14 de mayo de 2007
- FALTANTE -
Crisis cultural
La sociedad argentina acaba de vivir dos fenómenos culturales masivos aparentemente antagónicos. La Feria del Libro, en su 33» edición, batió todos los récords de público con 1.200.000 visitantes. El programa Gran Hermano, emitido por Telefé, alcanzó una audiencia histórica con cerca de 5 millones de televidentes. El público, que suele tener una actitud pasiva, quiso participar en forma directa del "reality show": cerca de cuatro millones de personas emitieron sus votos telefónicos en tres días. La polémica dividió las opiniones y hubo defensores de uno y otro fenómeno, todos en nombre de la cultura. Una crisis inocultable surge del debate que señala lazos comunicantes entre ambos sucesos, lo que hace más complejo el análisis. Una de las participantes de la famosa casa televisiva convocó a más de mil personas en la feria cuando firmó ejemplares de un libro de su autoría sobre ángeles y tarotismo, algo no logrado ni aun por los escritores más importantes ni los constructores de best sellers.
CINCO MILLONES DE TELESPECTADORES. Gran Hermano 2007 se transformó en el fenómeno de rating en varios años.
POR SERGIO LIMIROSKI Diario La Prensa
Dos impactantes fenómenos culturales vivió la sociedad argentina en los últimos días. Por un lado, la Feria del Libro, un evento que se inició hace más de 30 años y que en esta última edición batió todos los récords de público: 1.200.000 personas deambularon por las stands de la Rural de Palermo.
El segundo fenómeno involucró a la televisión. El programa Gran Hermano, emitido por Telefé, logró un récord de audiencia histórico: picos de 50 puntos de rating, es decir una cifra cercana a los 5 millones de telespectadores.Pero lo más destacable es que el público televisivo, que normalmente suele tener una actitud pasiva ante lo que ve, esta vez quiso participar en forma directa.Así fue como en la gran final del reality show, cerca de cuatro millones de personas emitieron sus votos telefónicos en tres días, logrando coronar ganadora a la joven tucumana Marianela Mirra, luego de 119 días de encierro en una casa que fue "espiada" por millones de espectadores a diario en todo el país.Los dos acontecimientos destacados, sin embargo, parecen transitar carriles distintos e invitan a la comparación: ¿existen puntos de encuentro entre ambos fenómenos?, ¿puede decirse que hay una diferencia cualitativa entre uno y otro, cuando una de las participantes del reality -Vanina- convocó a más de mil personas en la Feria al firmar ejemplares de un libro de su autoría sobre ángeles?, ¿son distintos los públicos de uno y otro acontecimiento?
EXITO Y SOLIDARIDAD
Para el licenciado en psicología social, Alfredo Moffatt, estamos ante dos situaciones distintas: “Ver Gran Hermano es algo menos enriquecedor. Es espiar al vecino, entrar en el mundo de los jóvenes, y con la expectativa de la competencia que siempre atrae porque uno quiere saber quién será el ganador. Faltó ver la "frutilla del postre" que era ver cómo tenían sexo los participantes. Es un programa muy astutamente armado para captar público”, afirmó a La Prensa.El profesional mencionó que este sentido de competencia es negativo, ya que promueve el “éxito para el más competitivo y no para el más solidario. Faltaba mostrar un capítulo de violencia y ya teníamos un resumen de como anda hoy la sociedad”.
Moffatt reflexionó luego sobre la participación que tuvieron los espectadores para decidir quién abandonaba la casa y quién se coronaba campeón. “Normalmente el espectador de TV es alguien pasivo que nunca define nada. En cambio en este programa le dan la posibilidad de existir, pasa a ser alguien a quien lo dejan actuar”.A diferencia de lo que propone la televisión, la propuesta de adquirir un libro, en cambio, invita a la participación. “El texto es algo activo, hay que leerlo, meterse en la historia. Además ir a una feria implica encontrarse con gente, comprar o adquirir algo, hay mucha más participación”, reflexionó Moffatt, quien indicó que la gran concurrencia de la gente a la Feria del Libro es una muestra “de que aún hay un grupo intelectual importante en la Argentina. Tenemos tradición de exportadores de libros, de científicos, de gente que todavía se relaciona con estas cuestiones”.Para el profesional, el éxito de Gran Hermano en la Argentina y en otras partes del mundo responde a un tiempo sesgado por la individualidad. “Hay una vuelta a la soledad, al individualismo. A través de la tele jugamos, viajamos, espiamos y hasta tenemos sexo virtual. Sólo nos faltaría comer. Vivmos un mundo ilusorio”, destacó.
INSTITUCION CULTURAL
Para el filósofo y epistemólogo Gregorio Klimovsky, también hay diferencias tajantes entre ambos fenómenos. Incluso desacredita al programa de televisión como fenómeno cultural. “Puede decirse que a través de la Feria del Libro y los libros aprendemos cuestiones profundas de la naturaleza y la civilización. En cambio, viendo Gran Hermano nadie aprende cosas profundas. Es sólo una imitación pobre de lo que ocurre en algunas comunidades. Por eso, no se puede decir que Gran Hermano sea una institución u organización cultural”, puntualizó Klimovsky.El investigador comparó al programa de TV con el fútbol. “Millones de argentinos van al fútbol o lo ven por la televisión. Pero el fútbol, aunque es muy masivo, a mi entender tampoco puede enmarcarse dentro de la cultura”.“Así, el Gran Hermano -continuó en su ataque Klimovsky- parece una actividad ridícula, donde se busca conocer los secretos de la gente que está dentro de la casa y, que como en el fútbol, se organiza a modo de competencia para determinar quién ganará y recibirá un premio”.
Ese espíritu competitivo, opinó el epistemólogo, es el que le ha dado una gran audiencia al programa. “Gran Hermano conquistó a mucha gente por el afán de la competencia. Eso hace que despierte un gran interés”.“Mientras la Feria del Libro hace al interés de la gente, el Gran Hermano lo corrompe. Por eso sí la Feria del Libro puede ser defendida como un acontecimiento cultural”, prosiguió.Otra diferencia que encuentra Klimovsky entre ambos fenómenos es al afán comercial que persigue el programa de televisión. “Es una actividad que busca puramente puntos de rating. Tiene apoyo de intereses comerciales, se gana dinero con ese tipo de audiciones”.RICO Y POBRE“La Feria del Libro es un fenómeno no puramente comercial. Uno se entera de las novedades editoriales. Más de 50 escritores vinieron a esta última edición para dar conferencias. Permite conocer autores. La Feria del libro enriquece y Gran Hermano empobrece”, dijo Klimovsky.Para el docente “Gran Hermano es la Feria de los negocios, el rating no expresa nada cultural. La Feria del Libro de la Argentina, en cambio, ha sido ejemplo para otras partes del mundo que hoy tienen ediciones similares”.De todas formas, Klimovsky consideró que si bien expresa un tipo de oferta televisiva pobre, Gran Hermano no es más que un pasatiempo: “Es un programa más inocuo de lo que parece. La gente no se hace más obtusa por verlo”.
DEL CLAUSTRO AL "DEBATE"
Jorge Dorio participa tanto de la Feria del Libro como de Gran Hermano. Proveniente del ámbito académico, el ex docente universitario y periodista ha dado conferencias y presentado libros de su autoría en la Feria. Y también se convirtió en uno de los panelistas de los "debates" que se emiten desde la primera edición del ciclo televisivo.Para Dorio, La Feria del Libro y Gran Hermano son “dos fenómenos de masas de distinto carácter. El Gran Hermano está vinculado a un emprendimiento privado y la Feria se da en un ámbito mixto”.Dorio recordó los primeros tiempos de la Feria del Libro cuando “todos la criticaban. Se decía que había poca oferta de libros y un montón de cosas. Ahora ya a la Feria no se le exige nada porque hay cosas que se han ido dando”.De todas formas, Dorio desmitifica la idea de cultura "elevada" que se le suelen adjudicar a todos los libros. “Los libros no siempre son depositarios de lo más elevado de la cultura. Son objetos que a veces también son feos”.El escritor y columnista televisivo señaló que la Feria es un fenómeno cultural e industrial, con una industria que hoy está creciendo en buena forma y que “se merece de una vez por todas contar con una ley para la industria editorial y el libro que aún no se concreta”.
Al referirse a Gran Hermano, Dorio comentó que se ataca a un formato que no busca tener ciertas aspiraciones que se le pide que tenga: “Es un programa de televisión que nunca se planteó mejorar la educación de los niños o de la gente”.“A los noticieros o a los programas periodísticos, que son los que sí tienen aspiraciones, son a los que se les debería reclamar más cosas, por la baja calidad que algunos suelen tener. El Gran Hermano es un producto privado al que vos podés optar ver o no”, agregó.Dorio mencionó que si el programa “es visto por millones de personas en todo el mundo algo tendrá”. Y defendió los debates de los cuales participa: “A partir de estos debates se han tocado cientos de temas. Yo en la televisión pude hablar de temas como el aborto o los piqueteros cuando nadie los tocaba. Además -bromeó- gracias a Gran Hermano cuento con cuatro clubes de fans por Internet”.“Hay una opinión o grado de prejuicio de atacar a Gran Hermano, cuando muchas veces el programa cuenta más verdades que los noticieros. Pienso que el "Big Brother" es como el peronismo: todos lo criticaban pero si Perón los llamaba para formar parte de alguna lista, todos corrían para decir que sí”, observó.Al comparar la Feria del Libro y Gran Hermano, Dorio reconoció que el “género televisivo sin dudas durará menos tiempo que la Feria, que seguirá su camino a través de los años. La Feria permite que la gente se relacione con los libros de una forma más cotidiana. Muchas veces ir es concebido como un programa que ayuda a que el libro circule y adquiera familiaridad en el público”.Dorio, por último, pidió que a "Gran Hermano" se lo deje de “demonizar. Lo que sería bueno es que se entienda que el programa es menos nocivo y menos pretencioso de lo que muchos piensan. Es un formato televisivo, un producto comercial al que se le pide más que a otros y al que se le busca un grado de nocividad que no tiene. Hay que dejar de lado los pruritos y los prejuicios tilingos”.
“NO SON TAN DIFERENTES”
Por Maria Teresa Calabrese Psicoanalista y Psiquiatra de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA)Integrante de la Comisión de Psicoanálisis y Sociedad.Vivimos una cultura de la inmediatez, la imagen vale más que la palabra. Las sociedades se van polarizando cada vez más: un sector pequeño cada vez más rico y un sector muy grande, cada vez más pobre.Anteriormente la clase media sabía que si se esforzaba y mandaba sus hijos a estudiar, probablemente estos estarían mejor que sus padres. Ya no es más así: ha habido un quiebre en la escala del ascenso social.El estudio ya no es garantía de ascenso social, pasan de una pasantía a otra o acceden a trabajos mal pagos e inestables. En nuestro país, esto se ve incrementado por las largas jornadas laborales y, en el mejor de los casos, tener varios trabajos.
Esta cultura de la inmediatez conlleva un sentimiento de gran soledad y de vacío interior. Los excluidos se sienten librados a su suerte. ¿De qué manera entonces se puede ganar reconocimiento y dar un salto en la escala social en forma rápida y eficaz, en consonancia con los tiempos que corren?La fantasía se proyecta en ganar un reconocimiento a través de ser mirado y admirado por miles y tal vez, por millones. El único fenómeno de masa capaz de ofrecer tal garantía, es la televisión.Tal vez ello justifique el gran rating de Gran Hermano. Es un intento de salir del anonimato y ganar reconocimiento en el medio familiar y social, con la ilusión de ser admirado y amado por muchos. Es una búsqueda desesperada por ganar una identidad perdida, en definitiva una búsqueda de ser.El fenómeno de la Feria del libro, con su gran afluencia de público, no difiere mucho del auge del Gran Hermano. El hecho de que cada vez concurra más público a la Feria, no quiere decir que los argentinos leamos cada vez más, todo lo contrario.Encuestas recientes muestran que el argentino lee muy poco.
El fracaso en la admisión a la Universidad, se da generalmente por la poca información sobre cultura general de los jóvenes y fallas en la comprensión de textos.Si bien hay muchos jóvenes inquietos y motivados que concurren a la Feria del libro por interés intelectual, la gran mayoría se siente atraída por el fenómeno de masa que la Feria en sí concita, y por las figuras conocidas, que las editoriales convocan con motivos marketineros.
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