23 de abril de 2008

- ANARQUIA -






El triunfo de la anarquía


Por Abel Posse
Foto: Huadi
Para LA NACION



A partir del triunfo electoral de octubre y antes de los idus de marzo, el Gobierno parecía ese cazador que baja patos con alegría sin darse cuenta de que el lobo está lamiéndole los talones.

Durante un lustro, el Gobierno descuidó su obligación constitucional básica de mantener el orden público. La permisividad y el idiotismo de "no judicializar la protesta" transformaron el país en una cotidiana exhibición de piqueterismo, escraches e intimidación de los ciudadanos indefensos. Desde el ataque a la Legislatura hasta los desmanes en Mar del Plata durante la conferencia cumbre, la destrucción de la estación de Haedo, los destrozos en la de Constitución, el grotesco corte de rutas y puentes internacionales, presionando nuestra flébil diplomacia en el tema de las pasteras. Se dio espacio a la deliberación anticonstitucional y a la intimidación callejera, a veces de grupos que tienen que ver más con el entrenamiento que con la protesta.

Hoy el círculo se cierra. La serpiente de la anarquía se muerde la cola. La protesta del agro con centenares de incontrolables cortes en todo el país puso al Gobierno ante su peor crisis. Aprendieron a fondo la lección del piqueterismo

El 10 de diciembre asumieron los principales elegidos. En las dos semanas siguientes asistimos al espectáculo de ver a los flamantes gobernantes unidos por la misma perplejidad. Tanto la presidenta de la Nación como el jefe del gobierno de la ciudad de Buenos Aires y el gobernador Scioli parecían, más allá de sus discordias, tres personas asaltadas en plena calle. No había realidad de poder: alguien se lo había robado. Esos cetros de mando que fabrica el señor Pallarols carecían de realidad y de valor simbólico. Más bien hoy casi representan el no poder.

Mauricio Macri, vencedor absoluto en su ciudad, se encontró sin poder circular por ella libremente. No tenía poder ni para despejar la esquina de Córdoba y Cerrito. Uno de los gremios de nuestro jurásico sindical consideró necesario demostrar su fuerza intimidatoria. Cortaron la ciudad en unos cuarenta puntos. Lograron dañar a millones de ciudadanos y trabajadores, niños y mujeres. Apostaron sus piquetes en flagrante delito constitucional. Macri experimentó la humillación de representar la mayor voluntad ciudadana y de no poder detener a los crápulas en acción (que, después de la exhibición de fuerza, pedirían perdón).

El poder policial está inhibido, rebajado. Como para rematar el sufrimiento de la gente en esos días de calor insoportable, la acción antipueblo y anti-Argentina se coronó con una huelga no anunciada de subtes y trenes. Vimos entonces a un millón de personas deambulando detrás de los transportes que debían esperar una o dos horas, o pagando lo que les pidiesen los gestores de ómnibus seguramente ilegales. Vi los rostros de un viejo y de una madre con su pequeño en brazos, con las cabezas apoyadas contra la ventana del ómnibus inmovilizado, golpeado por el sol. Eran dos rostros entregados a la indignada resignación. Como condenados por un destino pensado por sadistas. No los olvidaré. Eran las víctimas de un país que no sabe imaginar al otro. Basta pensar que para recordar la muerte del educador Fuentealba el gremio dejó sin clases a siete millones de chicos

Para el gobernador Scioli, su inauguración arrancó con la frustración de ver ocupado, destruido, incendiado parcialmente, el Ministerio de Desarrollo Social. Los vándalos arrojaron una bomba molotov a un trabajador del orden público e hirieron a dos más. Destrozaron muebles y material electrónico. Los acumularon en las escaleras y los rociaron con combustible. Detenidos benignamente, alegaron que solamente reclamaban un refuerzo de ayuda alimentaria. Una irresponsable togada liberó esa misma noche a la cincuentena de delincuentes. Por radio, con voz rebajada, alegó que esa liberación se debió a "la voluntad de evitar un mal mayor".

Scioli y el ministro de seguridad, Stornelli, recorrieron el edificio. Sonó como una sincera sorpresa el estupor del gobernador al decir que algo semejante no podía pasar en ningún lugar del mundo. Y como un hecho casi novedoso la ciudadanía valoró que ordenara procesar a los autores de la tropelía. Fue, en mucho tiempo, una reacción de mando inusual institucional, después de años de permisividad hacia la impunidad vandálica.

Después de todos los hechos enumerados, que señalan un espíritu de disolución propagado invariablemente por el gobierno de Kirchner, hoy asistimos a una fatiga impaciente ante un autoritarismo que sigue concentrando poder sin grandes causas nacionales como objetivo. El episodio de la movilización unánime del campo conlleva una reacción de hartura hacia lo que algunos delicados llaman "los problemas de estilo" del kirchnerismo. La Presidenta recibió a tranquera cerrada un gobierno hipotecado y ocupado. Recibió también el poco amable legado de esos jinetes del Apocalipsis que se llaman inflación, Indec, violencia y vandalismo callejero, penuria energética y desprestigio internacional de un país que se sobrevuela, pero se prefiere no pisar (pasaron de largo Chirac, Condoleezza Rice, Prodi, Angela Merkel y hasta la presidenta de la India, probablemente informada de los desplantes grotescos padecidos por su par de China, Hu Jintao...)

El flamante gobierno de la Presidenta tiene apenas cuatro meses. Es un gobierno bebé. Resulta poco imaginable que una personalidad como la de la doctora Kirchner, con reconocidas capacidades intelectuales y de formación jurídica, se resigne a un desteñido poder vicario, donde la mediocridad de las "razones de caja" prevalezcan sobre los proyectos y las grandes políticas indispensables en este momento mundial.

Por primera vez en la historia, los términos del intercambio favorecen estruendosamente a los productores de materias primas. Más que nunca necesitamos la unión de producción y poder, de administración y creatividad, antes de que este ciclo favorable termine.

El tema del campo concita una extendida protesta de un pueblo que no puede seguir manejándose al margen de la Constitución, donde los impuestos confiscatorios se apliquen sin el prioritario entendimiento del Congreso y cuyo monto se concentre en el Poder Ejecutivo, en un par de funcionarios, como si se tratara de esos créditos a sola firma de alguna cooperativa pueblerina.

Más allá de las retenciones ilegales y expropiatorias de la riqueza (como imaginadas por algún Lenin financierista), la Presidenta debe comprender que está en juego un sistema institucional derruido, donde el poder central negocia con gobernadores, intendentes y sus clientes de la politiquería el dinero para las obras a cambio de la genuflexión política, o algo peor. (Estamos a la cola de las estadísticas de transparencia.) ¿Podemos seguir alentando abiertamente a matones de cantina y solapados ladrones especializados en fondos públicos? ¿Podemos seguir afirmando que una solicitud airada de revisión de un sistema confiscatorio que nos despoja del setenta por ciento del producido agrario es una subversión oligárquica?

Toda crisis ayuda a nacer. Y esta crisis puede ayudar a nuestra primera mandataria a liberarse del maléfico espíritu de conflicto y de disolución que paraliza a nuestra patria en todos los órdenes.

La crisis actual es la oportunidad del gran viraje que se debe como gobernante, tal vez como estadista, para ser. Nada menos que ser, más allá de todo entorno. Ser y querer ser en el propio hacer.

Nadie que haya tratado a la Presidenta podría imaginar en ella un destino de resignación o sometimiento. Como gobernante, está enfrentada a la posibilidad de conducir las grandes respuestas democráticas y de inserción exitosa en el mundo que requiere este país, cuyo espectro político absolutamente mayoritario afirma la democracia y la relación exitosa y clara en un mundo que requiere nuestra producción y la paga como nunca.

Como se dijo al comienzo, el círculo anárquico se cierra con la culminación del superpiquete agrario que conmueve al Gobierno en su mayor crisis política. Es el lobo que le lame los talones. Todos debemos convocarnos a la superación en la transparencia y en la absoluta vigencia constitucional, sin trampas, con el pleno juego de los poderes e instituciones y sin hacer de esta peligrosa situación una confrontación donde alguien crea que está en juego el "orgullo de Estado".

Hay en la Argentina personas, políticos y técnicos ya probados en momentos críticos y la Presidenta y el kirchnerismo no deben vacilar en recurrir a la creación de equipos alternativos ante la realidad de vacío de ideas renovadoras y de credibilidad.

Mientras la Presidenta y el kirchnerismo no ejerzan el camino de cambios de estilo, de personas y de actualización de objetivos nacionales, su gobierno no sólo carecerá de realidad de poder, sino que tendrá que hacer un largo camino intoxicado por problemas que no se supo solucionar en el quinquenio transcurrido. Es como nacer cargando como propio el envejecimiento del padre.

Abel Posse es diplomático, ensayista y novelista.

1 comentario:

Red de Apoyo a Freddy y Marcelo dijo...

Recital en solidaridad con Freddy, Marcelo y David

Sábado 17 de mayo desde las 16 hs.
(frente a la estacion Paso del Rey - tren Sarmiento)

*KAOS ORGANIZADO
*PUNKREAS
*TAMAYO GAVILAN Y LOS PANFLETARIOS
*CANCER DEL SISTEMA
*KACHIBACHES

Feria de material anarquista y anticarcelario.
Buffet economico y solidario
Entrada a colaboracion y/o un alimento para los compañeros detenidos.

RED DE APOYO A FREDDY, MARCELO Y DAVID.
http://freddymarcelolibres.blogspot.com/ - freddymarcelolibres@gmail.com