9 de julio de 2007

- METROGAS -


La intervención en Metrogas


La improcedente intervención del gobierno nacional, por medio de su impresentable secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno, en la empresa Metrogas, es un capítulo más de una lamentable política de persecución y amedrentamiento contra el sector privado.

El viernes último, el citado funcionario se presentó en las oficinas de la empresa distribuidora de gas en la ciudad de Buenos Aires y la zona sur del conurbano. En un clima de máxima tensión, acusó a directivos de la empresa de deficiencias en la prestación de sus servicios, al tiempo que se anunció una intervención de esa compañía privada por 180 días, amparándose en la derogada ley de abastecimiento.

Con el correr de las horas, se abandonó la a todas luces disparatada idea de intervenir la empresa, pero se forzó el reemplazo del director general de Metrogas. El anuncio de este cambio fue hecho desde el Ministerio de Planificación Federal, a cargo de Julio De Vido.

Desde donde se lo mire, todo lo ocurrido resulta tan insólito como extremadamente grave. Entre otras cosas, resulta increíble que un funcionario del Poder Ejecutivo pretenda intervenir una empresa privada, con un desconocimiento absoluto de elementales normas constitucionales. No menos increíble es que los cambios en la dirección de una compañía que cotiza en las bolsas de Buenos Aires y de Nueva York sean anunciados públicamente desde un ministerio.

El fondo de la cuestión deja no menos dudas. Alegó el secretario de Comercio Interior que Metrogas había impuesto una restricción del 35 por ciento del gas contratado como firme por las industrias y que la empresa se negó a abandonar tal medida. Pero la pretensión del funcionario chocaba con la orden que el comité de emergencia, creado para afrontar la crisis energética y presidido por el secretario de Energía, Daniel Cameron, les había dado a las empresas distribuidoras de gas de restringir el servicio para evitar males mayores.

Aparece así una lucha por espacios de poder entre un secretario de Comercio Interior que, como de costumbre, se excede en sus atribuciones y un secretario de Energía al que se ha desacreditado, lucha en la cual las empresas prestatarias de los servicios son carne de cañón.

Lo sucedido en Metrogas se produjo poco después de la aplicación de graves sanciones a la empresa petrolera Shell por faltantes de gasoil en algunas de sus estaciones de servicio. En ambos casos, se advierte que las autoridades gubernamentales no tratan a todas las empresas con la misma vara.

Pero lo más grave es que, en momentos en que el presidente de la Nación asegura que la Argentina avanzará hacia una mayor institucionalización con quien espera que lo suceda en el poder, cada día se retrocede más en ese aspecto. Se desconocen las normas y ahora, por si fuera poco, se suplanta a los entes de control de los servicios públicos como autoridad de aplicación por la prepotencia de un funcionario.

La seria crisis energética que vive el país no puede ser enfrentada con actitudes demagógicas ni con actos patoteriles. El secretario de Comercio Interior, el mismo que no hace mucho aseguró que iba a llover gasoil, le haría un favor a la economía argentina si dejara de lado su grotesco afán de protagonismo. Y le haría un doble favor a su gobierno y al país si presentase su renuncia.

Entretanto, es menester que las autoridades nacionales comprendan que la salida de la crisis energética dependerá de la puesta en marcha de soluciones estructurales, que deberán estar acompañadas por el respeto de las reglas de juego y por la generación de un clima propicio para alentar las tan necesarias inversiones en el sector.

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