, pasó de movilera a empresaria.
Afirma O`Donnell: "Para Olivera y Veljanovich, la presencia de Russo en el gobierno significó un puente que supieron potenciar al entablar una alianza estratégica con la productora de la novia del secretario (Nara Farragut), que repartía avisos e incidía en la programación de Canal 7".
Tan mala fama recae sobre este ex sushi y algunos de sus amigos en el poder, que no son pocas las leyendas que circulan sobre sus salidas nocturnas y sus posteriores resacas por las tardes, incluso, a veces, en los sillones de la Casa Rosada, o sobre sus escapadas a Colmegna, un spa frecuentado por muchos políticos, donde es posible obtener masajes especiales en plena tarde porteña.
Entusiasta cultor de eventos mediáticos, el abogado Diego Kravetz, el jefe del bloque de legisladores kirchneristas en la Legislatura, que responde en línea directa a Alberto Fernández, es admirador del ecuatoriano Jaime Durán Barba, el asesor estrella de Macri y pope de la videopolítica.
Vive en Barrio Norte y viene del movimiento de empresas recuperadas, aunque su paso por allí le dejó huella: fue denunciado por Estela Carlotto y Tati Almeida, de la Línea Fundadora, junto a cuatro hijos de desaparecidos, quienes aseguran que el legislador K los estafó haciéndoles aportar a la empresa recuperada IMPA las indemnizaciones que habían cobrado del Estado. Kravetz lo niega. "Lo único que me imputan es que fui el abogado de esa empresa. Ni conozco a estos chicos. Además, las Madres me siguen saludando, lo que pasa es que ellas les dan bolilla a los pibes porque son de Hijos", explicó.
Divorciado, 36 años, está en pareja con la macrista Soledad Acuña. Muchos de sus colegas, incluso de su propio bloque, aseguran que al jefe K le interesa la producción de poder, más que cualquier otra cosa, y es -dicen- de los que no repara en los fines: "Digamos que ha comprendido muy bien cómo se acumula poder y cuál es su lógica, pero él no tiene sustancia", asegura uno de sus actuales compañeros de bancada, también joven, pero que descree de esta forma de entender la política. También fue por estas discrepancias que Kravetz y el académico Miguel "Pancho" Talento se trenzaron feo el año pasado en el bloque K. Talento, sin embargo, parece haber perdido la batalla, y se refugia en un organismo académico.
Nicolás Trotta, de 32 años, fue el líder de los jóvenes K, aunque hoy ya no se dedica a convencer jóvenes para "cambiar la Argentina" sino que trabaja en el Estado, también bajo la órbita de Fernández: acaba de ser nombrado subsecretario de Tecnología de Gestión. También abogado, trabajó codo a codo en el gobierno de la ciudad con el albertista Héctor Capaccioli, hoy superintendente de Salud, y soldado total de Fernández: fue Trotta quien apareció en cámara para desmentir que el barrabrava Sergio "Tuto" Muhamad, el matón del conflicto gremial del Hospital Francés, fuera un joven K. Lo cierto es que "Tuto" había salido a defender al interventor colocado en el hospital por la dupla Capaccioli-Fernández y todos lo conocían a la perfección en el PJ.
"Yo ya no soy joven, y creo que las cosas se transforman desde el Estado. Fuera del Estado sólo hay parches para resolver los temas", dice, cuando se le pregunta cómo ayudaba hoy a la construcción política.
El ex joven K pertenecía al partido de Gustavo Beliz. "Gustavo está profundamente equivocado -dirá Trotta-. Si por algo se caracteriza Alberto [Fernández] es por ser un funcionario que da libertad a su gente para denunciar la corrupción."
Integró la última lista kirchnerista, debajo del hoy diutado Dante Gullo: "De hecho, si Gullo llegara a renunciar, asumiría yo", aclara.
"La llegada de Kirchner produjo una crisis de valores en muchas fuerzas porque él terminó haciendo lo que otros proponían; no cooptó a nadie, los convenció", opina el legislador de Diálogo por Buenos Aires, Gonzalo Ruanova, a quien Alberto Fernández promociona como la joven promesa política en la Ciudad, donde el oficialismo está flaco de ofertas.
Con 30 años, abogado, dos veces en pareja y con dos hijos, Ruanova renunció el 9 de diciembre pasado a su cargo de coordinador operativo de la Jefatura de Gabinete para jurar, al otro día, como legislador porteño. Dicen que Ruanova tiene la habilidad de "enamorar" políticamente a todos sus jefes; también había logrado que lo amadrinara Vilma Ibarra. Alberto Fernández hizo un lobby feroz para colocar a su pollo en la lista de Aníbal Ibarra, y lo logró. Ruanova, por su parte, hizo su propio lobby feroz, pero para ocupar el lugar que dejó vacante el socialista Jorge Rivas, aunque no lo logró.
Empezó en la política de la mano de "Chacho" Alvarez, en el 94, y fue director de la Guardia Urbana. "A Alberto le gusta cooptar este perfil de jóvenes para su equipo político; le gusta que le endulcen el oído diciéndole que gracias a él funciona este gobierno", apuntan un funcionario que frecuenta las oficinas del jefe de Gabinete.
Ruanova es amigo de Russo, el funcionario ligado a la distribución poco clara de publicidad oficial, e íntimo de otro joven integrante del Partido de la Victoria, Matías Sejem (31), histórico vocero de Vilma Ibarra. Sejem tiene una productora, Estormin, y parece actuar en tándem con Ruanova. Por ejemplo, en las últimas elecciones en Misiones, los amigos "operaron" juntos -uno desde la política, el otro desde la construcción de imagen- para el candidato a gobernador por el Frente para la Victoria, el pastor protestante Pablo Tschirsch. Mientras Sejem se encargaba de la imagen del pastor, a través de Estormin, Ruanova lo aconsejaba políticamente. "Pero yo hago otras 200 mil cosas, además. En esa campaña yo sólo colaboré con [la encuestadora] Backman, yo soy comunicador, no soy funcionario, eso que quede claro."
-Pero usted integra el Partido de la Victoria, ¿no?
-Bueno, es que uno se va involucrando emocionalmente.
Cristian Notz es amigo íntimo de Russo y ex director de Prensa en la Legislatura de Buenos Aires. Hoy, según cuenta, está como asesor, todavía informal, de Eric Calcagno, en Economía. Participó de la gestación de los jóvenes K y hoy tiene 33 años. "Lo cierto es que Alberto necesitaba el sello de los jóvenes K", se sincera. Empezó la carrera de comunicación, aunque no llegó a recibirse, igual que Sejem. Tiene un hijo y vivió en pareja, pero hoy está separado. Formaba parte de los equipos de comunicación de Adolfo Rodríguez Saá, pero cuando el puntano cayó en desgracia, se recicló en el kirchnerismo.
-Sobre ustedes circulan muchas leyendas sobre sus salidas nocturas, ¿sabía?
-(Se ríe)...No, pero sé de dónde puede venir eso....Nosotros no somos. Son otros.
-¿Y ustedes debaten, propician alguna discusión política, ya que muchos fueron militantes universitarios?
-Discutimos entre nosotros. Somos amigos desde hace muchos años.
-¿Trabajaría para el macrismo, si le ofrecieran un cargo?
-Bueno, de hecho, yo me fui de la Legislatura porteña, cuando llegó el macrismo.
- Pero, ¿alguien le había ofrecido algún cargo?
-No
El periodista Fernando Amato, coautor junto con Cristian Boyanovksy, del libro Setentistas, de La Plata a la Rosada ", se dedicó a bucear en la cultura política del grupo de jóvenes platenses que rodeaban, en su juventud a Néstor y Cristina Kirchner, cuando estudiaban abogacía, en La Plata. "En mi investigación cuento una anécdota, en la que Rodolfo Achem, un dirigente de la JP de La Plata, luego asesinado por la Triple A, rechazó una postulación como diputado nacional porque ´él no estaba militando para ocupar un cargo . Todo se hacía por convicción y por pasión", resume Amato.
Otro ejemplo es el actual diputado Carlos Kunkel, ex jefe político estudiantil de Kirchner: en esos años, Kunkel le presentó su renuncia como diputado al propio Perón por diferencias con una ley, que él consideraba represiva. "Me pregunto qué pensará ahora Kunkel de algunas leyes que el Congreso aprueba en estos tiempos", reflexiona.
Aunque es cierto que esta visión gerencial que impregna a la política hoy no tiene edad ni partido, también lo es que el contraste es mayor cuando se produce en el corazón de una fuerza política que levanta las banderas del poder como herramienta de cambio social. Este grupo de jóvenes ligados a la política -que algunos llaman "equipo de despliegue rápido"- adquieren especial importancia porque hoy está con el Gobierno y tienen acceso a resortes y recursos del Estado.
Será como lo viene pensando Zygmunt Bauman, el filósofo polaco que ha indagado como pocos en el nuevo mundo de las ideologías vacías y el conformismo, el mundo del "no se puede hacer nada", propio de nuestras modernas sociedades líquidas.
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