8 de junio de 2007

- PULSO POLITICO -



EL LABERINTO PORTEÑO


Aunque en su discurso público manifieste otra cosa, la mayor expectativa del kirchnerismo frente al ballottage porteño del próximo domingo 24 es que Daniel Filmus pueda superar el 40 por ciento de los votos.

No sería poca cosa. Obtener un porcentaje semejante constituiría el mejor desempeño electoral del justicialismo en la Capital Federal desde la reapertura democrática de 1983, con la salvedad de que se trata de una segunda vuelta electoral. Hasta ahora, el más alto registro de votos para un candidato del peronismo en esta ciudad lo consiguió Carlos Menem, en los comicios presidenciales de 1989, cuando alcanzó poco más del 36 por ciento de los sufragios.

No hay espacio para otro objetivo mayor en el gobierno nacional. En términos futbolísticos, la situación de Mauricio Macri es como la de un equipo que va ganando tres a cero a diez minutos del final del partido.

Tomando sólo la mayoría de los votos de Telerman en la zona norte de la ciudad, y conservando sus votantes de la primera vuelta, Macri tendrá asegurada la victoria.

El potencial aumento del voto en blanco en la segunda vuelta, sumado al dato de estimaciones efectuadas a partir de sondeos de la consultora Poliarquía en la tercera semana de mayo, que daban cuenta de que, por entonces, un tercio del electorado de Jorge Telerman podía apoyar a Macri ante un hipotético ballottage entre éste y Filmus, no hacen más que corroborar la hipótesis del éxito de Macri.

Aun cuando la estrategia kirchnerista se limite a superar el 40 por ciento de los votos y no a ganar, allegados a la Casa Rosada creen que esto requerirá una campaña capaz de cambiar los ejes y también los actores. Esto justifica el intento oficial por nacionalizarla y la irrupción de lleno de Néstor Kirchner en el escenario porteño. "El Presidente es el único que puede hacer que se llegue al 40 por ciento, porque ése es su porcentaje de imagen positiva en la Capital", refirieron.

Se trata, por cierto, de una apuesta demasiado fuerte frente a la certeza de que la elección se pierde. Llegar al 40 por ciento sería una buena plataforma para el kirchnerismo de cara a las elecciones presidenciales de octubre. Pero si, finalmente, el triunfo de Macri fuese por un margen mucho mayor, el resultado implicaría una derrota personal del primer mandatario, sobre todo si el protagonismo de Kirchner y los decibeles de sus diatribas antimacristas continúan en los niveles de los últimos días.

Atrapados en un laberinto, entre los estrategos de la campaña de Filmus, no hay acuerdo sobre el tono que deben tener las intervenciones presidenciales.

Hasta ahora, la mayor coincidencia pasa por referirse a Macri despectivamente como el candidato de "la derecha".

Se trata de un planteo apocalíptico y peligroso. Como señala el filósofo Santiago Kovadloff, si con el concepto de "derecha" se despoja al rival de todo matiz centrista, de alguna manera se le está restando el carácter democrático. Y a un adversario al que se demoniza, lo único que le corresponde en teoría es la exclusión, pues no cabe con él la discusión de ideas. Esta estrategia de campaña del kirchnerismo sólo conduce al aislamiento y a la negación de cualquier posible consenso con quienes piensan distinto, rechazando así lo más rico que tiene la democracia.

Por Fernando Laborda
La Nación

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