25 de abril de 2007

- EL PEOR ESCENARIO -



La peor amenaza a la seguridad mundial

Por Margaret Beckett
Para LA NACION


El 16 abril se realizó en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas un debate sobre el cambio climático. El delegado congoleño señaló: "No será la primera vez que la gente se enfrente por tierras, agua y recursos, pero esta vez el enfrentamiento será a una escala que tornará insignificantes los conflictos del pasado".

Los franceses dijeron que el cambio climático es "la amenaza número uno para la humanidad". Y los belgas manifestaron que, en respuesta a esa amenaza, no podemos hacer menos que reformular por completo nuestra concepción de la seguridad.

Por su parte, el secretario general de la ONU, Ban Ki Moon, afirmó que las perspectivas que enfrentamos son alarmantes.

Nuestro clima, cada vez más inestable, ya no se considera principalmente una cuestión ambiental o económica. A medida que la amenaza que enfrentamos fue creciendo en magnitud y perfilándose con mayor claridad, a lo largo de los últimos dos años, y a medida que las últimas pruebas científicas confirmaron y en algunos casos agravaron nuestros mayores temores respecto del impacto físico que nos espera, también se tornó cada vez más evidente que el cambio climático trae aparejadas consecuencias que alcanzan a los aspectos más fundamentales de la agenda de seguridad. Las inundaciones que causan enfermedades y hambre generan, a su vez, migraciones a una escala sin precedente en zonas donde ya se registran fuertes tensiones entre diversos grupos humanos. Las sequías malogran los cultivos y esto produce competencia por alimentos, agua y energía en regiones donde los recursos ya están al límite. Corremos el riesgo de un descalabro económico de la magnitud prevista en el informe Stern del año último, sin precedente desde el fin de la Segunda Guerra Mundial.

Esta no es una cuestión limitada a la seguridad nacional. Afecta a la seguridad colectiva en un mundo frágil y cada vez más interdependiente. Y lo trágico es que serán nuevamente los más vulnerables y menos capacitados para enfrentar el problema quienes sufrirán el golpe primero. Sin duda, no se trata de elegir entre la estabilidad climática y la lucha contra la pobreza. La primera es condición necesaria de la segunda.

A cualquiera que desee identificar el nexo entre lo que nos dice la ciencia sobre el impacto físico del cambio climático y las repercusiones más amplias para nuestra seguridad le recomendaría leer el alarmante informe que la Junta de Asesoramiento Militar publicó el lunes 16 de abril. Este organismo está integrado por algunos de los más respetados almirantes y generales retirados de los Estados Unidos.

Durante sus respectivas carreras, ellos se enfrentaron con todo tipo de situaciones, desde la necesidad de contención y disuasión de la amenaza nuclear soviética en la época de la Guerra Fría hasta la más reciente lucha contra el terrorismo y el extremismo. Están en las antípodas del clásico estereotipo del activista ecológico. Y, sin embargo, en su informe afirman categóricamente que las proyecciones de cambio climático representan una grave amenaza para la seguridad nacional de los Estados Unidos. Según ellos, es una "amenaza multiplicadora de factores de inestabilidad en algunas de las regiones más volátiles del mundo". En otros términos, la inestabilidad climática tornará más frecuentes y más severas las tensiones y conflictos que enfrenta día tras día el Consejo de Seguridad.

Son, pues, estas preocupaciones las que sustentaron la decisión del Reino Unido de aprovechar su ejercicio de la presidencia del Consejo de Seguridad para convocar a este debate sin precedente. Y son estas preocupaciones las que llevaron a 53 países, número muy poco frecuente para esta clase de reunión, a registrarse para hacer uso de la palabra.

Llevar el tema al Consejo de Seguridad no constituye una alternativa que excluya el trabajo que pueda realizarse en otros ámbitos de la ONU o de la comunidad internacional. Yo he sido durante más de cinco años la principal negociadora británica en la convención marco de la ONU sobre cambio climático. Por eso, soy la última persona que querría perjudicar esos otros esfuerzos de carácter multilateral.

Pero los miembros del Consejo de Seguridad somos responsables por el mantenimiento de la paz y seguridad internacionales y podemos realizar un aporte único al desarrollo de una visión común de lo que significa la inestabilidad del clima para nuestra seguridad individual y colectiva.

Las decisiones a las que lleguemos y las medidas que tomemos en cualquier foro a medida que construyamos una economía global con bajo nivel de carbono serán mejores, más sólidas y más eficaces, porque estarán basadas en el máximo conocimiento posible de todas las implicancias del cambio climático, entre ellas el imperativo de seguridad.

El martes 17 de abril fue un día histórico. Marcó el reconocimiento del cambio climático como problema fundamental de seguridad. Demostró que la amplia mayoría de los miembros de la comunidad internacional ahora perciben la inestabilidad del clima como una amenaza sin precedente que debemos enfrentar con mayor urgencia y ambición. Si tenemos éxito en este esfuerzo conjunto, todos gozaremos de mejores perspectivas de seguridad. El cambio climático es una amenaza que nos puede unir si somos lo suficientemente inteligentes como para impedir que nos separe.

La autora es secretaria de Estado de Relaciones Exteriores de Gran Bretaña.

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