26 de junio de 2007

- ADICCIONES -




Una sociedad con muchas adicciones

Por Carlos Souza
Para LA NACION



La Asamblea General de las Naciones Unidas en 1987 decidió establecer el 26 de junio de cada año como Día Internacional de Lucha contra el Uso Indebido y el Tráfico Ilícito de Drogas. En el país, se constituyó en 1989 la Sedronar, como el organismo oficial a cargo de gestionar acciones de prevención y asistencia a drogodependientes e introducir un amplio abanico de estrategias para reducir la oferta y demanda de sustancias psicoactivas.

En ambos casos se logró jerarquizar un problema que afecta a la comunidad y también ubicar al adicto, último eslabón de una oscura maraña delictiva, no como a alguien con fallas morales sino como a una persona con un problema personal, familiar y social: un avance, sin duda.

Pero fue más importante el trabajo de las organizaciones no gubernamentales (ONG). En 1973, Carlos Novelli se convirtió en pionero en el desarrollo de sistemas de tratamiento basados en la comunidad terapéutica, exitosa modalidad sustentada no sólo en lograr la abstinencia, sino en recuperar valores como la dignidad, la solidaridad y la ética del trabajo.

Así como la existencia de una ley no significa que se cumpla, la existencia de un organismo a cargo de las políticas de drogas no implica que se hayan logrado sostener eficaces políticas de Estado en la materia. Las cifras son elocuentes: en apenas cuatro años, el consumo de paco aumentó un 200%. Según un estudio financiado por la OEA, la venta de cerveza creció de 240 millones de litros en 1980 a 1300 millones en la actualidad, un aumento del 400%. Se duplicó la atención de emergencias derivadas de accidentes vinculados con el consumo de alcohol y drogas entre 1995 y 2003. El alcohol y las drogas están presentes en cuatro de cada diez accidentes automovilísticos.

El que se tome como algo natural el consumo creciente de droga, como está sucediendo, no nos debe llevar a claudicar en la generación y puesta en práctica de acciones asistenciales y preventivas, aunque esto signifique cubrir con un mantel chico una mesa grande. El mantel debe ser cada vez más grande, lo que no ocurre en la actualidad. El presupuesto anual de la Sedronar es de 23 millones de pesos. Esta partida es absolutamente insuficiente. Chile tiene un presupuesto de 18 millones de dólares; Brasil, de 46,2 millones de dólares; Bolivia, 23,2; Uruguay, 8,3, y Ecuador, 13,1 millones de dólares.

No ayuda la actual discusión sobre quién tendría a su cargo el Registro Nacional de Precursores Químicos (Renpre) actualmente en la órbita de la Sedronar, disputado por el Ministerio del Interior. Los precursores químicos son los elementos indispensables para la fabricación de cocaína. Actualmente, su venta está significativamente más controlada y restringida, con el objetivo de frenar la proliferación de las llamadas "cocinas" o laboratorios clandestinos. No obstante, valdría la pena analizar el fenómeno. A menor circulación de precursores químicos, menor fabricación de cocaína en laboratorios clandestinos tendremos, pero mayor circulación de pasta base de cocaína, ya que ésta no dejará de ingresar por nuestras porosas fronteras. Se repara una grieta y se abre otra: un dilema de compleja resolución.

Nuestra sociedad tiene mucho de adicta: adicción a drogas, psicofármacos, alcohol y nicotina. Pero también tenemos adicción al poder, al vértigo, a la transgresión y a las marcas. Un adicto a las sustancias psicoactivas se familiariza con hábitos destructivos. Nosotros nos familiarizamos con las cifras; ya no nos conmueven: son números. Un adicto no logra proyectarse: vive en el presente, en la inmediatez, o en el pasado. Resuelve a través de impulsos, que le otorgan un ilusorio y temporario sentimiento de control de las cosas que lo rodean. Transgrede normas. Es víctima de su inmadurez emocional. El primer objetivo en la terapia con adictos es que logren pasar del mundo de la inmediatez a la capacidad para reflexionar sobre sí mismos. Para lograr esto, es necesario que todos -sujeto, familia y redes de contención- vuelvan a considerar problemáticos hábitos destructivos con los que hoy estamos patológicamente familiarizados.

No hay que hundirse en el desaliento y la desesperanza. Contamos con grandes potenciales, tanto en el plano gubernamental como en la sociedad. Las ONG son reservorios de experiencia y trabajo de campo. Complementan, no sustituyen, la acción del Estado. Priorizar el problema es también dejar de lado el debate sobre la legalización de las drogas, estéril en el actual contexto de emergencia.

Aunque no parezca progresista, la salida sigue siendo la toma de conciencia colectiva sobre el problema de la droga y sus consecuencias, la asignación de recursos necesarios para encarar sólidos programas y reforzar los existentes, simultáneamente con la articulación de redes sociales de contención que apunten a desarrollar personalidades con pensamiento crítico y a recuperar el sentimiento de comunidad.

El autor es presidente de la Fundación Aylén para la Prevención y Asistencia de las Adicciones

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