24 de junio de 2007

- PREPOTENCIA -



Ocaso de la


campaña sucia


Por Jorge Fontevecchia

Diario Perfil


Foto R.A.Carrasquet

Ayer el diario Página/12 publicó un interesante Panorama Político firmado por Luis Bruschtein donde decía: “Resulta paradójico que [...] favorecido por la ola de denuncias de corrupción y autoritarismo que inundó a los medios poco antes de las elecciones porteñas, Macri lo usara para neutralizar cualquier cuestionamiento, crítica o denuncia que pudiera surgir contra él o su fuerza. Se creó así un espacio donde resultaba legítimo denunciar al oficialismo y sus candidatos, ya fuera por ideología, historia, corrupción o mal desempeño, pero cualquier alusión a la centro derecha en cualquiera de estos rubros asumía la forma de campaña sucia, como lo repitieron hasta el cansancio muchos analistas mediáticos. De esta manera, la campaña para la segunda vuelta fue un paseo para Macri”.

Tiene razón Bruschtein y queda responder por qué. Un buen comienzo sería preguntarse: ¿qué diferencia al periodismo crítico de las campañas sucias de prensa? No totalmente pero sí en parte, algunas de las mismas diferencias que separan al periodismo crítico del periodismo partidario que a veces le toca ser de oposición y otras oficialista. Como tantas veces dijimos, para el primero el periodismo es un fin, para el segundo es un medio y su fin es la política. El periodismo crítico es crítico de todos los gobiernos; el otro ciertas épocas es crítico y en otras, oficialista.

Pero es mucho mejor género este último que el periodismo, si es que se lo puede llamar así, que siempre es oficialista; aquí el fin ya no es la política sino simplemente el beneficio personal.
Siguiendo esta línea de razonamiento para llegar a la conclusión, muchos periodistas, al ver que se usaba a su profesión para hacer campañas sucias financiadas por el Gobierno no quisieron parte del juego. Y los lectores, al ver que con frecuencia inusual se sucedían tapas críticas a Macri en medios donde nunca se critica a personas afines al Gobierno, también descubrieron el juego y dejó de influirles. Quizás, incluso, jugó a favor de Macri.

Marshall Mc Luhan explicaba que “el medio es el mensaje”, que junto con todo mensaje había un metamensaje que comunicaba sobre quien comunicaba y la importancia –credibilidad– del mensaje estaba altamente condicionada por los atributos del emisor. La revista Noticias publicó una tapa muy crítica de Macri en enero pasado y nadie imaginó nunca que se tratara de una campaña sucia, comenzando por el propio damnificado cuya reacción fue pedir derecho a réplica, lo que terminó derivando en un debate entre Macri y Noticias que ocupó seis columnas, tres de cada parte, y se extendió durante dos meses hasta comienzos de marzo.

No fue Noticias precisamente indulgente con Macri: en la edición de la tapa que dio origen a la polémica cuyo título decía “Radiografía de un candidato haragán”, se lo llamó “inmaduro”, que “vive en una burbuja”, se lo calificó de “frívolo” y con un “hedonismo crónico funcional a la vacuidad de la política argentina”, además bautizó a su entorno como el “grupo Festilindo”. La nota se titulaba “El señor de los caprichos”.
¿Por qué esa nota y las tres columnas críticas a Macri posteriores, que integraron lo dicho por Noticias en ese debate, no resultaron sospechosas de ser una campaña sucia? Mi personal interpretación tiene que ver con la honestidad intelectual: cuando el otro y el lector perciben que a pesar del desacuerdo sobre lo publicado no existen intereses ocultos que guíen la acción ni beneficios o réditos egoístas que la motiven.

Macri será el Gobierno de la Ciudad en algunos meses y tanto la revista Noticias como este diario se dedicarán a criticar sus puntos flacos como hicieron con todos los gobiernos anteriores sin importar si son de derecha o de izquierda, si discriminan y premian o no con la publicidad oficial (algo parecido al ejemplo que se verá al fin de esta columna).

Esa actitud legitimiza la crítica, la separa de las campañas sucias y, muy probablemente, la hace mucho más efectiva porque, como decía Mc Luhan, no pesa lo mismo el mismo mensaje que proviene de medios diferentes.

La prepotencia. Quizá también este ejemplo sirva para explicar por qué el propio Presidente descubrió que debía dejar de atacar públicamente a Macri y después de una diatriba inicial completó, hoy, 16 días sin mencionar al candidato del PRO. Cada vez que Kirchner encendía su atril bajaba la intención de votos de Filmus. De la misma forma que el apoyo de Kirchner a Rovira en Misiones el año pasado terminó potenciando la figura del ex obispo Pigna. Probablemente se explique en que la prepotencia es uno de los defectos menos tolerados por la gente.

A modo de epílogo sobre la prepotencia, es divertido reproducir la conversación interceptada por radio en la costa de Finisterre (Galicia) en Octubre de 1995.

Españoles: ...(ruido de fondo)... Por favor, desvíen su rumbo quince grados sur para evitar colisión...

Americanos: ...(ruido de fondo)... Recomendamos que desvíen su rumbo quince grados norte para evitar colisión...

E: Negativo. Repetimos, desvíen su rumbo quince grados sur para evitar colisión.

A: Al habla el Capitán de un navío de los Estados Unidos. Insistimos, desvíen su rumbo.
E: Volvemos a repetir, les recomendamos que desvíen su rumbo.

A: (gritando) Les habla el capitán del portaviones de la Marina norteamericana USS Lincoln, el segundo más grande de la flota. Nos escoltan tres destructores, tres cruceros y numerosas corbetas de apoyo. Les ordeno que desvíen su curso 15 grados norte. En caso contrario nos veremos obligados a tomar las medidas que sea necesarias para garantizar la seguridad de este buque. Por favor obedezcan inmediatamente.

E: Les hablamos desde un faro. Somos dos personas. No tenemos ni pajolera idea de nuestra posición en el ranking de faros españoles. Nos escoltan un perro, nuestra comida y dos cervezas. Tenemos el apoyo de Cadena Dial de La Coruña y estamos en tierra firme. Pueden tomar las medidas que consideren oportunas y les dé la gana para garantizar la seguridad de su buque, pero, volvemos a insistir, lo mejor es que desvíen su rumbo si no quieren darse de narices contra el faro.

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