31 de mayo de 2007

- MEDIOS VENEZOLANOS -


Chávez cercena la libertad de prensa

Luego de 53 años en el aire, Radio Caracas Televisión (RCTV) silenció su señal un minuto antes de la medianoche del domingo último, para ser sustituida por un canal oficial tras la decisión del presidente Hugo Chávez de no renovarle la concesión.

El cierre del canal recibió un amplio rechazo de los venezolanos y sirvió para poner en evidencia el sesgo autoritario del gobierno de Chávez, empeñado en acallar toda crítica a su gestión y aumentar el control sobre los medios de comunicación. En efecto, el líder de la denominada revolución bolivariana no sólo ha tomado medidas enérgicas contra las voces de los medios independientes; de manera agresiva ha estado expandiendo su propio imperio mediático sustituyendo los programas comerciales de radio y televisión con regularidad, además de controlar los activos de los medios.

La decisión de no renovar la licencia de RCTV es uno de los muchos ejemplos de la coacción ejercida por el gobierno chavista contra la prensa independiente de su país. Constituye, además, un evidente chantaje contra los demás medios venezolanos que no están alineados con el discurso oficial, pero que dependen de concesiones públicas para mantenerse. El mensaje es claro: o dicen cuanto el gobierno quiere y se subordinan, o de lo contrario ya conocen el destino que les depara.

Con respecto al cierre de Radio Caracas Televisión, el presidente de la Comisión de Libertad de Prensa de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), Gonzalo Marroquín, dijo que "es evidente que la población venezolana debe cobrar conciencia de que lo que se está haciendo es limitar el acceso a la información. Todos los gobiernos con tendencias autoritarias, totalitarias, intolerantes, son los que intentan acallar los medios. Y acallar a la prensa es una medida que tiende a intimidar a los medios de comunicación".

Esas declaraciones provocaron la reacción de una alta funcionaria del Ministerio de Comunicación e Información, que, con la misma línea autoritaria e intimidatoria impuesta por el gobierno de Chávez, señaló que la reproducción de las declaraciones de Marroquín le podría costar a cualquier canal de televisión o radio el cierre de hasta 72 horas, además de calificar el pronunciamiento de la SIP como una "incitación a delinquir".

La concesión de la frecuencia radioeléctrica no puede ni debe servir para premiar o castigar a los medios de comunicación por su línea editorial. Es evidente, entonces, que el presidente Chávez está abusando de la autoridad regulatoria del Estado para castigar a un medio de comunicación por su posición crítica frente al gobierno. Esto constituye un serio retroceso para la libertad de expresión, que algunos gobiernos intolerantes se encargan de atacar con medidas que en nada condicen con una sociedad democrática.

Editorial La Nación

30 de mayo de 2007

- AIRES BUENOS -



Manifiesto de Buenos Aires

Por Alejandro Poli Gonzalvo
Para LA NACION


En la memoria colectiva de los argentinos, el año 2002 ha quedado grabado como el símbolo de la crisis más grave, medida con criterio objetivo: el devastador crecimiento del índice de indigencia. Nunca en la Argentina se habían conocido signos de pobreza tan profundos, cuyas secuelas se arrastran hasta hoy. Sin embargo, cometería un error de apreciación quien pensara que la crisis fue un acontecimiento aislado, causado por tal o cual política o personaje.

No se comprende la pesadilla si no la interpretamos como el hito final de un largo y penoso proceso de decadencia, que se inició tras la muerte de Perón, en 1974. Estos treinta años han sido los años pobres de la Argentina, pobres en institucionalidad, en economía, en moral pública y en educación. Se confundiría quien creyera que la recuperación económica del último trienio clausura la enfermedad social hipertrofiada por la incapacidad de los argentinos de forjar un ideal de vida en común. La causa de nuestros padecimientos ha radicado en la ausencia de consensos sobre principios de convivencia que no se cuestionen con cada gobierno y constituyan el cauce para la vitalidad creativa de los argentinos. Quizá no sea bueno que nos una el espanto, pero sepamos que el calvario sufrido no ha sido en vano, que aprendimos de nuestros errores.

La cosecha ha sido magra en resultados materiales pero fecunda en bienes espirituales. El credo democrático se ha hecho carne en nosotros, la vieja política está pronta a morir y una nueva generación se apresta a tomar el mando: un renovado ciclo de prosperidad se encuentra a nuestras puertas. No obstante, la historia no está escrita y está en nosotros transformarla. La condición es que no repitamos los errores del pasado y que tengamos la sabiduría y la paciencia necesarias para comprender que el avance hacia una nueva etapa histórica será gradual y estará plagado de señales confusas. Esta trayectoria de grandeza primero hará pie en la ciudad que históricamente ha sido la adelantada cívica del país. Las nuevas bases y puntos de partida para décadas de progreso y florecimiento personal nacerán en la ciudad de Buenos Aires, cuna de los ideales de Mayo y ágora revolucionaria de la nación.

Somos mayoría. Somos más que los corruptos. Tenemos quórum propio para derogar el atraso. No nos intimidan los hacedores de decadencia. Ni los titiriteros de ideas obsoletas. Creemos en nosotros mismos. Y en un futuro argentino que es sinónimo de esperanza. No somos multitudes sin nombre, sino personas de carne y hueso con un proyecto de vida en común. Herederos de una luminosa tradición de educación y cultura.

Somos mayoría. No consentimos la demagogia oscurantista, la pobreza inmerecida y los sueños no soñados. Rechazamos la política hecha por mediocres. No son nuestros líderes, no nos representan. Frente a la mala política, somos tenazmente democráticos.

Somos mayoría. Sentimos vergüenza por el sufrimiento del otro. Que no es otro, sino un argentino desamparado por los errores de todos nosotros. Somos culpables de no haber sabido ser mayoría. Pero somos mayoría y podemos expiar nuestro pasado.

Somos mayoría. Somos mucho más que un voto ocasional. Somos una legión de ciudadanos decididos a vivir en plenitud. Y a hacer realidad el prodigioso preámbulo de nuestra Carta Magna. Para nosotros y para todos los hombres de buena voluntad que quieran habitar el suelo argentino.

Somos mayoría. Y no lo hacemos valer. Todavía no aprendimos que sólo se pueden ir todos si venimos nosotros. Los argentinos con talento y valores. Los argentinos que honramos la ley y la justicia. Los argentinos que creemos en el fruto del trabajo. Como nos enseñaron nuestros mayores.

Porque somos mayoría, porque nos necesitamos, proclamamos nuestro manifiesto: la revolución democrática será en Buenos Aires.

29 de mayo de 2007

- VIOLENCIA -



Violentango


Por Alina Diaconú
Para LA NACION

"La violencia crea más problemas
sociales que los que resuelve"

Martin Luther King


Caricatura: Alfredo Sabat

Es el título de un tango compuesto por Piazzolla en los años 70, antes de la sombría dictadura, pero cuando la violencia social ya se hacía sentir en las calles de Buenos Aires. Escuchamos por primera vez Violentango en una sala de un subsuelo porteño, y luego en el magnífico disco Reunión cumbre , donde Astor (bandoneón) compartía con Gerry Mulligan (saxo barítono) la interpretación de sus tangos transgresores.

Ya pasaron más de treinta años desde entonces, y Violentango parece haber sido una pieza titulada proféticamente por el genial músico que fue Piazzolla.

La violencia actual en la ciudad de Buenos Aires nos espanta a todos y se ha vuelto casi insoportable. Así como están las cosas, tendríamos que invocar a nuestro ángel de la guarda cada vez que salimos a la calle. Cortes diarios en las calles del Centro, agitadores con caras tapadas, con piedras y palos en las manos, manifestaciones extorsivas, agresividad en el transporte público y en las canchas de fútbol ya son parte de nuestra cotidianidad. Las ambulancias y los patrulleros ululan. Cuando no hay un choque de autos o de motos, de colectivos o camiones, hay un robo, un asalto, un secuestro, una toma de rehenes, arrebatos de "motochorros", delincuentes que, además de asesinos y ladrones, son borrachos y, las más de las veces, drogadictos. Y, muy recientemente, nos encontramos hasta con un violento enfrentamiento de alumnos de la secundaria en una guerra de colegios que se libraba ante nuestros ojos azorados, en el barrio de Caballito.

Vivimos en el caos. No hay reglas, ni controles, ni racionalidad, lo cual produce un estado de irritación permanente en prácticamente todos nosotros, los ciudadanos que queremos trabajar, vivir y dormir tranquilos. Buenos Aires, como otras grandes urbes, es hoy el reino de la inseguridad y de la insania. Nadie calma el miedo ni la inquietud que nos acechan. Dentro de la ley, nadie nos protege. Estamos siempre a la defensiva y vemos cómo la locura estalla por doquier. Surgen, aquí y allá, personas que ante la menor agresión quieren hacer justicia por mano propia. Aparecen reacciones desmedidas e intempestivas de individuos aparentemente centrados que se sienten atacados y se enardecen, desbordándose en su actuar. Hasta los niños se agreden a pedradas. La provocación cunde y las respuestas irreflexivas, también.

¿Qué se hace con todo esto? La democracia no significa debilidad. La democracia debe encontrar respuesta a este "violentango" que está resonando diariamente en nuestros oídos. Estamos metidos en este baile hasta el tuétano. Estamos bailando un baile que no nos gusta y que nada tiene que ver con el inocente tango de nuestros ancestros.

Es cierto que la violencia social es un flagelo mundial. El reciente caso de Virginia, en los Estados Unidos, es una prueba más de este brote de ira, de destrucción y de autodestrucción que nos deja boquiabiertos.

¿Cuáles son las causas de tanta agresividad? ¿La violencia doméstica, que culmina en el maltrato y el abuso? ¿La marginalidad, donde subyacen temas económico-sociales que parecen insolubles? ¿La tremenda falta de equidad en el reparto de los recursos? ¿Años y años de ver series y películas violentas? ¿La implicancia de los juegos electrónicos, que, sin lugar a dudas, trastocan la mente de los niños y los adolescentes y exacerban la competencia? ¿Las crecientes secuelas de la droga, cuyo consumo va en aumento en todos los sectores de nuestra sociedad? A todo esto, que es moneda corriente, ¿se le busca, realmente, la solución?

La solución no viene con discursos autoritarios desde el poder, con resentimiento y demagogia, pregonando odios ni repartiendo dádivas. Ni con una permisividad ilimitada. Ni con el fomento de un miedo larval y de una desconfianza que sirven para manipular mejor a la gente. El enojo desde arriba posibilita el enojo de abajo, porque el poder es siempre ejemplificador. Lo es para los adultos, para los jóvenes y hasta para los chicos.

Transcribimos un fragmento de un artículo de New Scientist (Londres), de Hellen Phillips, reproducido en este diario y referido a algunos de los efectos de la era electrónica . "Albert Bandura, de la Universidad de Stanford, hizo que niños de preescolar vieran cortometrajes en los que un hombre golpeaba a un payaso de plástico; otro grupo vio una película con imágenes inocuas. A continuación se les permitió jugar con distintos juguetes, incluyendo un payaso de plástico. Aquellos que habían visto el film violento copiaron la forma de golpear al payaso, e incluso acompañaron la paliza con las palabras pronunciadas por el hombre en la película. El estudio mostró cómo los niños imitan los actos de violencia en sus más precisos detalles."

Lo vemos hoy a todas luces entre los alumnos rivales de un barrio típico de clase media de nuestra ciudad.

Los niños imitan a los grandes; los grandes imitan a otros grandes que tienen más prédica y autoridad. Y así sucesivamente. No hay que ser psicólogo para saber que la violencia proviene de los paradigmas familiares y de la educación: cuando hay violencia alrededor de uno, uno se vuelve también violento. Si, en cambio, los padres enseñaran los valores y fueran ellos mismos los que los pusieran en práctica, todo sería muy distinto. Hermann Hesse escribió: "El agua es más fuerte que la roca; el amor es más fuerte que la violencia".

En los años 70 Piazzolla compuso Violentango , pero también Libertango , un tango célebre, que es un himno a la expansión, al amor, a la creatividad, a la libertad. Que nos insufla otros ideales, otros sueños, otras realidades posibles.

Gandhi, el pacifista, que de violencia humana sabía mucho y que gracias a su famosa resistencia pasiva consiguió la proeza de vencer a un imperio, sentenció: "La humanidad no puede liberarse de la violencia más que por medio de la no violencia". La semilla del odio y de la ira fue sembrada entre nosotros hace décadas. Pasó un largo tiempo en que la violencia se convirtió en el entretenimiento cotidiano de varias generaciones. Y se sigue sembrando...

Podemos cambiar. Podríamos empezar a pensar en el mañana y en el pasado mañana, sembrando a partir de ahora una semilla distinta. Una semilla mejor.

Alina Diaconú es autora de Cama de ángeles e Intimidades del ser , entre otros libros.

28 de mayo de 2007

27 de mayo de 2007

- EL RUIDO -



El enemigo invisible

Ruido. Mucho ruido. Su aumento preocupa a los funcionarios de grandes ciudades, pero en Buenos Aires, donde los barrios devienen polos gastronómicos, el número de autos se multiplica y la construcción es un fenómeno imparable, no hay medidas eficaces para que los vecinos puedan defenderse de la contaminación acústica

Era a fines de los 80, quizá principios de los 90, y Belén Di Piano hacía lo mismo que hace ahora: se levantaba a las siete y media y, con el diario bajo el brazo, caminaba hasta la estación Angel Gallardo del subte B.

–Esos minutos en silencio antes de ir al trabajo me predisponían bien.

Pero un día encontró los andenes plagados de televisores que le impedían leer o pensar en otra cosa que no fuera la publicidad catódica.

–Ese fue para mí como un síntoma: la invasión de un espacio público con un ruido. Por esos años, el consorcio de mi edificio decidió poner una alarma que chilla cuando la puerta del ascensor queda abierta. Al lado abrieron un garaje y la chicharra atrona. De todos los afectados, nos quejamos dos. A todo el mundo le molesta, pero ahora la gente piensa en el ruido como el estado natural.

Los conductores tocan bocina, los colectivos aúllan, los celulares resuenan y los vecinos tienen perros, hábitos, niños y aires acondicionados cuyos ruidos invaden la vivienda ajena. El ruido –definido como un sonido no deseado– es un contaminante. Pero no se piensa en él en esos términos. Cada tanto llega a los medios la noticia de que Buenos Aires es la ciudad más ruidosa de América latina y la tercera o cuarta del mundo, o al revés. El dato se le atribuye a la Organización Mundial de la Salud (OMS), y aunque nada indica que ésa sea la fuente cada tanto se insiste. Sea como fuere, la OMS desaconseja vivir en ambientes en los que haya más de 65 decibeles y asegura que por sobre los 80 existe riesgo de daño auditivo. En algunos puntos de Buenos Aires suelen medirse de 82 a 90 decibeles A (la medida que más se aproxima a la forma en que percibe el oído humano), pero no es necesario correr el riesgo de quedar sordo para que el ruido produzca efectos negativos: si es poco probable que el vecino de una discoteca pierda la audición, no dormir de jueves a sábados y fiestas de guardar vulnerará, de todos modos, su calidad de vida.

Según datos de la Comunidad Económica Europea, el 20% de la población de la UE está expuesto a niveles de ruido superiores a los recomendados. Ese porcentaje, en Buenos Aires, crece al 90%. Y si hay campañas de gobierno para casi todas las cosas –para que usemos el cinturón de seguridad, para que no fumemos– ninguna previene sobre la contaminación acústica, que no deja huellas en el medio, pero que produce efectos acumulativos por años en los individuos.

Cuestión de (mala) suerte

Doce años atrás, Florencia pensó en todas las cosas en las que alguien piensa al comprar una casa, pero no pensó en la mala suerte. Vive, con marido y cuatro hijos de entre 21 y 12 años, en una calle de Palermo Viejo, cerca de la avenida Córdoba. Durante una década compartió medianera con una casa chorizo en la que, dos años atrás, se instaló un restaurante y bar. Desde entonces no puede vivir.

–Son 150 personas que llegan a la una de la mañana a una casa que está pensada para que vivan cinco o seis. Me paso todos los fines de semana llamando a amigos para mandar a dormir a los chicos a casa de ellos y yo me quedo en la mía haciendo la denuncia. Hay que llamar a la policía, que constata que hay ruidos y hace un acta. Después de veinte denuncias, la fiscalía me citó una vez. Al final, contraté a un abogado, hubo audiencias de mediación, pero no pasó nada. El año pasado me gasté la plata de las vacaciones en un doble vidrio para la ventana que da a la calle, porque con esto de que no se puede fumar la gente sale a la vereda y son ochenta tipos en la puerta de tu casa, conversando. El vidrio no me solucionó el problema, pero a la tercera noche seguida que no dormís, no podés pensar. Al final, pusimos la casa en venta. La casa que soñaste ya no es tu casa. Si el gobierno decidió que Palermo fuera un centro de discotecas y restaurantes, que me muden. El jefe de gobierno hace feng shui en su oficina y mi hija va sin dormir a dar exámenes. Yo no puedo estar tomando Alplax porque tengo un bar al lado.

El ruido urbano proviene de fuentes móviles o fijas. Las móviles son los medios de transporte y las fijas, un equipo de aire acondicionado, un bar, etcétera. Si hay una denuncia sobre un ruido producido por una fuente fija que requiere habilitación para su funcionamiento, el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires intervendrá a través de organismos, como la Dirección General de la Calidad Ambiental, que realizará mediciones para determinar si el ruido es mayor que el permitido. Pero, si se trata de ruidos entre vecinos, el problema se dirimirá ante la justicia contravencional, por intermedio de las fiscalías (ver recuadro), que, por cierto, se negaron a participar en esta nota: durante más de un mes y medio esta cronista solicitó, a través de la oficina de prensa, una entrevista con un fiscal que siempre fue denegada.

Horacio Walter es director general de Política y Evaluación Ambiental del Ministerio de Medio Ambiente del Gobierno de la Ciudad.

–El factor que más influye en la contaminación acústica es el ruido de fuentes vehiculares. Después de 2001, el parque automotor se vino abajo en mantenimiento y antigüedad. Si yo me pongo estricto, el 70% del los colectivos no puede estar funcionando, pero si hacemos eso la gente no tiene cómo viajar.

Federico Peña es subsecretario de Control Comunal del Ministerio de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. En su despacho del barrio de Barracas, y junto con Javier Fígoli, director general de Calidad Ambiental, explica que en ciertos sectores de la ciudad, como San Telmo, Las Cañitas y Palermo, los ruidos de fuentes fijas y móviles afectan la vida de los vecinos.

–Los ruidos están generados no sólo por la actividad comercial, sino por la gente en la calle, los autos. ¿Y qué sancionás? No es el restaurante el que está generando ruido, sino todo lo que se genera alrededor.

–¿Entonces la gente no puede hacer nada, salvo vender su casa e irse?

–Estos lugares se fueron modificando según la normativa, que permite que en las zonas residenciales haya restaurantes. La normativa tiene vetas. ¿Es ilegal que se desarrolle esa actividad ahí? No. ¿Genera conflicto de intereses y una situación social tensa? Sí. Y a esa realidad que se generó por las vetas de la normativa, hay que empezar a ordenarla porque la veta de la normativa te genera problemas.

–¿Qué requisitos de insonorizacion, previos a la habilitación, se le piden a un bar, a un restaurante y a una discoteca?

–Para restaurantes, no se pide nada, porque si no tienen música y canto no se superan los valores. Para bares tampoco, salvo que el bar tramite un permiso de música y canto.

–Pero cuarenta personas en una terraza van a vulnerar la calidad de vida de algún vecino. Y la mayoría de los restaurantes y los bares tienen música.

–Es que es algo muy dinámico. Te pueden poner tres mesas en un patio y eso ya modificó todo haciendo que el ruido trascienda. La habilitación es sobre las condiciones físicas, no sobre las dinámicas, las que cambian con el uso. Eso ya se ve después, si es que hay denuncias.

–Cuando hay problemas de ruidos, la gente llega en estado desesperado –dice Fígoli–, pero uno dice "esto es Buenos Aires y hay cosas que son propias de la vida en una ciudad grande". Para nosotros es muy difícil porque tenemos normativas acotadas. Cuando se presenta una denuncia, vamos a hacer las mediciones al domicilio de la persona afectada. Pero yo mido 49 decibeles en tu dormitorio y, aunque no hay norma que lo sancione, te puedo asegurar que con 49 decibeles no dormís.

Una vez más, la veta de la normativa haciendo de las suyas.

Hecha la ley

Hasta hace poco, Buenos Aires no tenía legislación específica sobre ruido, pero desde 2005 existe la ley 1540, aún sin reglamentar, que regula los decibeles de emisión permitidos para fuentes fijas o móviles, bajo el control del Gobierno de la Ciudad, y los evalúa según dos períodos: diurno (de las 7.02 a las 22) y nocturno (de las 22.01 a las 7). En áreas de silencio, durante el período nocturno y siempre para el exterior, indica que los dBA permitidos serán de 60. En áreas especialmente ruidosas, entre 80 y 75. La OMS señala que, durante el día, lo aconsejable es un nivel de 50 dBA en el interior y 55 en el exterior. Por la noche, 30 dBA en el interior y 45 en el exterior. Todos los niveles que indica la ley 1540 están por encima de esas sugerencias. Otro de los ejes de la ley es la confección periódica de mapas de ruido para diagnosticar la situación. El primero estuvo a cargo de la ONG Oír Mejor, con el asesoramiento de técnicos de la Universidad Politécnica de Madrid. Tanto la Asociación de Acústicos Argentinos como el Consejo de Profesionales objetó la forma en que se había llevado a cabo el convenio. Sea como fuere, el mapa abarca el 10% de la ciudad –barrios como Palermo, Barrio Norte, Recoleta, el microcentro– y los resultados que ha arrojado son que el 93% de los residentes está expuesto a niveles sonoros que superan los 65 dBA durante el día y el 98%, a más de 55 dBA por la noche. El centro, microcentro, Palermo, Recoleta y Barrio Norte, están recorridos por un infierno invisible de más de 80 dBA y los promedios para las 24 horas dan entre 69 y 79 dB. Aunque el mapa está a cargo del Gobierno de la Ciudad desde mediados de 2006, no se ha tomado ninguna medida, y algunos funcionarios dicen que, en realidad, hay que tener más y mejores mapas de ruido: seguir diagnosticando lo evidente.

El Laboratorio de Acústica y Electroacústica de la Facultad de Ingeniería de la Universidad de Buenos Aires comenzó a funcionar en 1972 y fue responsable del primer mapa de ruido de la ciudad, realizado aquel año.

–Es cierto que hay que cuidar los ruidos por la salud de la población –dice el ingeniero Daniel Gavinowich, al frente del laboratorio–, pero no por sordera, sino por calidad de vida. Cada vez que se construye un shopping, un supermercado, va a haber un impacto ambiental. Eso va a traer más ruidos de refrigeradores, más tránsito. En otros países se tiene en cuenta y se soluciona antes.

El ruido y la furia

Alejandra, Carolina y Gabriela, reunidas en el departamento donde vive una de ellas, llevan allí entre siete y nueve años, y todas tienen hijos chicos. Dicen que pasar los embarazos al ritmo de la discoteca que da sobre la calle Gascón, entre Rocamora y Córdoba, lindante con sus casas, fue duro.

–En mi primer embarazo –dice Alejandra– yo tenía 29 años. Y casi no dormí. No te puedo explicar la pesadilla que es eso.

Cuando se mudaron eran vecinas de una cancha de paddle, pero en 1999 el espacio fue ocupado por la disco Amerika, y descubrieron que, con una calle colapsada por cientos de personas, un río de autos y colectivos, música y chirridos de aire acondicionado, se hacía imposible dormir o mirar televisión. Hicieron denuncias policiales, recurrieron a la fiscalía, a la Defensoría del Pueblo, y en 2002, junto con doscientos vecinos, iniciaron un recurso de amparo por daño ambiental y esperan una resolución del Superior Tribunal de Justicia mientras tienen sus casas en venta.

–Aunque me mude –confiesa Alejandra– estoy aterrada, porque esto puede volver a pasarme en otro lado. A los funcionarios les importan un bledo los vecinos. Está claro que al gobierno le conviene más el boliche que tres gordas de Almagro que se quejan.

Si cuando se trata de locales o instalaciones que dependen de una habilitación las cosas quedan en manos del Gobierno de la Ciudad, los ruidos entre vecinos quedan en manos de la justicia contravencional.

–La irrupción de los ruidos del vecino es una violentación –dice el arquitecto Alejandro Badanian, de Oír Mejor– y la única protección es construir bien, pero hoy las construcciones son más ruidosas que antes: los ascensores, los aires acondicionados; todo hace ruido. La persona afectada por la contaminación acústica llega muy alterada, en un estado de angustia, desesperación y desolación que no producen otros contaminantes.

Nidia Ferraro vive en Cerrito y Libertador con su marido: tienen 70 y 75 años y estuvieron tranquilos hasta que, dos niveles más arriba, en el aire y la luz, un consultorio decidió colocar un aire acondicionado. Nilda recuerda la fecha en que decidió denunciar a su vecino como quien evoca el aniversario de una tragedia:

–El 30 de enero hizo cuatro años. Yo había ido a quejarme antes y no me daban bolilla, pero ese día yo me sentía remal. Entonces empecé a recorrer números de teléfono y di con el de Control Ambiental. Hice la denuncia y empezó todo. Vinieron varias veces a medir el ruido, hasta que le pusieron una faja y le clausuraron el aparato en julio de 2006. En septiembre le sacaron la faja y lo encendieron igual. Después de cuatro años y medio de reclamos, desde marzo ya no funciona más. Pero esto produce una desazón brutal. Una angustia. Uno no quiere volver a su casa. Y lo peor es que uno sabe que la ley existe, pero no se cumple.

En 2003, la Sala B de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil condenó a la línea de colectivos 24 a indemnizar en 300.000 pesos a los vecinos que habían demandado a la empresa por ruidos molestos: la terminal está en Nazarre al 3100, y Delfina Prego y su familia tienen allí, pared de por medio, un hotel familiar desde hace 32 años.

–Hará diez o quince años que está esta gente. Aceleran, entran a cada rato, gritan; las medianeras se rajan, los clientes no pueden dormir. La sentencia salió, pero no pasó nada. Todo sigue igual. La gente de alrededor se está mudando. Uno se quisiera ir, pero es muy lamentable tener que mudarse por esa razón.

En diciembre de 2006, Hugo Pérez escribió una carta de lectores quejándose por los ruidos que producían las fiestas electrónicas en la Ciudad Cultural Konex, de Sarmiento 3131.

–Empezaron en octubre de 2006 –dice–, pararon en el verano y el 14 de abril empezaron de vuelta. ¿Sabés la impotencia de saber que son las cinco de la mañana y que a las siete te tenés que ir a trabajar sin dormir? Empecé a tomar Trapax, a ir al departamento de mi ex a dormir. Yo tengo 40 años. No soy un amargado. Pero no quiero quedarme despierto una vez por semana hasta las nueve de la mañana.

Efectos no tan físicos

La audición es el sentido que dispara el estado de alerta: indica que ese crujir de hojas puede ser un predador, y el resultado es un chorro de la sal del miedo: adrenalina. Federico Miyara es ingeniero y miembro del Comité Interdisciplinario de Ecología y Ruido de Asolofal (Asociación de Logopedia, Foniatría y Audiología del Litoral), además de director del Laboratorio de Acústica y Electroacústica de la Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional de Rosario.

–El ruido provoca diversas respuestas, como tensión muscular o mayor producción de adrenalina y noradrenalina, que se segregan en condiciones de agresión y preparan el organismo para defenderse. Estas hormonas se relacionan con el estrés, y los niveles altos tienen relación directa con cuestiones cardíacas.

Las consecuencias del ruido son disminución del rendimiento laboral, depresión, angustia, taquicardia, alteración del sueño, cansancio crónico, insomnio, hipertensión, transtornos del sistema inmune, ansiedad, depresión, irritabilidad, náuseas, jaquecas, hostilidad, intolerancia, agresividad. En las ciudades produce pérdida de valorización de los inmuebles, accidentes laborales y de tráfico. Silvia Ferrer, del área de Coordinación de Salud Ambiental del Ministerio de Salud del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, explica que, de todos modos, la relación probada que sí existe entre otros contaminantes y la salud de un individuo, aún no puede establecerse en el caso del ruido.

–No se puede decir que tal problema cardiovascular o psiquiátrico sea consecuencia del ruido. Si yo me expuse al benceno y tengo cáncer, seguramente será por el benceno, pero es temerario decir que uno puede tener un infarto por el ruido.

–La presión social que existe contra el cigarrillo es producto de una política de estado. No se ve algo parecido con el ruido.

Qué tren, qué tren, qué tren

José Fortes vive desde los años 60 en la calle Fray Luis Beltrán, a 25 pasos de las vías del ex ferrocarril Sarmiento. Eso –vivir ahí– nunca fue un problema, hasta hace algunos años. A los bocinazos, que solían estar prohibidos en zona urbana, se suman los ruidos y las vibraciones.

–Antes –dice José Fortes– los trenes pasaban y uno ni se enteraba. Pero ahora no les hacen mantenimiento, se aflojan los tornillos de los durmientes y cuando pasa el tren la vía flamea. Como la cantidad de pasajeros aumentó, también lo hizo la frecuencia: cada cuatro minutos pasa un tren. Antes no tocaban bocina. Ahora el sonido es tan fuerte que produce náuseas.

Junto con otros vecinos, Forte ha presentado un amparo patrocinado por la Fundación Ambiente y Recursos Naturales (FARN), una ONG que cuenta con un área de participación ciudadana donde se brinda patrocinio jurídico en temas ambientales. La FARN representa también a Pedro Barragán. Como nota de alto impacto las ventanas abiertas del departamento de Pedro Barragán, con vista directa a la Autopista 25 de Mayo, tienen lo suyo. Son dos ambientes sobre la calle Luis Sáenz Peña al 1200, que ocupan tres personas: la mujer de Barragán, el hijo preadolescente y Barragán, empleado y en lucha por el silencio perdido contra Autopistas Urbanas Sociedad Anónima (AUSA) y el Gobierno de la Ciudad.

–Vivo acá desde el ’73. La autopista siempre estuvo, pero no pasaban más de 40.000 autos y ahora pasan 200.000 Ahora no puedo dormir. Tuvimos que poner tres teléfonos, porque uno solo no se escucha. Terminamos peleándonos entre nosotros; el ruido te pone tenso, tenés que hablar a los gritos.

Las mediciones efectuadas en el living del departamento de Barragán por la Dirección de Calidad Ambiental arrojaron como resultados entre 84.1 y 86 dBA. Andrés Nápoli es abogado y director del Area de Participación Ciudadana de la FARN.

–En el caso de Barragán hubo una sentencia favorable en 2004 y, en 2005, una de segunda instancia. Pero nada ha cambiado. Barragán pide paneles acústicos que mitiguen el ruido a lo largo de todo el recorrido; no está reclamando sólo por él. El ruido es la principal fuente de denuncias, pero la gente no lo toma como contaminante, aun cuando te destroza psicológicamente. Es una nube tóxica que no ves, pero que te mata. Las acciones del Estado para proteger son mínimas. La ley 1540 tomó la situación actual, que es desastrosa, y la legalizó. En cuanto a protección de derechos, es una ley regresiva. Al Estado el ruido le interesa poco.

–¿El Estado ve el ruido como un problema superfluo, una frivolidad?

–Los derechos no tienen categorías. El derecho a gozar de un ambiente sano es una garantía de las ley.

¿Y dónde está el Estado?

En algunas ciudades de Canadá hay reglas locales que multan a los dueños de los perros que ladran durante la noche. En ciertos sitios de Suiza, la descarga del inodoro no puede ser activada después de las 22. En Buenos Aires, en pleno auge constructivo, las obras no se detienen nunca, y en verdad no hay mucho por hacer para defenderse de esos ruidos: los horarios para ese tipo de tareas no están reglamentados.

–Podría ser una contravención –dice Eduardo Sachal, de la Defensoría del Pueblo–, pero no hay ninguna normativa que reglamente las horas para este tipo de ruido.

Tres años atrás, Martín Retjman (director de las películas Rapado y Silvia Prieto) decidió mudarse de Uriarte y Godoy Cruz al que pensó que sería su paraíso: una casa en Concepción Arenal entre Cramer y Amenábar. Pero entendió que, si el paraíso existía, estaba en otra parte. Porque en Cramer, entre Concepción Arenal y Santos Dumont, estaba el Ceamse. Y en el Ceamse todos los días, después de la medianoche y durante una o dos horas, los camiones descargan el contenido en las tolvas: escombro contra metal. Un bombardeo.

–Fui al CGP, a una fiscalía, tuvimos reuniones con la gente del Ceamse. Tuve una reunión con Horacio Walter, que me preguntó si yo no sabía, antes de mudarme, que ahí estaba el Ceamse. Me parece una pregunta ridícula porque la pregunta que me estaba haciendo era: "¿No sabías que el Ceamse estaba infringiendo la ley?". Capaz que me mudo, no sé. Pero todavía confío en que algo pueda mejorar. Yo estoy insistiendo mucho.

Daniel Merle es fotógrafo y vive en Gorriti y Thames. Dos años atrás, a la vuelta de su casa y donde había una huevería, se instaló un bar.

–Volví de unas vacaciones y me encontré con el bar. Llegó el fin de semana y no pude dormir. El ruido era insoportable. Hice la denuncia en el CGP, y fue derivada a la fiscalía 7. Durante un año, dos o tres veces por semana, llamé a la fiscalía para denunciar ruidos molestos. Venía la policía y constataba el ruido. Pero tuve la desagradable sensación de que la policía era más favorable al comerciante que al vecino. La fiscalía dice que hay que llamar cuando se produce el ruido, pero eso es intermitente, y por alguna razón que desconozco cuando llega la policía el ruido baja. Me lo tomé con espíritu deportivo. Fui e insistí, pero la gente se cansa antes. Hay un matrimonio de viejitos que puso la casa en venta. Incluso varios vecinos llegamos a tener una reunión personal con un asesor de Telerman, Ucello creo, que nos dijo que claro, que cómo no, que la gente tiene derecho a dormir, y días después nos mandó un mail diciéndonos que en efecto el local tenía habilitación como bar. Entonces, ni el más alto funcionario puede proteger. A mí todo esto me ha despertado una indignación y un sentimiento de desprotección enormes como ciudadano. El lugar estuvo cerrado por reformas en el verano, pero ahora van a abrir otro bar. No sé qué pasará.

El licenciado Juan Cruz Giménez de Paz es asesor de Sonoflex, una de las más importantes fábricas de productos acústicos.

–Si dormir al lado de una disco no lo va a dejar sordo, lo va a alterar de otras maneras. Cuando se empezaron a abrir discotecas y restaurantes en zonas de moda, nadie pensó que iba a ser un problema. Si yo soy el funcionario responsable y no me ocupé en su momento, es normal que ahora diga "y qué le vamos a hacer, es una ciudad grande". Porque no hice nada cuando tenía que hacerlo. En acústica, hay un dicho: "Sonido es lo que yo hago, y ruido es lo que hace mi vecino".

En Buenos Aires, por ahora, el ruido invade, aliena, destroza, pero parece una preocupación frívola. Un pataleo de señoras agrias, de ciudadanos sin mejores cosas para hacer.

Y sin embargo.

Por Leila Guerriero
Revista La Nación

Para saber más


www.ruidos.org
www.fceia.unr.edu.ar/acustica/biblio/biblio.htm
www.lhh.org/noise/

Qué proponen los candidatos

Mauricio Macri
“Tras cuatro años de mediciones realizadas por la UBA, se comprobó que en los últimos 27 años el nivel de ruido creció un 70 por ciento. El 80% del ruido proviene de los vehículos. Las propuestas para paliar la situación incluyen la creación de una Agencia Ambiental que desarrolle un sistema de monitoreo sobre la calidad del aire y un inventario riguroso de fuentes de emisión; la implementación de la verificación técnica vehicular obligatoria; la promoción desde el Banco Ciudad del acceso a créditos para las líneas de colectivos, de manera que puedan renovar sus unidades; la ampliación de la red de transporte público eléctrico.”

Jorge Telerman “Desde que empezó mi gestión he estado preocupado por bajar el nivel de ruido que hay en Buenos Aires. Ya finalizamos la primera etapa del Mapa de Ruido de la Ciudad, en cumplimiento de la ley Nº 1540. Parte de los resultados obtenidos demostraron que el ruido más molesto es el generado por el tránsito; en particular, el causado por el transporte público de pasajeros. La batalla contra la contaminación acústica debe afrontarse desde estrategias cruzadas. Trabajar en favor del transporte público, avanzar en proyectos de peatonalización, expandir la red de subterráneos, desalentar el uso del automóvil, construir mejores centros de transbordo y nuevas playas de estacionamiento.“

Daniel Filmus
“Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), Buenos Aires es la ciudad más ruidosa de América latina y la cuarta a nivel mundial. La principal fuente de ruidos es el transporte automotor. Implementaremos un plan que incluye: crear un ente tripartito de tránsito y transporte con la provincia de Buenos Aires y la Nación para controlar el transporte en el área, impulsar la extensión de la red de subterráneos, completar un anillo vial de circunvalación Riachuelo-Autopista Ribereña-Autopista Illia, de modo que el tráfico de camiones utilizará este anillo; reglamentar la Verificación Técnica Vehicular, reordenar el transporte de colectivos, soterrar el FF.CC. Sarmiento y eliminar pasos a nivel.

Cómo realizar una denuncia

Si los ruidos molestos provienen de un local comercial o industria,
la Dirección de Control de la Calidad Ambiental regula la trascendencia de ruidos provenientes de actividades que requieren habilitación. Está en Ortiz de Ocampo 2517 2º piso, Tel.: 4802-6549 www.buenosaires.gov.ar/areas/gob_control/calidad_ambiental
El reclamo también puede hacerse por el 0800 999 2727, del Sistema Unico de Denuncias del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires; en el CGP correspondiente (0800-999-2727); ante la justicia contravencional (0800-333-47225) las 24 horas, o en la comisaría que corresponda.

Si los ruidos provienen de un domicilio particular, a través del CGP, la justicia contravencional o la comisaría correspondientes.

Por ruidos del transporte público, la Dirección de Control de la Calidad Ambiental tiene competencia. También puede realizarse el reclamo ante la comisaría correspondiente o ante la Comisión Nacional de Regulación de Transporte: 0800-333-0300.

26 de mayo de 2007

- POBREZA -



Contra la pobreza

Por Susana Finger

Para LA NACION



La desigualdad social extendida y profundizada en casi todo el mundo y, en las últimas décadas, en nuestro país, se manifiesta en sus más dramáticas expresiones: pobreza, trabajo infantil, analfabetismo y miseria. Estos males, una vez disparados, generan un circuito vicioso que sólo puede ser superado a través de la acción estatal y de la responsabilidad social de los ciudadanos.

En la Argentina, a pesar del actual proceso de recuperación económica y social, siguen existiendo datos muy graves. Uno de ellos es que más de un millón y medio de niños, de entre 5 y 14 años, tienen que trabajar o mendigar para subsistir, pese a que los años de la infancia son los más importantes y determinantes en la formación de las personas. Esas actividades son degenerativas de sus derechos constitucionales.

Trabajar y cooperar para la superación de esta dramática situación forma parte del núcleo central de Asociación Conciencia. Nuestra institución, desde hace 25 años, contribuye en la formación de ciudadanos comprometidos y responsables y privilegia en su misión a quienes, por distintos motivos, ven postergados sus derechos, educando para la participación cívica y la promoción de acciones tendientes a lograr el bienestar integral y el desarrollo socioeconómico general.

Conciencia está convencida de que no hay dignidad humana posible sin el acceso a la educación. Es quizá, de todos los derechos, el más abarcativo, pues no hay posibilidad de ejercer ningún otro derecho si no se tiene acceso a la formación.

Nuestros programas son un aporte, entre otros esfuerzos, para promover los derechos de los niños y las niñas a la educación en condiciones de igualdad y a la protección contra cualquier trabajo que pueda ser peligroso, entorpezca su educación o sea nocivo para su salud o desarrollo físico, mental, espiritual, moral o social. Buscan, además, promover el derecho al esparcimiento y el tiempo libre.

En enero y febrero de 2007, por cuarto año consecutivo, el Programa Porvenir abrió sus puertas a 1400 niños de Salta y Jujuy. Este programa, que cuenta con el apoyo del sector tabacalero y la colaboración de los gobiernos y ministerios de ambas provincias, se propone buscar la disminución del trabajo infantil a través de un abordaje integral de las problemáticas que afectan a los niños y adolescentes trabajadores o en riesgo de serlo, en zonas rurales tabacaleras del NOA.

Son múltiples los factores que intervienen en la problemática del trabajo infantil: el económico y el político, entre otros. Siendo múltiples las causas, deberían ser múltiples también los actores que trabajen en la causa. En el caso de Porvenir, la alianza inédita de la totalidad del sector tabacalero, la intervención de los gobiernos locales y la colaboración de los ministerios han sido piezas clave. Sin embargo, es necesario que, frente a las dimensiones de esta situación, se reproduzcan los actores involucrados y se instale definitivamente la temática en las agendas públicas y privadas para alcanzar una verdadera solución.

La autora es directora de Programas de la Asociación Conciencia.

25 de mayo de 2007

- LA CABA -




La ciudad de Buenos Aires y su plena autonomía

Por Antonio M. Hernández
Para LA NACION


El artículo 129 de la Ley Suprema expresa: "La ciudad de Buenos Aires tendrá un régimen de gobierno autónomo, con facultades propias de legislación y jurisdicción, y su jefe de gobierno será elegido directamente por el pueblo de la ciudad. Una ley garantizará los intereses del Estado nacional mientras la ciudad de Buenos Aires sea capital de la Nación ".

En el debate en la Convención Constituyente sobre el nuevo régimen para la ciudad, sostuvimos que se había establecido una autonomía plena y, al explicar sus contenidos, mencionamos el poder constituyente y a los aspectos políticos, legislativos, judiciales y administrativos. Allí hicimos expresa referencia a que los jueces "nacionales" u "ordinarios" de la Capital Federal debían ser los jueces de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. (Véase nuestro libro Federalismo, autonomía municipal y ciudad de Buenos Aires en la reforma constitucional de 1994 , Depalma, 1997.)

La votación arrojó el siguiente resultado: 177 votos afirmativos, 27 negativos y 3 abstenciones, lo que revela el amplio consenso de la sanción constitucional.

Consideramos que la ciudad autónoma tiene una autonomía especial, distinta de la municipal y de la provincial -pero mucho más cercana a ésta-, y que este nuevo régimen emerge directamente de la Constitución, con la supremacía del artículo 31, lo cual prohíbe su desconocimiento por parte de los poderes constituidos. En consecuencia, toda restricción de la autonomía plena debe ser calificada de inconstitucional.

No obstante la claridad y el alcance de las facultades reconocidas a la ciudad autónoma por el citado artículo, al reglamentar el mismo, por medio de las leyes 24.588 (de garantías del Estado Nacional) y 24.620 (de convocatoria a elecciones), el Congreso de la Nación restringió profundamente dicha autonomía plena.

Deteniéndonos en la primera de las leyes mencionadas, sancionada en 1995, indicamos que se estableció en el artículo 2 que las facultades "conservadas" o "residuales" correspondían al gobierno federal y no a la ciudad autónoma; en el artículo 7, que " La Policía Federal Argentina continuará ejerciendo funciones de policía de seguridad y auxiliar de la Justicia en el ámbito de la ciudad de Buenos Aires, dependiendo orgánica y funcionalmente del Poder Ejecutivo nacional"; en el artículo 8: "La justicia nacional ordinaria de la ciudad de Buenos Aires mantendrá su actual jurisdicción y competencia continuando a cargo del Poder Judicial de la Nación. La ciudad de Buenos Aires tendrá facultades propias de jurisdicción en materia de vecindad, contravencional y de faltas, contencioso-administrativa y tributaria locales", y en el artículo 10: "El Registro de la Propiedad Inmueble y la Inspección General de Justicia continuarán en jurisdicción del Estado nacional".

En el extenso debate producido en el Congreso sostuvimos, junto con otros legisladores, en la Cámara de Diputados, la inconstitucionalidad de los artículos 2, 7, 8 y 10 del proyecto que se debatía, luego convertido en ley.

Por su parte, la Convención Constituyente de la Ciudad de Buenos Aires, que sancionó la Constitución de la ciudad autónoma, expresó, en 1996, que los únicos límites de la Asamblea eran los del artículo 129 de la Ley Suprema, que se rechazaban por inconstitucionales las limitaciones efectuadas por las leyes 24.588 y 24.620, que se reivindicaban como propias las facultades para convocar a elecciones legislativas en la ciudad y que se solicitaba al Congreso la urgente modificación de la primera de las leyes citadas para garantizar la plena autonomía.

No obstante la flagrante contradicción de esta legislación con la Ley Suprema, la misma mantuvo su vigencia hasta ahora.

Sin embargo, se suscribieron dos convenios entre el gobierno federal y la ciudad autónoma a los fines de la "transferencia progresiva de competencias penales de la justicia nacional al Poder Judicial de la ciudad autónoma", con fechas 7 de diciembre de 2000 y 1° de junio de 2004, suscriptos por los presidentes De la Rúa y Kirchner y el jefe de gobierno Ibarra, para el juzgamiento de delitos con penas menores.

El primero fue aprobado por la Legislatura en 2001 y por el Congreso en 2003. En dicho convenio se declaró que " resulta claro que el desideratum de la norma constitucional es concluir en una autonomía jurisdiccional plena, en los mismos términos de que gozan las provincias".

El segundo convenio fue aprobado por la Legislatura de la ciudad autónoma en 2006, pero no todavía por el Congreso, lo que ha originado diversos fallos judiciales sobre la vigencia o no del mismo.

El tiempo transcurrido no sólo evidencia la exasperante lentitud en el proceso de transferencia de competencias judiciales, sino también la inconveniencia de esta vía alternativa.

Debemos expresar que, más allá de las buenas intenciones perseguidas por estos convenios, la solución correcta e integral de esta importante cuestión no es otra que cumplir el mandato de la Constitución Nacional y transferir toda la llamada justicia ordinaria o nacional de la Capital a la ciudad autónoma por medio de la modificación de la ley 24.588.

Actualmente están a cargo del Poder Judicial Federal 893 jueces y camaristas federales, de los cuales 628 prestan servicios en la ciudad de Buenos Aires y sólo 265 en el resto del país. Y esta desproporción se explica porque no se ha producido la transferencia de aquella justicia ordinaria -que, por cierto, no es federal- y que está integrada por más de 500 magistrados.

Esto significa otra grave lesión al federalismo argentino, ya que toda la ciudadanía de la Nación contribuye para estas funciones, que corresponden a la ciudad. Y lo propio ocurre con la Policía Federal y las reparticiones antes mencionadas del artículo 10.

Aquí se demuestra, una vez más, el grave incumplimiento de la Ley Suprema que padecemos, como expresión de nuestra deficiente cultura constitucional (véase Encuesta de cultura constitucional. Argentina: una sociedad anómica , de Hernández, Zovatto y Mora y Araujo, 2005).

Es que la anomia -como lo enseñó Carlos Nino en su libro Un país al margen de la ley - no sólo es "antidemocrática" (porque se desconoce la sanción constitucional), sino que además es "boba", por los daños que produce, como claramente se observa en este caso.

¿Hasta cuándo soportaremos una autonomía restringida y mutilada de la ciudad de Buenos Aires? ¿Cuándo comenzaremos a cumplir en su integridad la Constitución, que es la Ley Suprema y pacto fundamental de los argentinos?

El autor es director del Instituto de Federalismo, de la Academia Nacional de Derecho y Ciencias Sociales de Córdoba.

24 de mayo de 2007

- AUNQUE NO LO VEAMOS -



El enemigo del alma

Por Abel Posse
Para LA NACION

Si uno se atiene a las últimas semanas de vida argentina (es una forma de decir) parecería que nos desmoronáramos, no "de un grito, sino de un largo gemido", como dice el verso de T. S. Eliot.

No es un tsunami: es una incontenible inundación de aguas servidas. Después de lo de 2001, no pensábamos en una tan rápida recaída en el olor acre del nihilismo y de la anarquía. El hartazgo de Santa Cruz -en tránsito letal, como de avispas enfurecidas-, la idiotez futbolera transformada en catarsis de odios y resentimientos de masas angustiadas, la delincuencia y el crimen multiplicándose por causa de la inoperancia de un gobierno que prefiere amarrar al policía y dejar actuar al delincuente. Caída educativa y cultural, los rectores escondiéndose en el campo entre vacas y sembradíos para votarse. Para colmo, por las noches, el cardumen de bufones rientes con sus gritos y zafadurías interminables o el grupo de jóvenes gandules de uno y otro sexo tirados por los rincones de una casa lujosa, tan vacía como las mentes de sus habitantes, alquilados para el voyeurismo televisivo. El voyeurismo de la nada.

En Constitución, todo un pueblo de regresantes se encontró otra vez con esas huelgas salvajes inventadas contra los más necesitados. La furia cundió. La indignación es contagiosa; el aullido se hizo coro. La fiesta destructiva es una satisfacción breve y una especie de suicidio que empieza por las cosas. Se destruyó, se apedreó a la autoridad, que debió refugiarse. Si la policía es una especie de símbolo del mal, como el Ejército, ¿a quién se van a arrojar las piedras y los insultos? Los que se ejercitan en insurrección alcanzaron a destruir boleterías, máquinas automáticas y probar sus molotov-cocacola con algún éxito incendiario.

El desahogo fue breve como un orgasmo de odio. Retornó un silencio resignado. Un manchón triste, de miles de personas, se derramó por la noche fría con fondo de fuegos fatuos. Dejaban inusable el indispensable instrumento de tortura cotidiana, el andén y los vagones como para el holocausto. Los policías se recomponían de la golpiza, pero no de la impotencia de no poder mantener el orden ni defender la propiedad pública, ni impedir la humillación.

Y esos miles en las colas de los colectivos, con paquetes, con hijos callados que presentían la desesperación, la indignación. Eran como un ejército derrotado en una misteriosa guerra civil.

Se llegaría a la casa dos o tres horas después, se besaría al niño ya dormido en su cuna, se comería la cena recalentada.

Se vive mal en la Argentina. Somos como extranjeros entre nosotros; hasta parecemos de galaxias distintas. Nuestra fatalidad no encuentra su diagnóstico. Reiteramos desastres inimaginables. Una indiferencia acristiana nos corroe.

Vivimos una indiferencia de Estado, una indiferencia estructural. Buenos Aires es una colmena enloquecida, como si las abejas hubieran perdido los códigos genéticos que llevan del caos al orden.

Nos subdesarrollamos tal vez con más rapidez que la que empleamos para salir del desierto y ser el país más avanzado y posibilitador de vida de América latina. De 1880 a 1910 nos consagramos como nación moderna: fueron los 30 años fundacionales. A partir de 1986, en 15 años logramos tener más de un 50 por ciento de pobres e indigentes y provocamos la mayor quiebra del siglo XX.

Del país más vital -recordemos nuestra infancia, el colegio, el progreso educativo- a un curioso crecimiento con subdesarrollo y sin paz social. Nos parece una leyenda que hasta hace pocos años los trenes a La Plata sirvieran desayuno y comidas. Que los vagones tuvieran cristales biselados y el inspector, con gorra de coronel húngaro, recorriera "la formación" (como dice la cursilería actual) y multara al que fumaba en el vagón de no fumadores. Un poco más y extrañaremos el tiempo en que los aviones no se caían...

Un enconado e indetectable enemigo del alma nos impide instalarnos en la normalidad que alcanzaron tantos otros pueblos con igual o menos capacidad.

Nuestra involución es velocísima. Por suerte para el Gobierno, la gente perdió el reflejo democrático. No asocian el poder del voto, su voto, con sus sufrimientos, sus postergaciones y sus esperanzas de progreso y cambio. Hasta el punto de que el Gobierno se cree venerado y adorado por un porcentual estalinista.

Ojalá el pueblo crea en la única herramienta, el voto consciente, que es la esencia de la democracia.

El misterioso enemigo interior nos hace perder el sentido común. Nos estamos volviendo un país disparatado. Así como surgimos del desierto en treinta años de voluntad y talento coordinado, ahora nos subdesarrollamos con parecida celeridad. Ante el mundo ya somos más el prestigio por lo que fuimos que por lo que somos. Y, ante nosotros mismos, debemos de ser el único pueblo que siente el futuro a sus espaldas. Estamos como paralizados y enmudecidos ante el futuro. Es como si hubiéramos perdido el libreto del tercer acto.

La energía, aquella energía de sociedad organizada ahora se derrama en violencia, desde la cancha hasta la universidad.

El virus indetectable nos corroe, nos frena. Nos transforma en baldados políticos. Somos incapaces de coordinar los dones y las fuerzas. Entramos en este siglo como pollos mojados. Sin entusiasmo renovador, perplejos, autodescalificados. En el umbral del 1900 fue todo lo contrario. Se nos había ocurrido nacer y ser. Ser grandes. El país cobró el impulso que lo lanzaría hacia adelante. Un afirmativo sentido de patria terminó unificando en el éxito a figuras tan disímiles como Mitre, Sarmiento, Roca, Pellegrini, Yrigoyen, Alvear, Justo, Perón, Frondizi.

Hoy andamos perdidos. Perdimos hasta esa insolencia creadora que nos hizo ser sin pedir permiso al mundo.

¿Se termina esa Argentina?

¿Se nos cayó el alma a los pies?

¿Fuimos una llamarada que duró un siglo y que ya se extingue? Sabemos que los pueblos no desaparecen, pero muchas veces caen de su altura y sobreviven tristemente.

Urge reconquistar aquel viento creador, dejar de ser este pueblo sin pasión, sin horizontes grandes, sin coraje, que concede el gatillo fácil al delincuente e inhibe al policía.

Debemos convocarnos y convocar a los jóvenes a habitar esta maravillosa máquina de vida que se llama Argentina y que tenemos arrumbada en el gallinero.

En octubre podremos votar por esencias democráticas: por la república, por el orden, por la vida, por reconquistar la alegría de vivir sin paranoia e histeria, contra la patanería y la corrupción.

Es probable que el demonio interior pueda insistir. Pero no hay otra posibilidad que restablecer el principio de autoridad, desde la familia y el colegio hasta la burocracia y la actividad privada. La calle no puede ser tierra de nadie donde se imponen el delincuente y el piquetero que prefiere creer que "la protesta" da derecho a todo, hasta a la intimidación, el escrache y la suspensión del derecho constitucional de transitar libremente.

Ya termina el mandato presidencial. El Presidente se empachó de auctoritas y la sociedad hoy está anarquizada, porque ni siquiera puede corregir a los chicos para que no negocien droga a la puerta de los colegios.

Los argentinos hemos perdido el sentido del orden. Descendimos a un conglomerado marginal que debe reconquistar el orden moral, jurídico y creativo que fue la clave de la pasada grandeza de este país. Es una batalla profunda, difícil, que se debe librar con todas las fuerzas espirituales que nos quedan.

Apoyemos en esta instancia política electoral a ese puñado de dirigentes que pretenden reconstruir la república burlada que vivimos. Diez o doce dirigentes que aportan eficiencia, una dimensión moral en un espacio político de tahúres, experiencia probada de gobierno ante una incapacidad de gestión insólita y, por sobre todo, reconstruir y respetar un Estado de Derecho.

El viento económico mundial todavía nos lleva.

¿Qué mayor convocatoria para una generación caída en la melancolía y la negatividad que lanzarse a rescatar este país que cayó por debajo de sus realizaciones, de su alegría vital y de su confianza imprescindible?

Citémonos los argentinos para una patriada renacentista.

Su libro más reciente es el ensayo La santa locura de los argentinos .

23 de mayo de 2007

- LA OTRA TELE -



Yupanqui, la TV y la trampa

Por Agustín Gribodo
De la Redacción de LA NACION


Cuando aún los televisores transmitían en blanco y negro y la hora de la cena era para todos la misma, un chico de doce años puso la mirada en el rostro aindiado que aparecía en la pantalla de un viejo Telefunken de válvula. Una noche por semana, el jefe de la familia veía su programa favorito sin que nadie se atreviera a molestarlo. Quizá por respeto o simplemente porque había que estar en silencio hasta que la emisión folklórica terminara, el chico se acodó en la mesa, apoyó el mentón en el hueco de sus manos y prestó atención al artista que cantaba con voz tenue pero firme.

Al finalizar la canción, la cámara amplió el plano y dejó ver al conductor del programa. En medio de una escenografía austera, los dos hombres iniciaron una breve conversación. Desde la mesa, el chico notó que el músico hablaba con cuidado, como si estudiara las consecuencias de cada frase antes de decirla. También vio que acariciaba la guitarra.

Es probable que los recuerdos se relacionen más con el azar que con una selección consciente. A algunos les queda el teorema de Pitágoras; a otros, la formación completa del San Lorenzo de 1968. A ese chico, aquella noche, se le grabaron en la memoria las palabras de quien se estaba presentando en el programa folklórico de mayor audiencia de la época. "¿Qué nos puede decir de la Argentina de hoy?", quiso saber el conductor, y la respuesta del artista fue: "La trampa está en todos lados", con la misma voz serena con que momentos antes había cantado. De esa calma emanaba cierta autoridad moral que despertó la atención del chico. Luego de un respiro, el cantor justificó su dictamen. Dijo que la trampa se había convertido en un modo de vida y que la prueba se encontraba en las telenovelas. Opinó que en ellas todo era engaño y traición, y que, de algún modo, la ficción es el espejo de la realidad.

Casi cuatro décadas pasaron; aquel chico se convirtió en lo que soy. Y el lector más o menos conocedor de nuestro folklore ya habrá adivinado que quien aparecía en la pantalla era Héctor Roberto Chavero, conocido como Atahualpa Yupanqui, de cuya muerte hoy se cumplen quince años.

Parecerá raro que el creador de Piedra y camino haya mencionado la telenovela como representación de la vida. Tal vez porque el ejemplo viene de un medio de comunicación masiva y no de los paisajes que pueblan sus canciones. Sin embargo, en aquel momento, Yupanqui pudo ver que la televisión era, para bien y para mal, un espejo. Logró también, sin proponérselo, que un chico percibiera que hay una estrecha relación entre apariencia y realidad.

Hoy, aquella sentencia lejana cobra una dimensión formidable. Los dos programas televisivos de mayor rating nos muestran, por un lado, a jóvenes atraídos por una maquinaria que los exhibe en la cama o en el baño y, por el otro, a hombres y mujeres que provocan escándalos para mantener una fama insustancial. La cuestión es saber si hoy un hombre, con la sola compañía de sus versos y una guitarra, tendría lugar en el espejo masivo de la televisión. Ante esta duda está la certeza de que todo queda en la mente de un chico. En eso consiste la formación y de eso depende que advierta que la pantalla no es la realidad sino, a veces, el reflejo de la decadencia.

22 de mayo de 2007

- DIVERSIDAD CULTURAL -


Hoy es el Día Internacional de...

Javier Farje
BBC Mundo




Parece que hay un día
internacional para todo


Este 22 de mayo se celebra el día Internacional de la Biodiversidad y el 21 fue el Día Internacional de la Diversidad Cultural. Parece que hay un día internacional para casi todo.

Está el bien conocido Día Internacional de la Mujer o el menos difundido Día internacional de No Fumar Tabaco. Está el más o menos popular Día Internacional contra el SIDA y el menos famoso Día Internacional del Libro y los Derechos de Autor.

El educador puede celebrar el Día Internacional de la Alfabetización, el lingüista el Día Internacional de la Lengua Materna, el ambientalista el Día Internacional de la Protección del agujero de Ozono y el psiquiatra el Día Mundial de la Salud Mental. Aquí en la BBC lo tenemos claro.

Naciones Unidas es la gran responsable de este calendario lleno de días internacionales, pero la historia también se ha encargado de crear eventos que nos recuerdan el compromiso de muchos por preservar la dignidad humana.

El Día de Martin Luther King nos recuerda esa larga y antigua lucha por los derechos civiles que, en algunas instancias, parece que no termina, a juzgar por esas manchas de discriminación que persisten en Estados Unidos.

Sin celebración

Sería bueno tener un día internacional del sentido común.

El Día Mundial de la Abolición de la Esclavitud nos trae a la memoria a los pioneros que descubrieron la ignominia de la compraventa de seres humanos, en esa África que se convirtió en fuente inagotable de mano de obra gratuita.

Hay días cuyos protagonistas tienen pocas razones para celebrar, porque se trata más bien de recordatorios de un mundo plagado de tragedias.

Un desempleado haitiano, por ejemplo, no celebra en el Día Mundial contra la Pobreza y los miles desplazados de Darfur no abren botellas de champaña en el Día Mundial del Refugiado, entre otras razones porque seguramente esos protagonistas anónimos ni siquiera saben que tienen un día dedicado exclusivamente a ellos, mucho menos dinero para comprarse una botella de Don Perignon.

Los Días Internacionales no han mejorado al mundo, pero en todo caso nos hacen acordar lo mucho que falta por hacer. Quizá habría que proponer el Día Internacional del Sentido Común, con una duración de aproximadamente 365 jornadas de 24 horas, a ver si aprendemos.

20 de mayo de 2007

- CHAVISMO -



América Latina
El fenómeno de Chávez
La Nación Enfoques

Con una política de seducción, el presidente venezolano avanza en su estrategia de volverse imprescindible. Un informe especial del Grupo de Diarios de América revela cómo teje la red del avance chavista en el continente

Un fenómeno recorre la región. Desde México hasta la Argentina, el poder venezolano teje alianzas a fuerza de simpatía o, simplemente, dinero. En algunos lugares su actividad es visible; en otros, apenas una presencia incipiente. De una u otra forma, cada día se abre en algún país americano un círculo bolivariano. Y hay un nombre omnipresente en los debates políticos: Hugo Chávez. El socialismo del siglo XXI es su marca registrada; la experiencia cubana de los años 60 y 70 resulta el antecedente histórico en el que se apoya en su tarea de difusor de su propia revolución. Los recursos económicos del petróleo y la ambición internacional de su líder son los pilares de esa estructura conocida como chavismo.

El Grupo de Diarios de América (GDA) investigó las conexiones de Caracas en la Argentina, Brasil, Chile, Uruguay, Bolivia, Perú, Ecuador, Colombia, México, Puerto Rico, Costa Rica y en la propia Venezuela. En ese trabajo quedó expuesta una matriz chavista, enfocada a captar voluntades.

Quizá como en ninguna otra parte del continente, en la Argentina el aparato chavista aparece muy consolidado. Lo demuestran los multitudinarios actos en favor de Chávez y su permanente presencia en la agenda nacional (como se informa por separado).

El diario brasileño O Globo indicó que, pese a la disputa del liderazgo regional que propone Venezuela, el comercio y las inversiones justifican el interés de Brasil por el país vecino. Aunque se alzan voces -especialmente en la oposición- que piden mantener la distancia con Caracas, los números muestran, sin embargo, que la relación de Brasil con Venezuela, especialmente en el terreno comercial, está en plena expansión. Según José Francisco Marcondes, presidente de la Cámara Brasil-Venezuela, de 2003 a 2006 los venezolanos saltaron de la posición 23 a la 10 entre los principales compradores de productos brasileños, con un crecimiento superior al 600 por ciento en el comercio.

Pero la presencia de Chávez en Brasil no se limita a asociaciones en el sector petrolífero o a proyectos sociales. El presidente venezolano consiguió transformar la mayor fiesta popular de Río de Janeiro, el carnaval, en un escaparate de su gobierno: en 2006, la escuela de samba Unidos de Vila Isabel fue elegida campeona inspirada en el tema "Soy loco por ti, América: la Villa canta la latinidad". El tema de la latinidad era, en verdad, un pretexto para hablar de la Venezuela de Hugo Chávez. Gracias al patrocinio de un millón de reales de PDVSA, la escuela hizo un desfile lujoso.

En Chile, en donde, según el periódico El Mercurio , los chavistas prefieren llamarse "bolivarianistas" y circunscribirse al margen del poder oficial (a nivel de gobiernos no existe más que una relación protocolar), en mayo del año pasado se lanzó el capítulo chileno del Congreso Bolivariano de los Pueblos (CBP), el órgano más activo del chavismo, con la participación de 37 organizaciones sociales y políticas. Seis viajes ya ha organizado el CBP-Chile para trasladar a más de 500 personas favorecidas por la "Misión Milagro", el acuerdo entre Chávez y Fidel Castro para que, en 10 años, 600 mil latinoamericanos afectados de enfermedades visuales puedan ser operados. Ese eje se repite en todos los países de la región.

El equipo de investigación de El Mercurio también aseguró que, hace unos meses, Venezuela adquirió el semanario boliviano gratuito La ...poca , como una manera de participar en los contenidos de un medio escrito en ese país, si bien la influencia de éste es bastante escasa. Pero además, comenzó a asesorar técnicamente al único canal estatal boliviano, Canal 7. A esto se suma que, como parte de un acuerdo de cooperación en materia de telecomunicaciones, Venezuela dará recursos a Bolivia para fortalecer la radio y televisión comunitarias. Esto, como plataforma para hacer llegar mensajes políticos hacia los sectores más desposeídos de Bolivia. Se estima que el año próximo se sumarán cien emisoras a ese plan.

Pero la influencia de Venezuela en Bolivia va bastante más allá. Como reconoce el diputado del oficialista MAS, Antonio Peredo, Chávez está ayudando técnicamente a La Paz para la reconstrucción de Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB) a través de la gigantesca petrolera venezolana PDVSA. En Bolivia el transporte y la seguridad del presidente Evo Morales están a cargo de Venezuela.

Por su parte, el diario El Tiempo informó que la injerencia del chavismo en Colombia había pasado inadvertida, al menos para los medios de comunicación, hasta la primera semana de marzo pasado. Fue entonces cuando un noticiero de televisión reveló un video que, por la manera como estaba editado, dejó mal parado al embajador de Venezuela en Colombia. En las imágenes se veía al embajador Pavel Rondón en un foro en Armenia (capital del departamento de Quindío), en el que varias personas lanzaban arengas contra el presidente Alvaro Uribe. Este hecho prendió las alarmas de los medios de comunicación y, tras una minuciosa averiguación, quedó al descubierto que el chavismo está creciendo y no de manera tan silenciosa.

Afinidades y diferencias

Para el periódico El Comercio , en Ecuador no se ven beneficios significativos de la relación con Venezuela, pese a las expectativas generadas en el campo del intercambio comercial. En 2006, el déficit fue de 113 millones de dólares: Ecuador exportó a Venezuela 317 millones e importó 430 millones, según el Banco Central. Aunque en el plano político, ideológico y personal, el presidente Rafael Correa tiene afinidad con Chávez, el gobierno ecuatoriano dio pruebas de que no es incondicional al gobierno chavista. En medio de la polémica desatada por Venezuela y Cuba por la producción del etanol, el país firmó acuerdos con Brasil para incentivar su elaboración.

Un dato interesante detectado por El Universal, en México, tiene que ver con la diferente visión que se tiene de la revolución bolivariana entre políticos y empresarios y la población en general. Un estudio del Consejo Mexicano de Asuntos Internacionales advierte que sólo 25 por ciento de los líderes mexicanos considera que Venezuela es un país amigo de México, en comparación con 45 por ciento del público. Mientras que 30 por ciento de los líderes estima que Venezuela es una amenaza para México y 24 por ciento clasifica a ese país como rival, sólo 6 por ciento y 14 por ciento del público, respectivamente, lo comparten.

Para los políticos, la mano de Chávez no siempre es bienintencionada. El presidente de la Organización Demócrata Cristiana de América (ODCA), Manuel Espino, también líder del gobernante Partido Acción Nacional, afirmó el 30 de abril pasado que ha "sido sumamente evidente la presencia de venezolanos mandados por Chávez a apoyar en su momento la campaña de su candidato aquí en México, López Obrador".

El diario El Comercio , de Perú, consignó una anécdota para fijar el método chavista. A principios del presente año, horas antes de asumir su gestión, el Presidente Regional de Puno, Hernán Fuentes, compareció ante los pequeños y medianos empresarios de Juliaca acompañado de Virly Torres, encargada de negocios de la embajada de la República Bolivariana de Venezuela. En medio de la reunión, Fuentes anunció que pediría apoyo a los gobiernos venezolano, cubano y chino para fortalecer las pequeñas y medianas empresas, y para resolver las carencias de su región en las áreas de salud y educación. Torres no se hizo rogar e inmediatamente ofreció la colaboración de su país. Así, sin más trámites, se selló un pacto de colaboración entre Venezuela y la región Puno y se reeditó, una vez más, lo que ya es una costumbre del chavismo: obtener presencia en países en donde sus iniciativas no cuentan con la simpatía de los gobiernos centrales.

Otro sostén de la difusión chavista es el programa de alfabetización de adultos "Yo Sí Puedo", que, desde 2004 y con financiamiento venezolano, se lleva a cabo en el continente. Ese programa fue creado por la pedagoga cubana Leonela Relys; se basa en un fuerte contenido audiovisual, con 65 teleclases de 30 minutos de duración. Con este método se aprende a leer y escribir en sólo tres meses. Para su implementación, se apoya en los llamados "facilitadores" (dirigentes comunales, maestros y vecinos), personal de apoyo que es entrenado por especialistas cubanos. Esa táctica se da tanto en Perú, como en la Argentina y en otros países de la región.

Despegarse del líder

El periódico uruguayo El País señaló que, luego de un comienzo idílico en las relaciones entre los gobiernos de Tabaré Vázquez y Hugo Chávez, Uruguay está dando señales de querer despegarse del líder venezolano. "En los últimos meses ha habido conductas del gobierno uruguayo que lo alejan de los propósitos de la Venezuela chavista", dijo a El País el politicólogo y analista internacional Romeo Pérez, rector del Centro Latinoamericano de Economía Humana (Claeh) y docente en las universidades de la República y Católica. Pérez observa, sin embargo, que el chavismo tiene en Uruguay una "influencia limitada", cuya "principal expresión orgánica" se advierte en el Partido Comunista y en algunos sectores del movimiento sindical, pero en forma "minoritaria".

Chávez logró tener un banco propio en Uruguay el 30 de agosto de 2006, con la apertura del Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social (Bandes), que adquirió los activos y pasivos de la ex cooperativa Cofac. En sus ocho meses de actividad, Bandes Uruguay ha registrado pérdidas -aunque éstas han ido disminuyendo- y debió ser asistida por su casa matriz en Caracas.

Para el diario LA NACION de Costa Rica, el presidente Chávez trata de ejercer influencia en ese país mediante cuatro plataformas: las vías diplomáticas tradicionales, la manipulación del poder económico, la incidencia en organizaciones sociales y la construcción de alianzas regionales.

En Puerto Rico, el diario El Nuevo Día destacó una frase de Chávez al constituir una alianza petrolera entre los países caribeños: "Un imperio de América Latina y el Caribe será más grande que el imperio de la Guerra de Galaxias, y no podrá ser frenado". Esta alianza, establecida en junio de 2005 por 14 países caribeños para abaratar el combustible en la zona, permite que el gobierno venezolano ofrezca y garantice descuentos en precios, aplazamientos de pagos y financiamiento a largo plazo en los embarques de petróleo y derivados.

Chávez se refirió entonces a su construcción política como un imperio. Por lo pronto, sus redes se extienden por la región.

Producción: Daniel Gallo, de LA NACION, Argentina; equipo de reportajes de El Mercurio , Chile; Eliane Oliveira, Letícia Lins, Ramona Ordoñez y Paulo Marqueiro, de O Globo , Brasil; Héctor A. Ríos Maury, de El Nuevo Día , Puerto Rico; equipo de Política y de Nación, de El Tiempo , Colombia; Eduardo Ulibarri, de LA NACION , Costa Rica; Arturo Torres, de El Comercio, Ecuador; Francisco Reséndiz, de El Universal , México; Pablo O Brien, de El Comercio , Perú; Carlos Ríos, de El País , Uruguay; Fabiola Zerpa, de El Nacional , Venezuela © GDA

El precio del poder

1600 millones de dólares al año es lo que le cuesta al gobierno de Venezuela su plan de cooperación energética con distintos países del continente.

47.550 millones de dólares es el total de las promesas hechas en 2006 a 43 países, según el Centro de Investigaciones Económicas (Cieca). Encabezan la lista Brasil, Rusia, China, Cuba, Bolivia y la Argentina. Este monto es casi 2,4 veces lo anunciado para gastos en el área de transporte para el país o 2,8 veces lo planificado para la construcción de viviendas.

El 85% de los venezolanos está en desacuerdo con lo que en el argot popular se denomina "la regaladera" del país en el extranjero, mientras que el 11% la apoya, según una encuesta de Hinterlaces de 2006.

19 de mayo de 2007

- ESTARIA BUENO UN CAMBIO -






MUCHAS VECES ME DA
VERGÜENZA
SER ARGENTINO



Siempre lo pienso y esta vez lo digo:

Siento vergüenza ajena de la falta de valores sociales en la que hemos caído! Me da rabia y lástima... Andar por la calle, ir de compras, en los medios de transporte, también en las salas de espectáculos (y no me refiero a lugares baratos exactamente)
Somos los auténticos decadentes!!!
Siempre podemos estar un poco peor, siempre hay lugar para dar un paso más atrás, nunca hacemos fondo...

Nunca se dice ¡Gracias! ¡Adelante! No se saluda en un ascensor, no se conoce a nadie... Ni que hablar de meterse primero en la fila con cara de poker ó de “yo no fuí”
Somos una de las pocas sociedades en el mundo, que en lugar de evolucionar han involucionado...
Muchas veces cuando me quejo públicamente, mis allegados me dicen: “no digas nada, que el loco sos vos...” Personalmente no me resigno a vivir como los animales, con todo el respeto que ellos me merecen.

Yo no fui educado así y creo que a casi ninguno de los rondamos familias comunes fuimos preparados para vivir de este modo. Ocurre que muchos “se han adaptado”, lo que me resulta lamentable! Y no pasa porque “ahora somos más”. Los que tuvimos oportunidad de viajar, sabemos que el trato cotidiano es distinto.

Créanme que no se trata de un problema índole económica ó profesional. No se puede creer la cantidad de profesionales brutos que generamos... Es muy triste.

Esto no se gesta en la Escuela ni en la Facultad... en un problema social que comienza en el hogar, sigue en el trato diario y continúa en la vida de relación... De nosotros depende elegir el camino! “Para que vamos a cambiar si así estamos bien...” piensan muchos.

No respetamos nada: el espacio público, la calle, sus veredas, la basura, el medio ambiente, los ruidos, el trato, la convivencia ( con un bendito código que NO se aplica en la práctica y de ese modo se va contribuyendo a la descomposición de uno de los tejidos más importantes: EL SOCIAL)

Hagamos una revisión de nuestros actos y tratemos de cambiar...

De nosotros depende!!! Estamos como adormecidos por la falta de valores, de educación, de cultura, de moral y de buenos ejemplos! ¡Hagámonos merecedores de un país mejor!

¡Otra Argentina mejor es posible!

Juntos podemos vivir mejor... Estaría bueno!

Ricardo A. Carrasquet

18 de mayo de 2007

- MAILS -





El 93% del correo electrónico es spam

La Nación Tecnología

El volumen de mensajes no deseados continúa en aumento; el phishing sigue siendo una de las principales amenazas

Según una investigación de la firma de desarrollo de software Ipswitch, el 93% del correo electrónico recibido es considerado no deseado o spam .

La firma destaca un aumento importante en el volumen circulante de este tipo de mensajes durante los primeros meses del año, en comparación al 84% registrado en la pasada Navidad, y al 62% del mismo período de 2006.

"Esta es un época preocupante para las comunicaciones corporativas debido al aumento del correo spam recibido sin advertencias", señaló Chris Greaves, Director de Ventas de Ipswitch para el Norte de Europa.

"Actualmente es más importante que nunca tener un filtro antispam flexible, extensible y que brinde actualizaciones diarias", agregó Greaves.

Al respecto, la consulta IDC advirtió sobre una suerte de "resurgimiento" del spam y predijo que, durante 2007, habrá más de 40 mil millones de correos basura por día.

Tipo de amenazas . El 33% de los mensajes no deseados registrados en la citada medición de Ipswitch fueron categorizados como phishing , o bien, estaban vinculados con alguna temática financiera.

En tanto que la oferta de medicamentos quedó como el tipo de spam de mayor tráfico en lo que va del año, con el 34% del total de envíos.

El 12 % del correo basura fue clasificado como indescifrable debido a la cantidad de símbolos y caracteres contenidos, una metodología utilizada para engañar a los filtros de seguridad.

Sólo el 5% de los mensajes poseía algúna referencia a pornografía.

El informe destaca una tendencia al envío de correos basura sobre apuestas (7%), diseñados para aprovechar el actual fenómeno mundial de los juegos on line .

17 de mayo de 2007

- EL NUCLEO -



La Argentina frente a la cuestión nuclear

Por Carlos Escudé
Para LA NACION


En la década del 90 la Argentina adoptó una política exterior de cooperación con Occidente a la que llamé "realismo periférico". La mayor parte de la prensa local la tildó de "relaciones carnales".

Esta política, que nunca fue popular, encuadró a nuestro país en todos los acuerdos vigentes contra las armas de destrucción masiva. La Argentina firmó y ratificó el Tratado de No Proliferación Nuclear, de orden global, y el de Tlatelolco, de alcance regional. Interrumpió el enriquecimiento de uranio y sus esfuerzos por producir plutonio. Renunció al misil balístico Cóndor II, que una vez puesto a punto hubiera podido recorrer mil kilómetros acarreando una ojiva nuclear de peso promedio. Restableció relaciones con el Reino Unido. Profundizó una amistad con Chile que había renacido durante la previa gestión radical. Y se alineó explícitamente con nuestra civilización de origen.

Al adoptar estas medidas, cuestionadas desde un amplio espectro ideológico, el país abandonó una rica historia de confrontaciones con las grandes potencias occidentales y algunos Estados vecinos.

Debido a esa trayectoria, desde el exterior se nos percibía como un país potencialmente peligroso. Considérese que no necesitábamos uranio enriquecido, porque nuestros reactores funcionan con uranio natural. Que al misil Cóndor II lo habíamos desarrollado en sociedad con el Irak de Saddam Hussein. Y que el Estado que llevaba a cabo esos programas sospechosos era el mismo que, en 1978, casi le hizo la guerra a Chile y que, en 1982, invadió las Malvinas.

Nuestro realismo periférico fue inspirado en la convicción de que un país con un perfil externo de esas características sería boicoteado por Occidente. Esta hipótesis, a su vez, se abonaba en trabajos historiográficos que documentaron las graves sanciones sufridas por la Argentina como consecuencia de su dudosa actuación durante la Segunda Guerra Mundial. Comenzando en 1984, desde el Instituto Torcuato S. Di Tella se había desarrollado un amplio programa de investigaciones sobre estos temas, mucho antes de que Guido Di Tella fuera canciller y Carlos Menem, presidente.

Más allá de errores y aciertos, la política exterior argentina de la década del 90 tuvo un fundamento científico como pocas en el mundo. Y su motivación, aunque pueda suponerse malhadada, fue patriótica, no de cipayos. Buscó eliminar aquellos obstáculos para el desarrollo provenientes de un exceso de confrontaciones externas. Sus gestores sabían que una buena política exterior no puede, por sí sola, generar desarrollo socioeconómico, pero entendían que una que desatara graves sanciones por parte de los poderosos podía destruir toda posibilidad de progreso. Aunque extremo, el caso de Irak ilustra trágicamente esta premisa.

Sin embargo, desde entonces muchas cosas han cambiado. Si el realismo periférico tuvo algún modesto éxito parcial, el principal fue la eliminación de la imagen agresiva que el país se había granjeado en décadas previas. Ya nadie considera a nuestro país como potencialmente peligroso (excepto algún uruguayo, no sin motivos).

Por otra parte, también cambió el mundo. La capacidad de los Estados Unidos para aplicar sanciones ha disminuido, porque está demasiado comprometido con sus guerras como para darse el lujo de hacerse más enemigos. Además, la gran potencia norteamericana ha demostrado no estar a la altura del papel de gendarme mundial que pretendió ejercer.

Por cierto, no sólo los argentinos sino también los brasileños fueron convencidos acerca de las adversas consecuencias de continuar con nuestros planes nucleares y misilísticos. Para evitar males mayores, debíamos someternos al corsé de los regímenes de no proliferación.

Pero cuando llegaron las detonaciones de la India y Paquistán, países que no se sometieron, ¡no pasó nada! Después llegó la bomba norcoreana. Y ahora, con la amenaza iraní, está por desencadenarse un alud de programas nucleares. El 14 de abril, The New York Times informaba que, motivados por la natural paranoia engendrada por los ayatollahs, Arabia Saudita, Egipto, Turquía y Siria están alentando programas atómicos propios.

Mientras tanto, a pesar de las limitaciones impuestas por los tratados vigentes, en nuestro vapuleado país la industria nuclear sigue cosechando éxitos. El reactor argentino recientemente inaugurado en Australia es la mejor prueba de que aquí no todo ha colapsado. Habiendo demostrado tal capacidad de supervivencia, esa actividad merece ser incentivada y homenajeada.

Nuestra moraleja de hoy: la Argentina no debe apartarse del cumplimiento de sus obligaciones (incluidas las que emanan del Tratado de No Proliferación). Debe permanecer aliada a Occidente en la lucha contra el terrorismo islamista, el narcotráfico y el lavado de dinero. Debe regresar a la plena cooperación con vecinos y no victimizar al Uruguay.

Pero nunca más debe aceptar la imposición de acuerdos que limiten nuestro desarrollo de tecnologías de vanguardia.

Ya no se justifica. Las ecuaciones del realismo periférico se han transformado.

El autor es director del Centro de Investigaciones Internacionales de la universidad del CEMA.

16 de mayo de 2007

- EMBAJADORES -



Todos somos embajadores

Por Cecilia Scalisi
Para LA NACION


En una entrevista que mantuve en Berlín con el famoso tenor argentino José Cura, me hizo un comentario sobre algo de lo que, en diferentes versiones, adolecemos a menudo quienes hemos vivido muchos años en el exterior. Después de viajar por todo el mundo como estrella de la ópera, su experiencia le indicaba que la falta de orgullo nacional es un gran problema argentino. Se refería a ese bien entendido orgullo que tienen los europeos a la hora de defender a su propia gente, de cara al extranjero. "El argentino hace exactamente lo contrario -decía Cura-. Es como si tus propios padres fueran a desacreditarte frente a los demás... Como país es algo triste y como sociedad implica un fracaso."

Este comentario me sugirió las siguientes reflexiones. Para empezar, es verdad que muy poco se oye al europeo criticando seriamente a sus países. ¿Y eso sucede porque países como Inglaterra, Alemania o Francia son sociedades perfectas, donde nadie tiene nada que reclamar? No. Pues, como sabemos, en la aldea global casi no hay paraíso posible. Lo que sí se advierte en ellos es una suerte de conciencia tácita de que eso sencillamente no se hace y de que no está bien lavar los trapitos sucios delante de extraños.

Nosotros, por nuestra parte, aceptamos como una verdad revelada si, por ejemplo, un inglés critica nuestra democracia (mientras ellos sostienen a la más arcaica y escandalosa monarquía del planeta), si un alemán nos alecciona sobre los derechos humanos (cuando ellos no juzgaron por sí mismos, como sí lo ha hecho ejemplarmente la Argentina, los atroces crímenes de sus dos dictaduras -la nazi y la comunista-), o si un norteamericano nos explica lo que es la corrupción y la libertad (mientras justifican la sangrienta ocupación perpetrada en Irak con una abierta mentira).

Somos tan ingenuos que ni siquiera reaccionamos en defensa propia. Mientras las potencias, que han venido causándole estragos a la humanidad, arrasando a mansalva con millones de personas y culturas, durante siglos y en toda la faz de esta tierra, no soportan que ningún extranjero se lo recuerde. Hasta se dan el lujo de disfrazar esos monumentales atropellos de románticas gestas civilizadoras y algunos de nosotros, todavía más ingenuos, hasta llegamos a aplaudir tanto coraje y hazaña.

Pero no es que proponga aquí una apología de nuestros errores y defectos, ni mucho menos pronunciarme por nada parecido a un nacionalismo "con zeta". El punto es aprender algo de estos países y reflexionar sobre la responsabilidad que nos toca cuando, aun en la más trivial de las situaciones, representamos a la Argentina. Pues no sólo una misión diplomática o la selección nacional de fútbol, sino también el turista y el residente afuera cumplen implícitamente con esa función.

Los ataques más feroces a nuestro país los he escuchado de los propios argentinos. Contaré algunas experiencias respecto de esta cuestión. Algunos argentinos ejercen aquello que llamo "lucrar con nuestras miserias y desgracias". Son artistas, intelectuales, periodistas, políticos, simples turistas o residentes que difunden por el mundo la peor de nuestras imágenes, hablando a destajo en nuestra propia contra, pretendiendo ser así "otra cosa". Ser algo mejor. Como si hablar mal los eximiera de todos esos males. Tres ejemplos para ilustrar: una importante operadora cultural de Buenos Aires recomendaba a una autoridad alemana "no fiarse jamás de la promesa de un argentino". En otro caso, cuando el gobierno de Berlín reunió a representantes de las importantes instituciones culturales de esa ciudad para considerar un festival con Buenos Aires, un profesional argentino residente allí aconsejó "no hacer nada con el gobierno de Buenos Aires porque estaba en manos de corruptos" (todo por un fracasado proyecto personal que lo había dejado resentido con el gobierno de turno). El tercer ejemplo, en plena crisis de 2001: un reconocido escritor con doble nacionalidad, ante un destacado foro berlinés, hizo el más cruel y desesperanzado pronóstico del futuro de nuestro país, incluyendo en ese acto una negación pública de su nacionalidad argentina.

Otros casos más conspicuos son los de aquellos que cobran en euros por dar conferencias y dictar cátedra acerca de nuestras desgracias. El público concluye, claro, que si nosotros mismos lo decimos será que somos en verdad esa "manga de ladrones e incapaces". Excepto ese señor, por supuesto, que se lució con su conferencia, recibió aplausos y conmiseraciones de los asistentes. ¿Pero qué logró? Sólo desprestigiarnos un poco más en el mundo.

Esto lo viví a diario en Alemania durante la peor crisis de nuestra historia, en 2001. Era triste comprobar cómo, mientras muchos argentinos dábamos la cara por rescatar algo de nuestro país en medio del desastre, otros sacaban vil tajada como verdaderos profetas del apocalipsis. Cuanto más cruento y dramático el relato, más lucro les dejaba la actividad. Si hasta deben de haber llegado a pensar cuán rentable sería una "guerra civil argentina", como anunciaban los diarios de Europa.

Contado desde otro ángulo, a los países desarrollados les fascina comprar las pobrezas más exóticas en fotos blanco y negro. Una suerte de ejercicio de redención, quizá, de las espantosas historias que cargan sobre sus espaldas. Pero nunca falta, por nuestra parte, el artista vanidoso dispuesto a colgar en alguna galería los rostros de nuestros chicos de la calle o los penosos paisajes de nuestras villas miseria. Y es una verdad de pacotilla la sensibilidad del Primer Mundo. Es tan sólo un esnobismo, y la pena por el hambre de esos niños se acalla brindando con champagne. ¿Y de qué sirvió entonces exhibir tan crudamente la cara de esos chicos? No hay respuesta a este punto que no sea vergonzosa.

En una oportunidad me tocó asistir a la proyección de una película "piquetera" en Berlín. Ya desde el inicio, con los títulos, comenzaron los abucheos de la platea por la pésima factura técnica del film, seguidos luego por las imágenes de saqueos, piquetes de encapuchados, usurpaciones y otros cuantos vandalismos. El representante del film (cuyos pasajes a Alemania, hoteles, comida y otros gastos pagamos todos los argentinos por intermedio de un organismo estatal) comenzó a plantear los reclamos de esos grupos y a denunciar ante el público al propio funcionario argentino que le había financiado esa visita a Berlín tildándolo de "asesino" y corresponsable de las muertes de la "represión de diciembre de 2001". Los alemanes quedaron atónitos frente al espectáculo, pues la primera regla de un país civilizado es el respeto por las normas, y ningún vándalo estaría en condiciones de exponer reclamos luego de cometer hechos que en Alemania son delitos.

A nadie le estaría permitido conculcar el derecho de otros ni deliberar fuera de sus representantes democráticamente elegidos. Nuestro piquetero, sin embargo, habló "del Tercer Mundo y del Primer Mundo", habló del valor del trabajo y de "la dignidad". ¿Y en qué terminaron ese falaz discurso y el esfuerzo por mandar a este hombre hasta Alemania en medio de una crisis en que los argentinos no veíamos ni una vaga rendija de luz hacia el futuro? En una escena patética, en una carcajada colectiva en la que algún ocurrente estudiante del público propuso risueño que se pasara una gorra para ayudar a este señor. Y nuestro representante, el mismo autorizado para reclamar "dignidad" en un foro internacional, aceptó de muy buena gana pararse en la puerta de la salida del cine con una gorra y recibir una limosna en euros, los míseros centavos que casi como una burla le entregaba un par de estudiantes aburridos al abandonar la sala. ¿Qué conseguimos entonces? Que la cara se nos cayera de vergüenza y que hayamos malogrado nuestro dinero en una propaganda de país nefasta.

A la corta o a la larga, entonces, el tema es como decía José Cura: como si tu propia familia saliera a desacreditarte para que todos tus emprendimientos fracasen. Y como si alguno de nosotros experimentara una especie de extraña satisfacción en esa absurda derrota. "La falta de orgullo es algo negativo. Como país es algo triste -afirmaba- y como sociedad implica un fracaso." Y ésa es exactamente la conciencia que, guerras y salvajes exterminios mediante, tienen grabada a fuego los países de Europa: trabajar por el bien de todos es trabajar por el bien propio. La frase suena naïve , pero es una realidad comprobada y es lo que hay que aprender de ellos.

Se sabe también que los países desarrollados invierten fortunas en persuadir a extranjeros, de países en vías de desarrollo, de las bondades de sus sistemas. Eso incluye invitar a argentinos a que cuenten allá lo peor de nosotros, se convenzan de la "superioridad" del otro y la divulguen incondicionalmente a su regreso. Pero, como dije al comienzo, el tema plantea una extensa serie de derivaciones que no se agotan en un relato.

En estos años que viví afuera, he tenido el privilegio -para mí enorme e invalorable- de representar a la Argentina, desde mi trabajo como periodista, en situaciones muy diversas, y siempre he sentido una gran responsabilidad por lo que mi imagen, mi conducta, mi proceder y mis palabras revelaran respecto de mi país. En esas situaciones siempre he deseado verme reflejada en la Argentina de un Borges, un Favaloro, un Barenboim, una Gabriela Sabattini. Sabiendo que somos muchos los que deseamos mirarnos en el espejo de esa Argentina, he llegado a la conclusión de que la capacidad de sentir orgullo es un don positivo, es un motor para crecer y mantener -aun en las peores tormentas- la frente bien alta.

Y a modo de reflexión, para aquellos otros que no están tan convencidos de la idea, me viene a la mente el gaucho Martín Fierro, pronunciando -como corolario de este artículo- esos sabios versos que rezan: "Los hermanos sean unidos,/ porque ésa es la ley primera./ Tengan unión verdadera/ en cualquier tiempo que sea;/ porque si entre ellos pelean,/ los devoran los de ajuera".

La autora es periodista en temas culturales; estuvo radicada ocho años en Alemania.