15 de mayo de 2008
- EL LAGO DE LOS CISNES -
Los cisnes y el lago
Por Abel Posse
Para LA NACION
Estamos viviendo días importantes y todavía tranquilos. El tema económico y sectorial de las retenciones confiscatorias, sancionadas por simple resolución del ministro de Economía, se extiende por el país y por todos los sectores como un viento de conciencia republicana y de hartazgo ante un autoritarismo indigno de esta Argentina, que ya vivió muchas cosas como para soportar, además, la patanería. Es una brisa fresca que nos levanta de un sopor de brazos caídos ante la violación del orden constitucional como conducta cínicamente establecida.
El campo, el interior callado, la Patria profunda, nos reveló una realidad de voces bien plantadas en su razón y en su lógica. Al reclamo masivo y transclasista, el Gobierno presentó insoportables postergaciones y chicanas, la renuncia de un ministro jugado como chivo expiatorio y la voluntad comisarial del valido cogobernante de "ponerlos de rodillas". La televisión mostró el rostro abotagado del ministro primero del Gobierno durante las negociaciones. Más que fatiga física, se lo veía descompuesto entre comprender las razones y estar sometido a tirones de correa y tener que expresar lo absurdo y contradecir lo dicho ante gente acostumbrada a honrar su palabra.
La Presidenta nos habló en su asunción de la mujer y de sus altas cualidades. Lo repitió casi con un dejo de sexismo al revés en la reunión de la OEA, cuando el conflicto Ecuador-Colombia. Pasaron cinco meses y se la ve indecisa, sin comprender que la Historia pasa ante su puerta y que nació en un país y pertenece a un partido que dio dos extremos del poder y de la impotencia política de la mujer: una mujer que no tuvo ningún cargo oficial y por fuerza de su pasión se transformó en una figura mundial y, por el otro extremo, Isabelita.
La Presidenta recibió una herencia envenenada, a tranquera cerrada. Contrariamente a lo que pueda seguir creyendo, le toca hacer las transformaciones para solucionar los problemas causados e irresueltos por su marido: autoritarismo, imprevisión en lo energético, inseguridad y criminalidad, manipulación estadística, conflictividad internacional, desarticulación constitucional del sistema de poderes. Y ahora, la obstinación confiscatoria con centro en la productividad agraria.
A cinco meses de haber asumido, este gobierno sigue siendo prenatal. A la inmovilidad de los Kirchner se suma la de los dirigentes políticos que no comprenden, más allá de sus egos y empeños personalistas, que el campo hizo sonar las campanas, llamando a una imprescindible reorganización republicana y moral. El peronismo oficialista está desbordado por dirigentes peronistas que ya tienen la experiencia de haber sido espectadores (sin creerse cómplices) de los desmanes de la pareja ejecutiva que sucedió la muerte de Perón, terminando en el golpe militar apoyado o tolerado por la mayoría nacional.
Urge crear una Mesa de Convergencia Republicana que sirva como gran asamblea política para no repetir la trágica desunión de la mayoría opositora ante las elecciones de octubre de 2007. Esto incluye a los partidos tradicionales en todas sus líneas y a los sectores emergentes, como los de Macri, Carrió y Lavagna. La caída de prestigio y de futuro electoral del Gobierno obliga a una política de diálogo y de reconstrucción institucional urgente.
El lago argentino se encrespó peligrosamente y ya no hay espacio para el deslizamiento indiferente de los cisnes. Estamos, probablemente, ante el fin del irracionalismo prepotente y ante la feliz posibilidad de constituirnos en un país normal, donde su inteligencia y su capacidad productiva, aseguradas por las corrientes económicas mundiales, nos puedan liberar del absurdo kafkiano de nuestra ineptitud y grosería política y administrativa.
El autor es diplomático y escritor.
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