31 de marzo de 2007

- CONTAMINADOS -



Contaminación en el Río de la Plata

Hoy es el Día Nacional del Agua en la Argentina y, para celebrarlo, nada mejor que una actualización sobre la que constituye una de las realidades más preocupantes en el mundo. Efectivamente, el lema de las Naciones Unidas para este año -conocido el pasado 22, en ocasión de la celebración del Día Mundial del Agua- fue "Afrontar la escasez de agua", porque su insuficiencia y su contaminación son dos grandes amenazas.

De allí, entonces, que se imponga la necesidad de una cooperación y una integración internacional mayor, para garantizar una gestión sostenible, eficiente y equitativa de los escasos recursos hídricos.

La organización ecologista World Wildlife Fund (WWF) hizo conocer un informe, "Los principales 10 ríos del mundo en peligro", según el cual los grandes cursos fluviales del planeta se están muriendo como consecuencia del cambio climático, la contaminación y la construcción de presas. Entre los ríos mencionados en el documento están, por ejemplo, el Yangtsé, en China; el Ganges, en India; el Danubio, en Europa; el río Grande, en América del Norte, y el Río de la Plata, el único latinoamericano en peligro grave.

El principal objetivo del informe es que los responsables admitan el problema ahora, para evitar una emergencia de agua dulce de mayor escala, y que se empiece por proteger de manera más eficaz el flujo natural de los ríos y la distribución y uso del agua, con el fin de salvaguardar los hábitats y los medios de vida de grandes poblaciones humanas.

La cuenca del Río de la Plata, la segunda de América latina, recibe los afluentes de los ríos Paraná y Uruguay, y representa el 80 por ciento de la disponibilidad de agua dulce de la Argentina. Este río proporciona el agua potable para más de 10 millones de personas, pero ahora sufre una contaminación de los más variados orígenes en toda su extensión, y se ha transformado a la vez en bebedero y cloaca, sin que exista una política que trate el tema con la seriedad que merece.

Diariamente se descargan allí miles de toneladas de residuos fecales de los millones de seres humanos que habitan las ciudades ribereñas -Buenos Aires, entre otras-, que cuentan con obsoletos sistemas sanitarios prácticamente sin ningún tipo de tratamiento. También se vierten efluentes industriales, químicos, cloacales, de la industria agroalimentaria, de productos hidrocarburados, tóxicos, etcétera. Además, hay informes según los cuales en el río se encuentran metales pesados y compuestos organoclorados, como los bifenilos y los policrorados, además de los pesticidas, causantes de enfermedades como el cáncer. Como es lógico, los peces que se alimentan del fondo del lecho del río terminan incorporando estos contaminantes.

El informe de la WWF afirma que la crisis ribereña rioplatense iguala en importancia y peligrosidad los efectos del cambio climático. Según el documento, el Río de la Plata sufre, además, las amenazas de nuevos proyectos de infraestructura -entre los que se incluyen 27 represas (seis ya se encuentran en construcción)- o planes de navegación, como la hidrovía, realizados con un inadecuado proceso de evaluación de impacto ambiental.

Sin duda, la contaminación del Riachuelo y del río Reconquista contribuye de manera significativa a la del Río de la Plata. Basta observar una fotografía aérea o sobrevolar Buenos Aires para ver los grandes manchones oscuros que se disuelven en las aguas del río. De lo anterior, se desprende claramente hasta qué punto es esencial el proceso de saneamiento del Riachuelo y del Reconquista.

Resulta paradójico el anuncio de que el Ejército Argentino se abocará a la defensa de un hipotético ataque del Acuífero Guaraní, o que se ponga en riesgo la larga y amistosa relación con el Uruguay por la instalación de las pasteras en Fray Bentos, y no se tomen los mínimos recaudos necesarios para evitar los vuelcos contaminantes ilegales, cuando lo que se necesita es apurar la implementación de un eficaz tratamiento de los residuos cloacales que afectan cada día esta fuente privilegiada de agua para tantos millones de habitantes de la Argentina.

La sociedad argentina debe comprender, y pronto, que ninguna geografía, por más privilegiada que sea, podrá escapar durante mucho tiempo a la crisis hídrica que ya afecta gravemente a grandes extensiones de tierras y poblaciones, en el mundo.

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