26 de abril de 2007

- PROPIEDAD INTELECTUAL -



Propiedad intelectual vs. piratería

Se celebra hoy el Día Mundial de la Propiedad Intelectual, creado por la Organización de la Naciones Unidas (UN) con la finalidad de que se reconozca y recompense la creatividad de los autores, artistas e inventores, así como su contribución para mejorar la sociedad.

La ocasión resulta propicia para reflexionar sobre la manera en que la propiedad intelectual influye en todos los aspectos de la vida: gracias al derecho de autor se pueden escuchar obras musicales y ver obras artísticas, cinematográficas y literarias. Por otra parte, los diseños industriales dan forma al entorno, las marcas constituyen signos fiables de la calidad de productos y servicios, y las patentes fomentan el desarrollo de invenciones ingeniosas, constituyéndose en un incentivo para las investigaciones científicas, tecnológicas y médicas que hacen que la vida sea más fácil, rápida, segura y saludable, modificándola a veces por completo.

El derecho de autor es el reconocimiento que hace el Estado a favor de obras literarias y artísticas, en virtud del cual otorga su protección para que el autor goce de privilegios de carácter personal y patrimonial. El respeto por esas normas es fundamental para la convivencia y para el desarrollo económico de un país. Al respecto, desde la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI) se señala que "los países sin infraestructura adecuada en materia de propiedad intelectual tienen poco éxito para atraer proyectos de investigación, nuevas industrias, fábricas e inversiones extranjeras". Ello ocurre debido a que las empresas no tienen confianza en invertir en países donde no está segura la propiedad intelectual.

Debido a los avances en el campo de la informática, a la existencia de un ciberespacio sin normativa y a la reducción de costos en la tecnología de la información, la piratería de productos culturales, tales como la música, las películas y el software, se ha convertido en un problema creciente en los países industrializados y en los países en desarrollo, con graves repercusiones en escala local para las actividades culturales, la creatividad y el desarrollo económico. En efecto, en los países donde la piratería tiene una mayor incidencia se produce una disminución de la oferta de productos creativos, con el consiguiente empobrecimiento cultural. Ello sea dicho además del fraude que representa para el fisco, porque no tributan impuestos de ninguna clase.

A partir de las nuevas tecnologías, nunca ha sido tan fácil el acceso a los productos pirateados, que son bastante más económicos. Y la misma tecnología que ha facilitado una distribución generalizada y legítima al consumidor ha hecho relativamente fácil y económica la venta de productos pirateados y falsificados en todo el mundo. Delincuentes ingeniosos que forman parte de grupos criminales organizados utilizan Internet para contravenir los derechos de autor y de marca registrada creando y vendiendo productos como programas de computación, que parecen legítimos pero no lo son. Estas organizaciones se esconden en las sombras de la economía clandestina y explotan cualquier debilidad de las acciones para el cumplimiento de la ley, empleando las ganancias generadas por sus apoderamientos ilegales para financiar otras actividades delictivas.

Si bien delitos como la sustracción de propiedad intelectual pueden parecer inofensivos a algunos, la realidad puede ser terrible. Los delincuentes que fabrican y venden productos falsificados plantean un riesgo considerable a la salud y seguridad de nuestros ciudadanos. Al respecto, cabe recordar el caso de aquella joven rionegrina de 22 años que recibía un tratamiento contra la anemia en un hospital de Viedma y murió después de que se le suministrara una droga a base de hierro falsificada, según informaron en aquella ocasión el Ministerio de Salud de la Nación y la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (Anmat).

Las medidas para proteger la propiedad intelectual y, en consecuencia, para combatir la piratería deben estar dirigidas a la modernización y mejora de la legislación, de manera que resulten más efectivas en ese combate; al refuerzo en la aplicación de la legislación ya existente, y a la realización de campañas de información destinadas a promover la sensibilización de la opinión pública sobre las graves consecuencias culturales y económicas de la piratería y de la necesidad de salir a enfrentarla y combatirla.

Editoral La Nación

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