16 de julio de 2007
- MERCOSUR -
El Mercosur y el ABC
Por Eduardo Amadeo
Para LA NACION
Es conocida la importancia que tuvo el Mercosur en el desarrollo comercial y político de nuestra región. Por el aumento sustancial del comercio, la consolidación de la democracia y la instalación de nuevas agendas y diálogos, ha sido una experiencia exitosa. Pero para mantener el interés de sus miembros y adaptarse a las nuevas condiciones del entorno, necesita reformas. Debe tener más y mejor institucionalidad, agendas más complejas, cadenas productivas consolidadas, más beneficios para los países más pequeños...
Cabe preguntarse si los objetivos estratégicos de la política regional argentina se agotan en la relación prioritaria con Brasil y en un mejor Mercosur, ampliado con Venezuela y aun con Bolivia. Para una respuesta, deben tenerse en cuenta dos aspectos. El primero es que, acelerada por el fracaso de las negociaciones multilaterales, la dinámica diplomática mundial amplía la búsqueda de nuevas alianzas comerciales, sin compromisos rígidos, combinando intereses de comercio y seguridad. No adaptarse a esta realidad es excluirse. El segundo tiene que ver con el rumbo futuro de nuestra economía. La Argentina ha demostrado una notable capacidad de resiliencia e innovación, pero necesita aumentar el valor agregado de sus exportaciones. Y, una economía más compleja, con más exportaciones industriales, requiere nuevos mercados y negociaciones más agresivas.
Por ello son bien positivas nuestras incipientes relaciones Sur-Sur, pero, por lo mismo, parece también necesario que las ampliemos y que avancemos más hacia un modelo de inserciones múltiples. Con un país más industrializado y complejo, se necesitan nuevas formas de salir al exterior, y sobre todo, de atraer inversiones. La integración exitosa es un proceso no lineal, que admite todas las formas imaginables.
Nuestro socio estratégico, Brasil, apela a este enfoque múltiple y dinámico. Ataca duramente el proteccionismo, forma parte del G-4, es aliado estratégico de la Unión Europea, abre diálogos con otros espacios políticos, a los que luego invita a sumarse a sus propios aliados, conversa con Bush, pero se le opone cuando es necesario... Y todo ello sin afectar su declarada opción preferencial por el Mercosur.
¿Cómo podríamos ampliar nosotros nuestras opciones estratégicas para lograr más relevancia y penetración en la economía mundial? Parece claro que la mejor estrategia es salir al mundo desde las fortalezas de la propia región, porque combina las ventajas de la integración hacia adentro, que genera escalas de todo tipo, con la sinergia política para negociar afuera. Fue así como, hace más de 50 años, la Argentina, Brasil y Chile se propusieron una aventura llamada ABC, que en aquel momento generó mucha resistencia, en especial de las fuerzas armadas de los tres países, que tenían a los vecinos como principal hipótesis de conflicto. Hoy aquellas condiciones han cambiado para mejor, pero no hemos podido aprovecharlo plenamente. La Argentina, Brasil y Chile tienen relaciones múltiples, pero aún fragmentarias. La capacidad para definir políticas, integrar tecnologías, tener voces comunes en el mundo e integrar Atlántico y Pacífico está aún por realizarse, y nuestra hipótesis es que si bien todos ganarían al retomar la idea, hoy la Argentina tendría ventajas especiales.
Se trata, entonces, de construir un triángulo que contenga y potencie a todo el Mercosur, en el que cada vértice aporte lo que ha desarrollado. Chile, que quiere ser país puente y es superavitario en capitales, tiene acceso sin aranceles a 45 países y a 2400 millones de personas, lo que representan dos tercios del producto bruto mundial, y es por ello nuestro complementario. Nosotros tenemos más capacidad de producción que de comercio y vamos en camino de ampliar aún más nuestras posibilidades industriales y de servicios.
Brasil, además de su enorme mercado, es ya una potencia industrial de media y alta complejidad, que tiene capacidad para promover nuevas cadenas productivas dentro de la región.
Pero además de las razones económicas hay cuestiones políticas, que requerirán en el corto plazo del trabajo diplomático conjunto de la Argentina, Brasil y Chile: la estabilidad política en la región andina y sus implicancias energéticas, por citar la más crítica, y la posibilidad de negociar con el área Pacífico, que se presenta como uno de los espacios mas dinámicos del planeta.
Como decíamos, esta propuesta no sólo no es contradictoria con nuestra opción primaria por el Mercosur, cuyos instrumentos fundacionales permiten mucha flexibilidad, sino que además beneficiará a los países más pequeños, reforzando el ámbito subregional. No se logrará de un día para el otro. Será primero una tendencia sutil de la política exterior, que requerirá mucho diálogo y sintonía fina para superar desconfianzas por parte del sector privado y público en los tres países. Después pasará a generar agendas, discutir calendarios e instrumentos. Pero la proyección estratégica de nuestro país y todos sus vecinos bien merece el intento.
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario